viernes, 12 de abril de 2024

CODA

Como alguien que se queda cada noche de los Oscar, que esta película ganara el premio gordo de la velada me dejó boquiabierto. Una peliculilla menor no parecía ser una ganadora con pedigree suficiente para sobrepasar a los grandes transatlánticos de su generación, que si nadie se va a acordar de ella en unos años, que desprestigia a los premios, etc. ¿Estaría tan bien como tocaba?

CODA nos sitúa en una familia de pescadores de una zona rural cualquiera de EEUU. Tras un primer vistazo, nos daremos cuenta de una particularidad: son sordos. ¿todos? No. La hija pequeña, puede oír perfectamente, por lo que hace de traductora entre sus parientes y la demás gente del pueblo. No es que le guste, pero es lo que hay. A ella lo que le gusta es la música, es lo que la hace vibrar. Lo cual no es algo que su familia pueda entender, por motivos obvios. Y además, se le da muy bien, tanto que podría dedicarse a ello si fuera al conservatorio, pero eso implica dejar atrás a su familia, que la necesita. Así, que la pobre está hecha un lío. Y así comienza la película….

Con este planteamiento podríamos tener un drama bien traumático, pero no, por suerte tenemos una deliciosa comedia que sabe muy bien lo que quiere contar. La abigarrada familia se hace querer desde un primer momento, tanto por sus excentricidades como por los “problemas” que su condición causa en el resto del pueblo, tanto de los que se muestran comprensivos, como de los condescendientes y de los imbéciles. Para ello se basa en unos personajes trazados con mimo, con sus peculiaridades, sueños y frustraciones, que además son interpretados con gracia, permitiéndonos conocer su carácter de un plumazo. No puedo sino destacar la impagable pareja que forman los progenitores de la familia, dos cincuentones llenos de vitalidad, con un carácter único que desborda carisma por los cuatro costados.


Por medio de diálogos bien hilvanados, escenas pensadas con ingenio y una trama impecable se abordan los obvios problemas de comunicación y las dificultades que esto genera en el día a día. También se refleja la incapacidad de la familia para entender los sueños de la protagonista, no tanto pidiendo que lo abandone, sino impidiendo que ellos puedan ayudarla (con la frustración que ello genera a todos). De fondo, la lucha entre abandonar un pueblo que no soporta para cumplir sus sueños, mezclado con la desolación de dejar atrás a una familia que la necesita, dejando claro que no hay buenas situaciones para nadie.

La película – remake de una película francesa, no olvidemos – es un torrente continuo de buenas ideas, destacando por una sorprendente capacidad para meterse en charcos sin mancharse. Sabe reflejar todas las aristas de las situaciones – no precisamente fáciles – de los protagonistas, sus preocupaciones y sus miedos, sin por ello descuidar el avance a buen ritmo de una trama a la que no le sobra ni le falta nada. Y además, lo hace envuelta en un ambiente de buen rollo que hace disfrutar. En todo momento guarda un tono optimista, que se ve con una sonrisa en los labios, amén de ese puñado de chistacos capaces de tirate de la silla, cómo no.


Y una vez más – últimamente van unas cuantas – juega a la perfección con el punto de vista cuando se pone desde la persona sorda, mostrando la situación desde la falta total de ruido y las consecuencias que tiene (comprensión de los hechos, resultado emocional, errores de comunicación, etc. ).

No obstante, en ningún momento abandona su pretensión de ser una película menor. Cuenta –a la perfección, eso sí – una historia pequeñita, de gente normal a la que le pasan cosas normales. Pocos peros se le pueden poner, recibiendo tres nominaciones a los Oscar, para mejor película, mejor actor de reparto (Troy Kotsur, el padre de la familia) y mejor guión adaptado. Parecía un buen reconocimiento, asumiendo una victoria casi seguro para Kotsur por su trabajo. Sin embargo, cuando se asentó el polvo de la gala, resultó que CODA había ganado los tres premios. Esto provocó bastante polvareda, pues su falta de grandilocuencia, de voluntad de trascender, su tono decididamente indie, la hacían parecer indigna de los honores que había recibido. ¿Cómo premiar a esta “peliculilla” y no a monumentos como Dune o West Side Story? (por poner dos ejemplos de un año de  grandísima calidad). Sí es verdad que, desde el último cambio en el modo de votación a mejor película, estas propuestas que están bien sin caer mal a nadie están favorecidas en el recuento, lo que provoca que salgan más veces de las que uno esperaría (Nomadland, Green Book, etc.).


