domingo, 23 de octubre de 2022

Invictus

A estas alturas no vamos a descubrir a un director de la talla y la experiencia de Clint Eastwood. En su solidez demostrada en su dilatada filmografía, se han pasado por aquí un buen puñado de películas, casi siempre bien valoradas (El sargento de Hierro, por poner un ejemplo la mar de reciente). En Invictus evita la actuación para centrarse en dirigir.

Sería raro que se hubiera reservado un papel, pues Invictus hace las veces de repaso de la historia de Sudáfrica desde el fin del apartheid - representado por la liberación de Nelson Mandela - hasta la victoria en su Mundial de Rugby, que cataliza la reconciliación nacional entre negros y blancos.

Es una historia que a todos más o menos nos suena. A pesar de su director, podría pasar desapercibida si no fuera por la espectacular actuación de Morgan Freeman encarnando a Mandela. No sólo se convierte en la viva imagen del dirigente, sino que le aporta tanto carisma y buen hacer que el visionado de la película valga la pena ya sólo por ello. El efecto Mandela no se causa por una mala razón, ni mucho menos. Lástima que ninguno de los otros actores esté a la altura, especialmente un Matt Damon con cara de palo, que queda en evidencia en cada escena que comparte con Freeman.


El desenlace de la película es de común conocimiento, lo que no ayuda a crear expectativas sobre lo que ha de ocurrir a continuación. Su tono más cercano al documental novelado que a una película habitual tampoco ayuda, pues padece de grandes baches de ritmo y, especialmente, de emoción, con lo que es fácil perder el interés por la película.

Se nota, sin embargo, mucha solidez en la puesta en escena. La película recrea con gracia el ambiente en que se vivió ese mundial, con la sociedad unida por primera vez en torno a algo cuando antes vivía enfrentada. Los planos bien rodados se suceden y se suceden, se aprovechan los diálogos (especialmente los del protagonista), generando así sus momentos de emotividad y trascendencia. El partido final, por ejemplo, es todo un ejemplo de buen hacer, consiguiendo que mole a pesar de que el desenlace del mismo es bien conocido. No es tan fácil rodar eventos deportivos y Eastwood lo consigue con creces.


Un pequeño pero lo encontramos en la forzada aparición de Jonah Lomu. La legendaria figura del rugby estaba allí ante una de sus primeras grandes actuaciones y es bien famoso que coincidió con el presidente, teniendo además influencia en el partido. Es quizás el único evento del film que “está por estar”, sin que haya una necesidad de guión para ello,  por lo que no puede evitarse la sensación de pegote.

Lo que sí se refleja con acierto es el uso del deporte como aglutinador social, como manera de mover las masas hacia una causa. Evidentemente, tanto se puede utilizar para el bien como para el mal, pero de vez en cuando se pueden hacer las cosas como deben hacerse. Se hace fácil generar un videofórum posterior a su visionado, tanto sobre esto, como sobre la propia figura de Mandela.


En Invictus todo es muy correcto, todo está bien en su sitio y, salvo el partido (que mola y deja un buen sabor de boca), tiene bien poca emoción. Suerte que Morgan Freeman está ahí para salvar la función y maravillar al respetable. Sin él, la película sería bastante más indigesta.

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 7.0 

viernes, 14 de octubre de 2022

Trueno (Neal Shusterman)

Y se acabó la trilogía. Sabiendo que los dos anteriores habían gustado y se disponía del desenlace, pues démosle al vicio, démosle.

Titulo: Trueno

Autor: Neal Shusterman

Título original: The Toll (el peaje)

Traducción: Pilar Ramírez Tello

“Todo cambió hace tres años: fue entonces cuando Anastasia y Lucifer desaparecieron; cuando el segador Goddard llegó al poder; cuando el Nimbo retiró la palabra a toda la humanidad, menos a Grayson Tolliver. En este impactante desenlace de El arco de la Guadaña, la trilogía que Neal Shusterman comenzó con Siega, se pondrán a prueba las lealtades y reaparecerán viejos amigos. Pero el rugir del trueno siempre es el preludio de la tormenta, y puede que el ruido del cambio ya haya empezado a resonar entre los portadores de la muerte.”

Lo primero a destacar es el sentimiento de despedida habitual cuando finalizo una trilogía o una saga de libros similar. Puede que algún día me acerque de nuevo a estos personajes, pero lo más probable es que no vaya a repetir, por lo que se echará de menos a este puñado de seres que me ha acompañado durante tantas horas.

