lunes, 27 de enero de 2020

Spider-man: Un nuevo universo


Spiderman: un nuevo universo. ¿Otro reinicio de Spiderman? Después del fiasco del Peter Parker de Garfield y la reciente versión de Tom Holland, nadie necesitaba volver a empezar una saga de Spidey. Especialmente si hablamos fuera del MCU, donde la mayoría de películas han sido de una calidad cuestionable. Realmente, el cuerpo no me pedía otra versión. Por lo menos se iba a hacer de Miles Morales, no de Peter Parker. Algo nuevo, o así.

Y luego vino el tráiler. WOW.

Reconozco que me quedé más que sorprendido. No recordaba una película de animación que oliera tanto a COMIC como ésta. Onomatopeyas, poses molonas que quedan bien, líneas cinéticas. Parecía realmente (por fin) viñetas en movimiento como siempre habíamos querido. Encima todos los chistes funcionaban. Autoparodia mezclada con cuarta pared y gags visuales buenos. Ya me habían comprado.

El argumento es casi lo de menos. En la Tierra-nosecuantos, dónde Miles Morales es Spiderman, se produce cataclismo escachilipozante escariano-aviésico que provoca que Spideys de diversos universos aparezcan. A partir de allí, deberán superar sus diferencias y colaborar para detener en los malos malosos. Nada nuevo bajo el sol.

Pero están los chistacos. Phil Lord y Christopher Miller (La LEGO película) saben bien cómo armar una película coherente a base de gags y, no olvidemos, el éxito del cine Marvel se basa principalmente en meter sus chascarrillos en medio de la acción. Spiderman: Un nuevo Universo tiene mucho de esto, y bien. Se han embutido en esta película muchas ideas locas que no deberían funcionar de ninguna manera, pero que fluyen de puta madre. Todos los elementos incongruentes casan para dar lugar a situaciones que tan pronto te dejan alucinando como te retuercen de la risa en el acierto. ¡Es que incluso meten chistes buenísimos en el tráiler dejándose los mejores en el tintero! Hacía tiempo que no pasaba.



Spiderman: un nuevo universo es diversión desmesurada. Es lo que quiere ser y lo es a lo grande. Encontramos chistes de todo pelaje que funcionan a la perfección. Autorreferencias a todo el producto Spidey (cómics y películas), a todo el Universo Marvel, rupturas de la cuarta pared que te partes la caja, memes con patas e incluso running gags que aciertan como chistes individuales. Todo ello con un resultado descacharrante para el profano y absurdamente desternillante para el iniciado en el tema.

Por si fuera poco, los héroes que encontramos, de todo pelaje, raza, género y color se sostienen por sí mismos, pidiendo a gritos una película para cada uno de ellos, sin por ello dejar de complementarse a la perfección entre unos y otros.

Spider-porker ha salido de los Looney Toones y es adorable. Spider-Gwen es la puta ama. El Peter Parker cuarentón tiene su qué y tanto el Noir como Penny Parker se guardan un puñado de chistes marca de la casa. Una pasada.


La motivación argumental es una patata pero no chirría en ningún momento, pone la emoción adecuada y sirve de perfecto armazón para el espectáculo que está por venir. En ningún momento tienes la sensación de que las cosas ocurren porque sí. Tienen su sentido a su modo. Desarrolla personajes, provoca interacciones divertidísimas y les da diálogos con sustancia (¡en una de súpers!), consiguiendo escenas de maduración personal mezcladas con hilarante vergüenza ajena que no da cosa ver.

Y luego está la animación. Se parte de una especie de Stop-motion raruno en 3D generado por ordenador con clara inspiración tebeística. Como he comentado antes, escenas que son puras viñetas en movimiento en que los personajes dejan huellas cinéticas al moverse, se escuchan los ruidos y chillidos al tiempo que aparecen las onomatopeyas, los juegos de luces imitan a la perfección el que hemos visto en las páginas e incluso se permite divisiones por viñetas si le apetece. Encuentra soluciones imaginativas para muchos factores que nunca se habían pasado bien a la gran pantalla (el sentido arácnido es impecable, por ejemplo) y además, respeta el diseño de cada personaje y le da un tipo de animación propio de su lugar de origen. Me explico: Miles Morales y (casi) todos los escenarios de la película están claramente inspirados en el diseño de los primeros cómics de este Spidey. Peter Parker proviene del Universo Ultimate, respetándose el diseño y el trasfondo, muy diferente al anterior. Spider-Gwen está perfectamente trasladada desde su propio cómic siempre con líneas y movimientos estilizados. Penny Parker es un personaje de anime, moviéndose y comportándose como tal. El Spider-Noir recuerda claramente a los cómics de la ciudad del Pecado y Peter Porker podría aparecer en cualquier capítulo de Looney Tunes. Es decir, cada uno de ellos tiene su diseño, sus movimientos y su estilo de animación característico. Todo ello interaccionando entre ellos, con coreografías de acción de lo más espectacular sin que el engendro chirríe en lo más mínimo.



