martes, 23 de febrero de 2021

Tú no eres como otras madres (Angelika Schrobsdorff)

La CLO me ha permitido leer muchos libros a los que normalmente no me habría acercado. En sus propuestas me he acercado a propuestas alejadas de los géneros que frecuento y disfruto, permitiéndome descubrir obras interesantes que disfrutar (o no) en mayor o menor medida. Pero ya se acabó y ésta es la última ronda que vamos a tener dentro de Bookcrossing (seguro que acaba volviendo un año de estos). Como siempre, se trata de un libro que no conozco, que en este caso tiene un especial aroma a despedida.

Título: Tú no eres como otras madres

Autor: Angelika Schrobsdorff

Título original: Du bist nicht wie andere Mütter

Traducción : Richard Gross

“La narración de Angelika Schrobsdorff reconstruye la vida real e inconformista de su madre, una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el «excelente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro). Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de joven: vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amara. Ésta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer al principio: el presente. Sin embargo, en la dura prueba del exilio, Else encontrará una realidad nueva y reveladora tras una vida que hasta entonces ha estado enteramente dedicada a las fiestas, los viajes y el amor.

Tú no eres como otras madres es un «relato real», como la Suite francesa de Irène Némirovsky, que nos sumerge por completo en una vida extraordinaria y nos hace partícipes de toda su riqueza y exaltación, revelándonos a través de esa existencia toda una época: los conciertos de música clásica y las novelas de Stefan Zweig, los cabarets y la pintura moderna, el nazismo y sus terribles leyes raciales… Así como tantos y tantos personajes que existieron durante ese tiempo de irrepetible pasión y energía, y que pasan por estas páginas fascinantes: soñadores, artistas, agitadores, conspiradores, campesi­nos, espías, criados, intelectuales, falsificadores…”

Otra vez en un tiempo no demasiado largo –estoy pensando en Fugitiva y Reina- tenemos una pseudoautobiografía de la propia autor que, en realidad, va de la vida de su madre. Angelika Schobsdorff fue una artista polifacética: actriz, cantante, guionista y escritoria, siendo conocida principalmente por esto último. Tú no eres como otras madres es quizás su libro más famoso, aprovechando la biografía ¿ficticia? ¿real? de su madre para plasmarnos en negro sobre blanco la vida de una familia judía desde 1920 hasta bien entrados los sesenta.


El libro orbita en torno a la vida de su familia, a modo de una reconstrucción a partir de conversaciones con parientes y conocidos más mayores realizada por una Angelika ya adulta. Así, nos explica con sus retazos de información como fue la vida de su madre, introduciéndose a sí misma como personaje una vez aparece en escena. Funcionando a ratos como crónica de una época, a ratos como reflejo de una vida llena de fuerza y otras veces como una especie de ¿queja? Hacia su madre sobre las razones que han provocado que “Angelika” fuera así y tuviera la vida que tuvo, dejando claro que “tú” no fuiste como las otras madres.

Todo gira, obviamente, en torno a Else, un terremoto de mujer con una fuerza de carácter inusual. Nacida en el seno de una familia judía, ni lo parece ni se comporta como tal, lo que le permite vivir con mayor libertad en una época en que estos lo tenían bastante difícil. Pero aunque la cuestión judía tiene su importancia, el libro trata principalmente sobre la propia Else, describiéndonos a una mujer con una imperiosa necesidad de libertad, de vivir todo lo que la vida le ofrece, dispuesta en todo momento a empezar mil cosas para no acabar ninguna, como un torbellino que revoluciona todo lo que hay a su alrededor, en una muestra de una personalidad tan arrolladora como inconstante. Esto provocará una buena dosis de escándalos, rompiendo tabús por doquier, que se irán volviendo cada vez más incómodos de soportar a medida que los nazis van consiguiendo poder.

Evidentemente, sus tres amores con los que tiene hijos (uno con cada uno) son de vital importancia en la historia. Por un lado, el intelectual Fritz, del que se enamora abrumada por su profunda inteligencia y su capacidad para asombrarla con nuevos aspectos de la vida, disfrutando con él de interminables debates culturales sobre las novelas, películas y las obras de teatro de la época.

