domingo, 26 de marzo de 2023

La chica del tren

La chica del tren fue uno de estos fenómenos literarios que nadie sabe cómo aparecen pero que a la que te despistas ha vendido un chillón de libros y todo el mundo se lo ha leído. Evidentemente, la adaptación a película no iba a tardar demasiado, no sea que se pase la moda y la gente se olvide de este título.

Así, tenemos a una chica que cada día hace el mismo trayecto en tren. Cada día ve a los mismos vecinos que viven cerca de las vías e imagina cómo serán sus vidas. Un día, cree ser testigo de un asesinato y, cómo la policía no la cree, tendrá que investigar por su cuenta para encontrar (o no) al culpable de un crimen que quizás sólo ha ocurrido en su febril mente.

Lo que nos ofrece es un thriller de oficio, con muchas trampitas y giritos inesperados, pero que no se mete en más follones de los imprescindibles. Desde un primer momento te avisa que estás ante un narrador poco fiable y, por tanto, hemos venido a jugar.

Sin embargo, esto no evita la sensación de que se trata de un producto hecho por hacer, sin otro motivo que un balance de cuentas decía que era adecuado y no porque alguien tuviera ganas de hacerlo. Se encarga el proyecto a la directora Tate Taylor, que ya ha destacado por saber dirigir a mujeres y, también, porque vende muy bien decir que la tienes tras las cámaras. Aquí hace uno de sus trabajos más anodinos, limitándose a hacer de mercenaria rodando rápido sin molestarse mucho. Mantiene bien el ritmo y sabe manejar la tensión que demanda un thriller de este estilo, pero no tiene nada que la haga destacable.

Lo mismo ocurre con el elenco actoral. Conscientes del proyecto en el que están, ponen el piloto automático, limitándose a hacer su papel y poner la chequera. Si acaso la protagonista Emily Blunt hace amago de darle un poco de empaque, pero lo que son Rebecca Ferguson y Haley Bennett, pues la verdá… Como cosa curiosa, he leído por ahí que la protagonista del libro debería ser algo regordeta y no especialmente bella, pero no creo que Emily Blunt tenga esas características.

Así, tenemos una película de domingo tarde rodada con buenos actores. Que sí, que no se esfuerzan mucho, pero ya es mucho mejor de lo que tendríamos, y se nota. No deja ser una película de domingo tarde, pero no aburre y a veces basta con eso. No puedo evitar compararla con Perdida, que va en la misma onda, pero está mucho mejor.

Cada best-seller debe tener su adaptación al cine y ésta no es una excepción. Hecha a todo correr para atraer incautos que se vean atraídos por el nombre, sin nada más especial o novedoso que cumplir el trámite y no liarla demasiado. La chicha del tren es un thriller de oficio, hecho por encargo con un elenco principal no muy interesado en el proyecto. Sin tener nada destacable ni cagarla demasiado, tampoco la caga en exceso. Funcionó aceptablemente en taquilla, especialmente destacable por los dos duros que costó.

 

Nota: 4

Nota filmaffinity: 5.4 

viernes, 24 de marzo de 2023

The Amazing Spiderman - El poder de Electro

A pesar de sus defectos The Amazing Spiderman había cosechado un éxito bastante decente, por lo que se hizo patente rápido que una segunda parte no iba a tardar. Andrew Garfield volvería a ponerse las mallas en un “más grande, más bestia y sin cortes” de manual.

Mientras que la primera parte buscaba simplemente salvar la papeleta, en El poder de Electro se tiraba la casa por la ventana para generar una verdadera saga de películas. Por ello, se siembra semillas por todos lados: los padres de Peter como agentes secretos, Oscorp dándolo todo, reminiscencias a mil cómics con los que satisfacer a los fans… Ah, ¿Qué la película tiene que tener un argumento? Bueno, pues mientras Peter Parker y Gwen Stacy estabilizan su relación y están más acaramelados que nunca (bueno, no, que primero tienen que romper la promesa al padre de Gwen), aparece un malo malvadísimo que es Electro y sabe usar la electricidad que odia a Spiderman porque no le firmó un autógrafo. Por si fuera poco, el mejor amigo de Peter, el riquísimo Harry Osborn se está muriendo y su única salvación es convertirse en El Duende, que quiere matar a Peter Parker porque su novia está muy buena, o algo así.

