domingo, 31 de marzo de 2019

Fairy Tail : La doncella del Fénix


Esta película la vimos un poco sin querer. Nuestra idea era ponernos una película de Dragon Ball en Movistar+, pero no queríamos verla en castellano (nunca nos ha gustado el doblaje de la serie en castellano). Intentamos ver si estaba en catalán (como era de esperar, no), pero ni siquiera estaba en japonés subtitulado (feo esto). Un poco moscas, acabamos poniéndonos otra cosa de dibujos que no tuviera que ver con ella.


Fairy Tail es un manga recientemente finalizado muy deudor del estilo inicial de Dragon Ball. Esta historia sobre un gremio de magos que tiene que cumplir misiones a lo largo del mundo como si fueran mercenarios o cazadores de recompensas mantiene un buen equilibrio entre el humor más slapstick con acción muy bien coreografíada, además de unos personajes muy variados y llenos de carisma. Tiene el problema de que su guionista se le va la castaña y no es capaz de mantener el sentido de una trama más allá de un par de tomos, pero como funciona más que bien como un manga divertido al que no poner exigencias.

Como muchos mangas de éxito, tienden a tener una adaptación al cine de vez en cuando, siendo La doncella del fénix la primera película de éstas que llegó a nuestras pantallas (ha habido otra recientemente). Como suele ocurrir en estos casos, la película funciona más como un capítulo alargado de 80-90 minutos en vez de como un film independiente. Asimismo, como producto concebido únicamente para fans, ya se da por supuesto que conoces a los personajes y se gasta un tiempo cercano a cero en desarrollarlos.


En La doncella del fénix, la bienintencionada y presumida Lucy salva a una joven del ataque de unos forajidos. La doncella no recuerda nada más allá de que debe depositar un talismán en un templo sagrado. Con ganas de ayudarla, Natsu, Grey, Elsa y el resto de los conocidos personajes de Fairy Tail emprenderán una aventura con tal de proteger lo que parece una misión sagrada frente a un grupo de monjes malignos que pretenden atraparla con pérfidas intenciones.

Como hemos comentado antes, Fairy Tail nunca ha destacado por la complejidad de sus historias y ésta no va a ser una excepción. Tenemos una damisela en apuros, un malo maloso que quiere destruir el mundo y un grupo de aguerridos héroes dispuestos a pelearse con todo el mundo. Lo dicho, material más que adecuado para 90 minutos de entretenimiento sin complejos en una trama que se mantiene completamente aparte de la historia general del manga, proporcionando una resolución satisfactoria que no debe variar el status quo de la serie (y que ningún personaje recordará jamás haber realizado).

Puede parecer una propuesta algo pobre, no lo negaremos, pero también contiene sin ambages todos los detalles que han hecho de la serie una propuesta de lo más disfrutable: los personajes mantienen su carisma sin verse desdibujados, con un momentito de gloria para cada uno, los combates son vistosos y emocionantes, y el ritmo es suficientemente entretenido para no aburrir, con la duración bien ajustada sin estirarse innecesariamente.

 Fue de las películas de animación escogidas en el Festival de Sitges de su año, siendo incluso nominada a mejor película de animación. Ventajas de ser famosa, claro, pues es una película de nula trascendencia y es definitivamente peor que otras propuestas similares como One Piece: Gold o Dragon Ball: La resurección de F.

Cumple su función que es entretener sin dar vergüenza ajena. Atrás quedaron engendros como las antiguas películas de Dragon Ball (las primeras primeras) o proyectos que mandan a tomar viento durante un par de horas la cosmología de la serie (ejem… Naruto). Podría servir incluso para aquellos profanos que quieran probar si les gusta la serie así de un modo rápido. No se enterarán de la mitad, pero pueden coger la idea general de qué va e incluso se entretendrán un poco en el proceso.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 6.2

miércoles, 27 de marzo de 2019

La noche de Halloween


Hola a todos. Voy a hablar de asesinos en serie. Esos seres que se dedican a masacrar, apuñalar, quemar, descuartizar, degustar, desgajar, perforar, atravesar, descabezar, desmembrar y llegar hasta el corazón de los pobres que pasaban por allí durante los 100 minutos (de media) que duran las películas. Unos amigos de los niños, vaya. Evidentemente, no podíamos pasar este especial sin detenernos en La Forma, el hombre del saco. Hablamos de Michael Myers.




Aunque no es el primero de su género (por ahí está La matanza de Texas y un buen puñado de pioneros italianos), Halloween es el film que populariza el género del Slasher, en el que un asesino sin escrúpulos va matando sucesivamente al ochenta por ciento del elenco, normalmente formado por jóvenes sobrehormonados bastante estupiditos. Ya sea a base de sustos, tensión o higadillos volando por ahí, los slashers se han ganado un buen puesto dentro del terror.

Rodada en apenas tres semanas y con dos duretes (el presupuesto es ridículo), Halloween es un referente dentro del género, estableciendo en gran parte sus referentes:

- Malvado muy maloso, prácticamente invulnerable y habilidades regenerativas mutantes. Acostumbran a no saber correr.
- Jovencitos salidorros más que dispuestos a abalanzarse al matadero. Casas sin llaves, vallas que no protegen, tendencia a encerrarse con el asesino…
- Diálogos con la carga filosófica del eructo de una anchoa.
- Policias, doctores y similares solo aparecen para demostrar que son unos incompetentes.
- Tetillas descuidadas que se cuelan por el metraje.