¿Y el final está a la altura de lo que venía prometiendo anteriormente? Pues vaya sí lo está. Empezando de lo peor a lo mejor, esta tercera entrega agrava el problema que venía arrastrando de presentar un elemento inusual o novedoso del universo justo en el momento que es requerido para las necesidades del guión. La solución se genera al momento, sin importar que pudiera haber sido relevante en un momento previo, ni nadie lo haya mencionado anteriormente. Es fácil notar, entonces, que la coherencia del universo disminuye, abandonando cualquier  pretensión de ciencia-ficción. Ahora lo que impera es la aventura y la diversión, pues se abraza la fantasía (futurista, si te hace ilusión, pero fantasía) sin hacer el más mínimo intento en buscar la verosimilitud.

Asimismo, el desarrollo de los personajes brilla por su ausencia. Allá donde se quedaron en la última actualización, allí están. Los buenos son todos muy buenos, y los malos muy malos, sin otra motivación que ser el malo. No es el mejor aspecto del libro, no.

Otro detalle que puede descolocar es el fragmentado inicio. En partes de la trama han pasado unos tres años, en otras apenas uno, y así con todo. No hay nada que te indique explícitamente cuando estás, por lo que se vuelve confuso. Una vez pillas el juego, pues tiene su punto (eres testigo de las consecuencias de algunas acciones que pasarán páginas después), pero mucho lector poco atento se puede despistar.

Pero bueno, no todo es malo en este libro. He comentado antes que me ha gustado y es que está escrito con ingenio.

Primero de todo, hay que destacar al NIMBO. A lo largo de las páginas (ya desde el libro anterior), la IA va sufriendo una transformación y se va volviendo un personaje “activo” a desarrollar. Realmente, es el único que tiene arco de evolución y se hace interesante. Contempla al ser humano desde su inhumanidad y busca lo mejor para aquellos que cuida, a pesar de sus decepciones y la (casi) paranoia en la que se mueve. Tiene un plan trazado, que se desarrolla según lo previsto, aunque la verdad es que ni él mismo sabe cuál es. Si en el anterior libro era un hallazgo refrescante, aquí roba la mitad del libro con todo el derecho.

Puede que los personajes no estén especialmente bien trazados, pero la trama sí que lo está. Cuando tiene que meter caña, la mete, cuando tiene que dejar reposar el suflé, sabe hacerlo, manteniendo en todo momento la intriga sobre el plan del NIMBO, las intenciones de Goddard y los secretos de la Guadaña. Y claro, cuando llegamos al final, es un WOW muy bien metido. Le da una vuelta de tuerca a todo lo que crees que tenías implícito de la sociedad de los Segadores. A posteriori, cobra el sentido, en un ejercicio espléndidamente bien hilado, que sorprende sin por ello ser tramposo. El sabor de boca que deja es muy bueno. Eso sí, quizás no hacía falta emparejar a todo el mundo como si no hubiera un mañana en las últimas 10 páginas ^^.

Ah, y los interludios. En este caso descolocan un poco, pues en esta entrega pertenecen a una especie de textos sagrados de una religión surgida en torno al Trueno (a modo de Antiguo Testamento, o similar) en algunos casos. En otros, contiene los comentarios de un “estudioso” de miles de años en el futuro, que intenta desentrañar los hechos descritos, dándole una interpretación de acuerdo con lo (poco) que sabe de cómo era la sociedad de la Guadaña. Me encanta como se crea una cosmogonía en que rememoran con una interpretación mitológica los hechos “reales” que estamos leyendo justo en ese momento.


Al perder el tono de ciencia-ficción que mantenía anteriormente, uno pudiera pensar que la crítica social y los debates políticos quedan atrás. La verdad es que no es así. Si acaso se pierde sutileza y se recalcan con más énfasis, pero los comentarios sobre los errores de la sociedad humana se dejan caer (casi) continuamente. Pero bueno, esto no impide que la historia fluya agradablemente, estando ambos aspectos perfectamente equilibrados, ninguno de ellos se come al otro.

Ahí reside lo mejor de todo. El libro pasa con una facilidad pasmosa. Sabe mantener la intriga para que devores las páginas como nada. Decir que la “saga de la Guadaña” es viciante y sorprendente no se acercaría a la realidad. Con Trueno, Neal Shusterman ha hecho un trabajo mucho más meritorio que simplemente acabar la historia. El libro tres, como toda la saga, ha sido una experiencia gozosa y original.

Con sus errorcillos, y cierta impresión de que se podría haber hecho más, pero es tan divertida y pasa con tanta facilidad que tampoco importa mucho. Trueno concluye una saga de lo más entretenida, que se bebe en un santiamén pese a su longitud. Muy recomendable si estás en un atasco lector.