Posteriormente, harta de la incapacidad de Fritz de seguir su ritmo de fiestas y desmadres (y porque Fritz es también un sosainas), acaba enamorada de Hans, un hombre más simple, sin otros objetivos en la vida que adorar a Elsa y hacer su vida más agradable. Terriblemente bien plantado, lleno de afable amabilidad y un punto hedonístico muy bien encontrado, llena a Elsa de emoción y placer en una tumultuosa relación llena de pasión.

Con el tiempo, Elsa conoce a Erich, cayendo también enamorada de él. Éste es un adinerado industrial que disfruta de su trabajo, no desando otra cosa que tardes apacibles y una vida relajada, pero fascina a Elsa por su enorme fortuna y la revelación de los privilegios que un bolsillo abultado puede dar. Podría parecer un aprovechado, pero encontramos en él la bonhomía de aquellos que han tenido una vida fácil, incapaz de sentir rencores, aporta a Elsa la tranquilidad que a veces necesita en su vida, ese lugar agradable al que regresar de vez en cuando.

Lo más destacable de esta tumultuosa relación es que los tres están plenamente enamorados de ella y ella adora a los tres, esforzándose todos por tener una relación más o menos cordial entre discusiones, celos y todos los devaneos obvios de una relación tan atípica, que hacen la lectura más interesante. Porque realmente, el libro no va de los amoríos de Elsa, sino de su vida, de sus esfuerzos por ser feliz y vivir, encontrando el consuelo en unos y otros en función de las necesidades del momento. Ella quiere lo mejor para los tres y los tres quieren lo mejor para ella, algo de especial importancia cuando la guerra estalla y las lealtades de todos se ponen en juego.



Pero Angelika no sólo habla de su madre, sus hermanos también son parte de la familia. El mayor de todos es Peter que, a pesar de su aspecto ario, es judío a ojos del Reich, lo que le ocasionará una serie de problemas. Testarudo como su madre, hará todo lo  posible por vivir su vida sin ayuda de su familia, en un desesperado afán por demostrar que es capaz de valerse por sí mismo en un entorno tan hostil. Para dolor de su madre, pronto abrazará la causa judía, sufriendo también cierto rechazo de su gente al no parecer “suficientemente judío”.

Después viene Bettina, la hermana mediana. Como su madre, tiene amor de sobra para dar y, como su madre, desea la felicidad. De mentalidad más práctica y no especialmente brillante, afronta los problemas como vienen, siempre atenta para proteger a una hermana pequeña a la que adora, intentando complicarse la vida lo menos posible.

Finalmente, llega la propia Angelika, que tiene papel dentro de su propia obra. Como su madre, se trata de una niña/joven caprichosa, con un deje de puñetería y cierta bondad intrínseca que los demás no parecen apreciar. Quizás es la que tiene menos personalidad, pues muchas veces se basa en los recuerdos que tiene la Angelika adulta respecto a lo que fue su juventud.



Como buena biografía, el libro se centra en los diversos estadios de la vida de Else. Cada vez que vamos a dar un pequeño salto temporal, Angelika detiene un momento la narración y nos explica cómo ha conseguido la información: a través de cartas conservadas a través de los años, hablando con uno u otro personaje relevante (relatándonos como es su vida “actual”) o a veces se tiene que conformar con recuerdos de terceras personas que narran aquello que le contaron. Y cuando ella es un personaje más, estos interludios se entremezclan con sus recuerdos de infancia, siempre confusos e idealizados. Esto le da un aroma de verosimilitud tan innecesario como interesante, captando nuestra interés para poner atención en aquello que se nos cuenta. Un efecto no tan usual que funciona perfectamente.

Otro truquito literario que realiza la autora es que cuando la propia “Angelika” aparece en la historia, se juega mucho a cambiar de narrador. Schrobsdorff utiliza un narrador omnisciente en tercera persona cuando Angelika es un mero testigo de lo que ocurre (o no estaba allí), pasando a la primera persona cuando ella experimenta o toma parte activa de los hechos. Además, se entremezclan estilos diferentes muy reconocibles cuando Angelika está explicandónos la historia que ha compuesto a base de retazos y cuando se está sumergiendo en sus recuerdos.