En unos 82 minutos muy bien ajustados, Carpenter sienta cátedra y sirve de molde para los psicópatas sedientos de sangre que inundarán las pantallas y (sobretodo) los videoclubs durante la siguiente década (Viernes 13, Pesadilla en Elm Street…). Scream resucitó el género bien entrados los 90, mezclando la parodia autoconsciente con dosis todavía más grandes de sexo, sangre y sustos…

La película tiene un inicio brutal más que capaz de incomodar, en el que asistimos en primera persona como Myers se encierra en su máscara y asesina a su hermana mayor.  Cuando quince años después, escapa del manicomio para acabar con el resto de su familia, la promesa de que la sangre va a correr es bien segura. Carpenter hace a partir de aquí un carismático uso de la sinergia entre una excelente fotografía (en su modestia) con la banda sonora de sintetizadores característica del autor (muy deudora del Exorcista) para crear una atmósfera inquietante, que te pega bien el culo al asiento e impide que quites los ojos de la pantalla. Para muestra de ello, la entrada de Laurie (Jamie Lee Curtis) en la casa cuando descubre los cadáveres de sus amigas y del novio de una de ellas y asustadísima observamos la figura de Michael Myers emergiendo de las sombras detrás de ella. ESO, eso es una excelente muestra de saber hacer buen cine de terror…

Al permitir rodajes de presupuestos ridículos y actores desconocidos, el género (casi) inaugurado por Halloween dio pie a cienes y cienes de copias y secuelas. ¡Ay lo que hemos sufrido los espectadores! Pues es verdad que el slasher ha parido algunos buenos títulos, pero hay que admitir que nos ha dejado toneladas de películas clónicas, cada vez hechas con más desgana, destinada a escandalizar al público adolescente de la época. Este chorrón de películas (que no estoy seguro de llamar “de terror”) ha acabado haciéndonos olvidar las virtudes que tenían los adelantados. Incluso el espectador actual puede criticar que Halloween es algo lenta, que apenas tiene muertes ni desparrames sangrientos ¡ni sustos! Cada uno es libre de disfrutar con lo que quiera, pero a los pioneros hay que reconocerles el mérito, aun cuando su leyenda resulte menos intensa cuando se conoce de primera mano.

Como último recordatorio sobre la trascendencia de la película en el género, es en Halloween donde debuta como protagonista La reina de los gritos, una jovencísima (por entonces) Jamie Lee Curtis, cuyo papel de damisela en apuros, siempre perseguida por uno u otro psicópata, reventando los tímpanos del respetable con sus chillidos de horror le acompañó durante más de veinte años.


Para el espectador primerizo, Halloween es una película fascinante e inquietante, que muestra la imagen del asesino frío y despiadado, en la que sus muertes constituyen la base del argumento. Sonará ha visto a ojos de los veteranos, pero que nadie se confunda, esta película es la que han copiado mil veces, no al revés.

Nota: 8
Nota filmaffinity: 6.7

PD: A mi lo que de verdad me da miedo de «Halloween» es lo rápido que acaban todos los galanes en sus escarceos sexuales. Cuestión de segundos. Terrible.

sábado, 23 de marzo de 2019

Vengadores: La guerra del infinito


En cuanto salí del cine, era consciente que el subidón con que acabé me iba a impedir hacer una reseña mínimamente objetiva de esta película. Después de darle un buen tiempo de descanso y volver a ponerme la película para reflexionar con más calma, me dispongo a escribir sobre el engendro más grande de súpers que jamás hubiera podido imaginar.

Así, con esta película empezaba la conclusión del primer mega-evento comiquero que Marvel ha conseguido engendrar en el MCU. Me llegas a decir hace veinte años, cuando aparecieron las primeras pelis de Raimi, que íbamos a poder tener un mejunje como éste, en el que confluyen 17 películas para narrar la llegada de Thanos a la Tierra, habría creído que me estaban tomando el pelo. A ver, en aquel momento era imposible sacar más de un personaje a a la vez por peli porque quedaba fatal (y nos conformábamos con que las películas fueran, simplemente, decentes, viendo la basurilla que se hacía…

Pero bueno, aquí Marvel la ha líado. Vaya si se ha quedado a gusto. Después del ligero bajón que supuso la película de Ultrón, se las habían arreglado para que no haya una película floja desde entonces (ejem, Ant-man, ejem…) y ahora La guerra del Infinito cumplía con todo lo que Marvel había prometido que era capaz de hacer con su Universo. Era tan, pero tan fácil que les petara en la cara que no puedo sino felicitarles por lo bien que les ha quedado. Se abandona cualquier tipo de realismo, abrazando el género comiquero en una odisea espacial desacomplejada que mantiene un equilibrio que parece imposible.


Sorprende que en una película con treinta personajes que tienen personalidad consigan que cada uno de ellos tenga su momento de gloria, entrelazando las tramas de todos sin que se desdibujen o se pierda el hilo. ¡Es que incluso esta mega-batalla de fuegos artificiales desatados es capaz de mantener la coherencia desarrollada en el Universo! (o.O)

Además, el contenido cómico está en su punto justo. Ideal para sacarte una sonrisa inesperada o aliviar la tensión en el momento adecuado, pero sin llegar a saturar o superar la trama como sí ocurría en Thor:Ragnarok o los últimos Guardianes. La guerra del Infinito coge lo bueno que tenía la Civil War o El Soldado de Invierno y te lo mete dentro de los Vengadores. En fin, que mola.

