viernes, 26 de mayo de 2023

El faro

Aquel que no haya oído los gemidos del océano durante las noches de tempestad, el golpe sordo de las rocas rugiendo ante olas tenebrosas, el eco escalofriante de las lágrimas desgarradoras del viento… se verá incapaz de comprender en su magnitud estas leyendas oscuras venidas de las profundidades del tiempo, donde los Djins se desatan: historias de demonios, de monstruos, de sirenas, contadas durante las eternas veladas invernales, arrejuntados todos delante del fuego para conjurar al frío y al miedo. Esta película toma su origen de estas leyendas tenebrosas y magníficas, pobladas de angustia, de fantasmas humanos e inhumanos, donde lo sobrenatural se mezcla con la fascinación de una naturaleza majestuosa en la que la magnitud del misterio deja al ser humano absorto y aterrorizado.


Érase una vez en que los faros todavía abrigaban a sus guardianes, responsables de la luz que guiaba a los navíos a través de la noche oscura, señalando los peligros de las costas próximas. Un tiempo, en que, separados de la tierra, los fareros esperaba la calma que permitiría la llegada de un relevo, de los víveres, o de algo de compañía, pero cuando la calma no llegaba, se encontraban aislados frente a la inmensidad tumultuosa, sin concebir la esperanza de un socorro, sin otro testigo que las antipáticas gaviotas, de las que se decía que eran las almas de los marineros desparecidos en la mar.

Ese día, sobre una isla rocosa y minúscula, en algún rincón de las costas de Nueva Inglaterra, un raquero transporta al reemplazo del compañero del veterano Thomas Wake, desaparecido en extrañas circunstancias. El viejo Tom tiene el rostro curtido de un Capitán Achab que ha perdido su navío, y con su mirada aguda observa con ironía la llegada de este nuevo compañero: un novato que no conoce apenas la mar y cuya buena presencia augura secretos inconfesables. No tardará mucho en hacerle saber quién manda a bordo, mientras echa calada tras calada a su pipa humeante.

El novato, que se hace llamar Efraím Winslow, empieza doblegándose con tozudez iracunda a las órdenes de su jefe, transportando carretillas de carbón bajo la lluvia, limpiando el suelo mohoso y haciéndose cargo de las letrinas, pero al mismo tiempo, rechazando de compartir las etílicas veladas que si compañero disfruta, pues hay algo turbio en su pasado…

Dentro de los claustrofóbicos espacios de este sombrío faro podemos sentir la salada humedad del mar, el apestoso tabaco mal quemado y el rancio aroma de los orines. En este lugar inesperado, se fragua una extraña relación, nacida de los enfrentamientos, de deseo y odio, entre aquel que quiere conservar el poder sobre la luz y aquel que no desea otra cosa que descubrirlo para perforar los secretos del viejo lobo de mar. La confrontación revelará los demonios interiores de cada uno, incontenibles en lugares tan alejados de la civilización humana, dando lugar a paroxismos delirantes poblados de demonios tentaculares, sirenas de belleza sensual y devoradoras de humanos, donde uno ya no puede distinguir la realidad de la  alucinación. Frustraciones de todo tipo, imposibles de ahogar en alcohol, toman el poder junto a los demonios tumultuosos del océano insondable que todos tenemos en nuestro interior. De repente, la única esperanza de huir de esta isla aislada en la que todos los elementos son hostiles es una barca, un frágil esquife insuficiente para afrontar las embravecidas olas que apenas tiene lugar para un único tripulante…


Daniel Eggers sorprendió a todo el mundo con su prodigioso debut La bruja. A medio camino entre el documental ficcionado y la obra de terror, tomaba los mitos y leyendas rurales de la Nueva Inglaterra del XIX para convertirlo en una mirada antropológica de los miedos y los deseos del ser humano. En una película de inusitada verosimilitud, nos hacía sufrir con las desventuras de una familia en la que “algo raro ocurre”. Esta vez nos lleva a la Costa de Maine y allí sitúa a sus dos tipos, un lobo de mar obsesionado con el faro que custodio y un pobre diablo acorralado entre el mar y la locura. A partir del angustioso encierro en un terreno tan agreste, toma esta vez inspiración de todas las leyendas marineras para contarnos una historia incómoda, sobre los límites de la locura, los monstruos y la desesperación. Bebe del aire decadente de los incómodos relatos de Poe, Lovecraft o Stevenson para fascinarnos con una repugnante historia de aislamiento que, a buen seguro, nos tendrá dos horitas bien pegados al sillón.

Ante todo, Eggers es un ARTISTA, por lo que no va a presentar su creación de una manera usual. En una búsqueda de provocar incomodidad al espectador, graba la película en formato 4:3, utilizando una pantalla cuadrada muy parecida a la de los inicios del cine. Además, presenta una fotografía en un blanco y negro muy extraño, buscando un tono apagado, cercano a la de las fotografías de finales del XIX. Con ello, provoca inquietud en el espectador, haciendo que cada escena sea una pequeña obra de arte difícil de mirar, reforzando la sensación de que hay algo anacrónico, fuera de lugar, en la película, como si hubiera algo que no debiera estar allí. De esta manera, se conecta magistralmente con la tónica lovecraftiana del argumento, convirtiéndose en una de las mejores “inspiraciones” que podemos encontrar del terror cósmico. Tamaño atrevimiento no está al alcance de cualquiera, y no podemos sino felicitar a la espectacular fotografía llevada a cabo por Jarin Blaschke, reconocida con una nominación al Oscar que pilló a muchos por sorpresa (perdió ante 1917, otra boutade técnica). Evidentemente, una aproximación tan extrema puede ser excesiva para muchos. Después de todo, Eggers no suele pensar en el espectador y la comercialidad de su producto, sino en las reacciones que quiere provocar.

