sábado, 29 de julio de 2023

Spiderman - Sin camino a casa

Pues hoy nos ponemos con la reseña de la película que culmina la trilogía de Tom Holland como Spiderman, en uno de los melocotonazos que la “decadente” Marvel es capaz de hacer, pasando de los chorrocientos millones en taquilla sin despeinarse.

¿Dónde habíamos dejado a nuestro trepamuros favorito? La escena post-créditos de la anterior entrega nos mostraba a J. J. Jameson (a sus pies) desenmascaraba a Peter Parker. Así, ahora todos saben quién es Spiderman, lo que ha convertido la vida de los Parker y la de MJ en un infierno. En un momento de desesperación, Spiderman decide recurrir al Dr. Extraño para que haga un encantamiento en que la gente olvide su identidad secreta. La cosa sale mal y ahora lo que tenemos es una cochinadita multiversal que hay que arreglar, para jolgorio del fan y el nostálgico de realidades pasadas.

Sin camino a casa es la película que empezó el festival de propuestas multiversales que no han dejado de salir en los últimos dos años. Quizás ahora ya estemos un poco hasta las narices, pero en aquel momento, se trataba de una propuesta fresca, inusual y – por qué no decirlo – interesante para explorar. Después, vinieron un buen puñado de propuestas casi clónicas sobre el tema, pero si nos paramos a ver las fechas de producción, la mayoría de estos mejunjes de universos comparten tiempos y fechas. Es decir, no son inspiraciones a raíz del exitazo de ésta, sino que, como suele ocurrir en los grandes estudios, parecen ponerse de acuerdo para tratar un tema durante un año concreto en que nos bombardean con propuestas similares (no dudo que comparten compañía para los estudios de mercado). Por poner un ejemplo, The Flash,  que ha sido la última en llegar, fue la primera en empezar a rodarse, aunque luego pasó DC.

Lo que sí hay que felicitar es la campaña de publicidad tan exitosa que se diseñó para Sin camino a casa. Una vez se supo que íbamos a tener visitantes de otros universos arácnidos, empezó un juego de spoilers, cameos, chistacos y comeduras de tarro que tuvo a todos los fans entretenidos durante meses. Marvel manejó como pocas veces se ha visto cualquier posible filtración, chorrada o paja mental que fuera más o menos viral. Para todos los que esperaban con ansia la película, cualquier cosa era posible (y encima, era un juego que nos venía de nuevas).

En medio de toda la expectación generada, la película fue un éxito morrocotudo que se arrojaba con todas las ganas por un festival de fan-service y nostalgia bien entendida. De la misma manera que ya se había hecho con Miles y compañía, Watts se pega el gustazo de recuperar a los anteriores Spideys y juntarlos para un torrente de momentazos. La química entre McGuire, Garfield y Holland es estupenda, provocando subidones continuos cada vez que alguno la lía. ¡Si hasta en la película se dejan huecos para aplaudir en su presentación en pantalla! (Y sí, en mi cine se aplaudió con ansia).

El argumento en sí es una tontada, una mera excusa para juntar las tres sagas como hemos visto hacer una y otra vez en los cómics. Pero bueno, funciona y entretiente, que es lo que cuenta. Además, se permite retomar a los Spideys antiguos “un poco de tiempo después” de sus últimas entregas, con lo que han tenido tiempo de evolucionar, haciendo patente la redención (¡ay, esa Gwen!) de todos los temas que quedaron inconclusos en las anteriores sagas, siempre cerradas a destiempo. Creo tener todas ellas reseñadas (y ya son un puñado de películas), por lo que ya podéis imaginar el cariño que le tengo al personaje.

Quizás porque saben que se hayan ante una oportunidad bastante inusual (hay un Universo Spiderman Sony por ahí…), sorprende la motivación con que todo el elenco se toma la película. No me refiero a gente que con el automático puesto destacan sobre casi cualquiera (Cumberbatch, Bacon, Tomey…) sino a actores como Tobey McGuire y Andrew Garfield, por los cuales parecía que se les había pasado el arroz y se lo toman muy en serio. Al final parece que todo quedó en nada, pero bueno, por lo menos nos permitió disfrutar de la estupenda química que hubo entre todo el elenco.

Además, después de un par de entregas algo flojillas en efectos especiales, volvemos a tener una propuesta que se ha retrasado “un poco” para permitir al CGI hacer su trabajo sin que cante por soleares. Tenemos acción, coreografías vistosas, fuegos artificiales y tres Spideys atizando (que siempre es un gustazo). Cero quejas por aquí.

