sábado, 22 de mayo de 2021

Salario para matar

No acabo de estar seguro de porqué puse esta película para ver. Que conste que fue cosa mía y yo escogí iniciarla, pero bueno, no sé de donde la saqué ni tenía previsto echarle un ojo, pero bueno, apareció.

Salario para matar nos centra en la vida de un mercenario de origen polaco que vive de matar por un buen precio. Las circunstancias lo ponen en contacto con unos revolucionarios mexicanos algo desastrados, mientras tocan las narices al cacique local.

Y a partir de ahí, se saca una película que bebe mucho de los Spaghetti Westerns “inventados” por Sergio Leone. El éxito de su trilogía del dólar hizo brotar un chillón de imitadores, especialmente en Italia, siempre presta al explotation en la época. La mayoría de los creadores se limitaban a imitar lo que Leone había mostrado en pantalla sin realmente entender qué era lo que funcionaba y lo que no. Corbucci fue uno de esos pocos que entendía cuáles eran los engranajes que hacía funcionar esas películas y los emuló conscientemente. Falto de la sutileza y el savoir faire del mítico director italiano, sí se las arreglaba para cocinar con brío los buenos ingredientes, como un alumno aventajado que sabe aprovechar unas buenas enseñanzas.

Así pues, tenemos un western que funciona como un tiro a pesar de su exiguo argumento. No es que lo que ocurre en la pantalla tenga mucho sentido, pero mola. Tiene un director que sabe lo que hace tras las cámaras, unos actores competentes delante y ganas de hacer disfrutar al espectador.

Ante todo, hay que destacar el carisma de Franco Nero, su “polaco” es bastante improbable, pero desborda carisma y mala leche, como un buen antihéroe de este tipo de películas. Es uno de los grandes nombres, sabe lo que hace y tiene ganas de hacer un buen trabajo.

Encontramos entonces a personajes sucios, duelos de tensión imposible, miradas asesinas y un fascinante aroma de amoralidad bien (mal) entendida. Contribuye a ello una banda sonora marca Morricone muy bien parida, ideal para realzar la épica y la tensión de cada escena. A destacar especialmente el poder de la música en su clímax dentro de la plaza de toros. La pieza “L’arena” es ideal para dotar del carisma necesario al espléndido duelo final, dejando un sabor de boca final mucho mejor que el espectáculo que hemos visto durante las dos horas anteriores (oye, que tampoco está nada mal).

Evidentemente, no debemos esperar ningún tipo de plausibilidad histórica. Tal como Tarantino demostró muy bien matando a Hitler porque sí, o metiendo rap en su Django, este género se aparta de la verosimilitud y se arroja con ganas al género por el género. Los buenos son buenos, los malos, malos y, aunque parezca que aparecen nombres reales, no busca, en absoluto sentar cátedra. Toca inventarse una historia rimbombante para atraparte y es lo que hace.


Suele decirse que dentro de este género hay películas malas, hay películas buenas, y luego están las de Leone. Salario para matar es de las buenas. Un director que sabe lo que hace con su película, un actor principal que tiene el carisma y el morro correspondiente para dar vida al anti-héroe correspondiente. El exiguo argumento y el ridículo presupuesto no ayudan, pero el conjunto es la mar de aprovechable para cualquiera que sepa disfrutar de un western.

 

Nota: 6

Nota Filmaffinity: 6.5 

sábado, 15 de mayo de 2021

Locos en Alabama

Como ocurre de vez en cuando, un día de estos que estoy paseando por Movistar+ a ver qué tienen, sin un rumbo claro, y mira lo que se me apareció.


Locos en Alabama nos sitúa en Alabama (¡sorpresa!) durante los años 60. Nos cuenta dos historias entremezcladas. Por un lado, tenemos a PeeJoe, un zagal que se abre ante el mundo y se enfrenta a los problemas raciales de la sociedad del momento. Por otro lado, su tía Lucille acaba con su marido maltratador, empezando a continuación una delirante huida con el objetivo de triunfar en Hollywood.