En lo que es a mí, ¿me parece un ganador indigno del premio? Ni por asomo. Esa una película impecable, en la que todo funciona de primera, a la que le puedo poner muy pocas quejas. Si acaso, defiendo que no es la que más me gusta de su tongada (ahí, Drive my car me llega a la patata), pero es una ganadora perfectamente digna, mejorando 4-5 premiadas de los últimos veinte años.

CODA es una película simpática y calentita. Da gusto ver una comedia buenrollera que funciona a la perfección y, además, deja un poso agradable en el alma. Un guión de bandera, actuaciones llenas de carisma y un director que sabe qué quiere contar y cómo contarlo. Propuestas así son puro placer. Siempre tendrá el sambenito de haberse llevado el Oscar siendo indie, pero eso no debería impedirte de disfrutar de una película bien hecha.

 

Nota: 9

Nota filmaffinity: 6.7 

lunes, 8 de abril de 2024

Éramos jóvenes e inconscientes (Laurent FIgnon)

Este libro era, inicialmente, un regalo para mi hermano, vicioso del ciclismo y su épica y su boato. Torció el gesto al abrir el envoltorio, disculpándose porque le había entregado un libro que ya tenía en su hogar. Al final, lo que acordamos es que me quedaría ese ejemplar y le acompañaría a una librería a comprar otra propuesta que le interesara (que acabó siendo otro libro de ciclismo, cómo no). Una vez en mi estantería, pues había que leerlo, ¿no?

Título: Éramos jóvenes e inconscientes

Autor: Laurent Fignon

Título original: Nous étions jeunes et insouciants

Traducción: Jean-Emmanuel Ducoin

“Con 23 años había ganado dos veces el Tour de Francia. Con 24, una grave lesión estuvo a punto de acabar con su carrera. Con 25 se había convertido en patrón de su propio equipo. Con 28 padeció la que quizá sea la derrota más dolorosa de la historia del deporte. Laurent Fignon nació deprisa (él mismo nos explica que fue un bebé prematuro), creció a todo correr y quemó etapas en su trayectoria deportiva a marchas forzadas. Por desgracia, en su desaparición intempestiva parece haber seguido el mismo guión.

Este espíritu de “caballo loco”, como él mismo lo define, impregna de principio a fin sus memorias, escritas con la vehemencia, el arrojo y el desparpajo de quien no tiene pelos en la lengua y no teme herir algunas sensibilidades a cambio de llamar las cosas por su nombre. Fignon repasa sus vivencias a galope tendido, disparando con bala y dejando tras de sí una estela de aires de los 80, cuando una generación de ciclistas impertinentes encabezada por un rubio parisino y gafotas barrió a la vieja guardia de los Hinault, Van Impe, Zoetemelk y Moser. Una generación que a su vez sucumbió, sin apenas haber gozado de los laureles, ante el empuje de una nueva época, de la que Fignon nos deja un retrato más bien amargo.”

Como supongo que no todo el mundo está tan puesto en ciclismo como yo, hago un pequeño suelto para situar al protagonista. Laurent Fignon fue un ciclista francés que tuvo su carrera deportiva a lo largo de la década de los 80. Lo podríamos situar en una especie de división de plata en su época. Era decididamente bueno, arreglándoselas para forjar un palmarés la mar de majo (3GV, 2 monumentos, 14 etapas de GV, 55 victorias) pero siempre a la sombra de los grandes de su época. Era de los que no se callaba una en ninguna entrevista, liándola cada dos por tres, siempre con un amor desmedido por su ego. Una vez retirado, se pasó al otro lado de los micrófonos convirtiéndose en LA VOZ referencia del ciclismo en francés para toda una generación. No sólo sabía retransmitir el deporte, sino que gozaba de un púlpito ideal para seguir soltando sus frases lapidarias y puyas variadas.