Dentro del estado general del MCU, esta entrega sirve para dar una pequeña patada a la Línea Sagrada Temporal (sic), cuyos problemas se iniciaron en Loki, continuaron en la película del Dr. Extraño y, se supone, desembocarán en la saga de Kang el Conquistador con unas Guerras Secretas que significarán el reinicio del Universo (o no), y que algún día sacarán (o no). Aquí todavía estábamos imberbes en cuando a cochinaditas multiversales y con que nos dieran nostalgia bien entendida y fanservice ordenadito, todos estuvimos contentos (no hay más que ver los datos de taquilla…).

Y bueno, el desenlace SPOILERS. A ver qué hacen con Holland y el futuro del personaje. En principio, hay firmada para una película más y yo esperaba que Spiderman fuera a ser la base para hacer unos Nuevos Vengadores, pero cada vez más parece que los intereses del MCU no van por estos pastos, especialmente con el guirigay de derechos tan bonito que tienen con Sony. Quizás ese es el motivo por el que prefieren no darle protagonismo (por ahora) y simplemente, dejan las puertas abiertas a cualquier cosa que pudiera pasar en el futuro. Por lo menos, nos permiten hacer una despedida de MJ de lo más bonito (cómo se nota que ella tiene más talento, jué), la escena del cementerio que me toca la patata cosa fina y un reinicio del personaje como un adulto anónimo alejado del glamour de Tony Stark. FIN DEL SPOILER

Sin camino a casa es un gozo para el fan y para el que ha crecido con todas las películas que se homenajean. Aventuras y acción bien conjuntadas que, quizás, adolece que puede saber a poco al profano, que se perderá el chillón de referencias que contiene. Si esto es la decadencia de Marvel, a muchos les vendría muy bien este nivel de “decadencia”.

 

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 7.0

  

martes, 25 de julio de 2023

Concursante

En Cinéfagos nos propusimos a hacer un especial de todas las películas de Rodrigo Cortés (que podéis escuchar AQUÍ), lo que provocó el tener que repasar toda su filmografía, que no tenía especialmente fresca. Ésta la llegué a ver (seguro que fui de los pocos) en los cines. Como había pasado un buen puñado de años, no la tenía especialmente fresca, más allá de que me había gustado, así que tenía ciertas ganas de revisitarla.


Concursante  nos muestra a un profesor de economía con ínfulas de grandeza que recibe el mayor premio de la historia de la televisión. Como es el puto amo, decide empezar a vivir a lo grande, pero las cosas no son tan fáciles para los nuevos ricos, pues a la que fallas una decisión, los buitres están preparados para acabar contigo.

La película sabe muy bien qué quiere hacer: MOLAR. Y eso es lo que hace, básicamente. Desde un primer momento te lleva  a toda leche por un torrente de encuadres molones, una puesta en escena bastante onanista y un continuo de homenajes a los directores que le gustan a Rodrigo Cortés. Se puede percibir al director novel que tiene ganas de meter todo lo que le gusta en su primera película, alardeando de lo bueno que es en cada segundo de metraje. Estos envites suelen ser engendros presuntuosos, pero no negaremos que le ha quedado bastante bien. El experimento visual puede cansar, pero no falta tensión, algo de indignación y la típica capacidad de reconocernos en los pringaos que se piensan que lo saben todo (como nos suele ocurrir).



La carga salvaje (y un poquito torticera) contra los bancos te hace salir del cine bastante indignado. Vale, viva el mal y viva el capital, pero a la que sabes un poco del tema, podrás apreciar que se pasa un poco de frenada y resulta maniquea en exceso. Eso no quita que busca lo que consigue: encabronar. Eso sí, más allá de algunos detalles propios de la falta de experiencia, poco hay que criticar al director. La película va a toda leche (quizás demasiado) hacia un final que se cuenta en el primer minuto, en el que sólo has de ser testigo de la cuesta abajo y sin frenos por la que se está arrojando el protagonista. A pesar de su exceso de visceralidad, posee aciertos visuales por todos lados, mientras se mantiene con acierto en la fina línea entre el thriller y la comedia negrísima.

Parte de su éxito se debe al sorprendente buen hacer de Sbaraglia como protagonista. Clava el personaje de tío sobrado y hostiable que se ve superado por las circunstancias. Siempre se agradece comprobar como un actor consagrado confía y cree en un proyecto de un director novel y levanta la película (y una carrera) como nadie a lo grande. Mención aparte tengo que hacer para Miryam Gallego, pues recuerdo lo muy enamorao que estaba de ella cuando vi la película hará hace más de quince años. El verla de Femme fatale en aquella época me dejó tó loco. Ahora, ya más curtido, no puedo sino apreciar su papel de “he pegado el pelotazo y ahora voy a vivir como Dios”, que encarna con suficiencia.