Para encarnar a los dos protagonistas tenemos a dos actores que han demostrado varias veces su calidad, realizando aquí un brutal tour de forcé para demostrar quién está más zumbado. El nivel de esfuerzo exigido y mostrado en pantalla es de bandera, contribuyendo a un desarrollo argumental que va perdiendo la chaveta por momentos. Puede que al inicio intentes atribuir a la acción del aislamiento y la paranoia, pero a medida que Lovecraft toma el poder de la película, cualquier cosa es posible, y más con estos actores.

En fin, El faro  es una película desagradable, un viaje incómodo y perturbador a través de un relato oscuro. Empieza como un drama que pronto se arroja al thriller y al terror, pegándote al sillón mientras tienes la sensación de que no deberías estar viendo lo que estás viendo. Fascinante y perturbadora, pero creada con talento.

 

Nota: 8

Nota filmaffinity: 6.6


miércoles, 24 de mayo de 2023

Caffeine

Hoy toca una de estas películas tontas que aparecen por Movistar y que, por alguna razón, me quedé a ver. A buenas horas.

Caffeine nos sitúa a la hora punta de un bar/restaurante cualquiera de una ciudad de los Estados Unidos. Allí, cada mesa tiene sus historias y sus problemas, que se desatarán con “jocosos” resultados, mientras que los empleados del lugar intentan mantener el negocio a flote.

Así, tenemos una película episódica, con pequeños gags//tramas de 10-15 minutos a cargo de diversos clientes a los que les pasa de todo, funcionando los empleados como hilo conductor del conjunto. Estos, por su parte, también tienen sus líos, que se plantean y resuelven al inicio y al final de la película.

Se suele decir que las películas episódicas no funcionan del todo bien debido a la irregularidad de sus fragmentos. No es este el caso, pues todos los capítulos mantienen una calidad consistente. Una calidad bastante baja, todo sea dicho. Más allá de algún chistecito o dos que aciertan (siendo amables), el guión deja mucho que desear, fallando en ritmo, diálogo y planteamiento.



Casi todas las tramas son debido a líos de faldas. Que si aparece el ex de él, que si éste es el giggolo al que me cepillé el otro día, que me gusta vestirme con ropa interior de señora, etc. Peca de cierta reiteración, pero no es algo necesariamente malo. El problema viene cuando intenta ir de gamberrete y transgresor, pero lo hace desde un punto de partida tan mojigato que los chistes quedan completamente fuera de lugar. Un buen puñado de veces me sorprendía pensando “ah, este es el chiste. ¿Y por esto tanto escándalo?”, lo cual no es precisamente un gran logro de la película. La trama no funciona y es repetitiva, los chistes no entran y encima tiene pretenciosidad. Mala combinación.

La puesta en escena es modesta, similar a la que tendría un capítulo cualquiera de una serie de principios de los dos mil, lo que ya da una idea del reducido presupuesto que se maneja. Tampoco ayuda – en modo alguno – un elenco actoral con poca química y menos gracia. Si bien hay que reconocer que se esfuerzan a su modo, el guión no les da nada con lo que jugar, lo que lastra el resultado final.


Quizás lo más destacable es su reducida longitud. En noventa minutitos ventila todo lo que debe contar, sin alargar ni buscar ningún tipo de girito inesperado con el que alargar el tema. Ya que la película es mala, por lo menos que sea corta.

En fin, Caffeine es una propuesta sobre la que no hay mucho que comentar. Le falta calidad en casi todos sus apartados, intenta ser graciosita y gamberra sin serlo y encima tiene ínfulas de ser mejor de lo que puede aspirar. Firma candidata a lo peor del año.

 

Nota: 1

Nota filmaffinity: 4.7

lunes, 22 de mayo de 2023

La guerra del fútbol (Ryszard Kapuscinski)

¿Puede un partido de fútbol provocar una guerra? Parece una tontería, pero es lo que ocurrió entre Honduras y El Salvador hace ya medio siglo. Habiendo ya “disfrutado” de los ensayos de Kapuscinski y sus retratos sobre los conflictos olvidados de medio mundo, tenía muchas ganas de coger este libro y metérmelo entre pecho y espalda.

Título: La guerra del fútbol

Autor: Ryszard Kapuscinski

Título original: Wojna Futbolowa

Traducción: Agata Ozersek

“Entre 1958 y 1976, Kapuscinski estuvo en las zonas más conflictivas del planeta como corresponsal de la agencia de prensa de Polonia. Así cubrió, por ejemplo, los levantamientos en el Congo de 1960, el golpe de Argelia de 1965 y la <<Guerra del fútbol>>, cinco días de cruentas luchas y saqueos entre Honduras y El Salvador, cuyo aparente motivo fueron una serie de partidos de fútbol entre equipos de ambos países que buscaban clasificarse para la Copa del Mundo. EN el Congo, tomaron a Kapuscinski por espía y estuvo a punto de ser ejecutado. En Nigeria tuvo que escapar de las tropas rebeldes por remotas carreteras, tras ser apaleado y robado. El resultado de las experiencias de uno de los más inteligentes cronistas contemporáneos son estas memorias de la vida en el centro mismo del caos, en el vórtice generador de la historia contemporánea.”

Aunque el ensayo no es un género que cultivo, Kapuscinki (quizás el reportero más famoso de finales del siglo XX) es uno de los referentes a la hora de abordar temáticas olvidadas pora el gran público. Cada vez que leo uno de sus libros, alucino un poco ante sus ganas de meterse en la boca del lobo para contar lo que no hace nadie. Todo un experto en liarla y poner en peligro su vida por (lo que él considera) una buena causa.