El libro – su autobiografía – está estructurado como si fuera un diálogo con el lector en el que el propio Fignon nos cuenta su vida como si lo tuviéramos en el sofá de al lado y estuviéramos charlando con él. A diferencia de otras biografías, más asépticas o más hagiográficas, aquí nos cuenta su versión de las cosas, metiendo baza donde le da la gana y soltando puyitas de vez en cuando, prueba de que acumuló  muchos agravios a lo largo de su carrera.

Resulta casi sorprendente que se trate de una autobiografía que escribió realmente él, sin recurrir a negros literarios (está bastante acreditado que así es), pues se trata de un libro bastante divertido de leer, pues está trufado de anécdotas simpáticas, haciéndose entender fácilmente incluso para los profanos. Tiene también la gracia de que no sigue un orden cronológico, temporada a temporada, sino que se centra en temas concretos. Empieza por aquello que es más conocido, pues siempre será “el que perdió un Tour por 8 segundos” (se nota que la herida todavía supuraba) y no como a él le gustaría “el que ganó 2 Tours a los 24 años”. Luego, como si se tratara de una conversación informal – como he dicho antes – va hilvanando temas de unas épocas u otras, como si le apeteciera hablar de una cosa u otra.

El libro me ha servido para conocer a Fignon mucho mejor que antes. Plasma muy bien su manera de ser, porqué tomaba unas decisiones u otras y qué motivación tenía  lo largo de su carrera deportiva. Ahora bien, el libro no ha servido para que me caiga mejor. Siempre me habría parecido un francés engreído y claramente lo es (y se enorgullece de ello).  Sin embargo, se aprecia la sinceridad con la que le duele no haber ganado más de lo que ganó, lo adecuado que habría sido callarse en algunos momentos (pero los gustazos que se pegaba soltando sus barbaridades) y, sobretodo, lo duro que fue ser el francés que no podía ser tan bueno como Bernard Hinault (una de las leyendas del ciclismo, bretón y tan bocazas como él). Ostia, cómo le duele.


Lo mejor de todo es que cuenta su vida con una retranca que se hace muy divertido. Sí, hemos de aceptar que cuenta sus fantasmadas como a él le da la gana y se quiere mucho a sí mismo, pero las carcajadas te las arranca más de una vez (y más de dos). Así, el libro se pasa en nada.

MI edición (me consta que no está en el original) tiene un apéndice escrito por su editor en que nos cuenta lo que supuso para él la temprana muerte de Fignon (a los 50 años debido al cáncer). Nos cuenta la tristeza que conlleva despedirse de los amigos y la rabia de no poder haberse despedido como le hubiera gustado. Después de todo, Fignon había escrito el libro estando ya enfermo, sin hacer pública su enfermedad hasta el último momento, apenas unos meses después de la publicación, por lo que cogió con el pie cambiado a todo el mundo ciclista (sus palabras despidiéndose de la audiencia al acabar el Tour son de las que dejan boquiabierto).

Este libro hará las delicias de cualquiera que guste del ciclismo y se acuerde de la figura del francés. Si eres ajeno a este mundillo, tiene la especial gracia de centrarse más en la persona que en el ciclista, por lo que te dará una lectura agradable en la que conocerás a un personaje que era era genio y figura hasta la sepultura (con bastante literalidad).

 

Nota: 8

Nota goodreads: 4.02 

viernes, 5 de abril de 2024

La sangre del dragón (C. L. Werner)

Y acabamos con las aventuras de Brunner. Me sorprende haber acabado tan rápido con una trilogía cuando tiendo a arrastrarlas años y años. Me estoy disciplinando un poco y todo.

Título: La sangre del Dragón

Autor: C. L. Werner

Título original: The blood of the dragon

Traducción: Diana Falcón

“En las inmisericordes tierras yermas del Viejo Mundo, el implacable cazador de recomensas Brunner caza a sus presas a cambio de un buen saco de oro. Cuando la caza del famoso usurpador Gobineau le lleva a la ciudad maldita de Mousillon, Brunner se ve atrapado entre dos facciones enfrentadas y un anciano y poderoso dragón.”

Para esta tercera entrega, continuamos con la evolución lógica de la saga, olvidándose de relatos cortos y dedicando una novela completa (no muy larga) a un único evento a lo largo de todas sus páginas. Sus andanzas han llevado a Brunner lejos de Tilea, concretamente está en Bretonia, una tierra extraña para él. Esto no le impide ganar un buen dinero cumpliendo los encargos que le hacen los emperifollados nobles del lugar. Las circunstancias le abocarán a hacer de Serpiente Plisken, internándose en una ciudad maldita para rescatar a una persona. Esto le obligará a reclutar aliados, pues en Mousillon los peligros acechan por todos lados, no te puedes fiar de nadie y las conspiraciones esconden conspiraciones en su interior.

