En una reunión de Bookcrossing, Lauriqui me endosó este
libro (de parte de Daisy), asegurándome que me iba a encantar. Como uno es como
es, se leyó sin dudar antes de proceder a la liberación del mismo.
Título: Operaciò Caramel
Autor: Ian McEwan
Título original: Sweet Tooth (Goloso)
Traductor: Albert Torrescasana
“Es el
año 1972 y la guerra fría está en plena efervescencia.
La agencia de inteligencia británica se ha encabezonado en manipular las
conversaciones culturales financiando autores con ideas políticas afines a las
del Gobierno. Esta operación será bautizada como la Operación Caramelo.
Serena
Frome, una estudiante de Cambridge, brillante y de gran belleza, es la
candidata ideal para infiltrarse dentro del círculo de Tom Haley, una joven
promesa literaria. Lectora compulsiva de novelas, primero se enamorará de sus
historias. Y, poco a poco, empezará a interesarse por el hombre…
Pero,
¿Cuánto tiempo podrá mantener su vida encubierta? Y, en realidad, ¿quién
inventa a quién? Para contestar estas preguntas, Serena deberá abandonar la
primera regla del espionaje: No confíes nunca en nadie.
Una
historia inteligente de traición e intriga, amor y personalidades ficticias. “
Creo que Lauriqui demostró bastante paciencia durante el
tiempo que tardé en sobrepasar las 100 páginas iniciales. La vida de una
chiquilla tímida que empieza a ir a la Universidad y no se aclara qué hacer con
su futuro no me interesaba en exceso y no tenía mucho que ver con el resumen ni
con lo que esperaba leer. Estará todo lo bien escrito que quieras (que lo
está), pero vaya aburrimiento…
Sin embargo, cuando la protagonista pone el pie en el MI5
(una entrada quizás demasiado casual), la novela de Ian McEwan despega a las
nubes y mejora sobremanera. No es sólo que la florida prosa del autor encuentre
un motivo para desarrollarse, sino que al sumergirnos en los circuitos
literarios, ésta se muestra vivaz, cambiante según el ambiente que nos
encontramos.
Me explico: dentro del libro encontramos relatos
insertados de uno u otro autor, algunos bellos, otros atroces y alguno que otro
muy malo, pero los percibimos como diferentes. El lector atento podrá
distinguir entre la “realidad” y la narración de un autor u otro dentro del
libro. Como los protagonistas se codean con la élite literaria del Londres del
momento, entrarán en contacto con personajes conocidos, con la consiguiente
mezcla de referencias y críticas a los productos creativos que son novedad
(entonces). McEwan hace que los personajes debatan sobre temas que desconocen,
pero de los que el autor conoce el futuro (y se supone que nosotros también),
permitiéndose jugar con ello en un gran alarde de dominio del metalenguaje
literario y de la palabra escrita. El juego que se plantea hará las delicias de
los lectores más cultos y de los más ávidos de disfrutar de un libro BIEN
escrito, más que en una trama vibrante o llena de giros argumentales.
Los pequeños relatos son de una calidad desigual
(totalmente deliberada), pero los que están pensados para ser buenos, son
realmente espectaculares, casi que a veces te indignas al llegar a su fin y
tener que volver a una novela cuya trama podría interesarte menos. Encontramos
también toneladas de citas de personajes conocidos, que a buen seguro habrán
hecho sudar tinta al traductor, que se habrá visto obligado a escarbar
traducciones anteriores de un puñado de obras para asegurarse de que no se
producen incoherencias.
Todo el tinglado se haría verdaderamente pesado si no fuera por la gracia de sus personajes, esculpidos con un mimo y una profundidad sorprendentes.
La protagonista de todo es la joven Serena
Frome. Aunque la conocemos desde
su infancia (ay, esas primeras cien páginas…), la trama empieza realmente
cuando esta joven insegura sale de la universidad y se le encarga espiar a un
escritor prometedor. Hasta entonces, hemos conocido como se debate entre seguir
sus sueños o hacer lo que se espera de ella, conjugando su felicidad, con la de
su familia y la de la sociedad, especialmente cuando se trata de factores que
entran en conflicto. La mezcla entre sus inseguridades, las ganas de salir
adelante, los miedos y la necesidad de mostrar aplomo cuando no se tiene es
magnífica. Este efecto es especialmente destacado cuando se acerca al escritor
Tom Haley, pues debe adoptar un papel concreto que no es acorde con su
personalidad, provocando que ambas maneras de ser (la suya y la impostada) se
confundan, dominando a veces una u otra, según el autocontrol, las hormonas o
las reglas de la decencia que imperan en cada momento. La complejidad de este
personaje está al alcance de muy pocos.