A lo tonto, han sido 10 años desde que vimos al primer Tony Stark enfundarse la armadura dorada. Los que han seguido todas las películas a lo largo del tiempo conocemos las vicisitudes de cada uno de los personajes hasta llegar a este punto. Los conocemos desde hace mucho y los hemos hecho nuestros. A su manera, les hemos cogido cariño. Por ello, no podemos sino inquietarnos cuando vemos que el chulesco Stark está acojonado porque no puede impedir el devenir catastrófico de los acontecimientos. Observamos al arrogante Dr. Strange superado por enemigos a los que, en condiciones normales, no tendría problema en despachar. Thor sumido en la devastación al haber fallado como Dios, como hermano y como amigo. El Capi y Bucky lamentan la inevitabilidad de la guerra, aceptando que, quizás, ésta es la última gran batalla. El desconcierto de Peter Parker ante un conflicto que, obviamente, es incapaz de comprender.

Nick Fury dijo hace años: “el mundo se estaba llenando de gente que no tiene rival, que no se puede controlar”. A pesar de que se trata de súpers y que seguro acabará bien, Thanos consigue que por primera vez tengamos la sensación de que las cosas puede que salgan MAL. Especialmente en aquellos momentos en que la montaña rusa se detiene (apenas unos segundos), en los que echas la vista atrás y sólo quieres consolar a unos personajes con los que has convivido durante años. Es Josh Brolin (con diferencia el mejor actor de la película) el que carga a los hombros con la titánica (je je) tarea de dar vida a al titán loco. Éste es, en verdad, el auténtico protagonista de la película. Todo el film es suyo, la trama gira en torno a él y es el que propicia el desarrollo de la historia. Además, se nos muestra como un personaje con matices, dotado de una personalidad claramente definida. Es poderoso e inteligente, pero muestra sentimientos más allá de “SOY EL MALO”. Es capaz de hacer que empaticemos con él y logremos entender por qué hace lo que hace. Además, la amenaza de Thanos es absoluta. Le basta tan sólo un prólogo apocalíptico para dejar claro que la inflexibilidad de sus convicciones o la potencia de sus ataques le convierten en aquel que siempre hemos temido; el que hace lo que no creímos posible. Más que doler, las hostias se temen. Seguro que, de alguna manera se arreglará (chim, pún, lo hizo un mago), pero nos quedamos con el mal cuerpo de qué el coste será alto.

Y bueno, también está Peter Dinklage que esta vez hace de gigante. Mis dieses.

La película adapta (muy libremente) el cómic El guantelete del infinito, por lo que algunos ya podemos imaginar por dónde irán las tornas, pero claro, nunca se sabe cuánto se van a flipar con estas cosas. Por ahora, sí que nos han dejado a gusto con una brutal montaña rusa que va a mil por hora en un ritmo aceleradísimo en el que pasan muchas, pero que muchas cosas y nos lleva de aquí para allá sin dejar medio segundo de descanso. No hay tiempo apenas para introducir nada más que al propio Thanos, por lo que, por primera vez, se hace imprescindible haber visto (y entendido) TODO lo que ha salido antes en el MCU. Quizás te puedes saltar Ant-man, pero ya. Si te falta algo, te vas a perder parte de lo que ocurre, quién es tal o pascual o por qué se va a un sitio u otro (y no te lo van a explicar). Me sorprendo asombrado al comprobar lo bien que han conjugado la parte galáctica y terránea del universo. Un poco como ocurre con ABBA: puede que sean unos petardos, pero una vez pones atención cada elemento está donde y como debe estar, y que esa es la organización perfecta. Técnicamente le faltará mucho, pero toca la teca correcta en cada momento.


Y luego llegamos al final de la película. SPOILER ¡Ay! No creí que se atrevieran, y menos que les quedara tan bien. Un perfecto anticlímax nos lleva a un simple chasquido de dedos que acaba con la existencia de medio universo. Da igual lo poderoso y corrupto que fueras: MEDIO UNIVERSO SE FUE. Que sí, sabes que se arreglará, pero recuerdo las caras de la gente al salir del cine y…Ay ese Thanos esbozando una sonrisa mientras mira al horizonte de ¿su casa? Satisfecho por el deber cumplido, devastado por los sacrificios realizados. FIN DEL SPOILER

¿Y ahora qué? Me refiero al final de mayo 2019. Estas dos películas han sido concebidas como colofón final de un concepto, un canto del cisne a unas aventuras que nos han acompañado durante diez años. ¿Qué haces después? Thanos es una amenaza tan absoluta que hay un precio que pagar, ningún malo maloso va a estar a la altura en un buen puñado de años y reiniciar el Universo se hace casi obligatorio. ¿Se podrá? ¿Aceptarán los fans (y los no fans) lo que vendrá después? Veo este macroevento serializado como un hito sólo posible una única vez, un territorio inexplorado que no podrá repetirse con la misma gracia, pues cualquier repetición no generará la misma expectación, más allá de manipular peligrosamente la cordura de los fans más devotos.

