lunes, 27 de diciembre de 2021

Amadeus

Diría que ésta es la película que más veces he visto empezar en relación a las veces que la he acabado. Aparte de por sus tres horitas bien buenas, es porque en mi colegio era de las pocas que teníamos en inglés. Casi cada año caía el inicio, por lo que me harté de ver la primera hora sin que luego diera tiempo para más. Cuando por fin (en casa) pude acabarla, vaya si me había perdido cosas.

Amadeus nos narra la vida del compositor Wolfgang Amadeus Mozart desde el punto de vista del que fue uno de sus mayores rivales en vida, Antonio Salieri. Este último es un veterano y afamado compositor de la corte que ve, con una mezcla de asombro, envidia y adoración, la fulgurante aparición de su joven rival, cuyas celestiales composiciones musicales nunca podrá igualar.

Y si veníamos de una película apabullante en su puesta en escena, aquí tenemos algo todavía más bestia. Amadeus se ha rodado con todo el fasto de la corte de la época (tremebunda y fantasbulosa), con un esfuerzo descomunal por recrear la barroca corte del Emperador José II, con escenarios en muchos casos reales (principalmente, rodado en los palacios de Praga), y si no, recreados con mimo. La energía que se ha puesto para deslumbrar y dejar boquiabierto al espectador merece todas las felicitaciones posibles, especialmente por el éxito con que se consigue.



Si contamos la vida de uno de los músicos más importantes de la historia, las música de la película debe ser primordial. Éste es el caso, con orquestas dispuestas en pantalla para recrear las mejores composiciones de Mozart y Salieri, en muchos casos con sus óperas correspondientes o en los escenarios para los que fueron concebidas. Cualquiera que pueda disfrutar de una buena melodía puede, simplemente, dejarse llevar y gozar de las delicias que depara Amadeus. En muchos casos, pura maravilla.

El guión no se queda atrás al presentarnos un detallista retrato psicológico de la locura. Jugando en torno al hecho de porqué unos nacen con tanto talento y otros con tan poco, conoceremos la mezcla de envidia y admiración que Salieri profesa por Mozart. Lo odia por quitarle el puesto en la corte, porque nunca llegará a componer obras tan extraordinarias, y, al mismo tiempo, no puede sino maravillarse extasiado ante la grandiosidad que tiene ante sus ojos; siendo él además, uno de los pocos con los conocimientos necesarios para apreciar realmente la perfección técnica con que se crea cada obra. Pero no sólo tenemos el retrato de Salieri, también se nos muestra con profusión la personalidad de Mozart, tan talentoso como imbécil, de Constance, esposa de Mozart, que soporta todas las excentricidades habidas y por haber, manteniendo al compositor en condiciones de seguir trabajando (o con vida), o del propio emperador, un niño grande caprichoso que goza ante su nuevo juguete.



Todo esto no se sostendría sino es por el espléndido trabajo de todo el elenco actoral. F. Murray Abraham se hartó de cosechar premios con su trastornado, envidioso y extasiado Antonio Salieri, Tom Hulce se luce en un dificilísimo trabajo con el excéntrico y atormentado Mozart, sin que por ello Elizabeth Berridge o Jeffrey Jones se queden muy atrás. Lo dicho, magníficos todos.

Y es que en esta película todo está bien. Pantagruélica en su ejecución, grandilocuente hasta decir basta, pero con un continuo de escenas deslumbrantes que sólo se pueden gozar y gozar. Milos Forman es un director que disfruta llevando estos proyectos transatlánticos, que sabe sacar lo mejor de sus actores y, además, hila historias como pocos. Quizás el mayor pero que se le puede hacer al film es que sus tres horas pueden acabar cansando, pero joé, es una pasada. También puede pasar que Mozart te la traiga al pairo, pero entonces no sé qué haces con tu vida (jé).