En fin, se junta un despiporre argumental de dos películas en sin mucho equilibrio con la necesidad de sembrar a toda leche las bases para próximas entregas. Así no hay tiempo para desarrollar ni equilibrar nada, provocando que la película sea un pastiche que cueste de digerir. Los problemas cuando se quiere correr y abarcar demasiado.

Pero, por otro lado, también se debe destacar el hecho de tener a dos buenos actores implicados en el proyecto. Aunque no hay por dónde cogerlo, tanto Emma Stone como Andrew Garfield se esfuerzan para sacar adelante a sus personajes con lo poco que el guión les da, favorecidos por la estupenda química que hay entre ellos (vale, quizás un poco demasiado tontorrones, pero funcionan). Lástima que el resto del elenco no le ponga tantas ganas como ellos, pero es lo que hay.

Por su parte, los efectos especiales son tan buenos como deben de ser en un proyecto de este estilo, complementándose muy bien con las escenas de acción para que, individualmente, cada una de ellas mole como debe molar. Es lo que hemos venido a ver (ejem) y es lo que nos dan. A destacar la primera pelea con Electro y, sobretodo, la batalla final con el Duende y el CRACK, que duele con ganas. Me encanta como se engarza esta escena con el retorno de Garfield como Spiderman en Sin camino a casa y la estupenda redención del personaje, dejando claro que Garfield es el mejor de los tres interpretando al trepamuros.

Podríamos decir que El poder de Electro tiene cosas que funcionan bien junto a otras que funcionan muy mal. Además, la película tira hacia demasiadas direcciones diferentes, queriendo hacer más cosas de las que debe a la vez, con lo que el resultado no es en absoluto satisfactorio. La taquilla tampoco acompañó en exceso, lo que, unido al retorno de Spiderman al MCU, provocó el fin de esta franquicia. Curiosamente, cuando parecía ya olvidada, su aparición en Sin camino a casa ha aumentado sus posibilidades de resurrección, pues mucha gente se quedó con ganas de más y es posible que tengamos una tercera entrega en algún momento cercano (o no). Me veo revisitando este post en un par de años para actualizar este apartado. Jé.

En fin, El poder de Electro es un proyecto muy irregular, apuntando a demasiadas direcciones sin tener claro cual quiere priorizar. Da diversión y provee de acción más que decente, pero luego se distrae demasiado, juntando escenazas con decisiones extrañas que no casan con el resto de la película. Normal que provocara la interrupción de su saga.

 

Nota: 4

Nota filmaffinity: 5.8

 

  

miércoles, 22 de marzo de 2023

Wakolda (Lucía Puenzo)

Me apunté este libro tras haber visto su adaptación a la gran pantalla, reseñada aquí. Como uno se da mucha prisa en estas cosas, pues ha tardado lo que ha tardado en llegar a estas reseñas, pero bueno, es lo que tiene ser tan masoquistamente sistemático.

Título: Wakolda

Autor: Lucía Puenzo

“En su camino hacia la Patagonia en 1959, un científico alemán conoce a una familia que lo acoge en su nuevo hostal. Pronto el interés entre ellos crece, aunque la familia ignora que este hombre sofisticado y culto no es otro que el criminal nazi Josef Mengele, perseguido por el servicio de inteligencia israelí. Su carisma y misterio seducen sobre todo a la hija, cuyo físico a su vez fascina al médico. Lilith es una adolescente rubia, de piel muy blanca y grandes ojos azules, casi perfecta para Mengele, pero que apenas mide algo más de un metro. En Llilith, como en las muñecas de asombroso ideal estético ario que fabrica artesanalmente el padre, Josef revive todas sus obsesiones sobre la pureza y la perfección.”

