Fuimos
a ver esta película muy de rebote. Llovía, decidimos ir al cine y era la única
que ponían. No me gusta ir a ver las películas así, sin saber nada de ella. Ni
idea de qué iba, de quién trabajaba… Pero bueno, a veces toca.
Malos tiempos en el Royale
nos sitúa en un hotel cercano a Los Ángeles que en otro tiempo fue lujoso.
Ahora malvive recordando tiempos pasados de una época que no volverá. Esa
noche, curiosamente, el hotel está muy concurrido. Un puñado de personajes ha
ido a parar a este negocio en decadencia, ideal para esconderse: Un sacerdote
con muchos secretos, una cantante de góspel que prepara la audición de su vida,
un par de chiquillas que huyen de algo, un agente secreto y un botones algo
tartamudo. Cada uno de ellos tiene imperiosas razones para estar en él, lo que
provocará una inesperada (y sangrienta) cascada de acontecimientos.
Con
un guión muy divertido y un uso de los espacios realmente ingenioso, Malos tiempos para el Royale convierte
lo que debería ser una historia bastante simple en un delicioso puzzle criminal
lleno de elegancia. Este remedo de los diez negritos (¡mentira!) bebe a veces
de la brutalidad de Tarantino y otras de las memeces de los Coen, pero
sobretodo es un estupendo juego narrativo de atracos, traiciones y giros
tramposetes. Su particular puesta en escena, sus ingeniosos diálogos y su
negrísimo humor logran captar la atención, llevándote con energía por una
montaña rusa en la que nada (y todo) es lo que parece, concluyendo de manera
tan ingeniosa como inesperada.
Este
guión lleno de sorpresas está más que bien aprovechado por un elenco de actores
que realizan un espléndido trabajo. Los dos que más llaman la atención son Jeff
Bridges (pocos actores en activo tienen tal plétora de estupendos personajes) y
Cynthia Erivo (mis dieses), con los personajes más difíciles y también más
logrados. Sorprende también la enjundia de Chris Hemsworth como Charles Manson
buenorro y de Dakota Johnson como dama no-tan-en-apuros, pues no esperaba nada
de ellos y demuestran un notable saber hacer. Completan el elenco unos sólidos
John Hamm y Lewis Pullman, que no desentonan en absoluto entre tanta calidad.
El
director que lleva a cabo esta acrobacia con triple mortal sin red es Drew
Goddard (nada que ver con el mítico director), que demuestra una vez más que
sabe entretener a su público. Tal como hizo en La cabaña en el bosque, rompe los esquemas del género para dejarte
boquiabierto en cada escena. Cada giro de guión cambia tu perspectiva sobre qué
estás viendo, en un continuo entrelazado que requiere de toda tu atención para
poder seguir los objetivos de los diferentes personajes y sus interacciones. Un
segundo de distracción puede provocar que te pierdas el dato concreto que te
permite comprender la siguiente escena, ojo. Pide a gritos un segundo visionado
en el que podrás comprobar que nada se ha dejado al azar, con multitud de
detalles que indican mucho esmero en la composición del fragmentado enredo que
compone la película. En una manera muy complicada de narrar una trama
relativamente simple, unos mismos hechos se van repitiendo desde el punto de
vista de los diversos personajes, lo que permite comprenderlos mientras se
juega con las expectativas y el factor sorpresa. Además, en un alarde gratuito (que imagino se
produce por puro onanismo directoril), Goddard se las arregla para “homenajear”
un puñado de escenas de películas de atracos clásicas, que el cinéfilo avezado
podrá jugar a reconocer.
Este
enredo de tiros y traiciones es un pasatiempos estupendo que parece mentira que
dura dos horas y media. Podríamos discutir si merece la pena complicarse tanto
la vida para lo que se quiere explicar, pero desde aquí no puedo sino
recomendarlo y lo único que lamento es que pasara tan desapercibida. De hecho,
en su momento éramos apenas seis personas en la sala, y las tres chavalitas que
teníamos delante entraron únicamente porque en el poster estaba Thor sin
camiseta…
Lo
dicho, una película tramposa y liada, llena de humor negro y violencia desatada
que proporciona un buen rato de diversión. Y cómo mola el final, coñe.
Nota:
8
Nota
filmaffinity: 6.5
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