Con todos estos truquitos, el estilo del libro se hace raro, pudiendo descolocar a más de uno. A ratos parece un ensayo biográfico, pero en otros momentos se sumerge en las historias “más grandes que la vida”. Además, la explicación no es siempre lineal, dando saltitos adelante y atrás según le interesa, como si hubiera una voluntad de no dejarse nada que le obliga a “repasar apuntes” y dar vueltas y revueltas continuamente.



El libro, con sus abultadas más de 600 páginas, se me ha hecho bastante largo. Hay momentos en que no hay nada más que contar, pero aun así no se avanza en la historia, añadiendo anécdotas intrascendentes y, además, tiene un desenlace agotador. La narración da un último giro inesperado cuando Angelika se hace adulta y sale del nido familiar (quedan unas 100 páginas). Como ella sale de la historia de su madre, deja de conocer qué ocurre, pero eso no impide que la vida siga. Entonces, la única información que se nos suministra proviene de la multitud de epístolas familiares que los miembros de la familia se han ido enviando con los años, narrando a su modo los últimos días de Elsa. Nuestra tarea pasa a ser rellenar los huecos que no se ven entre las cartas para entender qué ocurre o deja de ocurrir. Se trata de un artificio arriesgado y curioso, que seguro puede deleitar a más de uno, pero a mí me pilló ya agotado, con más ganas de acabar el libro que otra cosa y no acabé de disfrutarlo.

Tú no eres como otras madres se presenta novedoso en varios aspectos. Además de todas las acrobacias narrativas para explicar la historia, retrata con acierto el día a día de una familia bajo la atmósfera opresiva del nazismo. Pero esta vez, no son un objetivo claro. Simplemente, son una familia con dinero –sí, orígenes judíos, pero…- que no está alineada con los intereses del Reich. Así que no les revientan la vida, sólo les tocan las narices, quizás no mucho, pero sí lo suficiente para que quede claro que no son bienvenidos y no van a estar cómodos si se quedan.

Realmente, se trata de un libro con ingredientes de sobra para que me gustara. Sin embargo, se me ha hecho bastante pesado, con cierto aroma a ya visto que no he podido evitar en ningún momento. Ahí está quizás mi problema: He leído un par de libros similares recientemente, con una presentación original de una madre inusual, que encima otros han hecho mejor (Fugitiva y Reina, por ejemplo). Por ello creo que se me ha hecho más pesado de lo que debería, con sus novedades menos interesantes.


Quizás si lo hubiera leído en otro momento, me hubiera gustado más. Al final, Tú no eres como otras madres acaba siendo un libro muy bien escrito, como si fuera una novela histórica inusual o una especie de biografía algo fantasiosa. Debería haber sido más interesante, pero acaba aburriendo en muchos momentos. Demasiado largo en su trama, con muchas anécdotas que acaban conduciendo a nada (como la vida misma, la verdad). Seguro que tendrá su público, pero yo no he acabado siéndolo.

Nota: 5

Nota goodreads: 4.00/5

 

  

sábado, 20 de febrero de 2021

Klaus

Me enteré de la existencia de esta película tras su nominación a los Oscar de animación. ¿Una película española nominada en esa categoría? Ante todo, es extraño. Y más cuando el argumento deja claro que se trata de una película Navideña. ¿Qué me estaba perdiendo?

A ver, centrémonos y hablemos del argumento. En un primer momento conocemos a un cartero hijo de papá que, como castigo, es enviado por su padre a la delegación más puñetera de todo el servicio. Éste pueblo, situado en un lugar desolado, de nieves eternas, se ve azotado por la eterna lucha de dos clanes que se llevan a matar desde hace tanto tiempo que ya no recuerdan por qué luchas. Evidentemente, no recibirán con buenos ojos la llegada de un forastero con ganas de tocar las narices. La necesidad provocará que este cartero entre contacto con Klaus, un huraño leñador al que todos temen, que, por estas cosas que pasan, acabará convirtiéndose en el Santa Claus que todos conocemos.

Entonces, ¿esta película cuenta algo nuevo? En el fondo, no, limitándose a ser la enésima revisión de la historia del origen de Santa Claus. Sin embargo, parte desde una óptica inusual, enlazándolo con el papel de los carteros como repartidores de regalos, contando la historia desde fuera y desde dentro a la vez. El desarrollo de la trama está muy bien cuidado, permitiendo que se deslice con habilidad, cogiendo velocidad poco a poco. A ello se le añade un ritmo bien medido, en el que los hechos suceden con brío pero sin apelotonarse, ideal para captar tu atención y que te mantengas interesado en el devenir de la película.


