sábado, 29 de septiembre de 2018

Anacleto - Agente secreto


Me asusté mucho cuando conocí que se iba a realizar este proyecto. Puede que no haya leído el cómic original de Anacleto, pero recuerdo mis años mozos cuando no me separaba de este atípico agente secreto creado por el particular dibujante Manuel Vázquez. Y encima lo iba a interpretar un actor al que le tengo tanta ojeriza como Imanol Arias. Vamos, el horror.


Y luego, mi sorpresa. Esta película funciona al trasladar el comic-parodia de James Bond a la gran pantalla. Coge al Bond mas Brosnan, le añade toques de Kingsman (que derrocha estilo) y un  poco de la cotidianeidad de Cuéntame y tienes Anacleto: Agente secreto. Durante 90 minutos se cumple el sueño de tener a Bruguera trasladado (ejem ejem) al Marvel Cinematic Universe. 

El principal valedor de la película es un humor muy fresco, con muchos dejes a la simpatía que desplegaba el Ministerio del Tiempo (castizo pero bien encontrado). Además, se las arregla para tener una excusa argumental suficiente que aguante el armazón y proporcione 90 minutos de buena diversión. Es justo como comedia paródica cómo funciona mejor, partiendo casi del mismo punto que Kingsman: el círculo de oro, pero pero haciéndolo bastante más nuestro sin baches de importancia. Los gags se basan en la comedia física y un humor negrísimo bastante bruto, alejándose por suerte de la comedia patria más casposa, arreglándose para marcarse gags tan bien encontrados como el del suero de la verdad o la sobredosis de cacahuetes.

A diferencia de lo que ocurría recientemente con Fe de Etarras, esta vez el elenco está a la altura, con un despliegue de empaque que sorprende en una propuesta de la que uno no esperaría más que chorradas y acción. Imanol Arias se cree a Anacleto y se nota que disfruta encarnando al incansable espía fumador. Por su lado, Quim Gutiérrez (me lo tiro) está otra vez graciocísimo destacando la inesperada y estupenda química entre ambos personajes. El mismo Vázquez, creador del personaje, aparece en pantalla, interpretado por un irreconocible Carlos Areces, que vuelve a hacer el papel de atontado que tan bien se le da.

Y es que encima la acción está bien hecha. Vale, no la podemos comparar con las zumbadas de los blockbusters yanquis, que no hay tanta pasta aquí, pero sí que evoca acertadamente las propuestas del Matthew Vaughn más gamberrete. Los medios son más holgados de lo habitual y se nota. Puede que sea algo brutota para algunos estómagos pero el nivel de desmadre es de bandera.
Otro detalle que recuerda a un Kingsman patrio es la cantidad de bastardadas muy extrañas que te lanzan encima. Para muestra la fábrica de Fuets catalana que sirve de tapadera al protagonista, tal útil para deshacerse de cadáveres como para fabricar letales armas contundentes. A destacar un par de diálogos que me hicieron caer de la silla:

- Pero papá, ¿a cuantos has matado?
- Mmm… Menos de mil, ¿te vale?

Y otro, a través de la radio:
- “Lo siento, no le podemos enviar refuerzos debido a los recortes. Tendrá que apañárselas solo”.


Lo que esperaba que fuera una basura se convierte en un entretenimiento de calidad, un producto muy digno y divertido. Funciona estupendamente como una comedia bastarda con mucha acción. Evidentmente, no deja de ser española y no todo el mundo casará con las bondiadas salidas de madre que se gasta, pero bueno, es un cine que hace falta en este país: desacomplejado, atrevido y decididamente, puro y duro entretenimiento.


Nota: 7
Nota filmaffinity: 5.6
Nominado a goya efectos especiales y sonido, se lleva los primeros (oye, que están bien hechos).  

jueves, 27 de septiembre de 2018

Fe de etarras


Soy de los que defienden que se puede hacer humor de todo, aunque reconozco que a veces, según que planteamientos pueden ser un poco cafres. Netflix se está esforzando por ser provocativa (ya desde el propio cartel publicitario, más abajo) y a veces se mete en lodazales sin mirar mucho la profundidad, pero bueno, entiendo que la primera escena de la película haya levantado MUCHAS ampollas. La parodia bastarda que sigue a continuación es más inofensiva, pero claro, siempre hay gente de piel delicadita.