Desde el desconcertante “No os voy a contar otra vez lo mismo” (Jé) hasta la mejor escena post-créditos del cine de superhéroes, Ahí está la gracia. Un continuo desenfreno deliciosamente desenfadado y divertido que te lo hace pasar en grande. Un Oscar merecidísimo a la mejor película de animación que premia a una labor magnífica.

Spiderman: un nuevo universo es una sorpresa tan descomunal como inesperada, y más viniendo de Sony. Se trata de la superproducción más libre y loca de los últimos años, que se nota hecha con cariño. Retrata el mundo de Spiderman como nunca habíamos viso y da sopas con ondas a todos los que han intentado transmitir la sensación de leer un cómic antes que ella.

No os la perdáis, en serio, es divertidísima.

Nota: 10
Nota folmaffinity: 7.6

viernes, 24 de enero de 2020

De amor y de sombra (Isabel Allende)


Este libro se leyó como parte de la Cesta’13, también dentro dela CLO (gracias Fabireader).

Título: De amor y de sombra
Autor: Isabel Allende

“En el Frontispicio de esta nueva gran creación literaria de Isabel Allende, se lee: <<Esta es la historia de una mujer y un hombre que se amaron en plenitud, salvándose así de una existencia vulgar. La he llevado en la memoria cuidándola para que el tiempo no la desgaste, y es sólo ahora, en las noches calladas de este lugar, cuando puedo finalmente contarla. Lo haré por ellos y por otros que me confiaron sus vidas diciendo: toma, escribe, para que no lo borre el viento.>> Estas hermosas palabras introductorias comienzan por dar la clave hacia el logro tanto de una indiscutible obra de arte literaria como de un testimonio histórico.

Un conmovedor testimonio de muy trágicas situaciones que lamentablemente aún se siguen viviendo en determinadas zonas hispanoamericanas. Isabel Allende no pretende denunciar lo ya sabido sino –mediante un exquisito arte de novelista- ahondar en el sentido de todo lo que pasa, hacerlo más patente en su dramatismo. Situaciones reales y situaciones imaginadas a partir de la realidad, así como un canto de amor para salvarse <<de una historia vulgar>> esta segunda novela de Isabel Allende responde tanto al grande y reconocido talento de su autora, como a la exigencia –por parte de ella misma y de sus numerosísimos lectores- de mostrarse a la altura de la calidad con que inició su carrera literaria.

Los hechos que se narran con patética sobriedad, con belleza creadora, con horror unas veces y otras con ternura esperanzada, hacen de De Amor y sombra otro libro que si es un hito fundamental en la carrera de Isabel Allende, nuevamente lo es en el ámbito de las letras en lengua española.”

Se trata de la segunda novela de Isabel Allende, publicada después del grandísimo éxito de La casa de los espíritus. Se trataba de un momento en que ella debía demostrar que era mucho más que un One hit wonder, quizás el instante más importante de la vida de un escritor de éxito. En este caso, el libro que tengo en mismos es una edición de la época, de cuando, efectivamente, ésta era la última novela escrita por Allende, lo que se refleja en el resumen de la contraportada y los comentarios de la escueta biografía que suele acompañar a los libros. Sorprende leer este tipo de comentarios, tratando de escritora primeriza a una autora que, en esta época, ya está más que consagrada.


Esta novela que narra la influencia de la dictadura en la vida de un puñado de personas de un país sin nombre de América del Sur se escribió en su exilio en Venezuela, posteriormente al golpe de estado dado por Pinochet, con el conocido impacto que tuvo en la familia de Isabel Allende. Por ello es fácil reconocer que sabe de lo que habla. Puede parecer un tema baladí con sus más de 30 novelas escritas, algunas de ellas tratando el mismo tópico con mucha más gracia, pero siendo una escritora recién llegada, proponer esta novela como segunda gran publicación tuvo que ser un acto bastante osado. Fácilmente podría haber dado al traste con lo que ha sido una gran carrera literaria.