Oir esto me produjo escalofríos como pocas películas de terror me han causado:

"Lo común: tipo fijo. Un plazo de amortización de 36 meses con un TAE operativo del 6,7%, sistema francés, cuota constante de pago.

Poco más de tres millones...al mes"

Es una primera película que casi cualquier director gustaría de tener. A pesar de ser el debut de Rodrigo Cortés, éste tiene muy claro qué quiere contar y cómo quiera hacerlo. Concursante es un thriller que se pasa algo de pretencioso y quiere molar quizás más de lo que se puede permitir. También te pega al asiento, va a toda leche y sabe no dejar indiferente a nadie. No es poca cosa.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.5 

miércoles, 19 de julio de 2023

Red or dead (David Peace)

Red or dead es uno de los libros más reputados de la literatura futbolística, que cayó en mis manos por motivo de un  Sant Jordi (gracias). Aunque ahora está traducido, en aquel momento todavía no se había editado en castellano, por lo que lo leí en el inglés original.

Título: Red or dead

Autor: David Peace

“En 1959, el Liverpool Football Club estaba en Segunda División. El Liverpool Football Club nunca había ganado la Copa FA. Quince temporadas después, el Liverpool Football Lcub había ganado tres Ligas, dos Copas FA y la Copa de la UEFA. El Liverpool Football Club se había convertido en el club más consistentemente exitoso de Inglaterra. Y el club con la afición más fervorosa. Su Entrenador era reverenciado como un dios. Destinado a la inmortalidad. Su Entrenador era Bill Shankly. Su trabajo era su vida. Su vida era el fútbol. Su fútbol, una forma de socialism. Bill Shankly inspiró a gente. Bill Shankly transform a gente. Los jugadores y los aficionados. Su legado reverberaría a través de los años.

En 1974, El Liverpool Football Club y Bill Shankly se quedaron a las puertas de un éxito todavía mayor. En Inglaterra y en Europa. Pero en 1974, Bill Shankly sorprendío a Liverpool y al fútbol. Bill Shankly dimitió. Bill Shankly se retiró.

Red or dead es la historia del surgimiento del Liverpool Footbal Club y de Bill Shankly. Y la historia de la retirada de Bill Shankly. De un hombre y su trabajo. Y del hombre después de ese trabajo. Y de un hombre en dos partes. En casa y Fuera. Red or dead.”

Quizás con este título y esta contraportada yo esperaba una biografía de Shankly, con sus luces y sombras, que nos explicara cómo llegó a ser quién fue, sus grandes hechos y su legado. Pero no, eso son temas que no le interesan. Red or dead sólo cubre 15 años de esa vida, los años que dedicó al que, según el propio Shankly, era el mejor club del mundo. Pero tampoco se mete a explicar sus métodos de trabajo, el secreto de su éxito o las tácticas que le llevaron a la gloria. Aunque tenemos muchos partidos dentro de la narración, nunca se detiene a contarnos porqué un jugador hace un buen partido, o qué disciplinas tácticas permiten contrarrestar la estrategia rival. A primera vista es quizás lo que querrías ver en un libro de “deportes”, pero lo que realiza el libro es detallar una aséptica crónica de todos los años que transcurren con él al mando, con sus éxitos y fracasos detallados evitando cualquier implicación emocional. En muchos casos se centra en la reacción del excéntrico entrenador a los hechos que van ocurriendo, lo cual le permite plasmar su personalidad, reflejando sus pensamientos en torno a la importancia del fútbol en la vida de la gente (“es la cosa más importante de aquellas que no tienen ninguna importancia”) y la responsabilidad que tiene un club como representante de la gente de su ciudad y sus seguidores.

Lo más destacable del libro es su inusual estilo. Si habéis leído el resumen de la contraportada, podréis haceros a la idea de ello, pero pondré un ejemplo. <<Red or dead tiene un estilo inusual. Un estilo basado en la repetición. Repetición de frases simples. Frases simples que hacen avanzar la trama. Frases simples que hacen avanzar la historia de Bill Shankly. Bill Shankly del Liverpool Football Club. Bill Shankly, el entrenador del Liverpool Football Club. Frases simples que cuentan la historia de Bill Shankly, el entrenador del Liverpool Football Club. La repetición de frases simples que cuentan la historia de Bill Shankly. La repetición de frases simples que reflejan los métodos de entrenamiento de Bill Shankly. Bill Shankly, el entrenador del Liverpool Football Club. Entrenamiento basado en la repetición de rutinas simples>>.

