Tengo
un cariño enorme a esta película. No en vano fue la primera que fui a ver al
cine con los amigos. A mis catorce añetes, era la primera vez que,
conscientemente, elegía ver “algo que mis padres no habrían aprobado que
viera”. Recuerdo bien la sensación de rebeldía al ver algo +18, supuestamente
prohibido para mí (ay, la ingenuidad de los años mozos…).
A
ello había que sumar el pavor que yo tenía al Xenomorfo en aquella época. Y
mira que todavía no había visto ninguna de las películas, por puro miedito. No
era sólo un desafío a mis padres, sino un desafío para mí mismo, empezando la
película tan nervioso como asustadito. Recuerdo
que me lo pasé en grande y me quité un buen montón de complejos con esta
película, a pesar de sus absurdeces que ya me di cuenta que tenía.
Han
pasado un par de siglos desde la muerte de Ripley. Sin embargo, la compañía ha
conseguido recuperar su cadáver, con el que ha seguido investigando. Después de
unos cuantos intentos, consiguen clonar a Ripley separando el cuerpo de la Reina
Alien con la que murió. Un grupo de desharrapados mercenarios provee de un
puñado de cuerpos a los que inocular con el xenomorfo. Evidentemente, la cosa
se va a desmadrar y la matanza está servida.
Era
el año 97 y Dolly acababa de salir al mundo. La clonación estaba de moda y a
algún directivo se le ocurrió aplicarla para resucitar una saga que se suponía
cerrada y bien cerrada. La resurrección se combinó con malotes noventeros, un
poco de steam-punk desnortado y un realizador con personalidad. La idea en sí
no era del todo descabellada, y Jean-Pierre Jeunet había demostrado ser un
director con estilo. A posteriori, incluso podríamos decir que se trataba de
una propuesta prometedora en su concepto.
Sin
embargo, los problemas empezaron cuando desde producción se empezó a meter baza
(no olvidemos que es una película de estudio) en el guión de Joss Wedhon,
tocando cosas aquí y allá, fastidiando todo el trabajo para desgracia de un
Jeunet al que le cambiaban el plan de rodaje cada día. Un ejecutivo deducía que
estaba de moda el baloncesto y había que incluirlo en la película (sí, una
Spalding en el año 2145), luego los Aliens debían convertirse en mascotas,
luego había que destruir la tierra y crear al Xenomorfo súper-definitivo,
Winona Rider casi se muere porque Weinstein insiste en que ella no puede usar
dobles… El documental del Making Off es
de los que vale la pena ver. Estoy seguro de que el director envejeció diez años
durante el rodaje.
El
mayor problema que se encuentra la película es que la solución argumental que
escoge el guión está plagada de agujeros, pajas mentales y decisiones extrañas
que impiden que la película llegue un poco más allá. Desde la excusa para
resucitar a Ripley hasta su extraño desenlace, los despropósitos campan a sus
anchas. Josh Wedhon, que firma el libreto, ha declarado en diversas entrevistas
sobre la cantidad de cambios que le hicieron, incluida la eliminación de un
tercer acto en la tierra que se cambió por ese parto rarísimo del que declara
no tener nada que ver. Quizás estamos hablando del peor guión que ha tenido
Jeunet entre manos. Imagino que, en condiciones normales, se habría negado a
hacer la película, pero ya se había comprometido contractualmente a rodar en
Hollywood (tenía muchas ganas), antes incluso de saber que iba a hacer una de
Alien. Ay, estos líos de productoras…
Alien:
Resurección parece intentar ser una película que combina la salvaje acción de
Aliens: el regreso con la inquietante atmósfera de Alien: El octavo pasajero y
la estupidez de los personajes de Alien: 3. En su búsqueda de ser la película
más sanguinaria, brutal y agresiva de la saga, está tan pasada de vueltas que
se acaba convirtiendo en una comedia involuntaria. Contiene tal cantidad de
bastardadas innecesarias que te tienes que reír, aunque probablemente no fuera
el objetivo inicial del director.
Y
es que la imaginería está muy currada. La Nostromo (es un decir) se contagia de
un ambiente sórdido, deliberadamente cutre basado en tonos amarillos y verdes,
donde todo parece supurar enfermedad y decadencia. Las soluciones visuales que
Jeunet escoge denotan saber hacer (la escena bajo el agua, por ejemplo), con un
punto de malignidad muy bien encontrado que hace todavía más sorprendente que Amèlie se rodara justo después de ésta.
Al
final fue pragmático e hizo un buen trabajo sin pelearse en exceso con los de
arriba ni tampoco pasar del tema. Se puede notar esta efectividad en la
acertada dirección de actores, a los que el guión dota de personalidad con
apenas dos pinceladas (típico de Wedhon). Desde el pasadísimo Ron Perlman, el
negro de las rastas o una jovencísima Winona Ryder que ya empezaba a tener fama
de “excéntrica”.
Un
aparte habría que realizar en lo que concierne al híbrido. ¿A quién se le
ocurrió que eso era buena idea?
Alien:
Resurección es una película a la que le tengo un cariño inmenso. Aunque
técnicamente no hay mucho que reprocharle, el guión se queda en ese extraño
punto entre el despropósito involuntario, la comedia gore y la acción
descabezada con la excusa de tener criaturas por ahí. Como película de acción
se las arregla para tener un buen puñado de escenas molonas, aunque como mejor
se disfruta es deleitándose con la exageración cachonda que se despliega con
las sucesivas víctimas.
Nota:
6
Nota
filmaffinity: 5.6
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