Este film supone el debut de Antonio Banderas tras las cámaras. En estas excursiones que muchos actores realizan al sillón de dirección encontramos muchas veces más buenas intenciones que calidad. En este caso, tenemos destellos de brillantez mezclados con otros más anodinos. Quizás el mayor problema se haya en su dispersión, pues la película quiere contar demasiadas cosas y acaba formándose un batiburrillo de temas que no acaban de casar: El sur más profundo de EEUU, un asesinato, el racismo, el maltrato doméstico…

Con este batiburrillo de temas, también se nota un poco de problemas en el control de las tramas, pues las dos se acaban saliendo más de madre de lo necesario, acercándose casi al realismo mágico antes que al slice of life que intenta defender en sus minutos iniciales.


Esto es especialmente palmario en la trama dedicada a Lucille, que rápidamente toma un desarrollo delirante. Imposible de concebir en la misma sociedad que la de PeeJoe, más realista. No obstante, es un canto a la libertad de lo más vital y tan deliciosamente majareta que se disfruta con alegría. Además, encuentra soluciones llenas de ingenio para los follones en los que se mete (se tira al lodazal él sólo, pero bueno, cosas que pasan).

La trama de PeeJoe, en cambio, es rotundamente seria, un coming of age muy seco y muy canónico que contrasta con la deslumbrante alegría de la otra trama. Pareciera que estamos hablando de dos películas cortas que se han pegado de alguna manera. Transita por todos los lugares comunes de las películas sureñas de los 60, sin dejarse un tópico o situación problemática. Siempre con corrección, sin dar un paso en falso, pero también de manera anodina, sin nada que la distinga o mejore de los cientos de propuestas similares que hemos visto del mismo tema.

Además, la resolución final conjunta de las tramas es “un poquito” forzada, con un juicio que no acaba de tener fuerza y sentido. Pero bueno, llegas a estas alturas tan enamorado de la Griffith que ya le perdonas cualquier cosa.


Porque lo que sí consigue a la perfección es que su mujer de entonces, Melanie Griffith se lo pase en grande. No en vano en las entrevistas del momento se translucía sin dudas que la película se concibió un regalo para ella, un vehículo para que ella se luzca, y demuestre su calidad como actriz… Y bueno, para que ella salga guapísima y divina. Qué bien la retrata, oiga.

Tenemos, entonces, una mezcla de drama, comedia, road movie y thriller policíaco cuyos ingredientes no acaban de casar del todo. Justo además tras ver otra que también lo hace en la que TODO funciona a la perfección. Mal momento para la comparación, quizás en otro momento vital hubiera funcionado mejor. De la misma manera, se me hace imposible evitar la sensación de que se trata de dos mediometrajes pegados antes que una película como tal, lo que aumenta la irregularidad del conjunto.

Esa es la mayor conclusión de la película: un conjunto irregular, con detalles brillantes e ingeniosos mezclados con sapos más difíciles de tragar. Con todo, es una propuesta inusual, interesante como ópera prima, que funciona sin problemas a la hora de dar dos horas de entretenimiento. La mezcla de géneros no acaba de casar, pero siempre aplaudo a los que lo intentan. Y bueno, Griffith es un amor en esta película. Todo mi cariño.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 6.1

 

 

jueves, 13 de mayo de 2021

Parásitos

Después de triunfar en los Oscar como lo hizo el año pasado, igual le tocaba pasarse por aquí, ¿no?

Parásitos nos presenta a una familia pobre de Corea del Sur, que malvive haciendo lo que puede. Debido a un golpe de suerte, uno de los miembros se coloca como servidumbre de una familia acomodada, tras lo cual va enchufando a todos sus parientes. Como si fueran unos parásitos, una familia empieza a vivir a costa de la otra. Sin embargo, a medida que avanzan los minutos, vamos viendo que quizás la identidad de los parásitos no acaba de quedar clara, pero de repente el tinglado se derrumba y todo se empieza a ir de madre.