En el fondo, la novela no deja de ser una historia romántica, con la trama amorosa como eje central y la dictadura como un telón de fondo, como ese ser ominoso que habita en las sombras, presto a causar desgracias allá por donde pasa. En ningún momento se nombra dónde ocurre la historia, pero se hace fácil entender que se trata del régimen totalitario impuesto en Chile por Augusto Pinochet.
De un modo similar al que utiliza en muchas de sus novelas, para articular el libro seguimos la historia de tres familias a lo largo del tiempo.


Primero tenemos a los Beltrán, una familia antaño pudiente que está viendo perder su fortuna, pero que todavía viven de un modo acomodado. Entre ellos destaca Irene Beltrán, quizás un trasunto de la propia Allende, una chica que ha sido cuidada entre algodones a la que se le han escondido las desgracias de la sociedad y que sólo desea disfrutar de la juventud y ser feliz. Su amor por contar historias le ha llevado a ser periodista, entrando en una revista de moda, lugar desde que se asoma a la sociedad, asistiendo atónita al hecho de que la vida no suele ser tan amable con los demás como ha sido con ella (como sucedió con la propia autora). Mantiene siempre su carácter optimista, dedicándose a vivir con abnegación y amor, buscando el bienestar de quienes tiene alrededor. Se entera de una historia de “desapariciones” en el transcurso de un reportaje y, en su ingenuidad, se lanza a denunciar el hecho, insconsciente ante el peligro que esto supone para su vida.

Luego tenemos a los Leal, una familia izquierdista que llegó a Chile exiliada tras el golpe de estado franquista. Todos los miembros de la familia demuestran inquietudes intelectuales y una integridad a prueba de bombas, asistiendo consternados ante la escalada de violencia e impunidad que se da tras el triunfo de la dictadura. El protagonista de la familia es Francisco Leal, psicólogo que se ve obligado a trabajar como fotógrafo para proveer de algo más de dinero para la familia. Es un hombre de ideales claros, comprometido con la realidad de su sociedad y su época, con un sentido de la responsabilidad a prueba de bombas. La casualidad quiere que acompañe a Irene en su descubrimiento, por lo que trabajará con ella para que la historia salga a la luz. Ello provocará inevitablemente la aparición del amor que trascenderá entre las sombras e iluminará las esperanzas de todos los oprimidos.

Finalmente, tenemos a los Ranquíleo, una familia muy pobre de un pueblo pequeño. La llegada de la dictadura no es más que un clavo más que agrava su precaria situación. De mentalidad simple, no dejan que sus privaciones les impidan esforzarse por  poner un plato en la mesa, ayudando caritativamente a aquellos que lo necesitan y soñar con una pequeña mejora de sus condiciones de vida. La violación y asesinato de una de sus hijas rompe cualquier atisbo de esperanza para la familia, especialmente cuando se oculta como una “desaparición” más de los tiempos, hasta que Irene y Francisco consiguen destapar el asunto, haciendo a los Ranquíleo suspirar por una justicia que les deje descansar.

Estos personajes y muchos más cubren todos los estratos sociales e institucionales: la clase alta acomodada, el pueblo, los militares, la Iglesia. A través de ellos se nos muestran las diferentes idiosincrasias, las costumbres, creencias y prioridades de unos y otros. Un estupendo retrato de una sociedad que no nos es tan lejana, con la que podemos fácilmente identificarnos de una u otra manera.

La inevitable historia de amor entre Irene y Francisco se entrelaza con la investigación periodística de una fosa de desaparecidos que afecta a los Ranquíleo, que pronto pone a la pareja en el punto de mira de las autoridades. Ambas tramas se van entrelazando, pero siempre con la historia amorosa como la principal, sin un equilibro bien conseguido. Para los que no son especialmente fans del romántico, se les puede hacer algo incómoda.