Ahí está una de las claves. El guión está muy bien trazado, con el origen de la mitología navideña perfectamente introducido dentro de la trama, explicando con total naturalidad de donde sale su entrada por las chimeneas o sus renos voladores. Además, no pierde un ápice de diversión cuando se aleja de los temas navideños, con personajes tridimensionales bien construidos y, sobretodo, con diálogos ingeniosos, más afilados de lo que puede parecer en un inicio. Incluso las tramas secundarias como la enemistad entre los dos grandes clanes del pueblo funcionan a la perfección. La reacción de todos los personajes casa con la personalidad que se ha descrito previamente y no se siente chirriar en ningún momento la aparición de conflictos por necesidades de guión, sino que aparecen con fluidez y naturalidad.

Otro de los detalles que salta a la vista desde un primer momento es el inusual diseño de la animación, realizado en una suerte de 2D y medio que la hace distinta de los que estilan los grandes estudios de hoy día. Aunque por momentos recuerda al stop-motion, está realizada completamente por ordenador. La mezcla de contornos redondeados y figuras rectilíneas permite distinguir ambientes y personajes de un plumazo, con estéticas que contribuyen a reforzar el carácter sin caer en tópicos fáciles. 


Lo dicho, se trata de una película en la que todo funciona con gracia y finura. Sorprende, pues, que se trate de un producto patrio, dado que su calidad sobrepasa mucho la que se estila por aquí en el género. Una vez vista, no extraña la nominación a los Oscars que se llevó –incluso con el lastre de no estar producida en EEUU – y, en realidad, tampoco hubiera saltado la banca si se hubiera llevado el premio gordo. Precisamente porque perdió a manos de Toy Story 4, película que no está nada mal, pero que en modo alguno está a la altura de lo que sabemos que puede hacer Pixar. Coincidió en ser estrenada un año en que el premio estaba “barato” y aun así el premio no sale de los sospechosos habituales. Podría haber sido su momento, pero…

En resumen, Klaus es una película adorablemente clásica, pero luego es muy moderna. Coge lo que hemos visto toda la vida y lo conjuga con un puñado de ingredientes novedosos para obsequiarnos con un entretenimiento navideño de primera. Una puesta en escena preciosa, unos diálogos brillantes y unas cabriolas argumentales se bastan más que de sobras para hacernos disfrutar con esa historia que nos han contado tantas veces. Recomendable para ver en familia con niños de todas las edades.

 

Nota: 8

Nota filmaffinity: 7.6 

jueves, 11 de febrero de 2021

El silencio del pantano

Fue un día de estos llenos de lluvia que a veces hay por aquí, en los que no hay mucho que hacer, así que te acabas yendo al cine a ver cualquier cosa que no hayas visto. De entre las opciones, ésta fue la que me pareció más interesante y ¡Allévoy!

El silencio del pantano nos presenta a un escritor-periodista especializado en novela negra, con asesinatos tremebundos utilizando Valencia y la corrupción urbanística como telón de fondo. Falto de ideas para una tercera novela, se encuentra con que, quizás, sus novelas no son tan fantasía como todo el mundo cree, dando lugar a una trama de tráfico de drogas y seres indeseables en los que se halla implicada la flor y nata de la casta política de la ciudad. Sin embargo, ¿todo lo que estamos viendo en pantalla es real?

Se trata de una película de corte extraño, que presenta patrones que no estamos acostumbrados a ver en los thrillers patrios. Si no fuera por la albufera y las alcaldesas de amplios bolsos, un espectador avezado podría pensar que estamos ante un hardboiled coreano, con todos sus personajes al límite, los secretos peligrosos, los estallidos de cruda acción y el poco valor de la vida humana. El director hace un especial esfuerzo en retratar una sociedad decadente, poblada de un ambiente malsano en la que todo está podrido. Los pocos seres decentes que sobreviven en la ciudad aportan un poco de luz y de esperanza a las almas sufrientes, pero en esta atmósfera malsana, cualquier atisbo de justicia parece fútil.