Quizás el mayor problema que me encuentro al enfrentarme a este libro es que sé bien qué va a ocurrir, conociendo muchos de sus secretos, por lo que se pierde algo del efecto sorpresa que busca el libro. Pues justo a lo que juega Wakolda es a no contarte todos los detalles, buscando generar un poquito de confusión omitiendo según qué hechos, obligando a que el lector imagine, elucubre y se rebane los sesos entendiendo qué ha pasado realmente fuera de foco. La comezón que generan estas pequeñas elipsis se bastan para que te rebanes los sesos y reconstruyas la acción a partir de los diálogos anteriores y posteriores está muy conseguida. Lucía Puenzo quiere generar mal rollo y vaya si se queda a gusto, acercándose peligrosamente al terror en algunas páginas.

Para ello parte de una ficción inventada por la propia autora pero que destila una verosimilitud tal que “bien podría haber pasado”. Se lo compramos. Así, tenemos al conocido Dr. Mengele escondiéndose en un pueblecito recóndito de Argentina donde, en principio, busca pasar desapercibido. Sin embargo, la cabra tira al monte y pronto empezará a hacer de las suyas, convirtiéndose en el médico/veterinario local y, sobretodo, dedicándose a la fabricación de siniestras muñecas de porcelana. A partir de ahí se va construyendo un retrato del mal absoluto sobre todas las atrocidades que puede hacer el hombre, personificado aquí en uno de los rostros visibles de los malos por antonomasia del siglo XX.

Como he comentado, ignoras cosas, te faltan datos, pero todas las páginas están impregnadas de una atmósfera malrollera realmente desasosegante. Muchas interacciones son de un racismo desatado, personajes glorifican al régimen nazi, los actos perturbadores se suceden… Todo ello regado con la seguridad de que ahí hay un monstruo capaz de cualquier cosa. Aunque a la hora de la verdad se te describe poca perversión, ocurren tantas cosas (o se te hace ver que ocurren) fuera de plano que puede hacerse difícil de leer. En palabras de la autora, una de las cosas que quería reflejar en el libro es un recordatorio del clima pro-nazi que se vivió (se vive) en determinadas zonas de Argentina y que no debe olvidarse de la existencia de colegios alemanes con esvásticas en las banderas y saludos en honor a Hitler.



Pero bueno, el libro vicia, su maligna fascinación ante lo que puede ocurrir te retuerce el estómago y te impide dejar de leer. Puenzo sabe transmitir la sensación de que Mengele se comporta como un monstruo, como un Dios para el cual el resto de gente a su alrededor son meros juguetes con los que entretenerse, manipulando sus emociones, atrayéndolos a su maligna influencia… Si bien meterte en su mente no es algo apto para corazones sensibles, se basta y se sobra para mantener la atención del lector y crear un ambiente de suspense de lo más molón. Quizás no dedica mucho tiempo a describir a más personajes que al propio Mengele, pero 200 páginas dan para lo que dan.

Sin embargo, el juego narrativo no es precisamente fácil para el lector. En la historia faltan cosas, hay saltos temporales y mensajes dentro de mensajes. Al leerse tan fácilmente (por el vicio y por su longitud), te puedes zambullir con demasiadas ganas y confundirte con su falta de detalles. Después de todo, la mezcla de tramas no ayuda a hacer el libro más comprensible: Enzo (padre de familia) y su fábrica de muñecas, Eva (madre) y su embarazo, una red de espías que busca capturar a huidos nazis, la seducción de la pequeña Lilith… Y los tentáculos de Mengele por todos los rincones. Cualquier lector se muere por saber más y observar todas las intrigas que adivina, que se imagina, pero que rechaza creer. Es tarea del lector rellenar todos los huecos dejados por le estupenda prosa de la autora y comprender la realidad a través de lo que sabemos y lo que podemos deducir.

Se le puede criticar un atropellado final en el que pasan muchas cosas sin que se te expliquen qué relación tienen unas con otras. Se aturulla la acción y no acaba de quedar claro como concluyen las diversas tramas. Intentaré responder lo que creo de algunos interrogantes que no son del todo explícitos.