El tono de la novela es inesperadamente seco y conciso, sin asomo del característico realismo mágico de la autora chilena. Esto provoca que la historia se palpe más verosímil, doliendo más cuando se vuelve trágica, lo que hace lamentar que la trama de la investigación tenga menos importancia de la que desearía. Asimismo, quizás al tratarse de una novela todavía primeriza, peca de tener un desarrollo ingenuo, los buenos son buenos, los malos muy malos y, por ello, el bien triunfará. A pesar del peligro que corren los protagonistas, todo sale de manera excesivamente casual para conseguir el happy ending que sabemos que ocurrirá. No encontramos ningún tipo de grises, permitiéndose redenciones muy gratuitas para la mayoría de los antagonistas.

Por otro lado, me hace mucha gracia encontrar las pedradas feministas que Allende deja caer (siempre) aquí y allá en sus novelas. La historia no va de eso, pero siempre declara la incomodidad de ser una mujer en el Chile de 1970 u otras quejas similares (y totalmente fundadas).

De amor y de sombra es una novela-testimonio de una época que adolece de ser corta y predecible. Además, dedica más tiempo del que me gustaría a la inevitable historia de amor del que me gustaría. La gracia de la autora consigue que no se haga pesada, captando bien la atmósfera de la época, que no debemos olvidar. Se trata, claramente, de una novela menor dentro de su dilatada obra, que probablemente sólo debería interesar a los completistas. Sin embargo, se trata también de un libro emotivo bien disfrutable por sí mismo.

Nota: 5
Nota goodreads: 3.97/5


lunes, 20 de enero de 2020

Arizona Baby


Los (sufridos) lectores de este blog conocerán mi amor por los Coen. Tiendo a disfrutar enormemente con sus obras, especialmente cuando se olvidan de la trascendencia y se vuelven deliciosamente estúpidos (si sólo se vuelven estúpidos, no me gusta tanto).

Arizona Baby fue la primera de sus películas que vi, provocando un descojone sin igual ante tamaño compendio de personajes delirantemente ilógicos.

La premisa de la película se desarrolla en los primeros diez minutos con una eficiencia narrativa llena de ingenio. El reincidente ladronzuelo H.I. (Nicolas Cage) conoce a la oficial de policía Ed (Holly Hunter), pues es ella quién le hace las fotos cada vez que la detiene. Después de un puñado de visitas al cuartelillo, ambos se enamoran. Con H. I. abandonando la vida criminal, se instalan felizmente en una caravana en el desierto. Desafortunadamente, su felicidad se trunca por la incapacidad de Ed de tener hijos, mientras que la adopción no es una opción debido al historial criminal de H. I. Es entonces cuando se enteran de que un empleado local, Nathan Arizona Sr. (Trey Wilson), es el orgulloso padre de cinco bebés, los llamados “Quintillizos de Arizona”. H. I. y Ed llegan a la conclusión de que los Arizona podrán desprenderse de uno de los bebés, por lo que deciden arramblar con uno de ellos, Nathan Jr. Este acto tan temerario supone el punto de partida para una cascada de eventos que nadie puede prever, poniendo en peligro el matrimonio de nuestros entrañables malandrines.

Es fácil comprender que el argumento constituye una gran chorrada, pero es una chorrada descojonante. Quizás no tiene el sutil control que sí despliegan en Fargo o en El gran Lebowski, pero las risas son continuas con Arizona Baby. Tenemos a personajes idiotas tomando decisiones coherentemente idiotas, manteniendo en todo momento una extraña verosimilitud dentro de una trama increíble, lo que te lleva siempre muy cerca de la vergüenza ajena. Exagerado como es el film, tiene sin embargo un centro moral, pues ninguno de los personajes se mueve con ánimo malvado. Se trata de un puñado de idiotas sobrepasados por las circunstancias que intentan mantener la cabeza sobre el agua sin darse cuenta de que la están liando cada vez más. Sólo quieren hacer lo que creen que es correcto en medio del maremágnum de desgracias, aunque parezca mentira.




Para ello se valen de un par de actores en estado de gracia. Nicholas Cage nunca ha estado tan sembrado haciendo el imbécil y Holly Hunter es implemente adorable. El resto pasan más desapercibidos pero no hay ninguno que desentone lo más mismos.

Puesta en perspectiva, sorprende que ésta, su segunda película, sea tan diferente de la exitosa Sangre fácil. Se olvida la trascendencia del género negro y se lanzan a una comedia disparatada con una ingeniosa sucesión de gags de todo tipo (visuales, dialogados, de slapstick…). Locura desatada con toneladas de retranca a partir de una historia de lo más simple, con escenas inolvidables como la persecución tras el fallido asalto al supermercado, el desternillante robo del banco de John Goodman o el inesperado e impecable monólogo final de H. I.



