Decididamente,
este biopic ha hecho correr ríos de tinta y de saliva. De él he oído opiniones
para todos los gustos, desde ponerla a parir a considerarla una obra maestra
del cine. Algunos le reprochan que no sea más que un compendio de videoclips, otros
desean más hincapié en la creación musical, hay quien la fustiga por contar
demasiado, el de más allá reclama todo aquello que se han dejado en el tintero;
Rami Malek da vida a un perfecto Freddy Mercury y al mismo tiempo es un
incompetente con prótesis dentales, que si está muy edulcorado o es una
película de viciosos…. Buf… Imposible hacerse una idea sin haber visto la
película.
Una
vez vista, ¿me gusta este Freddie? ¿Me gusta su Rhapsodia? Tomémoslo como lo
que es, una ficción que a veces se apresura, pega saltitos donde le conviene,
cuenta una historia, la aliña cuando le apetece, oculta algunos ángulos, pone
otros en valor, rocía alguna verdad aquí y allá… Es todo el arte de contar
historias: No pierdas al público en el camino, dale algo que le mantenga en
tensión hasta el final, haz que sueñe y déjale un buen sabor de boca. Una
apuesta ganada si se hace bien.
Quizás
lo más difícil es lo que sí hace bien en Bohemian
Rhapsody. Rami Malek compone a un Freddie Mercury emocionante, lleno de
humor, a la vez que inseguro y frágil. La película nos sumerge en sus orígenes
culturales, sociales y familiares antes de que se convierta en el icono
inalcanzable. Una vida que empieza como un cuento de hadas: el inesperado
ruiseñor, un patito feo destinado al sufrimiento que tiene la suerte (buscada
con ganas) de convertirse en cisne. Ascenso al estrellato que no le impide
sufrir problemas de racismo y homofobia, incapaz de aceptar sus diferencias por
miedo al rechazo. Escuchamos los demonios interiores de Freddie, sus confianzas
con los amigos, su necesidad de sentirse querido, pero sobre todo lo que vemos
es su parte luminosa, su apabullante fuerza vital, su lado visionario,
analítico. Disfrutamos conociendo a su séquito, los miembros de Queen en
acción, sus relaciones simbióticas y sus peleas.
El
guión hace elipsis extrañas, cambia la cronología de los eventos de manera
gratuita, pero su efectividad da ganas de conocer más sobre el grupo. Si bien
deja caer los temas escabrosos, se echa en falta un poco más de profundidad en
ellos (sin tampoco caer en el voyeurismo tonto). Nos emociona ese trágico fin
anticlimático de ese héroe muerto antes de hora, fallecido cuando el concepto
del SIDA ni se había inventado. Este desenlace se transforma en victoria al
decidir acabar la historia en el concierto del Live Aid, catártico para el
grupo, que se acaba con esa canción que resume en pocas líneas una vida, que
nos exhorta a no dejar caer los brazos y recitar a gritos: “We are the
Champions, my Friends!”. Los quince minutos finales son una apoteosis que te
pone a tope y te deja, a pesar de su desaparición, con un subidón que pide
volver a repetir.
Tiene
sus errores gordísimos, especialmente si conocemos un poco la historia de la
banda, acaba donde no debe acabar un biopic y hace trampas al solitario, pero…
mola. Es el problema de la música de Queen. No es que sea buena o mala, es que
juega en otra liga, y eso ayuda a la hora de molar y dejar buen sabor de boca. Bohemian Rhapsody es como una película
porno. Tienes algunos diálogos puestos entre las escenas que interesan para
hilvanar algo coherente mientras flipamos con los videoclips que nos prepara.
Con los mimbres de sus canciones, ¿cómo no va a funcionar?
Su
música tiene tanta fuerza que se le perdona cualquier error. No cuenta la verdad,
se salta la cronología (adelanta el We Will Rock you solo para poner la imagen
icónica de Freddie antes, por ejemplo), hace cambios de plano muy raros y
narrativamente flojea bastante. Sin embargo, está Freddie y la música de Queen.
Das vida al mejor frontman de la historia y tienes iconos absolutos de la
cultura atronando en pantalla, acabas poniendo COMPLETO el Live Aid como no se
ha visto en ningún biopic y claro, funciona. ¡Cómo no!
Me
sorprendió que, con todos sus defectos, estuviera nominada al Oscar a mejor
película. Sí entendí mucho más las otras cuatro nominaciones, que sí se llevó:
Mejor actor para Remi Malek (el propio Freddy) y mejor Montaje, Sonido y
efectos sonoros (el Live Aid tan apoteósico).
En
resumen, cuando tienes a Queen a tu servicio, te montas 130 minutos de grandes
éxitos y tienes a Freddy reencarnado… cualquier error (que los hay, y gordos) se
te perdona. La película mola y punto.
Nota:
8
Nota
filmaffinity: 7.3
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