El escritor sobre el que orbita la Operación Caramelo es Tom Haley, un profesor de literatura con un par de éxitos
editoriales para el que la escritura es sólo un pasatiempo frente a la pasión
por enseñar. Siempre un poco arrogante y pagado de sí mismo, recibe con agrado
la aparición de una fan (Serena Frome) que, poco a poco, le va influyendo para
que abandone su academicismo inicial y abrace las aventuras editoriales,
especialmente con ciertos toques antisoviéticos propios de la Guerra Fría. Este
proceso es muy gradual, con algún que otro bandazo, como podremos ver entre su
renuencia a hacer caso a una fan de la que se está enamorando, cumplir su sueño
de ser catedrático en la Universidad, inflar su ego de escritor de éxito y la
indignación de saberse utilizado por “agentes exteriores” por un fin no
demasiado legítimo. Este conflicto interno se refleja en los relatos que
escribe y de los que tenemos noticia, de diferente carácter según el momento.
Me encanta cuando Serena los lee y se debate entre disfrutar por la calidad
intrínseca del relato, buscar dobles sentidos por los que se pudiera ver
reflejado en ellos y buscar que incluyan las temáticas que sus superiores
desean para el escritor.
El superior directo de Serena es Max
Greatorex, que a pesar de su nombre
galo es un joven apuesto y decidido seductor de damas. En un bonito acto de
rencor tras la negativa de Serena a caer bajo sus encantos carnales, envía a
Serena, apenas una novata archivera, para que “entre en contacto” con Tom
Haley, consciente de la humillación que será para ella. Sus obvios defectos no
le impiden ser un trabajador capaz y leal a su país, pero con un deje de mala
leche de lo más odiable. Su relación con la misión entremezcla las ganas de
fastidiar a Serena y el amor que siente por ella, el propio éxito en el
reclutamiento de Haley y la fama literaria del mismo, cosa que se transmite en
las reuniones de progreso o en sus lecturas de los propios relatos a lo largo
del libro. Mucha más profundidad de lo que inicialmente parece un malo
arquetípico, que a fin de cuentas, es de los buenos, pues todo lo hace para
luchar contra los comunistas.
En un último ejercicio de acrobacia, la propia novela
funciona como un pequeño guiño a los inicios del autor, pues McEwan cosechó sus
primeros éxitos literarios apenas conseguida la plaza de profesor adjunto en la
Universidad. Una vez liberó la plaza para dedicarse plenamente a la escritura,
fue salpicado por un escándalo que se refleja en la propia obra, pues se supo
que los servicios secretos británicos habían favorecido el éxito de una serie
de autores que defendían ideas que interesaban al gobierno, siendo McEwan uno
de ellos. Los años han demostrado que McEwan es un verdadero artista, pero le
costó bastante quitarse el sambenito de ser un “protegido” del régimen…
Asímismo, McEwan se permite el reflexionar sobre la política
de la época, las decisiones que se tomaron y la necesidad ineludible de
defender el feminismo como manera de hacer progresar la sociedad. No hay nada
como la ventaja temporal que te da el futuro para volver la vista al pasado y
contemplar los hechos con otros ojos (y qué bien se explica).
Y luego está el final. SPOILER. Operación Caramelo no es realmente un thriller de códigos y
contraespionajes como a la bella e ingenua heroína le gustaría que fuera (no
deja de ser una chica normal que quiere divertirse. O, si no puede conseguirlo,
seguro que sería feliz acurrucada en la cama con una novela. El libro es un
complejo puzzle cuyas piezas aparecen paulatinamente, repleto de un aplomo
engañoso, en el que cada hecho parece untado de un júbilo surrealista. A través
de esta aproximación metaficticia McEwan puede –intencionadamente- provocar que
algunas cosas y eventos parezcan poco creíbles. Después de todo, no hay un
verdadero narrador. Estamos leyendo una novela escrita por un hombre, narrada
por una mujer que, al final, resulta ser un hombre que se hace pasar por esa
mujer. La acrobacia es de bandera, un alarde gratuito tan capaz de maravillar
como de indignar al respetable, dejando indiferente a muy pocos. FIN DEL SPOILER
Por toda esta complejidad, no puedo sino destacar también
la inmensa labor de traducción de Albert Torrescassana. El trabajo para que el
lector pueda diferencias los diferentes estratos lingüísticos en los que se
mueve la obra no es nada fácil, además del enorme esfuerzo documental buscando todas
las traducciones previas que se han hecho de las obras literarias citadas, para
asegurarse que se mantiene el sentido de la idea a transmitir. En ese sentido,
mis dieces.
Al final, se trata de una novela que me ha gustado mucho.
Le cuesta un mundo empezar, con 100 páginas que se pueden hacer MUY pesadas,
pero una vez empieza la “Operación”, el libro es canela de la buena. Operación Caramelo es una mezcla extraña
de espías a la antigua, amor por los libros y la literatura, y una
deconstrucción de personajes de primera al comando de un maestro de la palabra.
Además, la exquisita escritura de McEwan es una delicia.
Y luego está el final. A mí me ha encantado, pero
entiendo que a muchos les pueda parecer una tomadura de pelo.
¿Compensa el espectáculo del meollo las primeras páginas
de aburrimiento? Eso ya depende de cada uno. En conjunto, la obra de orfebrería
es de una belleza abrumadora, pero no destacará ni por su ritmo ni por la
emoción de su trama.
Nota: 8
Nota goodreads: 3.4/5
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