SPOILER

¿Qué significa Wakolda, la muñeca de trapo?

Como hemos visto, esa muñeca tiene algo de magia sobre lo que tiene que venir y, al ser una muñeca embarazada, viene a significar que Lilith está embarazada, confirmando indirectamente lo que Mengele ha hecho con ella.

¿Quién desenmascara a Nora?

El plan de los judíos salta por los aires sin que, en ningún momento se nos diga quién es el traidor, aunque sí sabemos que lo hay. Sin ninguna prueba, apuesto que Lilith dijo lo que no tenía que decir en presencia de alguien, pero esto es elucubración pura.

¿Qué pasó en el hotel tras recoger las muñecas desmontadas?

Cosas muy feas. Sangre derramada. Ese hotel no seguirá abierto mucho tiempo.

FIN DEL SPOILER

Una cosa que sí hace bien la película es cambiar el orden de algunos hechos, provocando que las relaciones causa-efecto estén mucho más claras y sea todo más comprensible. El desenlace es injusto, repugnante y confuso, enfadando con ganas al lector. Pero bien, todo el libro tiene el mismo tono, fascinando y repugnando con una maligna belleza, provocando que cada vez que cierres el libro tengas el estómago encogido.

Wakolda no es recomendable, no es en absoluto agradable. Leer este libro no es un placer y no se pasa un buen rato con él, pero fascina. Además, su confusa trama hace imposible el clasificarlo en un género concreto. Por momentos es ficción biográfica, por momentos es una historia de espías y en otras páginas salta al terror (pero del que duele, del que sabes que es real). Lo que sí es Wakolda es una historia perturbadora, una reflexión talentosa sobre la fascinación del mal y su influencia.

 

Nota: 8

Nota goodreads: 3.75/5 

jueves, 9 de marzo de 2023

Free Guy

Desde hace un buen tiempo se suele decir que Ryan Reynolds se ha aficionado a hacer un papel muy clónico que consiste en hacer, básicamente de Ryan Reynolds, es decir: un tío simpático, parlanchín, algo torpón y con mucha suerte. Y sin embargo, parece funcionar. Tal como Robin Williams o Jim Carrey tuvieron su época, parece que éste es el momento de Reynolds.

Free Guy nos sitúa en un videojuego online. Pero no lo hace desde la manera habitual, sino que lo hace a partir de cómo vive uno de sus NPCs, es decir, los personajes no jugador creados por la máquina. Ignorante de estar dentro de un servidor informático, Ryan Reynolds (si es que no se le puede llamar de otra manera, joé) vive feliz, aunque suspira de amor por una jugadora a la que espía a distancia dentro de sus posibilidades. Como no puede ser de otra manera, una serie de sucesos harán que la pueda conocer y adquiera la libertad necesaria para conquistarla, salvando el mundo en el proceso (o algo así).

Se trata de una propuesta que realmente no inventa nada, funcionando como una versión de hacendado de Ready Player One. Las relaciones entre ambas películas son más que obvias, especialmente cuando nos damos cuenta de que comparten guionistas. En este caso se abusa menos de licencias comerciales para captar con gran acierto la vida en un videojuego online de principios de 2020 y toda la comunidad que hay alrededor (reacciones en Youtube, streamings en Twitch, opiniones de Twitter, influencers, etc). Entre el gracejo de su prota y el chillón de chistes referenciales, cualquiera que esté metido dentro del mundillo se lo va a pasar en grande. Por mi parte, me lo ha pasado grande en esta locura de acción que suelta un chorreo enorme de chistes frikis embutidos un poco muy al bulto. No obstante, no estoy tan seguro de que funcione tan bien si no eres un iniciado, o dentro de diez años, cuando muchos detalles hayan pasado de moda. 


