Desde la CLO (gracias Alies86) me mandan a leer uno de
los libros que tengo pendientes de la Cesta’13 (ya van quedando menos, jeje).
Como no puede ser de otra manera (van a 3-4 al año), otro libro de Isabel
Allende, ¡que no falte el vicio!
Título: Retrato en sepia
Autor: Isabel Allende
“Narrada en
la voz de una joven mujer, ésta es una magnífica novela histórica, situada a
finales del siglo XIX en Chile, y una portentosa saga familiar en la que
reencontramos algunos personajes de Hija de la fortuna y La casa de
los espíritus, novelas cumbres en la obra
de Isabel Allende. El tema principal es la memoria y los secretos de familia.
La protagonista, Aurora del Valle, sufre un trauma brutal que determina su
carácter y borra de su mente los primeros cinco años de su vida. Criada por su
ambiciosa abuela, Paulina del Valle, crece en un ambiente privilegiado, libre
de muchas de las limitaciones que oprimen a las mujeres de su época, pero
atormentada por horribles pesadillas. Cuando debe afrontar la traición del hombre
que ama y la soledad, decide explorar el misterio de su pasado. Una obra de
extraordinaria dimensión humana que leva la narrativa de la autora a cotas de
perfección literaria.”
No podéis imaginar mi sorpresa cuando me enteré de que
este libro juntaba (a su modo), los clanes familiares de La hija de la fortuna y de Lacasa de los espíritus. Dos libros que disfruté mucho en mi adolescencia
que, quizás, debería revisitar en algún momento. Retrato en Sepia cubre el gap de años que hay entre las dos
novelas, entrelazando ambos trasfondos para delicia de los que disfrutamos con
las dos novelas previas. Así pues, sirve de vehículo para generar una trilogía
de libros, sin que por ello dejen de funcionar como stand alone.
El personaje principal sobre el que se articula toda la
acción es la joven Aurora del Valle, una chiquilla inquieta que tiene la suerte de criarse en una familia
relativamente acomodada, en el San Francisco de finales del XIX. Su ansia de
aprender se combina con sus ganas de vivir una gran aventura amorosa, pero
queda lastrada por un trauma del que no conoceremos su causa hasta bien entrada
la novela. Este enigma es uno de los principales motores del libro y hacen de
Aurora un personaje interesante.
Sin embargo, mi personaje favorito es la imponente
matriarca de la familia, Paulina del Valle. Es una auténtica Big Mamma que ha conseguido vivir como le ha dado la
gana, derribando cualquier barrera que la vida le ha impuesto. Su último sueño
se hace realidad cuando acoge bajo su manto a su sobrina Aurora, a la que cuida
y protege como una hija, guiando su vida para conseguir la máxima felicidad. Es
un auténtico carácter que se hace querer a pesar de su arrogancia y coquetería,
con un deje feminista inconsciente (el feminismo como tal todavía no se ha
inventado) para su vida, pues es claramente consciente de que ningún hombre va
a determinar qué debe hacer ella con su vida. Me resulta especialmente curioso que esa
mentalidad cuadre (y lo hace) con el esfuerzo que realiza para convertir a
Aurora en una casadera deseable a la que incluso hace desfilar en busca de
candidatos, pues considera que lo mejor para su ahijada es conseguir un buen
partido que le permita tener “un cuarto propio” para sus inquietudes, aspecto
harto difícil en la sociedad de finales del XIX. Con el tiempo su familia se
une tangencialmente con los Del Valle
de La casa de los espíritus, de los
que Paulina es una antecesora que se recuerda con cariño.
Los fans de Hija de
la fortuna no quedarán defraudados cuando vean aparecer tanto a Eliza
Sommers como a Tao Chi’en, abnegados héroes de la novela previa. Gracias a los
conocimientos médicos de este último, la ahora madura pareja sobrevive en el
Chinatown de San Francisco, dónde se mezcla su reputación de curandero con las
miradas de desaprobación que provoca la presencia de Eliza en el barrio.
Evidentemente, el racismo de la sociedad
se traduce en un tratamiento similar en las zonas de mayoría blanca, lo
que hace difícil la vida de esta pareja mestiza. Los diferentes sucesos impiden que puedan
cuidar de su nieta Aurora del Valle, lo que acaba provocando que ésta acabe
bajo la férrea tutela de Paulina.

El conjunto de la trama de Retrato en Sepia empieza cuando Aurora tiene cinco años, y Eliza
Sommers, viuda reciente, la entrega a Paulina del Valle para que la críe.
Paulina acepta extasiada el tener una pequeña a la que mimar, accediendo con la
condición de que Eliza no intente contactar con la pequeña. Al poco tiempo,
algo ocurre con Aurora y los Del Valle marchan a Santiago de Chile para superar
el trauma que ha provocado un casi total borrado de las memorias de Aurora.
Paulina malcría más que cría a Aurora, concediéndole
todos los caprichos, rodeándola de inquietudes culturales sin fin, atendida por
profesores particulares sin contacto con la escuela. A los trece años entra
como aprendiz de un fotógrafo profesional, al que rápidamente sobrepasa. Una
vez Aurora se acerca a la edad casadera, Paulina entiende que tanto amor por la
fotografía puede dañar sus perspectivas matrimoniales, por lo que la embarca en
un viaje de dos años a través de Europa, con el doble objetivo de mejorar la
salud de Paulina y encontrar un buen partido para Aurora.
La tercera parte focaliza en el matrimonio de Aurora con
Diego Domínguez, con todas las vicisitudes que ello implica. De fondo, nos
sitúa como Paulina instala a Severo y Nívea del Valle en una empresa vinícola
poco antes de morir, justo como los encontramos en La casa de los espíritus. Finalmente, como suele ser habitual en
Allende, tenemos un giro final que provee de un momento de revelación y explica
todos los secretos que permanecían ocultos hasta ahora.
La característica más distintiva de la obra se halla en
el amor de Aurora por la fotografía, que no abandona en ningún momento del
libro. A través de él, Allende se permite retratar el mundo que rodea a los
protagonsitas y profundizar en las dificultades de una sociedad que cambia
continuamente pero que siempre mantiene a las mismas personas sufriendo.
Allende realiza un gran esfuerzo para transmitirnos todo lo que significa cada
foto, yendo más allá de los “retratos en sepia” de las vidas que Aurora
fotografía, un detalle muy logrado.

Al final, se trata de un libro canónico de Allende: la historia
vibrante de una dinastía familiar como bien sabe hacer esta autora. Su
identidad de libro entre historias le quita consistencia por sí mismo,
perdiendo argumento en favor de añadir trasfondo a las novelas precedentes, lo
que fácilmente sabe a poco. A pesar de ser predecible es agradable de leer,
pero no deja de ser un libro del que dices “está bien, y ya”. Puede interesar a
completistas de la autora, o a gente que quiera saber más de las familias que
habitan los libros más importantes que la rodean.
Nota: 6
Nota goodreads: 3.94
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