Quizás lo que más sorprende es cómo se mantiene con coherencia la desarrollada personalidad de unos personajes tan excéntricos en medio de toda la vorágine de disparates con que nos asalta. Prueba de un guión muy bien pensado, a cargo como siempre de los propios hermanos Coen, que ya dan muestra del absurdo gusto por los personajes incompetentes. Ojo, sin acercarse a la estupidez de las películas ZAZ. Aquí hay una personalidad definida, con decisiones trabajadas y coherentes (y equivocadas).

Arizona Baby es un descojone que te hace pasar en grande los exiguos 85 minutos que dura. Se trata de una comedia divertidísima que seguro no te deja indiferente. Cada memez se las arregla para sorprender con su ingenio y su puntería en una película que no se parece a (casi) ninguna otra. Una chorrada gigantesca, pero una chorrada muy bien parida.

Nota: 8
Nota filmaffinity: 6.6

viernes, 17 de enero de 2020

Opiniones de un payaso (Heinrich Böll)


Este libro (bueno, no el mismo exactamente, pero ya me entendéis) estuvo por casa años y años cuando yo era un moquete. Ya había empezado a explorar la biblioteca de mis padres, presto a descubrir narrativas más complejas, alejadas de naves explotando y príncipes encantadores. Como sabía que a mi padre (¡un saludo!) no le había gustado éste, nunca me acerqué. Ahora, como libro 29 de la Cesta’13, toca ponerse con él.

Título: Opiniones de un payaso
Autor: Heinrich Böll
Título original: Ansichten eines Clowns
Traducción: Lucas Casas

“Hans Schnier está a punto de perder su trabajo de payaso y su mujer lo ha abandonado. En sus irónicas opiniones y conmovedoras peripecias subyace una reflexión lúcida e implacable sobre el papel de la moral, la política y la religión en el mundo contemporáneo.”

Como si fuera un Joker de los años 50, el libro sigue a Hans Schnier, un payaso deprimido, caído en desgracia y arruinado, mientras realiza una serie de llamadas telefónicas a sus familiares y amigos, en un intento de conseguir algo de dinero y saber algo de su expareja, Marie. Marie, una católica, ha dejado a Hans no sólo por sus diferencias ideológicas, sino también porque sus creencias católicas le hacían sentir culpable por “vivir en pecado”, por lo que decidió marchar para casarse con un católico de verdad. Todo ello situado en una Alemania que todavía no se ha recuperado de los estragos de la IIGM, despidiendo un aroma de vergüenza por la derrota, mezclado con un deje de hipocresía en el que nadie recuerda sus tendencias nacionalsocialistas, incapaces de admitir que los hechos nazis eran, quizás un poco indecentes, pero siempre presumiendo de demócratas y devotos religiosos.

Hans Schnier no es alguien que despierte grandes simpatías. Se trata de una persona llena de cinismo sin asomo de mostrarse comprensiva. A cada momento se prepara para llevar la contraria y tocar las narices de quién tenga delante. Elevado en su púlpito de payaso que cuenta las verdades a la cara se permite criticar con crueldad las costumbres de los “bien pensantes”. Aunque reconocemos su ingenio y  punzante lengua, demuestra al mismo tiempo su incapacidad para apreciar sus propios problemas y dejarse ayudar, padeciendo además un alcoholismo que está claro que le va a llevar por el mal camino. A veces es realmente gracioso, pero en gran parte se trata de un pesado bastante cargante. A través de su desmedida crítica nos presenta un relato del colapso de la Alemania Nazi, presentándonos a su madre, por poner un ejemplo, como alguien que fue desde “alegre simpatizante Nazi contra los judíos estadounidenses” a “presidente del comité ejecutivo para la reconciliación de las diferencias raciales”. Como se aleja de cualquier tipo de comportamiento considerado “decente” para la sociedad y se dedica a tareas ingratas para un burgués como él (¡entretener al vulgo, que desprecio a su condición!), se mantiene entre el ostracismo social y las invitaciones que recibe para ser objeto de mofa y escarnio.