Una de las cosas que más me gustan de Brunner es su gusto por apartarse de los lugares más trillados del Viejo Mundo. Aquí nos centramos en Bretonia, la región situada justo al sur del Imperio, poblada con caballeros andantes, nobles francesoides pijoteros y mucha lluvia. Hace de trasunto de la Bretaña Francesa y las historias artúricas, que son parodiadas con un poquito de mala leche: tiene su Dama del Lago, su hechicero Merlín, su grial, su Caballero Verde… Vamos, todo lo que esperaríamos del Rey Arturo, la tabla cuadrada y sus locos seguidores, pero evidentemente, tamizado con el ambiente sombrío propio del WhFantasy, cómo no. Reconocí mucho de Bretonia en la Touissant del Witcher III, por si a alguno le suena más.

El hecho de tener un único hilo argumental no impide a la novela tener su marcado carácter episódico típico de esta saga. Así, tenemos un par de encargos (aparentemente) sueltos por la región, para que nos situemos. Luego aparece la misión principal del libro, lo que obliga a Brunner a tirar de antiguos aliados para formar un equipo y, finalmente, la misión en sí en el interior de la ciudad, con las revelaciones que te hacen caer de culo para que te levantes y te vuelvas a caer de culo, porque (cómo no) se hilvana con los encargos que leímos al inicio del libro.


El protagonismo absoluto es, obviamente, para Brunner, que está más pasado de vueltas que nunca. No pierde oportunidad para soltar sus frases lapidarias, arrancar alguna cabeza y beber su trago favorito. Encima, como está en Bretonia, una tierra habitada por gente a la que desprecia  (al menos en cuanto a lo que a sus patrones se refiere), se siente especialmente ante cara interacción que se ve obligado a realizar, lo que, obviamente, le suelta todavía más la lengua.

En esta ocasión está acompañado por un enano compañero de armas, Ulgrin Hachafunesta, un cazador de recompensas que ha visto y hecho tantas barbaridades como él. Dotado de algo más de empatía (tampoco mucha) que Brunner, no es capaz de armarse con su cinismo de hormigón armado, por lo que los huesos le empiezan a pesar, ansiando una retirada que cada vez contempla más imposible. Acepta participar en esta misión que sabe suicida debido a la necesidad de arramblar con un buen botín que le permita partir a tierras más luminosas, sabedor de que ya le queda poco tiempo en el negocio y saldrá de un modo u otro.

Finalmente, tenemos al Caballero Negro Corbus como un cazador de recompensas rival que va a por el mismo trofeo. Representa una versión (todavía) más oscura que la del propio Brunner, reflejo de lo que podría pasar si pierde la poca humanidad que conserva. Su rivalidad con nuestro caza-recompensas favorito es de lo más divertida, especialmente cuando nos enteramos de los secretillos que guarda bajo la almohada. Se hace odiar cosa mala.

 

Todo el libro destila acción bien coreografiada, con abundancia de estocadas, decapitaciones, sangre brotando y todas las lindezas que esperamos de una novela de este estilo. Todos los sucesos avanzan a buen ritmo, sin dejar que el lector tenga espacio para aburrirse. En este caso, Werner lo adereza con el ambiente malsano de una ciudad maldita, describiendo una atmósfera desolada que me recuerda mucho a la que se enseña en Dark Souls. Así, sentimos la decadencia palpable de una ciudad que antaño fue gloriosa pero que ya nunca más lo será, pudiendo apreciar la melancolía que desprende una grandeza que fue, que nos hubiera gustado contemplar, pero que ahora se ahoga en ruinas y sangre.