 

Nota: 8

Nota goodreads: 4.24/5 

miércoles, 12 de octubre de 2022

El ejército de los muertos

Aunque soy un buen seguidor del cine de zombies, el principal motivo para ver el Ejercito de los Muertos es que le hicimos un programa en Cinéfagos. Así que no os lo podéis perder, que os he dejado el enlace.

Así que tenemos el clásico y habitual apocalipsis zombie. El mundo se ha ido a tomar viento, la sociedad destruida y tal… Ay no, de alguna manera, el (ejem) incompetente ejército de los Estados Unidos ha conseguido aislar el foco de los no-muertos en Las Vegas, que ha quedado destruida. Una vez parece haberse llegado a un status quo más o menos controlado, el dueño del que fuera el mayor casino de la ciudad contrata a un grupo de mercenarios con la idea de internarse en la zombificada Las Vegas, abrir la caja fuerte de su casino y salir con el botín allí encerrado. Evidentemente, las cosas no serán tan simples para el variopinto grupo que se recluta a tal efecto.

Y es que, en el fondo, la película no deja de ser una historia de atraco a un banco, sólo que con la gracia particular de suceder durante un apocalipsis zombie. Esta mezcla de géneros se aprovecha con cierta gracia en un despliegue lleno de personalidad que la hace, cuanto menos, diferente. 

Para darle un punto más de interés, todos y cada uno de los incursores tienen una personalidad clara, que se nos presenta de manera diáfana (quizás demasiado), con sus intereses para entrar en la ciudad. Saben molar y se dedican a ello. Ninguno de ellos se percibe como carne de cañón preparada a morir, por lo que las muertes son más impredecibles de lo habitual, cosa que siempre es de agradecer.

Empieza con fuerza, con unos créditos iniciales que, en tres minutos, te resumen el contexto en que se mueve la película mientras te vienes muy arriba. Como ya ocurriera en Watchmen a Zack Snyder, los videoclips iniciales le salen perfectos y ya sólo eso vale la pena para echar un vistazo al film.

Y, además, contiene un montón de buenas ideas. En un ejercicio lleno de frescura, arroja un puñado de cosas molonas que bien podrían valer una película por si mismas: zombies ciborgs, bucles temporales, zombies que tienen hijos, tigres no muertos, Las Vegas a lo Fallout…Parece que Snyder ha gozado de total libertad y como nadie le dice qué no puede hacer, pues se ha gustado como nunca. Fliparse por fliparse, como este hombre sabe hacer.


El mayor problema de este mejunje es, obviamente, su falta de equilibrio. Hay demasiadas cosas embutidas sin especial sentido más allá de que es de zombies y queda muy reculón en pantalla. Podríamos decir que Snyder está intentando hacer tres películas a la vez y luego se olvidara de cuál de ellas es la importante. Entre subtramas que desaparecen (hay un personaje en el helicóptero que al aterrizar no está), escenas molonas que no conducen a nada y elementos plantados para un Chejov inexistente por doquier, lleva a pensar de una película con un guión confuso y un montaje excesivo no excesivamente repasado. Quizás es que la película pasaba de las tres horas y había que recortar a lo bruto, pero bueno, son los problemas de que no haya nadie para parar los pies al director y que éste se dedique a gustarse por la sencilla razón de que puede hacerlo.

Además de su exagerada longitud, muchas veces debido a la acumulación de escenas sin desarrollo, padece el clásico mal de este tipo de películas en el que el argumento avanza a base de que alguien haga algo estúpido. Los diálogos son, casi inevitablemente, risibles, lo que no ayuda a complementar el poco esfuerzo de una serie de actores que se pierden en sus limitaciones. Dave Bautista es el que más se esfuerza en interpretar, quizás consciente de las pocas oportunidades que va a tener de encarnar a un personaje tridimensional (ejem), pero esto no impide que se le vean las costuras.  


Siendo una película entretenida, se vuelve excesiva en casi todos sus aspectos, sufriendo los males típicos del director. Si bien valoro a los que se atreven a intentar cosas diferentes (un Ocean’s con zombies es un gran concepto), acaba abarcando más de lo que puede tragar, malogrando el resultado final. Se puede hacer algo pesada y tiene un buen puñado de errores, pero Snyder juguetón siempre provee de espectáculo. Eso sí, el videoclip inicial, jrandioso.