La calidad demostrada se tradujo en un chillón de nominaciones a los Oscars en una de las ediciones más cantadas que se recuerdan, llevándose 8 Oscars entre ellas: Mejor película, dirección, actor (F. Murray Abraham), guión adaptado, diseño de producción, vestuario, maquillaje y sonido; siendo nominada además a montaje, fotografía y actor principal por segunda vez (Tom Hulce). Casi nada.

Otro pero que se le suele poner, ahora que me acuerdo, es que la película no es realmente biográfica. Exagera una rivalidad que no fue tan visceral, cambia canciones de sitio y lleva a un desenlace algo diferente del real, pero con este resultado, ¿qué más da?

En conclusión, todo es fabuloso en esta ficticia historia de tremenda verosimilitud histórica. Sus escenarios, las actuaciones y su dirección son tan divinos como su música. Puro placer.

 

Nota: 9

Nota filmaffinity: 7.7

MEDIOCRES DEL MUNDO, YO OS ABSUELVO


sábado, 25 de diciembre de 2021

Los niños de Elisabeth (Hélène Legrais)

Libro leído como parte de la Cesta’13, en este caso el Nº52, otro de muchos a los que no me habría acercado sino formara parte de la misma. Los dramitas no suelen ser mi cosa.

Título: Los niños de Elisabeth

Autor: Hélène Legrais

Título original: Les enfants d’Élisabeth

Traducción: Belén Gala Valencia

“En una maternidad del sudeste de Francia, Elisabeth Eidenbenz da refugio a mujeres embarazadas perseguidas por el franquismo y el nazismo. Allí, el llanto de cada recién nacido significa una vida salvada: un rayo de esperanza que alumbra los años más oscuros y trágicos de la reciente historia de España y Europa.”

El libro es uno más de estas propuestas-testimonio de los horrores de una guerra despiadada y de cómo algunos hacen maravillas para intentar salvar todas las vidas posibles. Esta Lista de Schindler (permitidme que la use de referencia) transcurre en una maternidad cerca de la frontera con España, donde llegan embarazadas que huyen de la Guerra Civil Española (primero) y de la Segunda Guerra Mundial (después). Allí, pueden refugiarse de los horrores de la guerra y pasar unos meses tan importantes con un mínimo de sosiego.


No llega a haber un argumento como tal, sino una especie de crónica de las mujeres que van llegando y van marchando, se suceden nacimientos, llegan los pequeñuelos y, de alguna manera, se intenta mejorar la vida de las madres y sus familias. Lo más logrado del libro está en la ternura con la que se representa el proceso de maternidad, la camaradería que se forma entre todas las internas y de cómo, a pesar de todos los horrores, se intenta aportar un poco de alegría al día a día de todas las personas. Así, tenemos un puñado de pequeñas historias de 4-5 páginas donde se te explica de donde viene cada una, cómo fue su estancia en la maternidad y qué fue de ellos luego.

Como modo de articular el libro, se utiliza a Teresa, único personaje inventado, una libertaria que llega embaraza a la maternidad, quedándose después como empleada. Al principio arisca y poco maternal, empieza rechazando con cinismo el concepto de la propia institución, pero va poco a poco aceptando su nueva situación, acogiendo el consuelo que aporta a los demás y luchando a su modo por hacer mejor la vida de las afortunadas que entran en sus paredes.

Su sempiterno pesimismo contrasta con la optimista abnegación de Elisabeth Eidenbenz, la mandamás del lugar. Esta mujer es retratada como un ejemplo de bondad, siempre alegre, siempre serena, invulnerable ante la adversidad… A veces un poco idealizada de más, pero hasta cierto punto es justo lo que busca esta propuesta.


Después de todo, no se trata de una novela al uso, sino una reconstrucción novelada de lo que fue, como si fuera un documental al que se le ha dado un argumento. Tiene su origen en un niño que nació justamente en la maternidad de Elisabeth, el cual creció y prosperó en la vida, consiguiendo suficiente dinero para poder financiar una investigación sobre las circunstancias en las que vino al mundo. En la nota que se ve al final, se percibe el agradecimiento ante las circunstancias, sobre cómo su madre fue ayudada (salvada) sin pedir nada a cambio, por pura generosidad. Inicialmente concebido como un ensayo documental, este libro surgió para dar testimonio y devolver el cariño que les fue dado. Durante la gestación del proyecto, se vio que esta novelización propiciaría una mejor divulgación, lo que ha llevado a tener el libro del que hablamos.