La trama cubre un buen trenzado de tramas de traiciones, contra-traiciones y juegos a varias bandas de lo más divertido. Nuestro asesino favorito, al que hemos visto realizar proezas inimaginables, se enfrenta esta vez ante un reto que, quizás, sí le supera (y cómo llega a impresionar, jué). Y luego el final, claro SPOILER me encanta como al final cualquier ambición o plan personal de cada facción se va a tomar viento cuando aparece un rival que supera a todos, provocando que, si quieren sobrevivir, no les queda otra que aparcar el intenso odio que se profesan y colaborar. Werner plasma a la perfección la rabia que les supone 1) la impotencia de saberse indefensos ante un adversario cuyo poder se sale de la escala y 2) la necesidad de tener que ayudar a un asesino sanguinario al que no quieres sino arrancar las tripas. FIN DEL SPOILER Qué bien le ha quedado al autor, coñe.

Si eres fan de las sombrías historias de Geralt de Rivia y quieres más novelas suyas, esta trilogía es uno de sus mejores sustitutos (aunque Brunner sea una trilogía anterior ^^). Acción a tope, frases lapidarias, la amargura de los tiempos duros en los que la vida se pierde (injustamente) con demasiada facilidad… Y la ambientación del WHFantasy, que siempre mola con todo el grimdark que se va inventando a medida que avanzamos las páginas. Un colofón estupendo que hará las delicias de todo fan del Mercenario más famoso del Viejo Mundo.

 

Nota: 9

Nota: 3.81/5 

miércoles, 3 de abril de 2024

El callejón de las almas perdidas

Y Guillermo del Toro volvió a hacer una película nominada a todo. Después del éxito de la joven del agua, el público tenía ganas de otro cuento de hadas barroco y decadente. Y el director trajo algo parecido, que bueno, quizás no era lo que esperábamos.

El callejón de las almas perdidas – sugestivo título – es un remake muy libre de una película clásica. Situémonos en unos años 20 alternativos. Es la época de los circos de “freaks” donde los ricos se solazan con las artimañas de los fulleros, el asombro de los acróbatas y, sobretodo, con el morbo de los más desgraciados. En uno de estos circos, aparece un don nadie con ínfulas de grandeza, uno más de la miríada de personajillos que sueñan con utilizar el lugar como trampolín a la gloria. Pero este buscavidas no es un cualquiera. Este buscavidas es más listo que el hambre y tiene un plan para no acabar fracasando. O eso dice. Por ahora, se lanza con todas sus ganas a comerse el mundo y todo lo que se le aparezca, teniendo un puñado de aventuras y desventuras que le harán tocar tanto las mieles del éxito como el peor de los fracasos.


Dentro de sus – muy excesivos – 150 minutos, lo más destacable de la película es el estupendo despliegue de su aparataje visual. No es de extrañar, sabiendo quién está tras la cámara. Si Del Toro está al mando, sabemos que la película viajará a través de unos escenarios repletos de detalles inusuales, diseñados con el savoir-faire marca de la casa, creando una imaginería cuidada, que desborda imaginación y una suerte de realismo mágico en la puesta en escena, que permite pensar que cualquier cosa es posible. En este caso, se centra en un art-decó loquísimo que es mi favorito para utilizar como base para un desarrollo steam-punk. La película luce estupendamente y me hace gozar casi a cada fotograma, con interiores imposibles, líneas que abusan de los puntos de fuga, llevando su propuesta estética hasta las últimas consecuencias.

Aparte, se las arregla para poblar este mundo de un puñado de personajes interesantes. el truhán con ganas de triunfar pasando ante todo y ante todos (Bradley Cooper, que cómo nos puede caer mal, anda), el dueño del circo, que sabe que es tocar las mieles de la gloria y perderlo todo, habiendo aceptado muy a gusto su papel de amo y señor de su pequeño mundo (ay, ese diálogo sobre la bajeza y la dignidad) y luego, cómo no, la abnegada enamorada del protagonista, dispuesta a cualquier sacrificio por cumplir los sueños de su partenaire, del que ignora que no corresponde – ni por asomo – en sus ínfulas amatorias. Pues tenemos nuestra obligatoria Femme Fatale que utiliza a nuestro protagonista tal como él utiliza a los demás, haciéndole sentirse importante e incluso teniéndole cierto cariño (como cualquiera tendría por el canario que da un poco de alegría a su hogar, destacable pero reemplazable).