Se hace difícil meter a esta película dentro de un género. Mezcla cosas de comedia negra, sátira social, toquecitos de thriller y otras bastardadas varias. A primera vista, tiene todos los elementos para que te explote en la cara y quede un pastiche infumable, pero Bong Joon-ho se las arregla para equilibrar toda la salsa con maestría. Lo que podría ser una ensalada indigesta, se transforma en un ejercicio de virtuosismo deliciosamente impredecible. Cada giro de guión o cambio de tercio parece conducir hacia un lugar determinado con decisión hasta que, bueno, se dispara hacia otro en un continuo alarde de brillantez.

Su estupendo guión permite varios revisionados en los que sacar jugo a sus numerosos subtextos. El concepto de ver a la prole protagonista como chinches a los que fumigar, la diferencia de alturas en las que viven unos u otros personajes, el juego de roles dentro de la sociedad, el papel del azar en el destino… Basándose principalmente en la crítica social subyacente a la lucha de clases, la película incide con ansia en los problemas de la sociedad y cómo podemos (o no) mejorar las cosas, reflexionando en torno al parasitismo y quién merece vivir de quién.

Si bien la mezcla de géneros puede confundir, Bong Joon-ho ha demostrado a lo largo de toda su filmografía que conoce con precisión qué resortes tocar, como vimos en Okja y en The host. En este caso, destila toneladas de mala leche para generar una vía de reflexión envuelta en un espectáculo gozoso del que disfrutar mientras admiras su delirante savoir-faire.

Por si fuera poco, Parasitos se las arregla para tener una docena de personajes perfectamente esculpidos y diferenciados. Entre todo el meollo, se las arregla para darles caracterización y retratar hábilmente las miserias de unos y otros. Que sí, que los ricos son más atontados y los pobres más aprovechados, pero a la hora de la verdad, todos son reconocibles y, sobretodo, prestos a sacar los ojos al que tiene alrededor para prosperar en la vida.

La puesta en escena es, quizás, el aspecto que más puede descolocar, con un puñado de decisiones inusuales, incómodas para muchos espectadores. Sin embargo, analizar la composición de cada plano y los motivos por los que cada objeto aparece en ese lugar preciso y no otro deja claro el talento del director a la hora de explotar las herramientas visuales que el medio le ofrece. La tensión y la absurdez se ven reforzadas con los planos que reflejan la sensación de incomodidad de cada personaje a la hora de moverse por las diversas habitaciones que conforman la residencia. Este efecto se refuerza especialmente cuando se descubren los secretos del edificio, incluyendo todo el juego en torno a la piedra, un McGuffin perfectamente usado capaz de poner al espectador de los nervios en los últimos minutos previos a su desenlace.

Y bueno, qué final. Podríamos quedarnos horas debatiendo esa boda tan salvaje, pero yo me quedo con el deliberadamente confuso epílogo. ¿Qué ocurre exactamente? ¿Sale todo tal como el hijo dice que ocurre, o estamos ante una trampita realizada por un narrador poco fiable? Yo lo que creo (LEED A VUESTRO PROPIO RIESGO) es que el hijo ha salido adelante con su vida con mayor o menor fortuna cuenta (a nosotros) a su padre un cuento idealizado para consolarlo y que éste pueda sentir que su vida ha tenido un mínimo de sentido.

El triunfo de esta película en los Oscars fue bastante sorprendente: Película, director, guión original y película de habla no inglesa. Un servidor imaginaba que Parásitos iba a ser la típica película exótica que se nomina, pero que ese era todo su premio, siendo 1917 la ganadora del premio gordo. Pero mira, a medida que avanzaba la noche (y el sueño), mi asombro no dejaba de agrandarse a medida que iba arramblando los premios gordotes. A la Academia le gustan estas cositas, de una manera muy clara.


Parásitos se sabe distinta, capaz de sorprender y presta a entretener en cuanto pillas su juego. Te fascina y atrapa desde el principio, con el detalle adicional de estar realizada con elegancia y estilo. Además, se permite reflexionar sobre el capitalismo, las clases sociales y la familia, dando pie a animados debates para quién se anime. Los disparatados diálogos llenos de chispa complementan esta crítica social disfrazada de thriller, prestos a embarcarte en una montaña rusa de las que hacen época.

 

Nota: 9

Nota filmaffinity: 8.0