Si habéis leído todo esto, os habréis dado cuenta de lo mucho que he disfrutado con Infinity war. No dudo que habrá sido la sensación de cualquier seguidor de los comis. Evidentemente, si no te van, ni te acerques a esto. Infinity War es para fans y gente con conocimiento de la saga.

Nota: 9000!!! (o más).
Nota filmaffinity: 7.6
"Señor Stark, no me quiero ir, señor..."
“Ay… Peter”


lunes, 18 de marzo de 2019

Harry Potter y la Piedra Filosofal


Recientemente he conseguido la colección completa de DVDs de la saga de Harry Potter (las 8 películas proveniente de los 7 libros), así que procederé a ir repasando (con caaaaaaalmaaaaa) todas las películas que, con el tiempo, irán cayendo.
Empezamos, obviamente, por el inicio: la Piedra Filosofal.

Supongo que a estas alturas de 2019 no tiene mucho sentido recordar un argumento que todos conocen: Harry Potter es un niño maltratado por sus padres adoptivos que un buen día descubre que es mago, incorporándose a una escuela de magia donde vivirá mil aventuras y olvidará las penurias de todos los años anteriores. Como siempre, un Señor Oscuro pasará por ahí, liándola parda y tal y tal.

Quizás es que tengo muy interiorizada la imagen de los actores ya adultos, pero me ha sorprendido mucho ver a todos TAN niños. Que sí, que tenían 10-11 años, pero ha sido chocante. También es verdad que no había vuelto a esta película (ni al libro) desde que salió, con lo que no la tenía nada fresca.

Mi regreso ha sido como volver a hace quince años: Harry Potter y la piedra filosofal podía ser para niños y tener muchas cosas mejorables, pero desbordaba sentido de la maravilla: Hogwarts cobraba vida con todo el esplendor que exigía mi imaginación. Los decorados son fantásticos, el castillo es una pasada y la magia se palpa como verosímil. Cada localización está realizada con un mimo pasmoso: el Callejón Diagón, Hogwarts, el Bosque Prohibido, el Comedor… Además, contenía la que quizás es la última gran sinfonía reconocible de John Williams, con una banda sonora llena de carisma que te sumerge en el Universo tan pronto suenan las primeras notas. Me complace comprobar cómo tanto esfuerzo técnico vio sus frutos con el resultado final y nominaciones a los Oscars en Vestuario, dirección artística y su banda sonora.

Lo que no debemos olvidar es que La piedra filosofal es un libro para niños de 10 años. Es de esperar que su historia sea simple y facilita. Aunque Chris Columbus es bastante fiel al libro a la hora de adaptarla, simplifica un buen montón de cosas y, con la excepción del Quidditch, nos deja con sólo lo imprescindible a nivel de argumento para conformar la película. Los buenos son muy buenos, los malos muy malos; hay quidditch y escobazos molones (aunque argumentalmente no vengan a cuento) y el tono se pasa de infantiloide durante bastante rato, incluso un niño de 6 años podría ponerle objeciones y todo… No obstante, la recordaba todavía más tonta cuando la vi hace un buen puñado de años. Pero  bueno, el argumento es casi lo de menos. Una mera excusa para presentar un mundo con todo el sentido de la maravilla. La película se encuentra también con un ritmo mejorable. A pesar de toda la poda realizada, deben pasar muchas cosas, que avanzan demasiado a golpes, dando la sensación de ir más de aquí para allá que de contar una historia concreta. Con esta trama tan flojita, acaba siendo más entretenido disfrutar con las maravillas que ofrece la escuela que con los peligros del Señor del Mal.

En consonancia con la estupenda recreación, la experiencia fílmica se sostiene a través de su certero casting. Aquí Daniel Ratcliffe, Emma Watson y Rupert Grint son unos moquetes, pero cada uno de ellos parecía haber nacido para el papel,  pocas quejas hemos tenido a lo largo de los años. Por parte de los adultos, no podemos sino felicitar a Alan Rickman, magistral con su Severus Snape que se ha convertido casi en inmortal. También destacaría a Richard Harris, el mejor Dumbledore que hemos tenido, así como la enjundia con que soportan Maggie Smith, Warwick Davis y Robbie Coltrane. Lo dicho, escogidos con mimo y talento.

Lo mejor de Harry Potter y la Piedra Filosofal es su capacidad de fascinación. Chris Columbus hace un gran trabajo invitándonos a ser los niños que fuimos, creando un universo lleno de maravillas en las que sumergirse con ganas. El excesivo infantilismo de la historia lastra el conjunto, pero sigue siendo un entretenimiento muy disfrutable. En mi memoria, la tenía como mucho peor.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.8


sábado, 16 de marzo de 2019

Dexter en la oscuridad (Jeff Lindsay)


Después de lo bien que me lo pasé con Querido Dexter, no tenía la intención de dejar pasar mucho tiempo antes de ponerme otra vez con el negrísimo humor de mi forense favorito.


Título: Dexter en la oscuridad
Autor: Jeff Lindsay
Título original: Dexter in the dark
Traductor: Eduardo G. Murillo
“Dexter Morgan no soporta la sangre. Curiosa manía par aun forense del Departamento de Policía. Más teniendo en cuenta que Dexter aprovecha las noches de luna llena para cortar en pedacitos a otros asesinos en serie que han escapado a la acción de la justicia. Pero tal vez a partir de ahora su vida dé un giro decisivo, puesto que le ha dado el sí a Rita y está a punto de convertirse en un marido respetable, la figura paterna a la que imitarán Ashtor y Cody, los hijos de su pareja. Y, en el caso de que la vida matrimonial no resultara amenaza suficiente para sus correrías nocturnas, una sucesión de asesinatos rituales podría llevarlo a reconsiderar su propia adicción al homicidio.”