Obviamente, se trata de una propuesta menor tanto en sus valores literarios como en el entretenimiento que proporciona. No es lo que busca ni pretende. Sirve como tierno testimonio de que hay gente buena incluso en los peores momentos, dedicando un buen homenaje a una persona llena de generosidad que salvó la vida de un puñado de víctimas de la guerra.

Nota: 5

Nota goodreads: 3.89/5 

jueves, 23 de diciembre de 2021

Un domingo cualquiera

Otra de estas películas que llevaba 10 años en mi lista de pendientes y por fin ya tocaba “librarse” de ella. No sé cómo a veces se me acumulan durante tanto tiempo sin prestarles atención.

Un domingo cualquiera se refiere al ciclo que cualquier club deportivo vive semanalmente, con toda su atención centrada en el partido del domingo, en el que el valor de todo el esfuerzo realizado se mide por un resultado, todo para volver a repetir el ciclo la jornada siguiente. Para contar esta epopeya, Stone se centra en el futbol americano, pero podría estar planteado en casi cualquier otro deporte de élite.

Así pues, tenemos un concienzudo retrato de la vida de un club de fútbol americano que ha vivido tiempos mejores, cuyo entrenador empieza a estar cuestionado. Encima, su veterana estrella se lesiona y su sustituto corre la misma suerte. Es entonces cuando del filial surge una fulgurante chispa que debe echarse el equipo a sus espaldas quiera o no, lo que cambia completamente su vida al ser elevado al Olimpo de los elegidos. Por si fuera poco, la dueña del equipo está planteándose su venta, lo que podría cabrear un poquito a los aficionados…

Todo ello se nos cuenta bajo la dirección de Oliver Stone, en un ejercicio muy característico de su forma de rodar. Así pues, tenemos un compendio de excesos por todos lados: el minutaje es descomunal, la puesta en escena muy exagerada, cada palabra es IMPORTANTE, hay miles de detalles que tener en cuenta… Te lo tiene que contar todo y te tiene que contar todo a lo bestia. Además, no se pierde una a la hora de mostrar la cara más sucia del deporte, regodeándose en las juergas de los jugadores, las corruptelas de los politicuchos locales, los tejemanejes intra-vestuario, los extras echados en la sangre de los deportistas, etc. En fin, que todo vale por ganar.

Este gargantuesco esfuerzo permite tener un puñado de personajes que son una golosina para cualquier actor con ganas de lucirse. Por ello, cualquier película de Stone tiende a tener un plantel de bandera, y ésta no iba a ser menos.

Empezamos con el entrenador del equipo, sobre el que gira toda la acción. Al Pacino es el que da vida a un histriónico coach de vuelta de todo, dispuesto a vender a su abuela por ganar el siguiente partido, que lo ha dado todo por el deporte y que se enfrenta a uno de sus últimos trabajos antes de la retirada, que ve con pánico al comprender que nada le espera ahí afuera. Al mismo tiempo, es un estupendo gestor de grupos, comprendiendo qué necesita cada jugador para darlo todo en el campo. Lo dicho, un buen actor para un personaje con el que darlo todo. Especialmente recordable es el discursito final, de los que se ponen en las mejores sesiones de coaching de grupos.

Dennis Quaid, por su parte, da vida a la veterana estrella que está ante una lesión que podría retirarle. Por un lado, disfruta de su papel de jugador maduro que da ejemplo a los demás, por el otro, ve con cierto resquemor que ese jovencito recién salido de la cantera podría sacarle del equipo y no acaba de recibirlo de buen grado.