El corpus principal del libro se dedica a la Guerra del Fútbol, en la que Honduras y El Salvador se vieron involucrados tras un partido de fútbol especialmente polémico. Suele decirse que la Copa de Europa // Champions League ha permitido que todos los países de Europa puedan odiarse sin empezar guerras, pero un juego que es capaz de provocar sensaciones tan intensas a veces produce el efecto contrario. Estos dos países llevaban un buen tiempo con ciertas tiranteces, buscando casi algún motivo por el que liarse a palos. Además, ambos pasaban por crisis económicas, por lo que su gente empezaba a estar desesperada, agradeciendo cualquier distracción con la que olvidar sus penas. Curiosamente, ambos tenían posibilidades de acudir al Mundial de Futbol por primera vez, cosa que llenaba de ilusión sus patrióticos corazones. Tras un partido de ida lleno de polémica que no resolvió nada, el ambiente estaba realmente caldeado para una vuelta que se preveía mucho más que tensa. A mitad de la primera parte, una mala patada enciende los ánimos del público, la gente se empieza a crispar y, cuando la policía carga, los espectadores empiezan una revuelta. Un grito de protesta contra una situación desesperada, que se canaliza en el odio mutuo al vecino y el inicio de una serie de disturbios en las zonas fronterizas desencadena en una auténtica guerra que nadie vio venir. Por azares del destino, nuestro ínclito Kapuscinski estaba por casualidad en el país y fue de los pocos que pudo cubrir el evento.

Esto es lo que relata el libro durante sus primeras noventa páginas. Se nos presenta la situación, los antecedentes, las tortas y las consecuencias. Sin embargo, apenas entra en detalles, con mucha menos profundidad que en otros ensayos que he leído del mismo autor. A pesar de tener un libro de unas 250 páginas, la guerra del fútbol apenas ocupa el primer tercio, siendo el resto un puñado de textos inconexos sobre otras guerras y otros disturbios (principalmente en África) que ha ido cubriendo. Es decir, en vez de tener un ensayo concienzudo y detallado, este libro es un compendio de proyectos de trabajos inacabados pegados a posteriori, en una suerte de completismo para poder publicar todo lo escrito por el autor.

Por ello, he quedado un poco decepcionado, pues el libro no es lo que yo buscaba de él. Si bien pone foco en un puñado de conflictos olvidados (y no por ello menos importantes), para que seamos conscientes de las barbaridades que ocurren y que no nos enteramos, apenas entra en detalles. Te deja con ganas de más en todos los temas, dejando una gran sensación de trabajo a medio hacer algo desconcertante. Cualquiera que leyera el libro, esperando un gran dispendio de datos sobre la Guerra del Fútbol que da título a la obra, es probable que quede con el culo bien torcido.

No obstante, sigo disfrutando con su estilo parco, describiendo los ambientes y las anécdotas de una manera extraordinariamente vívida, con una lucidez inesperada ante las barbaridades que a veces describe. Aunque no me ha satisfecho, seguro que leeré lo próximo de Kapuscinski que pase cerca de mí.

Casualidades que ocurren, este año llevo un puñado de libros que no son lo que yo esperaba que fueran, para bien o para mal. Me tocará escoger mejor qué leo (o no).

Si te gusta el autor, aquí tienes 200 páginas más con las que disfrutar. Sin embargo, el poco trabajo de composición y la reducida longitud de cada uno de los temas provocan que apenas se rasque la superficie de los conflictos tratados.  El resultado es un regusto “amargo” más allá de la obvia indignación de los hechos representados. A mi entender, de los más flojos de su autor.

 

Nota: 4

Nota goodreads: 4.18/5 

sábado, 20 de mayo de 2023

La saga de Fénix Oscura (Chris Claremont, John Byrne)

Después de mucho tiempo, casi tres años, se vuelven a pasar los cómics por aquí. Últimamente les estoy cogiendo bastante gusto, por lo que tengo la intención de que se pasen más, pero a ver con cuanta regularidad puedo cumplir estas intenciones. Por ahora, hoy hablamos de una de las sagas más míticas en el mundo Mutante: La saga de Fénix Oscura.

Poco antes de los hechos de esta saga, la mutante telequinética Jean Grey había despertado a una entidad ancestral – el Fénix – que la había dotado de un poder descomunal, convirtiéndose con diferencia en la mutante más poderosa de la Patrulla X. En lo que parece una misión sencilla para encontrar a una nueva mutante para la escuela de Xavier (Kitty Pride, Gatasombra), las cosas se complican al intervenir la Hermandad del Fuego Infernal. Este grupo de supermalvados busca secuestrar a Jean Grey y lavarle el cerebro para provocar que cambie de bando, lo cual tendrá consecuencias espantosas no sólo para el devenir de la Tierra sino para el futuro de toda la galaxia: se ha liberado a un heraldo de la destrucción.

Este tipo de cómics no funciona (casi) nunca como un ente aislado, por lo que hay que poner un poco de contexto en qué se venía cociendo. Un par de años antes, se había dopado a Jean Grey transformándola en “Fénix”, pero se les había ido un poquito la mano y se había convertido en alguien “demasiado poderoso”. Básicamente, hacía que sus historias no tuvieran especial gracia, con lo que tocaba cambiar el status quo. Se decidió tirar adelante una saga en la que ella fuera la antagonista y de ahí, provocar la aparición de una versión rebajada de sus poderes. Sin embargo, a medida que avanzaba la historia, ésta creció, llegando a lugares donde sus creadores no tenían inicialmente previsto. También supone la presentación de Kitty, en aquel momento una niña que sirve para articular la historia, pero que a lo largo de los años se ha convertido en una de las mutantes más importantes de la Patrulla mutante.

