Mi relación con la película de hoy es de las que tienen historia, pues llevaba más de quince años en mi lista de pendientes, cuando estuve a un tris de empezar la carrera de filosofía en vez de la que hice. Algún día tenía que caer, pero se hace difícil encontrar motivación para ver según qué ladrillos.
Cuento de primavera nos sitúa en París, dónde una joven profesora de filosofía conoce a una chica en una fiesta y se va a dormir con ella. Al día siguiente, se encuentra con su padre, con quién establece una extraña relación.
Así
a bote pronto, parece el punto de partida de una comedia romántica, o una
historia de triángulos amorosos rarunos, pero no. Se trata de una película que
trata sobre la BIDA. Rohmer, un Artista con A mayúscula, utiliza este engranaje
argumental para reflexionar sobre las relaciones humanas, la vida sentimental y
sus delicados matices. Para ello, extrae cualquier rasgo emocional y somete a
todo el proceso de un poso racional impoluto y abrumador. Cada elemento en
pantalla tiene una motivación para estar allí, aportando fuerza a un mensaje
oculto para todo aquel que desee sumergirse en sus códigos. Gozoso aquel que
disfrute analizando la música, las flores, los vestidos y los quiebros en cada
diálogo.
Sorprende
la pulcritud de la puesta en escena y, sobretodo, la naturalidad con que el
carácter de cada personaje queda definido, sin necesidad de recurrir a
aspavientos o tópicos. Pareciera que no están actuando, que simplemente son así
y la cámara estuviera en el sitio perfecto para mostrarnos los diálogos
precisos para que la historia avance. Una pequeña disección de la sociedad
burguesa del momento (final de los 80), con precisión de bisturí y exactitud de
microscopio.
Se
complementa con un guión férreo, muy bien pensado y estructurado para contener
y ejemplificar reflexiones sobre la BIDA y mucha filosofía. Todo el film se
articula en proponer ejemplos para el discurso racionalista, encontrando
detalles y diálogos completos dedicados a ello: La protagonista está leyendo la
Crítica
de la razón pura, se tocan asuntos de filosofía cotidiana, el cuento de
los tres deseos, el anillo de Giges… Mil cosas más, todo ello razonado y
expresado por los diversos personajes (aunque no sea muy lógico que sepan sobre
ello) en función del argumentario a defender.
Cualquier ávido de este tipo de digresiones, probablemente disfrutará con esta sucesión de soliloquios. Sin embargo, el peligro de las películas que consisten únicamente de gente hablando es que te quede un tostón de difícil digestión. No todo el mundo consigue la fluidez de Los dos papas y, además, no consigo que las desventuras de este puñado de personajes incapaz de tener emociones me atraiga lo más mínimo. Los problemas del público objetivo, del público motivado. Si esta mierda es la tuya, lo gozarás. En este caso, no es la mía.
Una
de estas películas sobre las que se hace difícil resumir. Nadie puede negar que
se trata de una propuesta muy bien realizada. Su sobria puesta en escena es
acorde al mensaje, hay toneladas de cosas que escarbar de cada diálogo, una
perfecta presentación de personajes… Y un ritmo inexistente junto con un
desarrollo que me aburre con ganas. Quizás en otro momento, en otra vida, pero
vaya peñazo de película.
Nota:
3
Nota filmaffinity: 7.0
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