Marie, su pareja, es el sostén que mantiene a Hans en la realidad. Le conoce y sabe domarle para que sus desmanes no se salgan de madre. Sorprende que se la presente como una persona inteligente, con sueños de entrar en la universidad y ciertas aspiraciones, que desaparecen al instante de quedarse embarazada, transformándose en alguien que piensa sacrificarse para cuidar de su marido y su familia. A primera vista puede parecer chocante, pero claro, su arraigada conciencia católica dicta todas las normas sociales y de comportamiento. Es por ello que, como detonante de la historia, se produce su abandono del hogar, pues Hans es incapaz de fingir que es creyente y su orgullo le impide doblegarse a la dictadura de la iglesia para satisfacer sus dogmas morales. Bajo la influencia de la comunidad y de sus preocupados “consejeros”, esta devota religiosa deja a Hans para irse con un abogado muy decente y muy católico.

El responsable de su marcha es el abogado católico Zücker, un pomposo abogado que se vanagloria continuamente de su recto comportamiento, de su fortaleza religiosa y de su capacidad para salvar las almas descarriadas de su entorno. Propugna por el férreo cumplimiento de las normas del buen católico a sus allegados mientras mantiene (cómo no) una aproximación más flexible respecto a ellas para su persona. Pese a ser el principal blanco de los dardos de Hans, su buen hacer y su impecable reputación hacen que el payaso se vea como un mentiroso delirante.

A través de él es con el que se articula la principal crítica a la dictadura de la religión, el ataque más feroz de todo el libro, especialmente por su capacidad de trascender el ámbito privado e influir en las reglas de la sociedad. Fuerza a todas las personas a seguir los dictados de una rígida serie de normas y condena al ostracismo social a todo aquel que se salga de la norma. Todo ello sin que los poderosos o los hábiles puedan dedicarse a hacer sus cositas con total libertad siempre.

A lo largo de las páginas van Hans va llamando a una recua de amigos y conocidos  que le soportan / toleran. Desde su representante que se desespera cada vez que  éste la lía, o los amigos de Marie, que tienen a Hans por un bufón del que reírse, siempre prestos a ver con qué nueva giliflautada viene esta vez. Con sus matices, sirven para ejemplificar cada uno de los tipos de persona que podíamos encontrar en la sociedad alemana del 1950, cosa que aprovecha el autor para criticar todos los defectos de la Alemania de la época, sin dejar títere con cabeza, embistiendo contra todo lo que aparece por delante. Incluso el propio crítico aparece criticado, pues queda evidente su estupidez ante la inexistencia de un filtro con el que “descansar” de vez en cuando (aparte de ser un completo imbécil).

La publicación de este libro causó un gran revuelo en su época. Böll era un autor que vendía mucho, con la crítica al catolicismo y a las desventajas del capitalismo desnortado como temas principales. Su calidad a la hora de analizar la sociedad y su influencia en multitud de autores posteriores le valió para ser premio Nobel de literatura en 1972. Opiniones de un payaso sentó  muy mal a los bienpensantes de la Alemania del Oeste, pues su feroz crítica a la sociedad religiosa y capitalista disparaba con bala a muchos personajes conocidos del momento. A pesar de la polémica con que venía, no vendió demasiado bien en Alemania. Fue fuera de ella dónde este libro se convirtió en uno de esos que todos los de una edad concreta han leído, especialmente en toda la Europa del Este, dónde parecía gustar mucho su crítica al capitalismo (aunque no es que Böll fuera precisamente amigo de las dictaduras, como se puede ver en otras obras suyas).



Opiniones de un payaso es un libro difícil de leer. Exige atención dedicada y un interés previo para apreciar su particular temática, con toda la carga social incluida. En ese sentido, me recuerda a la obra de Fitzgerald, A este lado del paraíso, en que se retratan con pasmosa fidelidad los defectos de una sociedad concreta por medio de un detallado retrato. Böll supedita cualquier desarrollo argumental a la defensa de sus tesis, por lo que es fácil perderse si no se hace un esfuerzo por seguir el hilo de qué ocurre. Además, cae habitualmente en redundancias innecesarias, dando vueltas a temas que ya han salido sin aportar nada nuevo. No deja títere con cabeza en su afilada crítica sin por ello dejar de destacar la petulante autocompasión del payaso que se sabe dueño de la verdad absoluta cuando se enfunda su máscara sonriente.