Es de felicitar este esfuerzo por salirse de los cánones habituales, proponiendo un desafío al espectador al ofrecer una propuesta diferente. Sin embargo, este esfuerzo se embarulla con una trama tramposa, que juega con cartas marcadas a confundir a un espectador que ya viene incómodo por la extraña puesta en escena. El poco ritmo de la película y la endeble actuación del protagonista son bien capaces de echar por tierra el valor del resto de factores. Contrasta especialmente con las interpretaciones de Nacho Fresneda y Carmina Barrios como antagonistas encarnados con aterradora naturalidad.



Tenemos un poti-poti de muchas cosas. Que si una trama de asesinatos muy brutos por aquí, algo de corrupción urbanística por allá, tráfico de drogas por acullá y un escritor que no sabe llenar una página en blanco más allá. Con tanto mejunje y un ritmo parsimonioso, el visionado puede hacerse pesado, a pesar de la calidad de los dos malvados. Los estallidos de violencia te pegan el culito al asiento, pero…

Quizás consciente de que no tiene mucho que contar (argumentalmente), la película no dura más de los estrictamente necesarios, cosa que se agradece. Tanta lentitud podría haberse hecho cansina con un minutaje más elevado, pero para 87 minutos (con letras) el armazón aguanta.



El conjunto es, pues, irregular. Encontramos en la película buenas ideas, una atmósfera ciertamente malsana, pero la excusa argumental no acaba de trenzarse con acierto, como si se tratara de dos (o tres) películas que no acaban de llevarse bien entre ellas. La poca alma del actor protagonista (entiendo que deliberada) y el lento ritmo no ayuda a que la corta película pase fácilmente. No obstante, los dos antagonistas salvan cada escena en que aparecen consiguiendo que el visionado no sea desagradable en ningún momento. Sin ser una mala película, no puede evitar dejar la sensación de que podría ser mejor de lo que es.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 5.0

PD: Al final, ¿qué ha pasado? ¿Todo era una novela? ¿Pero acaso Q no basaba sus relatos en casos (asesinatos) reales? ¿O la película entera es una novela en sí? 

jueves, 4 de febrero de 2021

Mad Max: Más allá de la Cúpula del Trueno

Después de ver cómo el mundo se descomponía en Mad Max, contemplar la devastación de El guerrero de la carretera, llegamos a la ¿reconstrucción? de la sociedad en Más allá de la cúpula del trueno, finalizando las aventuras del Max Rockatansky encarnado por Mel Gibson.

El tiempo ha pasado y ya no quedan carreteras ni rastro de la civilización que conocimos. Pero Max sigue aquí, contemplando como la Humanidad se abre paso y los nuevos atisbos de civilización empiezan a formarse. Negociudad es la única polis próspera en muchos kilómetros a la redonda, a ella llega Max, llamando rápidamente la atención de la cacique local, que lo reclutará para una misión de moral muy cuestionable. Tras esta aventura conocerá a Los Niños Perdidos, a los que tendrá que ayudar para evitar su muerte en el cruel desierto, forjando así la esperanza de un nuevo renacer humano.

Como ocurre en esta saga, cada película es de su padre y de su madre, sin tampoco molestarse en mantener cierta coherencia entre entregas. Aquí George Miller apuesta decididamente por las aventuras “familiares” rebajando sensiblemente la violencia explícita, sin las burricidades que habíamos visto anteriormente. Se mantiene un tono tremebundo, pero menos impactante para los zagales de 14-15 años. Este cambio de tono no impide a Más allá de la Cúpula del Trueno ser una estupenda película de aventuras en las que no paran de suceder cosas interesantes –con el bache del Oasis de los Niños perdidos, que desconcierta un poco- a un ritmo bien medido y una trama original que no sabes por dónde te va a llevar. Aunque rebajada en su crudeza, las coreografías de acción mantienen la calidad característica de la saga, al alcance de muy pocos. Escenas como la pelea de la Cúpula contra el Maestro Golpeador (si es que el tino para los nombres es magistral) o la persecución final en el tren son referentes que se han imitado cienes de veces, para mayor honra del director australiano. Pocos pueden presumir como él de haber rodado lo que le ha dado la gana (con el consiguiente pánico de los productores).