A ver, situémonos. Estamos en una indeterminada ciudad pequeña de España, en algún punto –probablemente- de Castilla. Allí conocemos a un comando de ETA que se esconde en un piso franco a la espera de recibir una llamada con la que desean actuar y cumplir sus papeles dentro de la organización. A medida que pasan las horas, los cuatro etarras se impacientan, se escala la tensión y vamos conociendo las motivaciones que ha llevado a cada uno de ellos hasta este lugar: El veterano Martín se halla deseoso de demostrar su implicación y romper con su fama de cobardica reincidente; Álex y Ainara son una pareja algo perdida con una relación acorde a su compromiso con la organización; y el manchego que completa el grupo es un fanboy obsesionado con incorporarse a la banda y convertirse en alguien invencible. Esta panda de incompetentes no tardará en perder los nervios a medida que pasen los días y tengan que interaccionar con el resto de vecinos, que arden en fervor patriótico, pues el Mundial de Sudáfrica está en marcha y todos sabemos cómo acabó….

Hay que ser un loco o un inconsciente para realizar una spoof movie protagonizada por un puñado de etarras. Si es que solo el concepto ya es algo que provoca urticaria, casi. El revuelo y la polvareda se levantaron ya desde el mismo momento en que se anunció el film. Era demasiado fácil auto convencerse de que se iba a frivolizar con atentados terroristas, defender la posición de los criminales o, simplemente, faltar al respeto a todas las víctimas. A fin de cuentas, no deja de ser algo que la “malota” y “malhablada” Netflix gusta de hacer, cachondeándose del respetable de la manera más burda.  Sin embargo, una vez se ve el film, si alguien tuviera motivos para sentirse enfadados por la película (ejem ejem), serían los propios etarras, de los que deja bien clarito que son o malvados o idiotas (o ambas cosas). 


El humor que se despliega es algo irregular, con gags que funcionan mezclados con auténticas memeces. Los chistes son especialmente hilarantes cuando se dedican a reírse de nacionalismos y “cosas de vascos”, no en vano a cargo del guión se encuentra Borja Cobeaga y su equipo, veteranos de Vaya Semanita y Ocho apellidos vascos. A lo largo de su carrera se ha dedicado a criticar el terrorismo a través de un humor políticamente incorrecto que a veces se la jugaba incluso demasiado. Si casas con su humor, las risas están aseguradas.  Además, consigue hacer chistas sobre bombas sin frivolizar con las víctimas, centrándose en las incongruencias que traen consigo las premisas del nacionalismo radical y el fervor del nacionaldeportivismo, además de los problemas de convivencia que genera la incapacidad de aceptar que alguien pueda tener una opinión diferente a la nuestra (memorable todo el gag del Trivial). 

Por otro lado, también se debe destacar que no todos los chistes funcionan, especialmente durante el profundo valle que se produce al intentar desarrollar la trama más allá de su genial planteamiento inicial. Se añade drama, se busca que los personajes tengan algo de trascendencia en una película que no lo demanda y, además, no se hace del todo correctamente. Sin esos treinta minutos intermedios que se arrastran más que transcurrir (o con un desarrollo más ingenioso), la película ganaría varios enteros. 



Este punto se ve agravado por la limitada capacidad actoral de gran parte del elenco. Si bien todos funcionan a la hora de comportarse como unos simpáticos atontados, fuera de Javier Cámara, el resto (Julián López, Miren Ibarguren, Gorka Otxoa) se ven algo lastrados cuando tienen que interpretar y llevar a sus personajes más allá del chascarrillo fácil.

En fin, se trata de una película con un plantemiento peligroso pero bien solventado, con gags capaces de sacarte de la silla, que padece de unos actores limitados y ciertos baches algo mejorables en su desarrollo. Admiro la valentía de plantear siquiera el proyecto, especialmente cuando veo que acierta a dar en según qué cabecitas, pero bueno, al final no deja de ser una comedieta entretenida y ya.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 5.3

lunes, 24 de septiembre de 2018

Así en el cielo como en la Tierra


Recordaba haber visto esta película hace mucho y, con ganas de poner una cosilla absurdilla y diferente a mi pareja, nos pusimos con este clasquillo. De vez en cuando me gustan las cosas extrañitas

José Luis Cuerda firmó un puñado de películas muy idas de olla en los ochenta, siendo ésta la que recuerdo con más cariño. Así en el cielo como en la Tierra es una paja mental en la que no se deja títere con cabeza. En la película, el cielo se trasfigura en una suerte extraña de típiquísimo pueblo español de la Castilla profunda. El alcalde del “pueblo” es Dios, que no ha quedado muy contento con los últimos tres mil años de humanidad. Jesús es un amargado resentido por el trato que se le dio cuando bajó a la Tierra… Y así podemos seguir con toda la plétora de personajes que conforman las fuerzas vivas del pueblo y de la Historia Sagrada, en una irreverente metáfora en la que los santos se hayan tan perdidos y desanimados como la descreída humanidad que habita abajo. 