Este jovencito está interpretado por Jamie Foxx, que estaba ante uno de sus primeros grandes papeles. Un poco como el personaje de Dennis Quaid, es alguien con buen fondo pero que, al probar las mieles del éxito, no puede evitar querer acapararlo y gozar de su nuevo estatus todo lo que pueda. Evidentemente, al ser un chaval, no puede evitar ser un cantamañanas crecidito al ser encumbrado por la prensa.

También tenemos a la otra estrella del equipo, que vive por y para su carrera, importándole tres narices el futuro del equipo mientras él tenga un buen contrato. LL Cool J se queda a gusto interpretando a un egocéntrico lleno de excesos que se hace odiar por todos.

Incluso Cameron Diaz, una improbable dueña del equipo, sobresale en su interpretación de una mujer capaz, pero siempre subestimada por su condición de fémina en un mundo testosterónico.

Y de fondo (y no tan de fondo), todas las fiestas, todos los excesos, todos los mamoneos con la prensa, los médicos… para acabar en un clímax demencial que lleva, simplemente, a la temporada siguiente, como si nada hubiera pasado. Ha girado la rueda y toca volver a empezar.


Se trata de un film que funciona como película deportiva, funciona como documental “tras los escenarios”, funciona como denuncia de un sistema corrupta, pero el esfuerzo de verla resulta agotador. Oliver Stone se siente con muchas cosas que contar y no piensa callarse ni media, embutiendo un chillón de contendido en unos de por sí, dilatados 164 minutos. Verla del tirón deja el cerebro hecho un higo ante el torrente de información que se te arroja. Además, el montaje está lleno de efectismos vertiginosos, con cortes cada tres segundos con el objetivo de no dejarse ni medio detalle de todo lo que ocurre durante un partido de fútbol americano. Es un derroche de estilo apabullante, inconfundible desde el segundo uno, pero el meneo es tan grande que es muy fácil acabar mareado o, cuanto menos, distraerse. Casi 4000 planos en menos de tres horas es una barbaridad. Que sí, que sólo Stone es capaz de planteárselo con visos de éxito, pero sigue siendo una barbaridad.

Grandilocuencia por todos lados, problemas de ritmo que eternizan la película, cansancio del espectador… características propias del prisma del director, que también se caracteriza por su sordidez, de la que encontramos aquí buenos ejemplos. Todo lo que pudiera denunciarse del deporte, se denuncia, siempre de la manera más exagerada posible: los vicios, el desenfreno, las lesiones, los obscenos contratos o las recuperaciones milagrosas. Cosas que ocurren, pero que Stone arrejunta para indignar al espectador que ha conseguido no salir volando de la película.

Aparte de su característica puesta en escena, Un domingo cualquiera destaca también por una banda sonora cargada de rap y música electrónica que casa muy bien con la acción mostrada, a modo de videoclips supervitaminados. Evidentemente, si no es tu género, el desagrado puede adicionarse el de su trepidante montaje.


En mi memoria se trataba de un ejemplo típico de película nominada a todo en los Oscars pero que luego no se lleva nada (o casi nada). Sin embargo, me sorprendí al comprobar que no se llevó ningún tipo de reconocimiento en ese sentido. Me parece que la actuación de Foxx o de Pacino podría ser merecedora de ese nivel, además de, quizás, algo en temas de guión o montaje (que es agotador, pero meritorio), pero mira, a la Academia no le gustó que airearan las vergüenzas del deporte número 1 del país.

Agotadora y deslumbrante, con un exceso de minutos, de diálogos y de temas, profundiza muy bien en los entresijos del deporte de élite, regodeándose en sus miserias y apabullando con un montaje marca de la casa. Goza de unos actores estupendos y muchas (demasiadas) cosas que contar. Un domingo cualquiera es una propuesta muy característica de su creador, con todo lo bueno y lo malo que suelen traer sus películas. En este caso, carga las tintas más de lo que el tema pediría, pero el resultado tiene su interés.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.2