Una de las cosas que más sorprende de esta historia de Chris Claremont y John Byrne es lo contundente que es. A lo largo de sus páginas tenemos una buena ristra de abusos, un puñado de asesinatos, un genocidio, destrucciones planetarias, violaciones implícitas… Hay mucha mala idea, especialmente en un tiempo en que el Comic Code estadounidense todavía estaba vigente. Por ello, este cómic fue especialmente chocante para el público, no precisamente acostumbrado a según qué cosas.

Toda la saga despliega un gran alarde de medios e imaginación. Primero, por alejarse mucho en lo que se venía contando con la familia mutante. Segundo, por proponer tópicos que no eran precisamente habituales en el cómic mainstream. Y finalmente, por el descenso a la locura de Jean Grey. Si bien habíamos tenido ya alguna excursión súper por el lado oscuro, nunca se había visto ninguna conversión tan destructiva en un ente malvado, mucho más allá de cualquier posibilidad de redención. Revisando la hemeroteca, resulta enternecedor ver cómo los lectores alucinaban ante lo que se les estaba contando, intentando entender cómo podrían arreglar todo el desaguisado. El final es quizás el obvio, tras los imperdonables actos de Jean Grey, incluso teniendo en cuenta la cierta relajación moral con lo que respecta a los cambios de capa entre buenos y malos. Recordemos que en esta época, las resurrecciones no eran precisamente habituales, pues todo tenía todavía cierto halo de “definitivo”.

Gran parte de su éxito viene de las manos de Chris Claremont, dirigente casi absoluto del mundo mutante durante un chillón de años. De entre los autores de las grandes editoriales, fue el que más exploró los límites del Comic-Code, tratando temáticas no precisamente livianas y aproximaciones novedosas en las tramas argumentales. Con La saga de Fénix Oscura llevó a los Mutantes hacia lugares insospechados, definiendo las reglas básicas que todo autor que se encargase de ellos debería respetar en el futuro. De la misma manera que Frank Miller hizo con Batman o Daredevil (éste ya, rompiendo el Comic-Code), sacudió completamente el cosmos del cómic mutante y los convirtió en una de las cabeceras más rentables de Marvel.

Todo ello no hubiera sido posible sin la magistral aportación de John Byrne y sus dibujos. Han pasado muchos años y las nuevas generaciones notarán su obvio aroma ochentero, pero es que es Byrne uno de los definidores de la época. Su dibujo es claro, lleno de detalles, perfecto para llevar la acción y transmitir las emociones del momento. En cuatro páginas ya te has hecho a él y lo sigues a la perfección.

Se ha adaptado dos veces a la gran pantalla, con resultados bastante mejorables, como ya reseñé AQUÍ y AQUÍ, así que no me voy a repetir con los comentarios de la misma.

 

Puede que hayan pasado un buen puñado de años y ya estamos más acostumbrados a ver burradas en los cómics (incluso los más normalitos), pero La saga de Fénix Oscura es una de las pioneras a la hora de ponerse trascendente y traer una historia seria a los comics de súper héroes. En estos doce números se sientan las bases de lo que será el mundo mutante durante los siguientes quince años, además de brindar una historia molona e interesante. Normal que tenga la fama que tiene.

 

Nota : 8

Nota goodreads: 4.23/5 

miércoles, 17 de mayo de 2023

Sin tiempo para morir

Y hoy nos vamos a entretener con la despedida de Daniel Craig al personaje de Bond. Bueno, la última despedida, porque ya ha dicho adiós otras dos veces al personaje y luego ha vuelto para una “última” película otra vez. Parece que ésta sí es la definitiva.

Como ha ocurrido con los Bond de Craig, tenemos una continuación de la anterior parte. Aquí parece que Bond ha sentado la cabeza y quiere, por una vez, vivir tranquilo. Todo para volver a ser traicionado y dejado de lado por todos aquellos en los que confía. Cuando aparece una nueva amenaza a la seguridad mundial, James Bond deberá salir una vez más de su retiro para acabar con el malo maloso de turno.

A no ser que vuelvan a cambiar de idea, ahora sí que se aprecia cierto aroma a despedida. La película se ha pensado y rodado a modo de repaso general de todo lo que ha sido su etapa. Si Spectre era un  homenaje fallido a la etapa clásica, aquí tenemos un continuo guiño a todas las películas protagonizadas por Craig.

Sin embargo, no parece que se hayan acordado de que es conveniente tener un argumento que engarce el conjunto con un mínimo de sentido. No nos vamos a poner exquisitos con la continuidad de la saga Bond, pero con Sin tiempo para morir te has de hacer el tonto demasiadas veces, especialmente cuando el malvado no tiene ni gracia ni un plan especialmente interesante. Es el malo y, por ello, quiere matar a Bond y hacer maldades. De una manera todavía más exagerada que en Spectre, el guión es una mera excusa para tener escenas de acción marca de la casa. El conjunto no funciona, notándose graves problemas en el ritmo debido a su desmesurada longitud y lo poco que la película tiene que contar.

No ayuda tampoco al actor escogido como antagonista. Si bien Rami Malek es un buen actor, parece que ha sido fichado a raíz de su éxito en Bohemian Rhapsody, pero luego no han sabido muy bien qué hacer con él. El guión no le ofrece nada para interpretar y él no hace un gran desempeño cuando se enfrenta a un croma, dando lugar a una actuación por debajo del mínimo exigido en una propuesta de este estilo. El resto del elenco no parece tener tampoco una mayor ilusión por el futuro del proyecto, funcionando en gran medida con el automático puesto. Si bien componen un elenco bien granado (el propio Daniel Craig, Lea Séydoux, Christopjer Waltz…), no dan pruebas de una gran implicación. El mayor contraste, se produce con Ana de Armas, que destaca a lo grande, robando a mano armada los quince minutos que le da el guión. Quiero una película de ella, por favor.