Me surgen dudas al escribir las reseñas de estos libros. ¿Una obra debe valorarse únicamente por su calidad intrínseca, aislándola de la trascendencia del tema tratado? ¿Puede recomendarse una propuesta por la validez de sus ideas a pesar de su plomiza densidad? Supongo que se debe avisar que Opiniones de un payaso es una obra pesada, aburrida por momentos, pero que tiene sustancia de sobras para pensar sobre ella, especialmente para poner en común, debatiendo y redebatiendo sobre las situaciones presentadas y nuestras reacciones a las mismas. Böll ha compuesto un deprimente retablo de las maravillas (vergüenzas) de la sociedad, espléndido en su composición, con toneladas de mala leche que lo hacen ideal para perder la fe en la humanidad. Y todo en menos de 300 páginas.

Desborda talento, está realmente bien escrito y es MUY aburrido. Sin embargo, seguro que hay un público que adorará esta obra.

Nota: 5
Nota goodreads:  4.01/5




miércoles, 8 de enero de 2020

28 días después


A lo largo de su filmografía, Danny Boyle ha demostrado ser un director difícil de clasificiar, pues tan pronto se te tira hacia la crítica social, como se mete con la ciencia-ficción o con el terror apocalíptico, como el caso que nos ocupa. Ha firmado propuestas de gamberrete y luego también algunos pastiches tan azucarados que cuesta tomar sin ataques de diabetes. A la que te paras a reflexionar, no tiene nada que puedas calificar de excelso, pero incluso sus peores películas tienen un empaque que las hace disfrutables, a su modo. En este caso, apetecía una de zombies y ésta se puso por banda.

Si por algo es, y merece ser, recordada 28 días después es por su poderoso inicio, ideal para dejarte sin aliento. No hay más que ver la cantidad de veces que se ha calcado, como en determinada serie de zombies que sigue en danza. Tengas o no tengas idea del argumento de lo que estás viendo, capta tu atención y te deja sin aliento con una desolación tan bien rodada. ¿Qué pasaría si despiertas en un mundo en el que estás solo? Sin música ni ruidos extraños, Boyle apuesta por el poder visual de un Londres desértico para pegarte el culo al asiento y captar tu atención para empezar su historia.

Luego aparecen los zombies y ahí sí que tira por zonas más trilladas, concluyendo con el clásico homo lupus homine. Pese a tocar todos los palos conocidos, conoce bien los resortes del género para dejar caer buenas pinceladas de mala leche, creando una sensación de incomodidad más que conseguida. Además, todos los personajes se comportan de una manera (aceptablemente) coherente con su forma de ser, que se desarrolla y evoluciona a lo largo de toda la película. ¿Cuántas veces podemos verlo en una de Zombies?

Hasta 28 días después los zombies eran esos caminantes lentos y ominosos que se aprovechaban de tus descuidos, matando por su abrumador número, que te acababa conduciendo a una situación de escape imposible. Boyle introduce aquí a unos zombies corredores llenos de rabia y mala idea. Es un cambio de concepto que aprovecha para incomodar y llenar de tensión cada escena en que aparecen. Desde entonces, el género de la epidemia de ira, con los infectados corriendo como poseídos se ha convertido en un sub-género más dentro del Z, con desiguales resultados según quién esté al mando.



Boyle venía aquí después de embarrancar en la mejorable La playa, por lo que sus acciones cotizaban a la baja. Sorprende pues que arriesgara con un género que ya venía de capa caída, denostado siempre por la crítica. Pero vaya si le salió bien el resultado. Acertó con el tono justo para ser diferente y reventar taquillas, surfeando un resurgir de los zombies que inundó las pantallas durante un puñado de años. La crítica también valoró su capacidad de captar la desolación de los personajes, los ambientes deprimentes y una imaginería influyente, que no muestra rastros de la cutredad típica de las propuestas del género.

Al tener un guión que se entretiene en desarrollar a sus personajes, los actores tienen algo que hacer aparte de correr, lo que se nota en pantalla. No se nota que CIllian Murphy o Naomie Harris fueran actores primerizos, enfrentándose con solvencia a actores más curtidos como Brendan Gleeson o Christopher Ecleston. Ninguna de sus actuaciones pasará a la historia, no vayamos a pasarnos, pero tienen un empaque inusual, que refuerza más la calidad de lo que estamos viendo.

Pocas veces se conjugan los zombies con una buena historia y ésta es una de esas extrañas conjunciones cósmicas. Es una propuesta muy disfrutable, tanto si te gusta el género como si no, para tenerte 100 minutos pegadito al sofá e intrigado por lo que va a ocurrir. En mi opinión, la segunda mejor película de este director.


Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.7

domingo, 5 de enero de 2020

La balada de Buster Scruggs


Esta película sale de un encargo de Netflix a los Hermanos Coen para que hicieran una serie, con una libertad casi absoluta. Por estas cosas que pasan el proyecto no llegó a buen puerto, pero a partir de los retales, se decidió que una película episódica sí era viable y aquí la tenemos. Los Coen encantados de hacer lo que les dé la gana y Netflix con una película de relumbrón.


Así pues, tenemos 6 pequeños cortos totalmente independientes que transcurren en el Viejo Oeste. Aunque cada uno es de su padre y de su madre, tienen en común que tratan de la muerte, siempre repentina, injusta (o no) y un poco brutota.

La balada de Buster Scruggs que da título a la película es un pequeño musical loquísimo que recuerda a los cortos de Looney Tunes, a pesar de estar rodado en imagen real. En él, Tim Blake Nelson interpreta al mejor duelista del oeste, avezado cantante de country, que viaja de pueblo en pueblo en busca de aventuras.

Posteriormente viene Entre algodones, aquí, un cachondísimo James Franco interpreta a un atracador de bancos muy pagado de sí mismo, seguro de que con su labia y su talento podrá salir de cualquier entuerto. O no, claro.

El mantenido es una historia muy malrollera en que un desesperado Liam Neeson se aprovecha de un tullido con habilidades de orador para crear un espectáculo sin igual en el Oeste. Se odian, pero se saben necesarios, aunque las fricciones son capaces de arruinar cualquier relación. Se trata del corto más perturbador, tanto en su desarrollo como en el desenlace, de los que no se esperan.

A continuación viene mi favorito, El cañón del oro, en que un Tom Waits interpreta a un buscador de oro que cree haber encontrado un filón en las montañas. Sin apenas diálogos y con una fotografía espectacular, supone un bellísimo descenso a la locura en que nada es lo que parece.



En quinta posición está La mujer desconcertada, en que tenemos el Western más clásico siguiendo las vicisitudes de una caravana que va a Oregon. Sin embargo, dirigen los Coen y se guardan sorpresas cuando todos esperamos un desenlace convencional.

Para acabar tenemos Los restos mortales, en el que un variopinto grupo de personajes viaja en una carreta con mucha prisa. A lo largo del recorrido iremos conociendo su pasado, mientras nos preguntamos sobre su incierto destino. Funciona más como un pequeño cuento de terror lovecraftiano, alejándose del tono luminoso que han tenido sus predecesores. Se trata del menos bueno del pack, por lo que el regusto final no es tan redondo como desearíamos, pero es igualmente aprovechable.



Como cualquier compendio de retazos, hay mejores y peores, pero son todos disfrutables a su modo, especialmente si casas con la particular forma de hacer películas de los Coen. Hay un par que me hubiera gustado que fueran incluso más largos, pero ahí está la gracia de los cortos.

Los Coen le dan una vuelta de tuerca curiosísima al género del Western, tocando todos los palos y los subgéneros con su particular retranca. El humor negrísimo habita cada rincón, presto a dar (siempre) el resultado que uno no espera, incluso cuando está esperando uno inesperado. Sorprende también cuánta diferencia hay entre ellos, cada uno rodado con un estilo muy distintivo, pero siempre manteniendo un estupendo sentido de la maravilla, con bellísimos paisajes, puesta en escena muy cuidada y un gran trabajo de los colores y las luces.

Cada uno tendrá sus favoritos, y si alguno no te gusta, el siguiente sí lo hará. Pocas veces encontramos obras de este tipo en que todos los episodios triunfen (como Relatos Salvajes, por ejemplo) y ésta es una de ellas. Los Oscar se acordaron de los Coen, con nominaciones a Mejor Guión adaptado, canción y vestuario. No se llevaron premio pero es otra muestra de que Netflix cuida cada vez más las películas grandes con las que quiere triunfar (después de tanta película de cuestionable calidad).



Hacía tiempo que no veía una película nueva que no fuera de autor (como tal) ni de súper espectáculo. Esta película requiere presupuesto, pero no desmesurado, requiere artesanía, pero no manualidades, tiene originalidad, pero no es la base de su motivación. En fín, después de tantas vueltas y revueltas a lo mismo, da gusto ver que todavía se hace alguna película buena de talla media.


Nota: 8
Nota filmaffinity: 6.6