Creo que os podéis hacer una idea. Creo que esta aproximación funciona para esta historia, pero también tienes que hacer pases rápidos y atacar al espacio. Necesitas leer cogiendo el ritmo y así poder pasar las páginas con gracia. Indudablemente, el conocer el fútbol inglés de la época es una ventaja, ya que te permite conocer nombres y referencias. No es indispensable para conocer la historia de Bill Shankly, el entrenador del Liverpool Football club, ya que se nos narra cada temporada con pelos y señales, pudiendo sorprenderte ante las victorias y las derrotas, añadiendo emoción a la lectura. En ese sentido, cada temporada dura alrededor de unas 50-60 páginas detallando el resultado de cada partido. Peace guarda lo mejor de lo mejor para los partidos más importantes, que se narran con todo lujo de detalles. Para que veáis que voy en serio, pongo una transcripción del partido que inaugura la temporada en la que el Liverpool asciende a primera división.

El sábado 19 de agosto de 1961, en el primer sábado de la nueva temporada, el Liverpool Football Club viajó al estadio Eastville, en Bristol.

Y antes del silbido, el primer silbido de la nueva temporada. En el vestuario, el vestuario visitante. Los jugadores del Liverpool Football Club miraron a Bill Shankly, Bill Shankly en el centro del vestuario, del vestuario visitante. Bill Shankly mirando a su alrededor en el vestuario, en el vestuario visitante. De jugador a jugador. De jugador del Liverpool a jugador del Liverpool. De Slater a White, de White a Byrne, de Byrne a Milne, de Milne a Yeats, de Yeats a Leishman, de Leishman a Lewis, de Lewis a Hunt, de Hunt a St John, de St John a Melia, de Melia a A’Court. Y Bill Shankly se frotó las manos.

Eso es, dijo Bill Shankly, ¡Eso es, chicos! Todo lo que hemos hecho, todo por lo que hemos trabajado, chicos. Todo ha sido para este momento, todo por este partido. El primer partido de la temporada, chicos. Esta temporada será la nuestra. Nuestra temporada, chicos…

En el minute siete de este primer partido de la nueva temporada, Kevin Lewis anotó. Y en el minuto cincuenta y cinco, Hill marcó en propia. Y el Liverpool Football Club ganó al Bristol Rovers 2-0. Lejos de casa, lejos de Anfield. En el primer partido de la temporada.

Y así todo el rato. Algunos partidos los despacha en una sola línea, mientras que en otros se está una página entera, según la importancia de unos y otros. Siempre girando en torno a Bill Shankly. Lo que hace y deja de hacer y las entrevistas y declaraciones que va haciendo. La documentación que realiza el autor es brutalmente exhaustiva, por lo que estoy bastante seguro de que casi cada palabra que se nos relata es una transcripción de lo que recuerda uno u otro jugador, o de las muchísimas entrevistas que dio a lo largo de los años.

A grandes rasgos, se puede estructurar el libro en tres grandes partes.

En la primera, seremos testigos de cómo Shankly toma el equipo en segunda división, cerca del descenso y sorprende a todo el mundo al proporcionar estabilidad y estructura al proyecto. La sorpresa que vive la gente de Liverpool por la revolución que sufre su equipo es proporcional a la que encontramos con el modo de escribir del autor. Poco a poco, vamos cogiendo el ritmo y disfrutando con el extraño paso de las jornadas y las páginas, disfrutando con su esquema cíclico y sus repeticiones. Esta parte culmina con una temporada que desborda optimismo y grandeza, hasta que confirman su ascenso a primera división.

Después de unos apuros para mantenerse, las temporadas se suceden y el Liverpool se va transformando en un equipo ganador. Con el paso de los años, veremos como consiguen su primera liga y Shankly es reconocido como uno de los grandes entrenadores de las Islas. Es el momento más exultante del libro, en el que se nota que el autor se lo pasa en grande describiendo la felicidad que vive la ciudad y los trabajadores del Liverpool. Los adjetivos grandilocuentes se suceden y el aroma a triunfalismo es glorioso. Las temporadas van y vienen, las alegrías y los disgustos se suceden, incluso se adentra en los mejores años del equipo en el siglo XX. Sin embargo, el esquema provoca ciertos problemas de redundancia, especialmente cuando las temporadas son demasiado parecidas y cuesta distinguir una de otra (aparte de volverse repetitivas). Finalmente, también está el problema de conocer en qué temporada ganan qué, lo que resta un poco de emoción a la lectura, pues ya sabes desde un inicio si tal o cual partido se ganará o perderá.