  

Nota: 5

Nota filmaffinity: 4.9

 

lunes, 10 de octubre de 2022

Nadie

Sólo con el tráiler ya me habían comprado. Todo tenía pinta de una buena gamberrada de tortas con algo de humor. Si encima luego trasciende que detrás está Ilya Naushuller, pues ya sé que la acción va a ser de primera.

A primera vista, tenemos a Oderkirk interpretando a un aburrido oficinista que está hasta las narices de todo. Tal como le ocurría a Mr. Increíble cuando tenía que limitarse a vivir su vida, está claro que no desearía hacer otra cosa que liarse a reventar cabezas, pero debe contenerse. Una y otra vez, cada vez más harto. Una noche, entran a robar en su casa y cuando descubre que se han llevado la pulsera favorita de su hija, ya no puede más y explota, desatando una tormenta de violencia destinada a destruir todo aquello que le rodea.

Este excéntrico ruso empieza a tener ya una buena cantidad de seguidores. Saltó a la fama por un videoclip de Biting Elbows que se hizo viral por su arriesgada pueda en escena (perded tres minutitos y flipad) y, posteriormente había dado buena cuenta de su saber hacer con la inclasificable Hardcore Henry. Aunque no tomó parte en su dirección, sí ha estado implicado en varias de las entregas de la archiconocida John Wick. Por fin hace una película enteramente suya bajo el paraguas de Hollywood y el resultado es una superlativa cinta de acción y comedia repleta de adrenalina.


Puede que nuestro Saul Goodman favorito sea una elección inesperada como héroe de acción, pero interpreta estupendamente a una fiera domada que está deseando reventar cabezas, pero se ve obligado a contenerse una vez y otra (y otra). A sus cincuenta y tantos, tiene mucho mérito el nivel de condición física que despliega. Naushuller aprovecha con entusiasmo su improbable estampa de repartidor de ostias para jugar muy bien con las expectativas.

Como secundario de lujo tenemos a un impagable Christopher Lloyd que se mueve muy bien a pesar de sus muchísimos años. Se carga a las espaldas un puñado de chistacos estupendos y se nota que se lo ha pasado en grande rodando la película.

Las coreografías de acción funcionan estupendamente. Extraordinariamente variadas e imaginativas, se suceden a buen ritmo, intercaladas con los diálogos justos y necesarios para darles un contexto claro, sin cansar ni por exceso ni por falta. Además, destacan por tener un punto de crudeza y contundencia poco habitual en el cine de acción. Oderkirk no destaca por su agilidad, por lo que cada puñetazo es pesado, se siente y deja cierta huella. No es que sepa molar a lo grande, es que cada explosión violenta –sí, se pasa de 0 a 1000 en un instante – viene precedida de una serie de diálogos que sólo sirven para irritar al protagonista como si fuera una olla express mal cerrada: siempre buscando contenerse hasta que revienta y, con ello, los enemigos salen volando a lo grande.

La historia es ciertamente exigua, pero existe, a diferencia de otras propuestas similares como The Raid, sirviendo como contexto para que le demos sentido a los castañazos descomunales que pasan por delante. Los diálogos se perciben trabajados, con una clase inusual, molando por sí mismos, sin siquiera abusar de one liners. No bajan el ritmo de la película, aportan contexto y encima son muy divertidos. Si bien están escritos con John Wick en mente, deja patente que no quiere imitarla, usando los tópicos del género a su favor, siempre jugando con las expectativas del espectador. Además, tiene la virtud de desplegar una duración ajustada, corta para los estándares de nuestros días con sus 90 minutos incluyendo créditos, pero por ello sin dejarse algo por contar.

Y es que, encima, es divertidísima. La desmesura de sus momentazos tiene resultados descacharrantes que hacen que la goces con una sonrisa de oreja a oreja. Como ejemplo tenemos la preparación de la que sabemos será la batalla final ultraviolenta: se nos presenta con el mismo montaje que Macauley Culkin en Solo en casa, preparando una serie de trampas y artilugios para los incautos invasores del hogar. La diferencia es que aquí los cacharros están MUY salidos de madre cuyos salvajes, permitiendo que flipes con antelación ante los efectos que tendrán. Lo dicho, un despiporre.

Nadie es una improbable comedia de acción muy bruta, o una ensalada de tortas inesperadamente divertida. De alguna manera, mantiene un improbable equilibrio entre ambos géneros para proporcionar un entretenimiento de primera. Por todos lados tiene chistes enormes, personajes con carisma y toñas de las que duelen. Quiero una secuela ya.

 


Nota:
8

Nota filmaffinity: 6.5