A primera vista puede parecer que se está realizando una parodia de la Iglesia (bueno, sí, un poco), lo cual se refuerza al comprobar que no falta NADA de la Historia Sagrada. Sin embargo, a la que analizamos un poco, podríamos ver que se está usando a la mitología católica más pura para hacer una parodia de la sociedad española, de sus vicios, virtudes y defectos más característicos. Este delirio no tiene especiales ganas de ofender al respetable, centrándose más en provocar un poquito y, sobretodo, hacer reflexionar a propios y extraños, religiosos y agnósticos, pasando por ateísmos varios. 


Lo que más se puede destacar es que cuenta con un puñado de actores en estado de gracia, ganándose cada uno de ellos un hueco en nuestro corazoncito, interpretando a la perfección a los duales personajes. El mejor de todos es el genial Luis Ciges, un borrachín recién acogido en el cielo que sirve de cicerone para que conozcamos lo que ocurre en el cielo. Dios es el alcalde, puro carisma arrollador a cargo de Fernando Fernán Gómez, Jesús es un amargado Jesús Bonilla que vive acomplejado por ver robado su momento de gloria. San Pedro es, obviamente, el capitán de la Guardia Civil, interpretado por el inefable Francisco Rabal. El Arcángel Gabriel es el sereno del pueblo, un Enrique San Francisco que está bien harto de anunciaciones y estas cosas y así podríamos seguir con Manuel Aleixandre, Gabino Diego y un elenco de lo más granadito.

Además, el guión es un puro delirio en el que tu capacidad de asombro se lleva hasta el límite. Plantea un Cielo lleno de descreídos en el que Dios decide desatar el Apocalipsis, para hacer una buena escabechina abajo, levantar el humor patriótico arriba y, de paso, recordar a la humanidad quién manda. Sin embargo, This is Spain y las cosas salen como salen. Desde todo el mundo pasando de San Juan Evangelista y su poesía, los muertos que salen del purgatorio hasta la retranca que se trae el Ciges ante cada evento, hay espacio para la mejor crítica y el descacharre padre. Quizás el mejor gag es el de Dios leyendo a Nietszche y disfrutando con sus ideas, comentando que parece que escriba a gritos y que si no fuera un poco extraño el concepto, se haría ateo. 

El remate final se produce en el desarrollo de las consecuencias del Apocalipsis. Simplemente desternillante. Puede que luego el desenlace se pase de delirante para algún que otro paladar, pero a mí me costaba no caerme de la silla a causa de las risas.


Si acaso uno de los peros que se le puede poner al film es que para apreciar bien todos los chistes se hace necesario CONOCER bien el catolicismo. Si no sabes las relaciones entre personajes, la imaginería asociada en la mitología… te vas a perder gags y los diálogos empiezan  a no tener sentido. Recuerda, “No hay que tomarlo al pie de la letra, es poesía”.

Por otro lado, cuando la veo me sale una sonrisita entrañable cuando el casticismo rural se mezcla con los vívidos recuerdos del pueblecito al que he ido cada verano. No falta nada y las relaciones entre las gentes del pueblo están clavaditas ¡Si es que en el fondo, la película es puro costumbrismo mágico!

Así en el cielo como en la tierra es una película tremendamente original, muy diferente. Se guarda un puñado de puntazos increíbles y un gusto para sorprender muy grande. Tiene el toque justo de irreverencia para provocar sin llegar a ofender, con una mezcla de parodia/homenaje al catolicismo patrio que me resulta enternecedor. Muy castiza y muy nuestra, puede que no todos casen con su humor, pero tiene gags TAN buenos que las risas están aseguradas. Se le va la castaña demasiado en el desenlace pero el aroma de sinfonía inconclusa de un planteamiento tan brillante la convierte en un espectáculo todavía más especial. Más que recomendable para echar unas risas divinas.