La película busca tener un poco de polémica al darle el título de 007 a otra persona (no es la primera vez que se hace), sólo que aquí es una mujer negra (Lashana Lynch). Supongo que con el ánimo de soliviantar a los más trogloditas, suelta un par de veces en voz alta si “alguien tiene un problema” o similar. Parece que quiere picar a Bond, pero éste ignora sus pullas como si nada. Hay quien critica que no se pone a ligar como si no hubiera un mañana – cosa que sí habría hecho el Bond de Roger Moore -, cosa que el Bond de Craig no ha hecho en exceso, mostrándose casi siempre como un Bond enamorado. Ahora mismo sólo recuerdo el polvo con Bellucci como un ligueteo gratuito.

Por lo menos, el esfuerzo que Craig no gasta en interpretar lo dedica en correr, saltar, golpear y disparar. La película va servida de acción, dirigida con buen tino por Cary Joji Fukunaga. A lo largo del film encontraremos un buen puñado de momentos vibrantes, con una gran variedad de coreografías espectaculares, siendo con diferencia lo más destacable del film. Se nota que tenemos un presupuesto bien abultado y se usa con tino, destacando especialmente en su tratamiento del sonido (gozoso en las salas) y una pirotecnia bien escogida.

Pecan en su exceso y en su longitud, añadiendo minutos y enlenteciendo una película que no es precisamente rápida, aunque funcionan al proporcionar diversión. En el desenlace, en cambio, se hace un quiebro completamente gratuito para añadir veinte minutos más de tiros que no llevan a ningún lado que me ha sentado muy mal. La película ya agoniza hacia su desenlace y éste se alarga sin ningún motivo.

A pesar de todos sus errores, hay un buen despliegue de talento en su parte técnica, prueba del holgado presupuesto con el que suelen contar estas súper-producciones. Como muestra de ello, fue nominada a los Oscars en Mejor Sonido, Efectos Especiales y Efectos Visuales, perdiendo en todos ante la gargantuesca Dune, muy superior a ésta en todos los aspectos. No obstante, sí se llevó el Oscar a Mejor Canción, realizada por una estupenda Billie Eilish.



Sin tiempo para morir es una película que sea hace larga, cuenta (mal) muchas cosas y no acierta al aportar un desenlace satisfactorio (más allá de los últimos treinta segundos). No obstante, Ana de Armas mola un montón, hay tiroteos de buena calidad por todos lados y el carisma de su protagonista (aunque vaya con el automático puesto) se basta para aguantar el tinglado. No llega a los niveles de vergüenza ajena que tuvieron las últimas de Brosnan, pero la (ahora sí) despedida de Craig denota que la fórmula está agotada y toca un cambio de aires.


Nota: 3

Nota filmaffinity: 6.2 

jueves, 11 de mayo de 2023

Anarca (Dan Abnett)

Finalmente sí, el último. Sí. Sí. El último de los libros de los Fantasmas de Gaunt. 15 libros en veinte años para acabar la mejor saga de libros de la Black Library y una de las pocas que cualquier profano podrá disfrutar si es capaz de apreciar una buena novela de acción con personajes llenos de carisma.


Título: Anarca

Autor: Dan Abnett

Título original: Anarch

“En el mudo forja de Urdesh, los ingentes ejércitos de la Cruzada Imperial se enzarzan en una encarnizada batalla final contra el comandante del Archienemigo, conocido como el Anarca, y sus soldados de élite, los salvajes Hijos de Sek. La victoria de cualquiera de los dos bandos afectara a mucho más que el futuro de Urdesh…., pues determinará el destino de la Cruzada de los Mundos de Sabbat. Ibram Gaunt, que ha sido nombrado la mano derecha del Señor de la Guerra Macaroth, se encuentra en pleno corazón de la contienda. Su regimiento, los Primeros de Tanith, conocidos como los Fantasmas, poseen la llave del éxito definitivo. No obstante, mientras las fuerzas del Imperio y el Caos se preparan para el descomunal enfrentamiento final, Gaunt descubre que la mayor amenaza de todas podría proceder de entre sus propias filas.”.

Si has estado acompañando a los Fantasmas durante mucho tiempo, este libro te va a doler. Es absolutamente, fantásticamente, convincente. Reconozco que me ha costado mucho acabar este libro. No tanto por la cantidad de bajas que se producen, sino porque es el último. Termino el libro sabiendo que es el último y que no debería haber más material nuevo de los Fantasmas de Gaunt. Ha sido un camino de muchos años, de disfrutar y sufrir (mucho) con un montón de personajes que me han acompañado en un montón de aventuras, y saber que, después de tanto tiempo, les voy a decir adiós me acongoja el corazón, pues se les tiene mucho cariño. Que seguro que el año que viene emprendo una cruzada de relectura, sí, pero ya no serán cosas nuevas.

En esta novela, Abnett reduce al mínimo las tramas políticas y las sutilezas. Escoge incluso alejarse de la novela bélica y se acerca peligrosamente al horror lovecraftiano en el universo del 40k. Decide poneros los gónadas por corbata en un libro desasosegante, dejando claro que aquí cualquiera puede morir (y además, va a ser una muerte horrible). Indudablemente, esto no impide que sigamos teniendo acción de primera y todo el ritmo peliculero que Abnett sabe dar a sus historias. Entendámonos, a estas alturas, ya no te va a pillar de sorpresa. En El Anarca tenemos algunos de los momentos más tensos y acongojantes de la franquicia, con horrores cósmicos que provocan bajas sin gloria, giros que destruyen corazones, oscuridades aterradoras y un amargo adiós para muchos.