Supongo que es uno de los problemas de no tener a Steven Spielberg tras las cámaras. Quién dirige es Shwan Levy, un director con un historial enorme de comedietas a sus espaldas, siendo quizás Noche en el museo la mejor de ellas. También ha tenido la suerte de dirigir algún capítulo de Stranger Things, de donde ha sacado a la mayoría del personal técnico con el que hacer la película.

En cuanto a los actores, todo gira en torno a Ryan Reynolds que, evidentemente, se lo pasa en grande (y se nota). Otro que se goza a sí mismo y más es el malvado antagonista de la obra, un Taika Waititi al que nadie parece ser capaz de detener en su locura. Si antes hablaba sobre Jim Carrey y sus excesos, aquí tenemos a un sucesor que no deja indiferente a nadie. En cuanto al resto de secundarios, cumplen un papel más funcional, destacando Jodie Comer y Joe Keery que saben dar el extra en los momentos en que el guión les exige una interpretación más trabajada.

Al simular estar dentro de un videojuego, el tratamiento de la fotografía es un poco extraño y, por momentos, desconcertante, pero esto se aprovecha luego muy bien para crear unos efectos especiales la mar de resultones, jugando de maneras loquísimas con las físicas y desarrollando un estilo visual muy particular. Puede que cueste entrar en su imaginería, pero la película luce bien y de manera distintiva.


Pero luego tiene dos problemas. El primero es que no inventa nada nuevo. Desde el obvio referente de Spielberg (del que no renuncia en ningún momento) a mil chistes y guiñitos, deja mucha sensación de ya visto. También se le nota que, a medida que se desarrolla la trama, la película va dejando de ser una comedia gamberra para transformarse en una comedia romántica, volviéndose bastante predecible en su desenlace.

Algo que sí hace es empezar una franquicia nueva, partir de cero con una imaginería y desarrollarla, lo que, en estos tiempos de precuelas, secuelas y aversicuelas es algo de agradecer. Además, sabe mantener un tonito simpaticón que permite que veas toda la película con una sonrisa tontorrona en los labios.

Otra cosa a destacar es que, hacia el final de la película, se permite no sólo hacer referencia a un par de franquicias de las gordotas, sino utilizar toda su imaginería con ganas: utilería, símbolos, música… Creo que es la primera vez que veo una exploitation de este estilo en una película gorda, sin buscar el homenaje, sólo porque puede hacerlo. Se nota que, a fin d ecuentas, es una única casa madre quién tiene los derechos de “todo”.


Free Guy es un compendio de aventuritas chorras con toques frikis. Goza de tener a Reynolds con cara de buena gente haciendo sus chascarrillos, Waititi descacharrante y un buen puñado de chistes que aciertan. Padece de tener una profundidad argumetnal y un gusto por la coherencia cercano a cero, pero funciona para conseguir risas durante un buen rato. Se le podía haber pedido un poco más de mala idea, excediéndose en azúcar y forzando “un poco” el happy ending, pero bueno, eso no impide disfrutar con una ñoñería buenrollera.

 

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 6.2

 

lunes, 6 de marzo de 2023

Acento Robinson - El lado humano del deporte (Michael Robinson)

Mi hermano me “obliga” a leer este libro, sabiendo lo mucho que me gustan las “historias dentro del deporte”. Aparte, siempre he sido fan de los Informe Robinson, por lo que no sería extraño que me agradase un libro del mismo palo.

Título: Acento Robinson – El lado humano del deporte

Autor: Michael Robinson

“¿Es el deporte una escuela de vida? ¿Qué hay detrás de los récords del mundo, de las marcas y de los trofeos? ¿Qué pasa cuando termina la carrera, cuando el árbitro pita el final o te adentras en los vestuarios para enfrentarte de nuevo a la vida?... Bienvenidos a Acento Robinson.