Y la conclusión es: qué libro más raro. Sucede justo después que el anterior, pero Lindsay cambia de tercio totalmente y se aleja del estilo que hemos visto previamente. Dexter en la oscuridad se centra mucho en la relación de Dexter con su “oscuro pasajero”, del que ya habíamos certificado que era una entidad diferente a la que conforma el propio Dexter. Cuando de repente Dexter se queda solo, se queda sin su “sexto sentido” para resolver asesinatos e incluso parece que se empieza a comportar como una persona cabal. Parecería que podría llevar una vida “corriente”, pero sus hijos adoptivos parecen haber empezado a desarrollar sus propios “oscuros pasajeros” y una secta religiosa la está liando por la ciudad, por lo que tampoco podrá tranquilizarse. Se trata, con diferencia, del libro con menos humor de los tres que he leído, especialmente cuando Dexter se queda solo, encontrando pasajes en los que esperas que éste suelte sus burradas y no lo hace.

El tema más polémico del libro se halla en el propio Oscuro Pasajero. Lindsay decide revelar el misterio de su presencia y le da una explicación. Un origen sobrenatural que, la verdad, provoca que todo el embrollo pierda un poco de gracia. Tal como ocurría con los miriclorianos o los poderes de Lestat, mola mucho más que estas cosas queden en la niebla de las suposiciones. Además, Dexter se encuentra que quiere ser tan mordaz y sociópata como siempre, con sus traumas y sus necesidades de muerte y destrucción, pero sin su amigo se convierte en un panoli bastante tontete, con arranques de cobardía sin sentido que no mola lo más mínimo.


Por lo menos, su relación con sus hijastros Ashtor y Cody tiene bastante gracia. Ya conocíamos su carácter reservado, traumatizados por su violento padre e incluso podíamos intuir que guardaban algún secreto. Sin embargo, pocos habríamos predicho en el libro anterior que iban a ser unos asesinos del mismo pelaje que Dexter. Aquí están creciendo y empiezan a explorar su relación con sus respectivos Pasajeros, ganando en mala idea y puñetería. Me hace especial gracia como siguen siendo niños que preguntan y preguntan, aunque el tema sea de lo más escabroso. Me he reído bastantes veces con la poca paciencia que guarda Dexter a la impaciencia de los pequeños para dar sus primeros pasos a lo largo del Sendero Oscuro.

Sin embargo, a ratos el libro se hace confuso. El estilo de Lindsay se presta más a la sucesión de chascarrillos gamberros que al desarrollo de una trama, por lo que el tono no acaba de ser el correcto, como si faltara equilibrio entre un aspecto u otro, o si uno esperara que el gag explotara, pero solo nos espera un avance de la trama. Además, Dexter llega a exasperar por momentos y hay un pequeño valle a mitad de libro que no sabes dónde va a ir a parar. Por suerte, a medida que se acerca el desenlace la historia empieza a volar sola, con lo que Lindsay vuelve a tener espacio para soltar todas sus burradas cómodamente, provocando abundantes risas y dejando un estupendo sabor de boca con sus bastardadas finales.

Mientras que los anteriores se centraban más en el humor negrísimo, aquí el libro se mueve más hacia la novela negra, presentando una serie de asesinatos investigados por un forense de lo más inusual. Mola lo suyo y cuesta parar de leer, pero es un rollo muy distinto a lo que habíamos visto hasta ahora con Dexter Morgan, con todo lo que ello implica. No negaré que me gusta apreciar que Lindsay no se acomoda en una fórmula que sabe que funciona y busca evolucionar. Puede que no le quede tan fino como las dos entregas anteriores y toma algunas decisiones que no acabo de compartir, pero Dexter sigue siendo una saga recomendable y Dexter en la Oscuridad un thriller de los que no dejan parar de leer.

Asimismo, ya no tenemos ni rastro de la serie. Son propuestas que comparten el nombre del protagonista, pero toman caminos tan diferentes (el carácter del protagonista, el concepto del Oscuro pasajero…) que ya no podemos estar hablando de versiones, sino de proyectos completamente diferenciados. Muy aprovechables ambos, pero sin apenas nada que ver.

Al final, si no te importa ver un Dexter totalmente ajeno a la serie (muchos llegaron a esta saga a partir de ella) y tienes estómago para soportar descripciones excesivamente gráficas, es probable que disfrutes con el humor enfermizo y los misterios insondables que rodean a nuestro forense favorito. No todo el mundo comprará la explicación sobrenatural que se le da al Oscuro Pasajero, pero la diversión que me proporciona es más que suficiente para querer continuar leyendo.

Nota :
7
Nota goodreads: 3.5/5

martes, 12 de marzo de 2019

Ready Player One


Los asiduos a este sitio ya sabréis que el libro de Ready Player One me flipó cosa mala. Conectó con mi friki interior como pocos libros, aunque fuera por la pura tormenta de referencias, disfrutándose con ganas. Que tenía sus cosas y sus errores, pero vaya si me divertió. Creía que me estaban timando cuando se anunció la película. No ya que se hiciera, sino que quién estuviera detrás fuera Spielberg. ¿Qué hacía metiéndose en una cosa tan friki? La verdad es que no me cuadraba. Además, para que funcionara, se tendría que pedir un montón (pero grande grande) de derechos de autor, ya que tendría que haber DE TODO o no cuajaría.