Para ello, decide estructurar la novela en tres tramas diferenciadas, que se van intercalando según los capítulos.

Por un lado, tenemos a la sargento Tona Criid y al Mayor Rawne, que deben defender un bunker de un asalto del Caos. Pronto conoceremos el trofeo que buscan: un traidor custodiado por los Fantasmas con información vital para dar un golpe definitivo a la cruzada. En una posición desesperada, vemos como este puñado de Fantasmas tendrá que resistir ante todo lo que los Hijos de Sek les tiran encima (y les tiran MUCHAS cosas feas), echando mano de cualquier recurso a su alcance e incluso alguno fuera de él. Realmente, las cosas están tan feas y la posición tan desesperada, que duele imaginar el resultado final de lo que va a ocurrir con ellos.

Luego tenemos al Comisario Gaunt, que ahora se ve obligado a dirigir a sus Fantasmas desde la distancia, a salvo en una lujosa mansión. Sin embargo, el Caos no descansa, realizando un ataque definitivo de un modo completamente inesperado (e imaginativo). Gaunt y su alto mando se verán encerrados en una mansión infernal donde sus propias almas están en juego, como si hubieran sido lanzados al interior de un Resident Evil superdopado. Las apuestas suben, la sangre brota por todos lados y nadie (pero nadie) está a salvo. Probablemente, el mejor terror que ha tenido el 40k en toda su historia.

Finalmente, y en un tono más ligero que contrasta con las otras dos tramas, tenemos al Explorador Mkoll que, obviamente, no estaba muerto (estaba tomando cañas). A pesar del cliffhanger del libro anterior, rápidamente nos enteraremos de que se ha infiltrado en la guarida del enemigo, decidirá montarse una Jungla de Cristal por su cuenta y se prepara para salir con vida y hacer todo el daño posible, todo ello con cierta ayuda inesperada, que nos recuerda a tiempos mejores para los Fantasmas.

Dentro de todo este meollo, lo más importante es que se las arregla para cerrar TODO lo que tenía pendiente sin que el ritmo de la novela decaiga en lo más mínimo. En un esfuerzo concienzudo, se acuerda de todo lo pendiente de cada personaje y le da un final “satisfactorio”, relacionándolo con la trama general que se está cociendo. Lo más destacable es la trama del propio Gaunt, que transita lugares asombrosos. ¿Realmente se las ha arreglado para relacionar elementos de los primeros tres libros con el desenlace, diez libros después? ¿Lo tenía todo pensado o lo ha ido improvisando? El remate es para quitarse el sombrero, especialmente porque hay como dos páginas desde que relacionas QUÉ va a ocurrir hasta que empieza la masacre, con lo que cuesta mucho seguir leyendo sabiendo lo que se viene.

¿Habrá más Fantasmas? En principio, no debería. Está todo suficientemente cerrado como para poder dejarlo aquí. Que Abnett no es tonto y deja la patita puesta por si toca seguir, pero está claro que, después de cerrar todo así de bien, volver a abrir historias no tendría la misma gracia.

Cerramos así, con uno de sus mejores libros, la serie que me ha marcado más dentro del Universo del 40k en los últimos veinte años.



El Anarca es una despedida gloriosa de una saga que he disfrutado como un marrano en su cochiquera. En este libro – y en los quince anteriores – he tenido acción a lo grande, personajazos que se hacen querer (y odiar) como nadie, momentazos por todos lados y un desenlace final que te quita el hipo. Estoy triste porque ha terminado, pero estoy encantado con el camino realizado.

Mi adoración a Dan Abnett, Amo del Milenio Siniestro.

 

Nota: 8

Nota goodreads: 4.61/5 

lunes, 8 de mayo de 2023

Dune - Parte 1

¿Tiene una edad venerable y descubriste, maravillado, la maravillosa novela de ciencia ficción de Frank Herbert en su publicación, allá por 1965? Alégrese, pues esta adaptación del canadiense Denis Villeneuve es extremadamente fiel a la obra original. ¿Es usted algo más joven y recuerda, emocionado, el estreno de film de Davil Lynch, con Kyle MacLachlan y Sting, en 1984? Alégrese, pues esta versión de 2021 conserva en parte la mística psicodélica del grandioso loco. Podría quizás, mostrarse escéptico ante la imagen impecable de un salvador cabalgando un gusano gigante en el desierto, quizás espantado por alguno de los psicotrópicos de los que gozaba el director de Cabeza Borradora. Alégrese, pues Denis Villeneuve aborda su película con mucho más realismo y provee de una puesta en escena con mucho menos brilli brilli. O, quizás, es tan joven que no había oído hablar de la novela o de la película de Lynch. Alégrese usted también, pues Dune es probablemente uno de los films de ciencia ficción mejor realizados de los últimos años.