Sin embargo, no todo es bueno en esta propuesta. El argumento, aunque hilvanado con corrección, no ofrece nada nuevo, pudiendo adivinarse desde muy pronto como va a acabar y necesitando que sus protagonistas hagan estupideces para que la trama avance. Tiene destellos de brillantez, pero los diálogos no destacan por su trascendencia y, sobretodo, tiene el problema de un ritmo lento, con multitud de quiebros que no llevan a ningún lado, lo que contribuye a que una propuesta que pudiera ser fascinante se torne aburrida.

Ante todo, la película luce bonita, aspecto que fue reconocido con nominaciones a los Oscars a Fotografía, diseño de producción y vestuario, además de un premio extra (exagerado) como mejor película. Cualquiera de los tres primeros podría haber caído, pero le tocó competir contra el gargantuesco músculo de Dune y el estilazo de Cruella, por lo que acabó yéndose de vacío.

A El callejón de las almas perdidas le ocurre lo que a otras propuestas del mismo director: una puesta en escena abrumadora y brillante esconde una propuesta algo aburridilla que no acaba de rematar del todo. Esta vez, no obstante, tiene unos personajes bien trazados que hacen las delicias del denodado esfuerzo de todo su elenco actoral.

 

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.4 

lunes, 1 de abril de 2024

Recomendaciones (o no) de Mt del año 2023: Series

Llegamos por fin a las series (sí que nos ha costado llegar hasta aquí, jué). Como siempre en estas lides, mi norma es que se trate de una serie acabada. Es decir, que no habrá más capítulos de la serie, aunque se sigan produciendo películas que continúen la historia o propuestas similares.

A lo tonto han sido 563 capítulos de 43 series diferentes. Sin embargo, sólo he “acabado” unas pocas. No descarto que alguna pueda tener un extra, como la eficaz serie de terror de El gabinete de curiosidades, pero en principio se trata de historias cerradas, como la muy decepcionante Invasión secreta, la vibrante e irregular Pluto o la delirante montaña rusa de Loki (gran despedida del personaje). También destacaría la lisérgica Recursos humanos, capaz de ser divulgativa en medio de una parodia de Rocky con penes, que no es poca cosa. Lástima que se deba conocer previamente a Big Mouth para entender de qué va la vaina.

Pero bueno, vamos a lo que vamos.


Primero empiezo por la sopresa más agradable que he tenido este año. A mi edad y disfrutando de un spokon como un enano. Me refiero a los niñitos que juegan al voleyball, los buenos chicos de Haikyuu! Empieza como un agradable slice of life de diferentes chavales que tienen el club deportivo como punto de unión, pero pronto se torna en un vibrante anime de deportes de primera. Con los “poderes” mantenidos en valores realistas, afrontamos las vicisitudes de un equipo de voleyball escolar en una historia llena de personajes bien construidos, partidos llenos de tensión y rivalidades bien entendidas. 4 temporadas (85 capítulos) de pura diversión, además de un puñado de películas que cuentan “lo que no vemos en pantalla” que se disfrutan cosa mala. ¡Eh, y encima hay dos películas en capilla para seguir gozando!

La segunda serie que destaco traerá probablemente más cola. Causó un gran revuelo en su temporada de estreno, pues la producción de una nueva propuesta de Matt Groening siempre tiene su qué. Desencanto era una curiosa revisión de las historias de fantasía que tenía su encanto, pero que padecía de no ser (ni acercarse) a Futurama. A lo largo de sus 4 temporadas nos traía una trama algo (muy) dispersa, que no respetaba ni sus propias reglas, pero poblaba su mundo de personajes con mucha gracia y se guardaba un puñado de chistacos marca de la casa. En una temporada final inesperadamente redonda, se las arregla para cerrar todas las tramas abiertas (y mira que eran…) y dar un cierre final de lo más rebonico a una serie que me ha proporcionado risas a todo tren. Que ni los propios creadores no sabían a donde iba la serie, ni cotiza, pero si el descojone está asegurado, pues…

Finalmente, nos vamos a una propuesta de ciencia-ficción más clásica, con una fama quizás cimentada por las polémicas en torno a un videojuego. Hablo de Cyberpunk: Edgerunners. Se trata de una estupenda recreación del juego de rol, repleta de acción de lo más molona, aderezada con una historia de pandilleros que avanzan a toda leche hacia ninguna parte. Puede que peque (mucho) de predecible, pero se disfruta tanto que no me importa en lo más mínimo. Visualmente atractiva, con los guiños suficientes para que el conocedor disfrute, pero sin tantos como para que el profano se pierda. Acción, gasolina y disparos como debe ser.

