jueves, 11 de febrero de 2021

El silencio del pantano

Fue un día de estos llenos de lluvia que a veces hay por aquí, en los que no hay mucho que hacer, así que te acabas yendo al cine a ver cualquier cosa que no hayas visto. De entre las opciones, ésta fue la que me pareció más interesante y ¡Allévoy!

El silencio del pantano nos presenta a un escritor-periodista especializado en novela negra, con asesinatos tremebundos utilizando Valencia y la corrupción urbanística como telón de fondo. Falto de ideas para una tercera novela, se encuentra con que, quizás, sus novelas no son tan fantasía como todo el mundo cree, dando lugar a una trama de tráfico de drogas y seres indeseables en los que se halla implicada la flor y nata de la casta política de la ciudad. Sin embargo, ¿todo lo que estamos viendo en pantalla es real?

Se trata de una película de corte extraño, que presenta patrones que no estamos acostumbrados a ver en los thrillers patrios. Si no fuera por la albufera y las alcaldesas de amplios bolsos, un espectador avezado podría pensar que estamos ante un hardboiled coreano, con todos sus personajes al límite, los secretos peligrosos, los estallidos de cruda acción y el poco valor de la vida humana. El director hace un especial esfuerzo en retratar una sociedad decadente, poblada de un ambiente malsano en la que todo está podrido. Los pocos seres decentes que sobreviven en la ciudad aportan un poco de luz y de esperanza a las almas sufrientes, pero en esta atmósfera malsana, cualquier atisbo de justicia parece fútil.

Es de felicitar este esfuerzo por salirse de los cánones habituales, proponiendo un desafío al espectador al ofrecer una propuesta diferente. Sin embargo, este esfuerzo se embarulla con una trama tramposa, que juega con cartas marcadas a confundir a un espectador que ya viene incómodo por la extraña puesta en escena. El poco ritmo de la película y la endeble actuación del protagonista son bien capaces de echar por tierra el valor del resto de factores. Contrasta especialmente con las interpretaciones de Nacho Fresneda y Carmina Barrios como antagonistas encarnados con aterradora naturalidad.



Tenemos un poti-poti de muchas cosas. Que si una trama de asesinatos muy brutos por aquí, algo de corrupción urbanística por allá, tráfico de drogas por acullá y un escritor que no sabe llenar una página en blanco más allá. Con tanto mejunje y un ritmo parsimonioso, el visionado puede hacerse pesado, a pesar de la calidad de los dos malvados. Los estallidos de violencia te pegan el culito al asiento, pero…

Quizás consciente de que no tiene mucho que contar (argumentalmente), la película no dura más de los estrictamente necesarios, cosa que se agradece. Tanta lentitud podría haberse hecho cansina con un minutaje más elevado, pero para 87 minutos (con letras) el armazón aguanta.



El conjunto es, pues, irregular. Encontramos en la película buenas ideas, una atmósfera ciertamente malsana, pero la excusa argumental no acaba de trenzarse con acierto, como si se tratara de dos (o tres) películas que no acaban de llevarse bien entre ellas. La poca alma del actor protagonista (entiendo que deliberada) y el lento ritmo no ayuda a que la corta película pase fácilmente. No obstante, los dos antagonistas salvan cada escena en que aparecen consiguiendo que el visionado no sea desagradable en ningún momento. Sin ser una mala película, no puede evitar dejar la sensación de que podría ser mejor de lo que es.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 5.0

PD: Al final, ¿qué ha pasado? ¿Todo era una novela? ¿Pero acaso Q no basaba sus relatos en casos (asesinatos) reales? ¿O la película entera es una novela en sí? 

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