Nota: 8
Nota Filmaffinity: 6.8




viernes, 7 de septiembre de 2018

Una suerte pequeña (Claudia Piñeiro)


Llegué a este libro a través de la CLO, recomendado por Cocodras. Una propuesta muy diferente a lo que suelo leer (para eso está la CLO), pero que casi siempre da lugar a buenas sorpresas. De las opciones que había, éste era el que estaba en la biblioteca, por lo que se cogió sin dudar. ¿Estará a la altura?

Título: Una suerte pequeña
Autor: Claudia Piñeiro

“Después de veinte años una mujer vuelve a la Argentina, de donde partió escapando de una desgracia. Pero la que regresa es otra: no luce igual, su voz es diferente. Ni siquiera lleva el mismo nombre. ¿La reconocerán quienes la conocieron entonces? ¿La reconocerá él?

Mary Lohan, Marilé Lauría o María Elena Pujol -la que es, la que fue, la que había sido alguna vez- vuelve al suburbio de Buenos Aires donde formó una familia y vivió hasta que decidió huir. Aún no termina de entender por qué aceptó regresar al pasado que se había propuesto olvidar para siempre. Pero a medida que lo comprenda, entre encuentros esperados y revelaciones inesperadas, entenderá también que a veces la vida no es ni destino ni casualidad: tal vez su regreso no sea otra cosa que una suerte pequeña.”

Bueno, debo decir que no estaba preparado para un libro así. Una suerte pequeña es una joyita emocional bien capaz de dejar sin aliento al más pintado. Estructurado  partir de una narración circular de la propia Mary Lohan, Cristina Piñeiro va dando vueltas en torno a cierto oscuro secreto, añadiendo briznas de información nueva a cada pasada, que debemos captar, atentos, si queremos poner luz a los incidentes que sacaron a Marilé del pueblo. En muchos casos podemos decir que es un libro en el que no pasa nada (y no nos faltará razón), por lo que muchos lo encontrarán aburrido, o se sentirán incómodos por el extraño estilo narrativo, pero los que entren en su juego de detalles, podrán disfrutar de un estupendo desarrollo (o deconstrucción) de un personaje, sorprendido por la belleza y la precisión con las que las palabras pueden retratar las confusos y complicados pensamientos de una mente torturada.

El único personaje de la obra como tal es la propia Mary Lohan, una mujer dañada, pero no destruida, que trabaja como asesora escolar, evaluando colegios y dando indicación de como mejorar en la enseñanza. La casualidad (o no) querrá que deba volver a su pueblo natal a auditar el colegio donde estudió de pequeña. No voy a entrar en detalles de su personalidad, pues conocerla es justo el motivo de la existencia del libro. A medida que avance la investigación, conoceremos los motivos para tomar las decisiones que tomó, qué ocurrió, además del daño y el precio que pagó por las diferentes suertes pequeñas que hubo de sufrir y que hoy la traen de vuelta con sus pesadillas.

No sólo sufrimos secreto que tortura a nuestra Mary Lohan, sino también al ponernos en su lugar y reflexionar sobre la manera de enfrentarnos a la desesperación, a la necesidad de perdonar, especialmente cuando abruma la incapacidad de perdonarse a sí mismo después de vivir situaciones que no deberían existir. Tal como ocurría en Manchester frente al mar, hay sucesos (no es el mismo) que nos convierten en muertos en vida, donde el único motivo para abrir los ojos es, simplemente, el no haber muerto durante la noche. Tal como dice el propio personaje, ¿qué es la felicidad? ¿Acaso alguien tan dañado puede aspirar a ser feliz? ¿Acaso los demás pueden considerar que lo merece? ¿Puede ella incluso permitírselo? La redención es siempre posible, ¿o no?

 Tiene la gracia de que no sobra ni falta nada de sus reducidas 160 páginas. Esta pequeña joya es capaz de transmitir lo que desea transmitir, dejando una mezcla de gozo y dolor en el alma que no sabes qué hacer ella. Se puede sufrir mucho con Una suerte pequeña, no conviene alejarse mucho del pañuelo y, en ningún caso, no se trata de una novela que recomendaría. Sin embargo, se trata de una preciosidad que no deja indiferente, te enfrenta a tus fantasmas interiores y te obliga a reflexionar sobre tu vida y las consecuencias de tus decisiones. Gracias Cocodras por hacerme sufrir (disfrutar) con esta preciosidad.


Nota: 9
Nota goodreads: 4.15/5