Los asiduos a este
sitio ya sabréis que el libro de Ready
Player One me flipó cosa mala. Conectó con mi friki interior como pocos
libros, aunque fuera por la pura tormenta de referencias, disfrutándose con
ganas. Que tenía sus cosas y sus errores, pero vaya si me divertió. Creía que
me estaban timando cuando se anunció la película. No ya que se hiciera, sino
que quién estuviera detrás fuera Spielberg. ¿Qué hacía metiéndose en una cosa
tan friki? La verdad es que no me cuadraba. Además, para que funcionara, se
tendría que pedir un montón (pero grande grande) de derechos de autor, ya que
tendría que haber DE TODO o no cuajaría.
Meses después
apareció el tráiler, que me demostró que sí se podía meter tanto frikerío en
pantalla. Y encima parecía que iba a molar y todo. No obstante, a mí casi me
daba igual que fuera mala. A la que fuera tan friki como el libro ya me iba a
valer.
El planteamiento de
ambas propuestas es el mismo. En un futuro cercano, la humanidad pasa más
tiempo conectada a Oasis que en el mundo
real. Este videojuego de realidad virtual contiene miles de mundos en el que
puedes ser (casi) quién quieras ser. Además, su creador ha conseguido
mantenerlo fuera del alcance de las malvadisísimas compañías, permitiendo que
el juego sea accesible para todo el mundo. A su muerte, escondió dentro del
juego un secreto que permitiría a quién lo encontrara apoderarse de todo Oasis y decidir su futuro. Durante años,
muchos han dedicado infructuosamente horas y horas de sus vidas. Wade (Parzival)
es uno de tantos chavales que sueña con desentrañar los puzles que el creador ha
dispuesto que, por un azar del destino, consigue ser el primero en pasar la
primera prueba escondida.
El planteamiento es exactamente el mismo, pero luego el desarrollo es completamente diferente. Más allá de los personajes y las toneladas de referencias, pocas cosas se mantienen, con una simplificación exagerada en el caso de la película. En ese sentido, veo materialmente imposible poner las dos primeras pruebas del libro en la pantalla, no son practicables. La salida por la tangente que ha realizado Spielberg es preciosa, tanto la carrera de coches locos como el Hotel Overlook son verdaderos ejercicios de virtuosismo.
Asimismo, se
suavizan las oscuras referencias videojueguiles de los ochenta y se sustituyen
por referencias noventeras mucho más reconocibles por el común de los mortales,
algo perfectamente entendible. Eso no quita, claro que siga habiendo carretadas
de guiños y detalles por todos lados de la pantalla (el DeLorean, Akira, Street
Fighter, WOW, Sonic, Gears of War y podría estar horas con ello). Mi niño
interior no podría haber estado más feliz. Habré visto la película como cinco
veces, las últimas sólo dedicándome a pausar para encontrar todas las
referencias posibles. Lo mejor de todo es que, más allá de las tres primeras
que se te ponen para que sepas de qué va la cosa… NO SON OBVIAS. Nos hemos
cansado de ver cómo te paran la escena para que te puedas fijar un segundo en
el guiño, pero Spielberg no hace nada de eso. Muestra las referencias en
pantalla como si nada, tanto en primer como en segundo plano, pasan por allí,
como una parte orgánica de la película.
Además, lo más
importante de todo es que la película es divertida. Muy divertida. Spielberg
quita un montón de cosas para que Ready
Player One vaya a toda mecha, tenga acción y emoción a raudales y encima
las pasteladas no se hacen desagradables. Por otro lado, no se debe olvidar el
tratamiento claramente infantil a lo largo de toda la película. El desarrollo
del argumento es para niños de seis años, con un malo que es malo porque es
malo, los giros son casi inexistentes e incluso hay un momento que toda la
humanidad (TODA) se pone de acuerdo para ir en contra de la malvada compañía
porque… ¡Son los malos y hay que acabar con ellos! Pero we, Spielberg es de
estos genios dotados del talento divino de contar historias y le acabas
comprando todo sin problemas.
Su mano se nota
realmente. A pesar de haberse rodado en pantalla verde casi en su totalidad, a
pesar de que en todo momento hay mil cosas pululando por la pantalla, no
pierdes en ningún momento la noción de lo que está ocurriendo. Mover la cámara
a toda leche no es problema si se hace bien, como es este caso. No es sólo que
cada escena de acción sea de lo mejorcito, es que la calidad técnica de la
película es sencillamente brutal. Evidentemente, Spielberg sabe rodearse de los
mejores expertos y consigue reunir un chorrón de imaginerías diferentes con
texturas y acabados estéticos propios sin que chirríen lo más mínimo al juntarlos
en la pantalla (por ejemplo, Tracer corriendo al lado de una tortuga ninja
noventera con Freddy Kruger pasando por ahí). Habiéndolas visto ya más de una
vez, hay escenas que me parecen una auténtica pasada, como todo lo que tiene
que ver con el Resplandor, el baile en la discoteca o el mega-batallón final. En
ese sentido, una merecida nominación al Oscar para los efectos visuales,
simplemente alucinantes.
Por su parte, la
banda sonora no se queda precisamente atrás. De lo mejorcito de los 80-90 (Blondie,
twisted Sisters, Depeche Mode, Bruce Springsteen, Prince…), puesto todo en su
sitio exacto. No sé cuántas veces me la he puesto para escucharla en el coche.
¡Cientos!
El problema reside,
claro, en que alguien que no disfrute de tanta nostalgia en vena no va a
pasarlo bien con la película, pues no es más que un maravilloso despliegue de
fuegos artificiales de los que hacen época. Además, tampoco se puede decir que
ninguno de los actores (con la excepción, quizás, de Mark Rylance) haga un
trabajo especialmente lúcido. Entendible, entre la pantalla verde y que la
película tampoco pide nada en ese sentido, pero cuando toca desarrollar algo a
los personajes, se nota.
Esto no quita que Ready player one siga siendo una
auténtica frikada. Me sorprende que un hombre de casi 80 años sea capaz de
manejar tan bien todas las referencias (modernas y antiguas) en una película
con tanta energía como ésta. Es un auténtico gustazo. Sorprende que entre tanta
cosa, justo decida omitir las referencias a sus películas (casi todas). Imagino
que para evitar suspicacias y rumores de onanismo cinematográfico.
Un servidor se lo ha
pasado teta todas las veces que la ha visto. No dudo que cualquier frikazo se
quedará bien a gusto con ella, pues es la idea con la que está concebida. Una
auténtica orgía de personajes, referencias y buen rollo que se convierte en el
videojuego no interactivo más pasado de página que jamás hubiera podido
imaginar. Quizás no sea de sus mejores películas cinematográficamente hablando,
pero me lo he pasado bien tantas veces que sólo puedo decir una cosa: Gracias,
Mr. Spielberg.
Nota: N/A
Nota filmaffinity: 6.8
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