Meses después apareció el tráiler, que me demostró que sí se podía meter tanto frikerío en pantalla. Y encima parecía que iba a molar y todo. No obstante, a mí casi me daba igual que fuera mala. A la que fuera tan friki como el libro ya me iba a valer.

El planteamiento de ambas propuestas es el mismo. En un futuro cercano, la humanidad pasa más tiempo conectada a Oasis que en el mundo real. Este videojuego de realidad virtual contiene miles de mundos en el que puedes ser (casi) quién quieras ser. Además, su creador ha conseguido mantenerlo fuera del alcance de las malvadisísimas compañías, permitiendo que el juego sea accesible para todo el mundo. A su muerte, escondió dentro del juego un secreto que permitiría a quién lo encontrara apoderarse de todo Oasis y decidir su futuro. Durante años, muchos han dedicado infructuosamente horas y horas de sus vidas. Wade (Parzival) es uno de tantos chavales que sueña con desentrañar los puzles que el creador ha dispuesto que, por un azar del destino, consigue ser el primero en pasar la primera prueba escondida.

El planteamiento es exactamente el mismo, pero luego el desarrollo es completamente diferente. Más allá de los personajes y las toneladas de referencias, pocas cosas se mantienen, con una simplificación exagerada en el caso de la película. En ese sentido, veo materialmente imposible poner las dos primeras pruebas del libro en la pantalla, no son practicables. La salida por la tangente que ha realizado Spielberg es preciosa, tanto la carrera de coches locos como el Hotel Overlook son verdaderos ejercicios de virtuosismo.

Asimismo, se suavizan las oscuras referencias videojueguiles de los ochenta y se sustituyen por referencias noventeras mucho más reconocibles por el común de los mortales, algo perfectamente entendible. Eso no quita, claro que siga habiendo carretadas de guiños y detalles por todos lados de la pantalla (el DeLorean, Akira, Street Fighter, WOW, Sonic, Gears of War y podría estar horas con ello). Mi niño interior no podría haber estado más feliz. Habré visto la película como cinco veces, las últimas sólo dedicándome a pausar para encontrar todas las referencias posibles. Lo mejor de todo es que, más allá de las tres primeras que se te ponen para que sepas de qué va la cosa… NO SON OBVIAS. Nos hemos cansado de ver cómo te paran la escena para que te puedas fijar un segundo en el guiño, pero Spielberg no hace nada de eso. Muestra las referencias en pantalla como si nada, tanto en primer como en segundo plano, pasan por allí, como una parte orgánica de la película.

Además, lo más importante de todo es que la película es divertida. Muy divertida. Spielberg quita un montón de cosas para que Ready Player One vaya a toda mecha, tenga acción y emoción a raudales y encima las pasteladas no se hacen desagradables. Por otro lado, no se debe olvidar el tratamiento claramente infantil a lo largo de toda la película. El desarrollo del argumento es para niños de seis años, con un malo que es malo porque es malo, los giros son casi inexistentes e incluso hay un momento que toda la humanidad (TODA) se pone de acuerdo para ir en contra de la malvada compañía porque… ¡Son los malos y hay que acabar con ellos! Pero we, Spielberg es de estos genios dotados del talento divino de contar historias y le acabas comprando todo sin problemas.

Su mano se nota realmente. A pesar de haberse rodado en pantalla verde casi en su totalidad, a pesar de que en todo momento hay mil cosas pululando por la pantalla, no pierdes en ningún momento la noción de lo que está ocurriendo. Mover la cámara a toda leche no es problema si se hace bien, como es este caso. No es sólo que cada escena de acción sea de lo mejorcito, es que la calidad técnica de la película es sencillamente brutal. Evidentemente, Spielberg sabe rodearse de los mejores expertos y consigue reunir un chorrón de imaginerías diferentes con texturas y acabados estéticos propios sin que chirríen lo más mínimo al juntarlos en la pantalla (por ejemplo, Tracer corriendo al lado de una tortuga ninja noventera con Freddy Kruger pasando por ahí). Habiéndolas visto ya más de una vez, hay escenas que me parecen una auténtica pasada, como todo lo que tiene que ver con el Resplandor, el baile en la discoteca o el mega-batallón final. En ese sentido, una merecida nominación al Oscar para los efectos visuales, simplemente alucinantes.

Por su parte, la banda sonora no se queda precisamente atrás. De lo mejorcito de los 80-90 (Blondie, twisted Sisters, Depeche Mode, Bruce Springsteen, Prince…), puesto todo en su sitio exacto. No sé cuántas veces me la he puesto para escucharla en el coche. ¡Cientos!

El problema reside, claro, en que alguien que no disfrute de tanta nostalgia en vena no va a pasarlo bien con la película, pues no es más que un maravilloso despliegue de fuegos artificiales de los que hacen época. Además, tampoco se puede decir que ninguno de los actores (con la excepción, quizás, de Mark Rylance) haga un trabajo especialmente lúcido. Entendible, entre la pantalla verde y que la película tampoco pide nada en ese sentido, pero cuando toca desarrollar algo a los personajes, se nota.