¿Qué ha ocurrido con el equipo entre la segunda y la tercera parte? Después del exitazo de El guerrero de la carretera, Mel Gibson se ha convertido en una estrella del cine de acción, y Miller, en un director reputado al que se le puede dar más presupuesto. Es algo que se nota en toda la puesta en escena, realizada con más medios que anteriormente (tampoco mucho, no nos pasemos). Este aumento del bolsillo se nota, supongo, en la voluntad de hacer una película más amigable para todos los públicos, rebajando la calificación +18 a +13 (sin que por ello la película sea de peor calidad). Tuvo que influir también el estatus de estrella de Hollywood que tenía Gibson (alejado todavía de los escándalos que provocaron su exilio), que seguro le impedían rodar cosas tan tremebundas como en las dos primeras entregas.

No obstante, se nota que Gibson ha hecho suyo al personaje, convertido en carisma desbordante que se carga la película a sus espaldas con una naturalidad pasmosa. Frente a él, el resto de actores no destaca especialmente, salvo una sorprendente Tina Turner, a la que encontramos como inesperada antagonista. Quizás consciente de que actuar no es lo suyo (no discutiré su calidad de cantante), se nota que lo da todo y se esfuerza por mantener el tipo ante el arrollador señoro que tiene enfrente.

Los diálogos, no precisamente abundantes, tienen un punto agresivo que ayuda a entrar en faena, pudiéndose diferenciar el estatus de la persona sólo por su manera de hablar. Es posible que resulten un poco incómodos para algún espectador debido a la –deliberada- pobre gramática y a la cantidad de palabras inventadas que encontramos. Esto se debe a la voluntad de mostrar el colapso de la civilización y la falta de educación, dejando clara la deseperación de los personajes por sobrevivir. Se hace especialmente palpable en los niños, ignorantes de una sociedad que no han conocido pero que, de alguna manera, añoran.

Si El guerrero de la carretera sienta las bases de cómo debe ser el concepto de apocalipsis nuclear, que muchas veces llamamos “a lo Mad Max”, Más allá de la cúpula del Trueno explora el misticismo alrededor del fin de la civilización y se clava como referente. Conceptos como la Cúpula del Trueno (dos entran, uno sale) o el propio diseño de Negociudad son parte intrínseca de nuestra cultura popular, imitados cientos de veces y homenajeados otras tantas. Este es otro de los grandes aciertos de la película, desde un momento se sabe diferente y se regodea de ello con total acierto. Tal como es marca de la casa, la cantidad de hallazgos ingeniosos que apreciar es enormérrima.  Especialmente en su inicio, puedes dedicarte a repasar una y otra vez cada escena, sorprendiéndote ante cada detalle estrambótico que aparece en pantalla, detalle que alguna mente pensante ha urdido y ha decidido incluir en el metraje.

Uno de los peros recursivos que tiene la saga Mad Max es la pobreza de sus argumentos. Normalmente no son más que meras excusas para tener set-pieces de la acción más espectacular y poco más. Aquí encontramos con uno de los argumentos más elaborados, dividiendo la película en dos partes muy claras: la misión de Tía Ama y la aventura de Los Niños Perdidos. Esta partición es tan clara que podríamos estar hablando de dos películas diferentes de 1h que simplemente comparten el protagonismo de Mad Max, sin tener nada que ver una con otra. Esto descoloca a mucha gente, especialmente por la extraña transición, no del todo bien rematada que desemboca en un buen bache de ritmo hasta que la película recupera tono.

Esto no impide que Mad Max 3 sea una estupenda película de aventuras, rodada con los referentes de otra época pero no por ello menos apreciable. La llegada a la ciudad, La Cúpula del Trueno, la travesía del desierto y la persecución en el desierto son auténticos momentazos que denotan el buen criterio que hay delante y detrás de las cámaras, derrochando estilo y carisma. Quizás no es para todos los gustos, pero es ideal para pasar dos horas estupendamente entretenidas en un mundo apocalíptico.

Y por cierto, cuánto me gusta el póster, de las últimas joyas de un estilo artesanal que ya se ha perdido.

 

Nota: 8

Nota filmaffinity: 5.7