Pero vayamos al inicio, para aquellos que no conocen nada de Dune. Asentemos la decoración. Primera cosa a precisar: estamos en el año 10191, en una época en la que uno pasea de planeta en planeta tal como hoy nos iríamos de fin de semana. Existe un Imperio Galáctico, dirigido por un Emperador, que no parece ser del todo trigo limpio. En él, existen unas Casas Dinásticas que gestionan el Gobierno de los planetas. Entre otras están los Atreides, una dinastía de respetados nobles que tienen origen en un planeta similar a Noruega (que ya sabemos, ganó un premio por su diseño). El héroe central de esta epopeya es justo el joven hederedo Paul (Timothée Chamalet), que vive con un padre protector y una madre mística, entrenándose tanto para dirigir su familia como aprendiendo los poderes paranormales de las Bene Gessirit (una congregación de sacerdotisas cuanto menos algo extrañas). Los Atreides vienen de ser nombrados gestores de Arrakis, un planeta desértico e inhóspito que también es el principal productor de Especial, una droga muy solicitada, ya que aumenta las capacidades de navegación espacial, además de aumentar los niveles de consciencia. El problema está en que el planeta estaba antes en mano sde los malvados Harkonen, que perseguían con furia a los Fremen, los habitantes autóctonos del planeta, haciendo que los talibanes fueran amables colonizadores, en comparación. Entonces, entre que el planeta está infestado de gusanos gigantes capaces de comerse edificios enteros y la certidumbre que los Harkonen están preparando algo muy gordo, pues la cosa no pinta bien para los Atreides.

Denis Villeneuve no es precisamente un novato dentro de la ciencia ficción. Después de todo, ya ha realizado las notables La llegada y Blade Runner 2049. En lo que pudiera ser el proyecto de su vida, nos deslumbra tanto en la acción como en la estética, demostrando su maestría en un apabullante aparataje visual tanto en tierra como en las descomunales flotas espaciales. Si algo podemos destacar de Villeneuve es su descomunal ego y su falta de abuela. Tan talentoso como encantado de haberse conocido, es un virtuoso a la hora de mostrar una puesta en escena compleja e intrincada, quizás más para demostrar su talento que para dar servicio a la historia, pero también es un experto a la hora de hacer aumentar la tensión incluso cuando el ritmo (como en este caso) es calmado y reflexivo. La naturalidad con que anunció una revisión de Blade Runner y de Dune tras la ristra de nominaciones que tuvo con La llegada ya deja claro que su ego no es el de un cualquiera. Por suerte para él, su habilidad tras las cámaras no se queda atrás. Y ahora ha anunciado que tiene Cita con Rama en espera. Lo dicho, vaya personaje.

Uno también podría ser escéptico ante la actuación del (casi) adolescente Timothée Chalamet, pero su carisma tiene la cantidad suficiente para sacar adelante un papel nada sencilla. Le acompaña noblemente un formidable Stellan Skarskard, como un barón desconfiado, y la inquitetante sacerdotisa Charlotte Rampling que no se queda atrás a la hora de generar mal rollo. Conclusión, incluso aquellos que normalmente no gustan de la ciencia-ficción podrán dejar de lado sus prejuicios y ver Dune para gozar de un espectáculo de altos vuelos.

Y es que esta adaptación de Dune tiene poco que ver con la descomunal excentricidad que hizo David Lynch a mediados de los 80. Aquí tenemos una versión extraordinariamente literal en la que se notan sus enormes ganas de asombrar. Todo en esta película es GRANDE, aturdidor, retumbante… Desde un primer momento, busca maravillar con gargantuescas naves espaciales, construcciones descomunales y un despliegue de medios con todo el aparataje que uno pudiera soñar. Cada encuadre es una obra de orfebrería en la que todo destaca para dejarte boquiabierto. Se nota quién está tras las cámaras. Buena muestra de ello es la lluvia de nominaciones a los Oscar que consiguió, destacando en el apartado técnico, dónde no dejó títere sin cabeza (ganando seis premios: Mejor montaje, fotografía, Banda sonora, diseño de producción, sonido y efectos visuales). Otro elemento a destacar es la mastodóntica Banda sonora, a cargo de un retumbante Hans Zimmer que firma una composición muy difícil de escuchar fuera de la película, desagradable en su ampulosidad, pero acertado en su ambientación desértica de Arrakis.

Como ya he comentado anteriormente, el diseño de producción es espectacular. Me sorprendo contemplando una y otra vez Dune tal como yo lo había imaginado. Los trajes, la vestimenta, los palacios que una vez vivieron tiempos mejores, las naves desgajadas por la arena… Ay, y los ornitópteros, ¡qué cosa más bonita! Incluso la imaginería es absurdamente buena: la distinción entre Harkonen y Atreides, el reflejo de su carácter ya desde su imaginería, con cada detalle pensado hasta la saciedad y mucho menos ordenador de lo que uno podría esperar.

Por otro lado, el guión sufre de su exceso de literalidad. Coger una obra densa de 800 páginas y pasarla a la pantalla grande es una tarea ardua. Villeneuve (sin decirlo a nadie) coge y decide diseñar una película de casi 7 horas. Por ello, el ritmo se enlentece, teniendo 90 minutos de simple planteamiento, lo que puede aburrir a muchos. Además, el corte es a cuchillo, en un punto más geográfico que buscado, sin ninguna intención de “vamos a dar un final por si alguien no quiere ver más”. Así, justo en el momento en que empiezan a pasar cosas de verdad y el follón empieza a ponerse MUY interesante, la película se acaba y te deja con muchas ganas de más. Hemos tenido que esperar dos años para, por fin, poder ver el tráiler, así que pronto la acabaremos todos, pero entiendo que mucha gente pueda haberse sentido algo estafada.

Dune es un mastodóntico espectáculo que sabe plasmar la sensación de maravilla con maestría. Adapta la primera mitad de la grandiosa novela de Frank Herbert como nunca habíamos visto, permitiéndonos gozar cosa mala con cada detalle espléndidamente retratado. Este gargantuesco proyecto deslumbra por su aparataje técnico sin olvidar de contar una buena historia. Puede ser algo lento y su abrupto corte puede sentar mal a la espera de tener disponible su concluión, pero sus pequeños errores no empañan su estupendo buen hacer. Un gustazo a ver en la pantalla más gigante posible.