Esto no quita que Ready player one siga siendo una auténtica frikada. Me sorprende que un hombre de casi 80 años sea capaz de manejar tan bien todas las referencias (modernas y antiguas) en una película con tanta energía como ésta. Es un auténtico gustazo. Sorprende que entre tanta cosa, justo decida omitir las referencias a sus películas (casi todas). Imagino que para evitar suspicacias y rumores de onanismo cinematográfico.

Un servidor se lo ha pasado teta todas las veces que la ha visto. No dudo que cualquier frikazo se quedará bien a gusto con ella, pues es la idea con la que está concebida. Una auténtica orgía de personajes, referencias y buen rollo que se convierte en el videojuego no interactivo más pasado de página que jamás hubiera podido imaginar. Quizás no sea de sus mejores películas cinematográficamente hablando, pero me lo he pasado bien tantas veces que sólo puedo decir una cosa: Gracias, Mr. Spielberg.


Nota: N/A
Nota filmaffinity: 6.8

domingo, 10 de marzo de 2019

eXistenZ


Bienvenidos a eXistenZ, el último grito de los videojuegos génicos. Cuando juegas a eXistenZ, una nueva realidad se abre ante tus ojos, una realidad en la que puedes ser quién quieres ser, en la que cada aventura es diferente, creada especialmente para ti en cada momento. Esa es la promesa de esta nueva plataforma de diversión. Conectada directamente a tu médula espinal, toma posesión de todos tus sentidos una vez entras a su Universo, creando un mundo para ti tan real como la realidad, pero en la que todos tus problemas quedan atrás.

Pero el sistema todavía no está en el mercado, de hecho el inicio de la película se sitúa en una de las pruebas beta del mismo, donde la decena de jugadores se conecta para realizar una partida de testeo. Evidentemente, nada es tan fácil como parece y las cosas se saldrán de madre, lanzándote sin red por una montaña rusa donde la línea entre lo real y lo virtual se marcha de vacaciones, jugando con los sentidos del espectador, que busca desentrañar todos los puzles que Cronenberg ha puesto ante sus ojos.

eXistenZ podría ser considerado como una curiosa película de ciencia-ficción ¿sobrenatural? más que aprovechable para pasar dos horas en tensión, pero la fervorosa imaginación de su director convierte su visionado en una auténtica experiencia. Las consolas de Cronenberg se alejan del aspecto pulido y robótico de nuestro mundo, pues son auténticas bestias orgánicas de pústulas borboteantes cuyos apéndices se conectan a nuestra médula espinal a través de unos viscosos agujeros en la base de nuestra espalda (genial). El mundo “virtual” tiene los dejes que podríamos encontrar en Azeroth, LibertyCity o New Vegas: el destino del Universo parece girar alrededor del protagonista, los NPCs no destacan precisamente por su inteligencia ni su iniciativa (especialmente cuando no se les mira) y se pueden pausar para descansar. Sin embargo, despiden una malignidad inhumana, una visceralidad incómoda y la sensación de que hay algo que no funciona tan propia del director.

Visualmente, se trata de una película con la que perderse, más que adecuada para fascinar por sus perversos detalles y su poderosa imaginería: criaturas espantosas, armas biológicas (esa pistola viva es…), personajes oscuros y cierta malignidad desatada con muy mala leche. Sin embargo, el confuso guión acaba dañándose a sí mismo, tocando cientos de palos sin llegar a profundizar en ninguno. El incauto espectador puede tanto repugnarse por el viscoso universo que se pone ante sus ojos como por su emburullada trama, que hace aguas a la que consigas coger aire para analizarla mínimamente. De la misma manera, ni el confundido Jude Law ni la robótica Jennifer Jason-Leigh contribuyen demasiado a hacer que eXistenZ sea más fácil de digerir. Fácilmente nos acaba dando igual el futuro de los protagonistas, con tantas pajas mentales y chistes perversos que uno acaba desentendiéndose del argumento si no realiza un esfuerzo consciente por seguir en antena.

Es obvio, pues, que eXistenZ no es una película para todo el mundo. Ni por asomo. Como ocurre con casi toda la filmografía de Cronenberg, es un film para un espectador ávido de emociones fuertes, dispuesto a dejar que el director canadiense le viole el cerebro y llene su mente de imágenes inquietantes y perturbadoras. Puede que no llegue a los enfermizos e incómodos niveles de Rabia o La mosca, pero no es (ni por asomo), una película para todos los públicos.

En la misma línea que Cronenberg había explorado en Videodrome, eXistenZ se mueve entre la realidad y la fantasía, o mejor dicho, entre el absurdo surrealismo de nuestro mundo y las perversas fantasías que se encierran dentro de la mente humana. Juega con acierto a desconcertar al espectador, con sus cambios continuos de realidades, moviéndose en el resbaladizo terreno de las paradojas y los juegos de manos.

Además de su farragoso guión, el mayor problema que se encontró esta película fue estrenarse pocas semanas después de Matrix, una película que toca los mismos palos, pero con dosis mucho mayores de presupuesto, molabilidad, estilo y efectividad. Por ello, pasó desapercibida para el gran público, cayendo rápidamente entre el olvido, presta a ser rescatada por cinéfagos valientes.

