Este
libro llevaba pululando por casa desde hace un puñado de años. En este caso se
trata de los pocos libros de la franquicia dedicados a los Éldar. ¡Cómo le ha
costado siempre a la Black Library salirse del Imperio de la Humanidad!
Título:
La senda del Guerrero
Autor:
Gav Thorpe
Título original: Path of the Warrior
Traducción:
Juan Pascual Martínez
“Los eldars son una raza Antigua
y misteriosa. Cada uno de sus miembros dedica su vida a una senda que guiará
sus actos y decidirá su destino. Korlandril abandona la Senda de la Paz y se
adentra en la Senda del Guerrero para iniciarse en el arte de la muerte y de la
destrucción. Elige el aspecto guerrero del escorpión asesino para convertirse
en un adepto mortífero e inmisericorde en el arte del combate cuerpo a cuerpo.
Sin embargo, cuanto más se adentra en esa senda, más cerca está de perder su
propia identidad y de convertirse en un avatar de la guerra.”
Para
los profanos, lo primero que habría que contar es que los Éldar son el
equivalente los elfos del mundo de Warhammer 40k. Siguen todos los tópicos de
la elficidad tolkeniana pero traspasada al milenio siniestro. Antaño dominaron
la galaxia, pero un cataclismo acabó con su Imperio y ahora los remanentes
sobreviven en planetas móviles intentando reconstruir algo parecido a una vida.
La maldición de Slaanesh (uno de los dioses del Caos) persigue sus almas, por
lo que su sistema de creencias ha variado para sobrellevar los traumas que esto
les causa.
Así
pues, a lo largo del libro seguiremos la vida de Korlandril y visitaremos todos
los rincones del Mundo-Astronave de Alaitoc. Primero con el protagonista como
artista, veremos cómo vive el pueblo, la gente normal. Después, en un pequeño
paso como Vengador, se nos contará el concepto de “La Senda” de los Éldar y,
finalmente, cuando Korlandril pasa a ser un Escorpión Asesino, veremos las
peculiaridades de los ejércitos Éldar. Quizás es en la descripción de este
mundo donde encontramos los mayores valores del libro. Gav Thorpe logra que
este mundo no-humano sea reconocible y verosímil para nosotros. Adapta el
trasfondo existente a su manera para que el funcionamiento de Alaitoc sea
creíble, para que tenga lógica y podamos disfrutar recorriendo todos sus
secretos. Añade un montón de cosas nuevas muy interesantes al trasfondo y,
además, se las arregla para mantener la coherencia con el Universo del WH40k.
El
protagonista es el (inicialmente) escultor Korlandril que,
la verdad, es un poco imbécil (siendo amables). Inicialmente es un pomposo
estirado incapaz deber más allá de sus propias narices, centrado en sus
problemas y sus traumitas, ignora a aquellos que le rodean, a pesar de los
desesperados intentos de éstos para pedir su ayuda. Una vez empieza a recorrer
la Senda del Guerrero, aprende a estar en paz consigo mismo, pero poco a poco
va perdiendo más de si mismo, acercándose a un autómata en el que su mente es
sustituida por la amalgama de los espíritus de los guerreros del pasado que
atan su esencia a la suya. Cuando sea consciente de que está dejando de ser él,
empezará una fútil lucha para salvar su vida.
A
su alrededor van circulando una serie de personajes que entran y salen de su
vida sin dejar mucha impronta. Apenas meros nombres con los que articular la
historia, sin demasiada personalidad ni características destacables.
Una
de las características típicas de la mayoría de novelas de Marines Espaciales
estriba en estar protagonizadas por el más “humano” de los soldados, muchas
veces alguien que destaca por su empatía y su capacidad para pensar “a nuestra
manera”, alejada de lo que debería ser un Marine canónico (lo que le suele
ocasionar ciertos problemas que sirven de excusa argumental para la historia).
Este efecto responde a la necesidad de tener un personaje con el que empatizar,
con el que desear conocer qué le depara el destino y avanzar en su historia. Esta
adaptación no se produce en este libro, pues Korlandril es un personaje
bastante irritante durante gran parte de la novela, respondiendo a la
perfección al concepto de “Éldar” que siempre se ha vendido en el trasfondo. Korlandril
es un Éldar con todo lo que ello implica, sin rebajar. Thorpe refleja su
inhumanidad y la diferente escala de valores que ambos manejamos. Es un trabajo
bien hecho, no lo dudamos, pero se hace algo pesado a la que necesites que la
vida del protagonista te importe un poco.
El
libro también sufre de una gran falta de ritmo. Vamos saltando de aquí para
allá sin tener una trama que una los puntos. En muchos casos da la impresión de
que la historia no es más que una mera excusa para que hagamos turismo por
Alaitoc, tocando cada una de sus regiones. Además, tampoco se nos cuentan los
motivos por los que hay toñas. Llaman a Korlandril a pegarse en un sitio, a
pegarse en otro y tal, pero no sabemos qué ocurre. Las escenas de acción se viven
de una manera muy diferente a como estamos acostumbrados con Abnett o McNeill.
Mientras que éstos escriben escenas de batalla llenas de viveza y emoción,
Thorpe las hace mecánicas y crudas, en muchos casos muy faltas de emoción. Muy
Éldar, todo hay que decirlo.
Por
otro lado, Thorpe escribe con un estilo muy ligero, agradable de leer. Es muy
original a la hora de recrear el Mundo-Astronave, con todas sus
particularidades bien encontradas. Las páginas pasan con facilidad aunque la
historia no te importe un pepino y me gusta el juego que hace para mostrarnos
las visiones y las múltiples personalidades que va sufriendo el protagonista. Al
final el libro llega a hacerse aburrido, pero hay que reconocer que tiene sus
puntos interesantes.
Aunque
el final es cerrado, me acabo de enterar que se trata de una trilogía. Ante la
sorpresa, me he informado y resulta que los otros dos libros siguen “la senda”
de los dos mejores amigos de Korlandril, siendo uno un Vagabundo y otra una
Vidente.
Alaitoc
es un mundo que da gusto visitar, y el desarrollo del trasfondo está bien
realizado. Por otro lado, hacía tiempo que un libro de Warhammer no conseguía
aburrirme. Y eso es algo muy malo para una propuesta de la franquicia.
Nota:
4
Nota
goodreads: 3.59/5
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