 Tres propuestas de animación, no me había fijado. 

Y aquí nos quedamos. Espero que el resumen del 2024 (que ya tiene unos favoritos muy claros a estas alturas del año…) sea más puntual que el de 2023. ^^


sábado, 30 de marzo de 2024

Recomendaciones (o no) de Mt de 2023: Películas



Hoy toca hablar de las películas. A diferencia de lo que ocurrió el otro día, en este apartado ha habido tortas muy grandes, pues este año ha estado poblado de grandes películas y un buen puñado de propuestas la mar de disfrutables. Al final, he escogido tres propuestas muy diferentes y gozosas a su modo. No obstante, debo decir que si otro día vuelvo a hacer esta entrada, puede que acabara escogiendo otras tres películas. Vaya si este año me he cuidado escogiendo qué veo.

En fin, nos ponemos el traje de faena y vamos a ello.

LO MEJOR

Empezamos con un mastodonte del que todos han oído hablar y que es, probablemente, la película con mejor músculo técnico de su año. Dune (parte 1) nos cuenta cómo la familia Atreides es encargada del gobierno del planeta Arrakis, causando la cólera de la familia Harkonen, que harán lo que sea por destruirles. Esta epopeya galáctico-desértica plasma la sensación de maravilla con maestría. Adapta la primera mitad de la grandiosa novela de Frank Herbert como nunca habíamos visto, permitiéndonos gozar cosa mala con cada detalle espléndidamente retratado. Este gargantuesco proyecto deslumbra por su aparataje técnico sin olvidar de contar una buena historia. Puede ser algo lento y su abrupto corte puede sentar mal a la espera de tener disponible su conclusión, pero sus pequeños errores no empañan su estupendo buen hacer. Un gustazo a ver en la pantalla más gigante posible.

Ahora nos vamos a la película más contraria que os podáis imaginar, sin salir de las naves espaciales. Espíritu Sagrado tiene un presupuesto que serviría para rodar 1 minuto de Dune, más o menos. Esta propuesta minimalista sobre las desventuras de un grupo de observadores de OVNIs de Alicante tiene un envoltorio feote y no especialmente vistoso. Pero no dejéis que esto os impida ver una película bien pensada y bien parida. A medio camino entre el thriller y la ciencia-ficción, es consciente de ser una propuesta diferente y se regodea a gusto en ello. Disfrutad (o no) de su visionado, viendo como un puñado de inadaptados salva (o no) la tierra. Cualquier cosa que sepáis sobre la película os predispondrá de una manera u otra, así que no leáis nada más y buscadla con fruición para verla lo antes posible.

Cambiamos otra vez más de género y de formato, yéndonos a un drama naturalista sobre la culpa. La relación laboral de un director de teatro y su chófer provocará una improbable reconstrucción del alma de dos seres solitarios, con demasiados trapos que limpiar. Drive my car es una película hermosa. En sus reflexiones, en sus paisajes y su puesta en escena. Es una película triste, en sus personajes y en sus historias. Es una película melancólica, que insinúa más que explicita. Y es, sobretodo, una película optimista, que brinda a aprovechar la vida porque merece ser vivida, que abraza la tristeza y la soledad como un aspecto más de nuestro día a día con el que hemos de convivir. Todo ello con una cadencia hipnótica de viajes en coche, ensayos de obras de teatro y diálogos certeros fielmente reflejados.

LO PEOR

En cuanto a mi peor película del año, este año podrían haber aparecido algunas piezas de cine trash, o ejemplos palmarios de la blackxplotation más gratuita, pero siempre me duele reconocer que son propuestas sinceras, que no esconden lo que son. Mi escogida tiene el problema adicional creer ser de lo más molona, aparentando ser transgresora e ingeniosa, pero luego fracasando en todo lo que se propone. La “divertida” vida de un bar cualquiera y su clientela que nos presenta Caffeine es una propuesta sobre la que no hay mucho que comentar. Le falta calidad en casi todos sus apartados: intenta ser gamberra sin serlo, le faltan actores que tengan ganas de trabajar, algo de esfuerzo en la puesta en escena y encima tiene ínfulas de ser mejor de lo que puede aspirar. 

jueves, 28 de marzo de 2024

Recomendaciones (o no) de Mt del año 2023: Libros



Este es el típico post que tenía que haber salido hace un par de meses, pero uno ha estado ocupado con Oposiciones (esperando resultados), con lo que mi tiempo ha brillado por su ausencia. Por fin tengo capacidad de ponerme con el repaso de 2024, así que es lo que voy a empezar.