El periodista deportivo Michael Robinson nos ofrece en Acento Robinson historias humanas del deporte. Gracias a un estilo ameno e inspirador, descubrimos relatos increíbles de individuos de carne y hueso que ponen de relieve la dureza del deporte y el aprendizaje que este suscita. Nos enseña a gestionar el éxito y el fracaso -las dos caras de la misma moneda aplicables a todos los ámbitos de la vida-, porque en realidad el deporte nos pertenece a todos y en ocasiones nos toca muy dentro. Por el deporte sufrimos, vibramos, nos emocionamos, amamos, nos enfadamos, lloramos... El deporte nos une y no importan las razas o la ideología, los partidos políticos ni la crisis. Y Robinson rememora a los grandes nombres Severiano Ballesteros, Nelson Mandela, Manolo Santana o Fernando Martín, entre otros; nos habla de los niños que sueñan con ser deportistas de élite, de la necesidad de emigrar para conseguir un sueño, de los obstáculos que hay que salvar en el camino hacia la meta o de los límites, los grandes retos, que son siempre un motor no un freno.

Este libro es un homenaje a las luces y las sombras de una actividad que es inherente al ser humano desde los primeros tiempos, una especie de templo al deporte en el que habitan dioses que pueden convertirse en individuos corrientes y en el que las personas se pueden dar cuenta de que en realidad entre dioses y hombres la distancia no es tan grande.” 

 

Y me sabe mal decirlo, especialmente cuando me dejan un libro con toda su ilusión y piden que te guste, pero no me ha agradado en demasía. Hay muchas cosas por la que este libro podría (debería) estar mejor de lo que está.

Lo primero de todo sería ubicar quién es el autor y la importancia de los Informes Robinson. Michael Robinson fue un futbolista inglés, integrante del Liverpool FC a mediados de los ochenta, una de las épocas de gloria del club. En sus últimos años de carrera deportiva fue a parar a Osasuna, jugando unas cuantas temporadas y enamorándose de España y su manera de vivir. Una vez retirado, empezó una nueva carrera como presentador de programas deportivos (El día después, por ejemplo), destacando por su simpatía y buen hacer. Con los años, su perfil fue evolucionando y acabó siendo la cabeza visible de un equipo de periodistas que utilizaba el deporte para contar historias que merecían la pena conocerse, son los llamados Informes Robinson. A lo largo de un puñado de años, desarrolló una serie de documentales espléndidamente que ponían el foco – principalmente – en las pequeñas cosas en las que el deporte contribuye a hacer de éste un mundo mejor. En resumen, un compendio de historias agradables sobre estrellas desconocidas, aspectos inesperados y pequeños grandes momentos en los que fijarse, siempre desde un respeto inusitado estos días y con una profusa documentación que les hizo ganar un respeto muy merecido. 

 

Al albur de otros libros de anécdotas deportivas de gran éxito, alguna editorial decidió aprovechar estas historias desarrolladas en los Informes Robinson y trasladarlas a un libro con la idea de captar a los fans y aquellos que conocen la fama de sus reportajes. El problema es que el resultado no es, ni mucho menos, satisfactorio. Acento Robinson es un compendio de algunas de sus mejores historias, las desarrollan a lo largo de 5-6 páginas y luego saltan a la siguiente. Ocurren dos cosas: las mejores historias piden más espacio por lo que quedan cojas y, al haber un gran número de ellas, se ven incorporadas otras más flojas. Yo hubiera preferido menos reportajes mejor contados que un gran picoteo de cositas variadas. Además, un defecto gordo que un acérrimo fan como yo ha encontrado es que en muchos casos lo que leemos son transliteraciones literales de lo dicho en el programa concreto, lo que en unos casos suena raro y, en otros, al ser una mera repetición, pierde gran parte del efecto que pudiera tener una mejor redacción, con lo que la experiencia queda deslucida.

Como he comentado, se nota mucho que Acento Robinson es un libro hecho a rebufo de otras propuestas similares que se aprovecha del nombre del programa de televisión. El resultado es una experiencia algo fallida que habría mejorado fácilmente con haber trabajado más un puñado de aspectos. Si eres fan de este entrañable personaje que ya tristemente nos dejó, pues es probable que lo disfrutes y seguro que al leerlo sonará con su inconfundible voz en tu cabeza. 

 

Nota: 2

Nota goodreads: 3.65/5