 

Nota: 9

Nota filmaffinity: 7.2 

sábado, 6 de mayo de 2023

El señor de la guerra (Dan Abnett)

Y, después d emás de veinte años, ¡han salido los últimos libros de los Fantasmas de Gaunt! Dos ejemplares que me acabo de agenciar y caerán en no mucho tiempo. Por ahora, he aquí el penúltimo.

Título: El Señor de la Guerra

Autor: Dan Abnett

Título original: The Warmaster

Traducción: Juan Pascual Martínez Fernández

“Tras el éxito de su desesperada misión en Salvation’s Reach, el coronel comisario Gaunt y el Primero de Tanith se dirigen al mundo forja de Urdesh, de una importancia estratégica vital y que se halla asediado por los brutales ejércitos del anarca Sek. Sin embargo, puede que esté en juego algo más que el propio planeta. Las fuerzas imperiales han intentado dividir y vencer al enemigo, pero con el propio Señor de la Guerra Macaroth en persona al mando de la campaña de Urdesh, es posible que el ataque del Archienemigo tenga un propósito diferente: decapitar la estructura de mando imperial de un solo tajo.

¿Acaso el señor de la Guerra se ha convertido por descuido en un objetivo? ¿Y podrán los Fantasmas de Gaunt defenderlo frente a la fuerza de asesinos y máquinas de guerra del Caos allí concentrada?

Esta saga se termina y el libro lo sabe. Desde un primer momento se respira aroma a despedida, desde el planteamiento de la misión principal hasta cada diálogo de los personajes, todo se siente más definitivo que nunca, con un extra de trascendencia que hace que valores más cada disparo errado. Después de todo, llevamos 14 libros a nuestras espaldas con los Fantasmas de Gaunt, les tenemos cariño y hacía más de 5 años que no teníamos novedades de sus andanzas. Aquí tenemos una bilogía que se publicó (y debería leerse) junto con su continuación (El Anarca), cortándose en dos entregas sin ningún tipo de cuidado (eso siempre es feo).

El inicio es especialmente descorazonador, indicando un timeskip realmente largo del que nos tienen que poner al día. ¿Qué ha ocurrido? A raíz los hechos de Salvation’s Reach, los Fantasmas descubrieron algo que cambió el rumbo a la cruzada y esta se siente cerca del fin. Los malos, con el anarka Sek a la cabeza, han urdido un plan desesperado para acabar con el Señor de la Guera Macaroth y, como siempre, los Fantasmas son la única esperanza para que la luz del Emperador triunfe.

Así, Abnett se entretiene durante más de treinta páginas en informarnos qué ha sido de todos los personajes que conocemos. Lo más destacable es que el Coronel-Comisario Gaunt se ha convertido en una LEYENDA viva. Sus hazañas se cuentan con mil y cada vez que aparece ante gente que no le conoce, debe soportar una deferencia similar a la que reciben los santos (para irritación del propio Gaunt, claro).

La caracterización de personajes que Abnett realiza es muy meritoria, permitiendo distinguir fácilmente los más de treinta personajes que se manejan en esta trama tan coral. Mantienen sus buenas dosis de carismo y se los quiere mucho. Sin embargo, aquí ya da por supuesto que los conoces y se molesta muy poco en presentártelos.

El (los) libro(s) mantiene(n) dos tramas separadas. Por un lado, hay toda una conspiración de intrigas palaciegas en torno al ascenso de Gaunt al poder. Éste intenta adaptarse a la nueva situación, mientras intenta sobrevivir al “favor” de Macaroth y contribuir al buen fin de la Cruzada. Por otro lado, el resto de Fantasmas llevan muy mal el ser un “ejército mimado” y se ven abocados a una guerra que les supera por completo, luchando desesperadamente para sobrevivir, vendiendo caro cada palmo de terreno. Sin embargo, como el libro está partido en dos, todas las tramas se detienen in media res, dejándote con muchas ganas de más, especialmente porque algunas de ellas lo hacen especialmente a contrapié, probando algún que otro anticlímax un poco feo.

Pero en todo momento sabemos que hay algo oscuro que acecha por ahí… El libro hace un gran trabajo al desarrollar estas dos nuevas tramas mientras enhebra todos (TODOS) los hilos secundarios que había ido dejando en los libros anteriores, haciéndote sentir que la guerra (y la saga) ha llegado a su punto culminante. Me congratula que Abnett supere la tentación de llevar esta saga hacia el infinito y la acerque hacia un final que ya podemos ver cercano.

Así, cada muerte, especialmente tan cerca de la orilla, duele especialmente. Hemos acompañado a estos personajes durante muchas páginas y cada vez que alguno está en peligro, se le acongoja el corazón a uno. A Abnett no le duelen prendas en cargarse a gente “sagrada” y sabe como retorcerte los higadillos.

Dentro del chillón de cosas que ocurren en el libro, me hace especial gracia la curiosa pelea entre la Inquisición y la Armada, con una serie de juegos de espías y contraespías de lo más divertido, estando (por una vez) los primeros en una situación en la que si se ponen chungos, igual la cosa no pinta a su favor.

Una vez más, Abnett demuestra que es capaz de escribir un nudo gordiano de argumentos. Esta entrega junta acción a lo bestia, tramas vibrantes, muertes que hacen daño e intrigas políticas con el saborcillo especial que tiene WH40k. Sí habéis llegado hasta aquí en la franquicia, no veo porqué no ibáis a seguir. Todo lo bueno de los Fantasmas está aquí, aunque se note que es una historia truncada por aquello que ha de venir.

Muchas cosas deben resolverse y, si algo está claro, es que en este libro, nadie está a salvo.


Nota: 7

Nota goodreads: 4.39/5