martes, 16 de junio de 2020

Spiderman: Lejos de casa


Pues bueno, habíamos tenido el Endgame y X-Men: Fénix Oscura se había comido el marrón de ser la primera película de Súpers. Sin embargo, tocaba que llegara por fin una nueva película del MCU tras Thanos y a alguien le tenía que tocar. Así llegó Spiderman: Lejos de casa. Se suponía que ésta era la primera película que debía sentar las bases de lo que sería el nuevo macro-evento cinematográfico, enseñándonos cuales son las bases para el futuro.

Mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme una idea muy diferente. Esta película no era el prólogo de lo que estaba por venir sino un sentido epílogo de lo que ha sido la Guerra del infinito. Durante su primera hora encontramos lo que, con diferencia, es lo mejor de la película. En ella se nos cuentan, utilizando la excusa de Peter Parker, las consecuencias de los últimos chasquidos para todos aquellos que no estuvieron en el Avengers Assemble!. Luego, parece que la película se acuerda de que Spiderman está en el título y hay que darle una historia, por lo que aparecen unos monstruos elementales, un súper de otro Universo y empiezan las toñas, las acrobacias y salvar una vez más el mundo.

Pero bueno, centrémonos. Empezábamos con la reacción del mundo a las consecuencias del Lapso. Han retornado todos los que se fueron, que no saben qué ocurre. Mientras tanto, todos aquellos que quedaron han estado cinco años sin sus seres queridos. Hay quien ha guardado luto durante todo este tiempo y reciben con alegría a los desaparecidos. Otros han conseguido rehacer sus vidas y ahora tienen ciertos problemas logísticos. Hermanos pequeños se han transformado en hermanos mayores. Hubo quién fingió desaparecer y otros no estaban en el lugar indicado. Se muestran las consecuencias que todo el follón ha tenido para la plebe, lo que está espléndidamente aprovechado para aportar coherencia al Universo que se ha creado, unos cuantos chascarrillos y espacio para debate sobre qué deberíamos hacer en un caso similar cuando eso ocurra. No hacía ninguna falta meterse en este jardín, pero se sale del brete con alarde y buen tino. Mis dieces para el equipo de guionistas en esta parte.



Asimismo, también vemos reflejado el sentimiento de Peter Parker ante la desaparción de Tony Stark, que hasta entonces se había convertido en su referente como figura paterna. Cuando todos están radiantes de alegría, él vive un luto consciente. No sólo le echa en falta como mentor, sino que también siente la llamada del deber, al comprometerse a continuar su legado de la mejor manera posible (no tan sutil indicación de que quizás la idea de la MCU es construir unos Nuevos Vengadores a partir de Spidey). Son 30-40 minutos en los que la película transcurre a un nivel magnífico, funcionado a modo de perfecto epílogo a la Guerra del Infinito.

Posteriormente, el film abandona este tono solemne y se vuelve a arrojar sin complejos a la comedia mamarracha con adolescentes por medio que caracteriza al Spiderman del MCU. Con la excusa de un viaje por Europa, tendremos a toda la salidorra clase de Peter Parker yendo de aquí para allá. En medio de este EuroTrip tendremos chascarrillos a lo American Pie mezclados con las ansias de Peter Parker de declararse a MJ, que pasa de secundaria en la primera película a objetivo del noviazgo en la segunda (¡Ay, Spidey, que se te ve el fetichismo!). Por si fuera poco, tenemos la aparición estelar de Mysterio, uno de los malvados clásicos de Spiderman, convertido aquí en improbable aliado.



Una vez tenemos la situación montada, se establecen los primeros set-pieces de acción y destrucción, con los que la película se mueve a través de los cánones más estándar del MCU: comedia de acción con algunos chistes buenos (otros no especialmente), una trama más o menos simplona y mamarracha, concluyendo con unas cuantas escenas de acción resultonas. Nada nuevo bajo el sol, sin aportar nada especial, entreteniendo a su modo. Los amoríos de instituto son me chirrían más que en su predecesora, dónde se veían más naturales, pero bueno, este Spiderman es así.

Se nota mucho que Holland se lo pasa en grande siendo Peter Parker, quizás un sueño hecho realidad como le pasa a Henry Cavill. Le tiene cogida la medida a la encarnación que quieren del personaje, lo que se nota en el resultado final. Tanto que se permite también un par de momentos para mojar bragas enseñando musculitos con camisetas volando gratuitamente. Zendaya era la mejor actriz juvenil de la anterior película, motivo quizás por el que la han convertido en el nuevo objetivo amoroso del prota. Le sobra carisma para sacar adelante su trabajo, aunque me fastidia que hayan convertido un personaje cínico y tridimensional en una dama en apuros, el guión no le hace ningún favor. Por su parte Gyllenhaal demuestra su solvencia dando vida a Mysterio. Sin soltar el automático en ningún momento, se muestra como el actor más capaz de todo elenco. Finalmente, Jon Favreau y Marisa Tomei se convierten una improbable pareja con, probablemente, los mejores chistes de la película. Otros que se nota que se lo pasan en grande rondando la película. En resumen, un poco lo de siempre: no se pide nada en especial a los personajes más allá de cumplir y es lo que hacen. Ya tenemos interiorizados a los personajes, por lo que se hace muy fácil seguir sus andanzas.

Comparado con otras versiones de Spidey, la de Tom Holland se establece como la más petarda de todas. Renuncia casi por entero a la trascendencia de la responsabilidad y se dedica a soltar sus chascarrillos y llevarse a la chica. Va en consonancia con la edad del personaje, que todavía va al instituto en vez de a la Universidad (como el de Maguire), el de renunciar a meterle carga emocional a la trama, algo fuera de lugar en el esquema general del MCU, especialmente si como parece, está planeado que lidere a los Nuevos Vengadores.

La novedad más destacable de la película se halla en la imaginería que genera Mysterio, jugando con ilusiones, y proyecciones (casi) salidas de otro mundo. Cada pelea en la que vemos lo que es capaz de desatar mola, especialmente para ver en una pantalla gigante, tal como ocurría en las películas del Dr. Extraño. Es un gustazo contemplar lo bien que trabaja Marvel la parte visual cuando le apetece, no hay más que contemplar las dos peleas contra Spidey, en los que la línea que separa la fantasía y realidad se torna difusa con cierta maestría. Realmente, la vuelta de tuerca que se le pega este personaje secundario tiene su punto, con la posibilidad para usarlo en un buen puñado de cosas si les apeteciera. 


Spiderman: Lejos de casa es una propuesta irregular. Después de treinta minutos fabulosos dedicados al MCU, se pasa a unas dos horitas de acrobacias, chistecitos, amoríos y buenos efectos especiales. Mucho aroma mamarracho y petardeo vario que se hace entretenido, dando lugar a una de las películas más infantiles de toda la franquicia. Adolece de un antagonista algo desdibujado y hace muchas cosas que no esperaríamos ver en un cómic de Spiderman. Los chistes no aciertan tan bien como debieran, pero los que sí lo hacen son magníficos, con lo que todo pasa espectacularmente rápido a la que no te pongas muy tonto con el guión. Divierte sin alardes, que es un poco lo que busca.

Nota: los primeros 30min, de 8, luego 5.
Nota filmaffinity: 6.3

La escena final de JJ es grandiosa. Un descojone de bandera. Me reafirmo en que JK Simmons es el que mejor ha encarnado a un personaje Marvel en la gran pantalla. Se cambia de universo fílmico y sigue ahí siendo el mejor, como si tal cosa. Chupi.

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