Primero por lo obvio:

FELIZ AÑO NUEVO

Aunque estemos en abril, hay tradiciones que no se deben perder.

Ahora, empezamos el repaso. Como siempre, me entretendré en Libros, películas y series. En las dos primeras categorías, sólo contaré cosas que haya visto/reseñado en 2023. No me importa lo más mínimo de que año son. Después de todo, siempre se suele colar algo de 1950 o así. Si a alguien no le gusta, obviamente, puede hacerse su propio parque de atracciones. Con casinos, etc. Como todos los años: tres propuestas buenas y una mala.

En cuanto a las series: destacaré las tres mejores que yo haya ACABADO en 2023, aunque siempre habrá un pequeño comentario para todo.

En fin, a leer, que la vida son dos días.

LIBROS

Un año especialmente flojo. Con bastantes libros que ni fu ni fa y unos cuantos abiertamente malos. Suele haber tortas para determinar qué es lo mejor y en esta han entrado tres de las cuatro cosas buenas que me he metido entre pecho y espalda (lo siento, Sangre del Dragón, pero tu propuesta es tan específica que te acabas quedando fuera).

LO MEJOR

La primera a destacar es una novela que Sheila me “obligó” a leer, asegurándome que me gustaría mucho. El año empezó fuerte con RITOS FUNERARIOS. Esta novela sobre la última mujer condenada a muerte en Islandia es un drama sobre una situación desesperada. Encontramos aquí hechos desagradables, un ambiente gélidamente desolador y una historia triste. Este excelente retrato de un lugar y de un momento contiene personajes bellamente descritos, sentimientos perfectamente transmitidos y una historia que puede no ser entretenida, pero sin duda sabe ser emotiva. Fácilmente puede obligarte a sacar el pañuelo a la que te pille un día delicado. Una obra de orfebrería de las que da gusto encontrar.


A continuación saltamos a una propuesta muy extrema, diferente a casi cualquier cosa que hayáis leído. Red or Dead es la biografía de Bill Shankly, entrenador del Liverpool FC durante casi veinte años. Realiza una aproximación a su persona de una manera tan fuera de lo normal que es bien capaz de hacer salir de órbita a casi cualquier lector, pero ha sabido fascinarme como pocos. Estas limitaciones autoimpuestas – os dejo que las descubráis – convierten su lectura en una experiencia muy curiosa, conociendo más a una persona que, simplemente, quería hacer feliz a la gente que tenía a su alrededor. Si eres de los que supuran amor por el fútbol, sabes apreciar el fanatismo casi incondicional por la mística que éste genera y tienes unos mínimos conocimientos sobre la Premier League (y buenas dosis de paciencia), éste puede ser tu libro.
 

Finalmente, otra propuesta que no suele pasarse por aquí, pues no dedico mucho tiempo a los cómics (cosa que pienso cambiar próximamente… el año que viene o así ^^). La saga de Fénix Oscura es una de las piedras de toque de la Patrulla-X, publicada originalmente allá hace muchos años. La conversión de una de las protagonistas en el ser más peligroso del Universo es una de las pioneras a la hora de ponerse trascendente y traer una historia seria a los comics de súper héroes. En estos doce números se sentaron las bases de lo que sería el mundo mutante durante los siguientes quince años, además de brindar una historia molona e interesante. Normal que tenga la fama que tiene.


 LO PEOR

En cuanto a lo peor, se acaba imponiendo El plan infinito. No se trata de una novela horrenda, sino que decepciona viniendo de quién viene. Una vez más, tenemos la consabida historia más grande que la vida característica de Allende, que ha hecho varias veces novelas mucho mejores sobre los mismos tópicos. Irregular, con episodios más pulidos que otros y cuyos altibajos dejan patente lo que podría haber sido (y no es). Sólo para completistas (y de las obras menos prioritarias).