Tiene sus defectos, pero eXistenZ contiene elementos de sobras para fascinar, constituyendo una de las películas más fáciles (ejem ejem) de seguir de David Cronenberg. Si usted, querido lector, todavía no ha visto ninguna película de este autor, tengo dos cosas que decirle: la primera, enhorabuena, me da mucha envidia. Y la segunda, que no tiene que fiarse de mi palabra. Sírvase usted mismo, que Cronenberg tiene material de sobras con el que perderse, pero adentrarse en su mundo no es Jauja. En este sentido, eXistenZ es uno de los mejores flancos para hacer brecha en el denso mundo del autor. Tocamos a varios kilos de malignidad y demencia por cabeza, pero en eXistenZ hay algo menos de lo habitual. 

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.2 

jueves, 7 de marzo de 2019

La vida privada de Sherlock Holmes


Sherlock Holmes. Para muchos, el primer nombre que se nos viene a la cabeza cuando hablamos de detectives. No en vano es (prácticamente) el primer detective de éxito de la literatura y el personaje humano de ficción más veces llevado a la pantalla grande.

Pero he aquí uno de los problemas: Con tantas traslaciones del personaje, ¿con cuál nos quedamos? Desde los seriales en los albores de la televisión que definen la imaginería del personaje o a las representaciones más modernas e idas de olla que han recordado al mundo la popularidad del personaje, pasando por versiones perrunas de lo más destacable, cada creador ha cogido lo que más le ha gustado de las novelas de Conan Doyle, ha recortado por allí, añadido otras cosas por allá… Hay de sobras por dónde escoger.

Todos sabemos que Sherlock Holmes es un personaje de lo más singular, de los que siguen cualquier pista para dar en el clavo. Con su lupa, su pipa y su gabán (que apenas usa en los libros), es inconfundible. Sin embargo, de entre todas las versiones que podemos encontrar de él, he decidido quedarme con la que nos presenta Dios, este… Eh… Billy Wilder; principalmente por su interés en ahondar en el personaje antes que buscar la cabriola desafiante de un caso imposible de resolver.

En La vida privada de Sherlock Holmes, sigue habiendo un caso que da pie a la película, cómo no. Una misteriosa damisela amnésica aparece en el portal de Baker Street y la pareja de investigadores se ve envuelto en un caso de conspiración que tiene todos los ingredientes de cualquier historia del género: un compañero, una chica, una hermandad privada, un misterio de estado, un monstruo del lago Ness, un hermano, un amor, un engaño....De por sí, ya es una película de detectives bastante aprovechable, pero además, Billy Wilder dedica sus buenos 40 minutos a explicar en qué se entretiene la segunda mente más brillante del Imperio Británico cuando no está trabajando.

Así pues, se nos presenta a un Holmes muy inusual, pero que al mismo tiempo es canónico y realista como el que más. Pregunta, investiga, es astuto y sagaz, pero también terriblemente misógino y arrogante, abusa y toma lo que necesita de todos cuántos le rodean. A su manera, es uno de los que más se acerca al Holmes literario. Relatos que le han hecho famoso, que conoce y critica por “falsos y exagerados”, cuidándose bien de hacer patente sus objeciones: "No mido 1,90, no me gusta que me hagas vestir de esta manera, ni que digas que soy un misógino, que tomo una reducción de cocaina del 5%..." Una brillante traslación con un ejercicio de estilo marca de la casa. Al mismo tiempo, añade un poco de picante al mejor estilo Wilder al insinuar con ingenioso arte la homosexualidad del detective, además de su incapacidad de “apagar” su brillante mente sin ayuda de estupefacientes. Estos “defectillos” humanizan eficientemente al mito de nuestra imaginería, arrastrándolo un poquito por el barro.

Encarnando al detective, tenemos a Robert Stephens, uno de los actores más brillantes de su generación, que realiza un impecable trabajo, dando forma con una naturalidad insultante a mi Holmes favorito. No obstante, se hace obligado destacar el papel de Colin Blakely, cuyo Watson es ciertamente impagable, especialmente cuando se le hace objeto del fino humor que destilan las obras de Wilder.

Esta obra, escrita y dirigida por el propio Wilder (con la ayuda de I. A. L. Diamond) tenía un montaje original episódico que superaba los 200 minutos, que se quedaron en 125 tras diversos tijeretazos, perdiéndose dos de las cuatro historias previstas y enfadando mucho al director. Estos recortes provocan que la trama quede algo inconexa y el final sea algo apelotonado. Sin embargo, esto no impide que La vida privada de Sherlock Holmes sea una estupenda comedia por sí misma, dotada de diálogos afilados y una buena cantidad de cargas de profundidad bien capaces de provocar las risas del espectador atento. Es sorprendente la naturalidad que despide cada escena, incluso las más inverosímiles, como el baile de Watson en el teatro o la excursión en bicicleta por los bellísimos castillos escoceses (si tenéis ocasión de realizarla, ¡no la dejéis pasar!)

Queda, eso sí, un estupendo homenaje al epítome de los detectives británicos, con una historia que pone al aire sus vergüenzas sin por ello dejar de remarcar su genialidad y unos cuantos toques de polémica (tuvo que levantar ampollas en su estreno). Ideal para pasar dos horas agradabilísimas en compañía de dos personajes espléndidamente retratados que son tan conocidos como si fueran de la familia. Holmes, simplemente, el detective deductor por excelencia.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.0