Finalmente, entramos en una tercera parte en la que Shankly se empieza a ver mayor y es consciente de que los tiempos están cambiando. Cada verano es una época de peleas, frustración y el inicio de un nuevo ciclo que cada vez se ve con menos fuerzas para acometer. Es quizás uno de los momentos que más logrados del libro: cuando se da cuenta, lleno de pena, de que ya no es el entrenador ideal del equipo que más ama y de que debe dar un paso a un lado y retirarse para dejar hueco para jóvenes con nuevas ideas y fuerzas renovadas. Una vez tomada la decisión, viene el momento de decidir qué hacer con su vida post-retirada. Por primera vez en muchos años, tiene tiempo de sobras para hacer lo que desee, pero lo único que le gustaría hacer es justo lo que no hará más: entrenar al Liverpool. Esta frustración se mezcla con la alegría que supone ser una de las fuerzas vivas de una ciudad que le adora, y a la que adora él también. Se transpira cariño y admiración por todos lados.

Red or dead concluye con un pequeño epitafio y un recordatorio de todos los que le conocieron, expresando el cariño que tenían por este personaje.

Así, tenemos una hagiografía que se percibe hecha con cariño. Una biografía puede hacerse de manera más o menos crítica, pero desde un primer momento se nota que la intención del libro es la de homenajear al objeto de la historia y dejar en buen lugar a un personaje histórico de la ciudad y del fútbol mundial. Se pasa muy por encima de los aspectos más controvertidos de Shankly, incluso poniendo como virtudes su obsesión por las repeticiones, su cabezonería y su mala leche. Al final, lo que queda es el mensaje que queda en su estatua homenaje: “Hizo feliz a mucha gente”.

Lo que me ha sorprendido es la profusa documentación que se incluye con el libro. Al final tenemos un listado con todas las citas y el número es realmente abrumador (ojo, que acaba bastante antes de lo que parece), dejando claro que Peace ha trabajado bien. Lo que más ha llamado mi atención es la extraña cadencia con la que Shankly habla en cada uno de sus diálogos. Sin embargo, si alguna vez has oído alguna entrevista suya, podrás comprobar que está MUY bien representado. No me extrañaría que en muchos casos, lo que encontramos en el libro son transcripciones casi literales de las entrevistas reales.

Red or dead es un verdadero ejercicio de estilo en la que la elección de su extraño ritmo y su abuso de frases simples es perfecto para lo que el autor quiere conseguir. Y no dudo ni por un segundo de que tiene éxito en ello. No dudo que Peace se habrá encontrado cientos de  veces en la situación de haber terminado una frase particularmente compleja y luego teniendo que realizar un esfuerzo consciente para transformarla en frases de un hombre de las cavernas. Toma un riesgo enorme con un estilo que expulsará automáticamente al 75% de los lectores, pero creo que artísticamente, Red or dead lo clava. Y cuando un trabajo cumple unas intenciones artísticas tan complejas sin por ello descuidar el contenido, es justo reconocer el mérito de su propuesta.

No obstante, sus 700 páginas de letra diminuta se pueden hacer difíciles de acabar. La reiteración de las temporadas se puede hacer algo pesada, especialmente en las temporadas finales en las que es obvio que ya no hay novedad alguna, la sorpresa por el modo de escribir se halla ya lejos y las reiteraciones empiezan a cobrar su peaje. Pero claro, el autor se ha autoimpuesto una serie de limitaciones y no quiere renunciar a ellas…

Lo que debo reconocer es que nunca había leído un libro como éste. Que no es poca cosa. Como alguien que gusta del fútbol, de la ficción basada en la realidad y de los tochámenes, me he hallado gozando como un gorrinote. Su propuesta tan extrema provocará muchos más odios que amores, pero si eres de los últimos, éste es de los libros que nunca vas a olvidar. Quién lo iba a decir de la simple biografía de un mero entrenador de fútbol.

Si eres de los que supuran amor por el fútbol, sabes apreciar el fanatismo casi incondicional por la mística que éste genera y tienes unos mínimos conocimientos sobre la Premier League (y buenas dosis de paciencia), éste puede ser tu libro.

Nota: 8

Nota goodreads: 3.75/5