domingo, 28 de abril de 2019

Rocky II


Como casi cualquier película que supone un taquillazo inesperado en los cines, se impone buscar y conseguir una continuación, aunque ésta no acabe de tener sentido. Rocky lo petó de todas las maneras posibles, así que la secuela se hacía obligatoria. Sin embargo, la historia era tan autoconclusiva, que, ¿cómo hacerla? Pues bueno, no tardó mucho.

Rocky II empieza recordándonos el final de la primera parte. No es que haga un “cómo decíamos ayer”, es que te enchufa los últimos 3 minutos del combate contra Apollo Creed. Un final feliz. Pero nadie se molesta en saber qué ocurre después de los finales felices. Todo se pierde en fanfarrias triunfales, destinos alcanzados y metas superadas. Hemos establecido desde siempre que si luchas y ganas una vez, ya has triunfado, pero la vida sigue. Es lo que nos muestra Rocky II. Después del subidón de epicidad inicial, tenemos un pequeño salto adelante, mostrándonos los siguientes meses tras su triunfo. Rocky se ha convertido en una celebridad que ha disfrutado de sus quince minutos de fama, ganado un buen puñado de dinero y ha pasado a ser conocido por todos. Pero el dinero se malgasta y se acaba, el boxeo da para lo que da y Rocky se vuelve incapaz de gestionar el no ser un personaje anónimo. Para colmo, aparece Apollo Creed exigiendo una revancha que Rocky no se ve capaz de afrontar dignamente.

Rocky no quiere volver a enfrentarse a Apollo, pero al final, se impone la necesidad y toca volver a ponerse los calzones y subir al ring para recibir la paliza de su vida. Obviamente, él no sabe hacer otra cosa que esforzarse al máximo con todo lo que hace, por lo que decidirá dar todo de sí para hacer lo único que sabe hacer (y él mismo es tristemente consciente de ello) ante la batalla final: pegar tortas.

Muchas veces se dice que las segundas partes cogen lo mejor de la primera y lo potencian. Sin embargo, éste no es el caso de Rocky II. Igual que ocurría con Solo en casa 2, más que una continuación, es una repetición, un remake no confeso de la primera película. La gracia es que hay más dineros y más consciencia de que se tiene un blockbuster entre manos.

Se deja un poco de lado el retrato social que caracterizó Rocky y se potencia la vertiente deportiva, pero es una decisión plenamente consciente de Stallone, que ahora sí tiene plenos poderes para dirigir, escribir y actuar en SU película sin que nadie le diga nada. El boxeo cobra importancia, pero esto no impide que encontremos una estupenda construcción de personajes, con un Rocky que siente el resquemor de haberse convertido en el campeón del pueblo, pero no en el campeón del mundo, incapaz de gestionar el cambio que el combate ha supuesto en su vida, deseoso de permanecer allí, pero consciente de que esta ha sido la oportunidad de su vida y que no volverá a pasar.

Stallone hace aquí el papel que ha nacido para ser. A pesar de su apariencia simplona, el actor es plenamente consciente de sus características, tanto para bien y para mal. Sin meterse en camisa de once varas, retrata con realismo las pocas luces de su personaje, junto con su incapacidad de ser una persona normal. Además, destaca la naturalidad que desprende su relación con Adrien, el personaje notablemente interpretado por Thalia Shire, con una química de lo más entrañable.

También sorprende la acertada construcción del personaje de Apollo Creed. Un campeón herido en su orgullo que ha comprendido la necesidad de no subestimar nunca más a su rival. Su tiempo en el Nº1 le había acomodado, olvidando la capacidad de sufrimiento necesaria para triunfar contra un Rocky que no sabe de rendirse. Ahora sí es consciente de ello y piensa darlo todo en un combate en el que pone toda la carne en el asador. Igual que ocurre con Stallone, Carl Weathers es un actor limitado que también parece haber nacido para ser Apollo. Se hace difícil distinguir dónde empieza el personaje y donde acaba el actor.


Lamentablemente, el resto de secundarios no es que destaque por su calidad, limitándose a aparecer por pantalla y circular sin tampoco desentonar demasiado.

Un espectador que intente afrontar hoy la película se enfrentará primero al extraño inicio, pues no es normal poner para empezar los últimos cinco minutos de la anterior película. Posteriormente, el ritmo es extraño, con unos picos de emoción que dejan huella en medio de escenas contemplativas para que te puedas recuperar. Puede que no te guste el boxeo, pero hay que reconocer que sus momentos álgidos están tan logrados que acaban captando tu atención y te hacen vibrar a tope con el desarrollo del entrenamiento y las peleas. El guión ahonda inesperadamente bien en la construcción de los personajes principales y la preparación mental hacia el desafío que deben afrontar, con la introducción de frases y diálogos para la posteridad, ideal para cualquier momento en que uno necesite algo de motivación.

Caso aparte estriba en el retrato de los combates. Es obvio que se trata de una película de pura fantasía, pues el boxeo que se enseña y las tortas que se arrean no se parecen en casi nada con la realidad. No obstante, la pelea está rodada con un estilo que pocas veces se ha logrado. Es capaz de mostrar que Creed tiene una técnica mucho más depurada que Rocky, que es mucho mejor boxeador, mientras que éste trabaja mejor toda la parte mental del combate. Todo ello sin restar un ápice de dramatismo, emoción, esfuerzo, superación y catarsis final capaz de atrapar incluso a los menos ávidos de los puños. Incluso ellos saltarán de emoción cuando ¡¡¡ROCKY ES CAMPEÓN DEL MUNDO!!!


En resumen, Rocky II no evita dejar la sensación de ser una película de propósitos digestivos, pero contiene las mimbres para seruna estupenda película deportiva, con una carismática interpretación principal y un clímax de bandera. Tiene el grave problema de ser la segunda parte de un proyecto genial del que no está a la altura, abandona el tono de drama social que tenía la uno y despide aroma a secuela innecesaria por todos lados. Tenía todo para estamparse, pero a pesar de sus defectos, triunfó a su modo, siendo una película perfectamente disfrutable de la que uno sale a tope, con ganas de comerse el mundo. El personaje de Rocky es casi la imagen de la película: sangrante, macerada, tambaleándose...pero manteniéndose en pie de algún modo, heroico a su manera.

¿Y tú, te estás empleando a fondo en lo que haces?

Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.4

jueves, 11 de abril de 2019

La acusación de Rachel


Érase un día destos tontos en que uno amanece en casa de los suegros con una resaca bien gordota, por lo que no hay ni fuerzas para cambiar de canal, por lo que no hay más remedio que dejar lo que está puesto y tratar de sobrevivir al proceso. Alguna vez ha coincidido que la película es buena (Dias de trueno), otras es un esperpento original (El hombre de los puños de hierro) y hay veces que toca una de estas de Antena 3 que es perfectamente olvidable.

Rachel es una adolescente que ha sido testigo del asesinato de su mejor amiga durante un atraco. Cuando el caso se vuelve mediático, su madre adoptiva toma medidas para alejarla de la vida pública, pero a medida que avanza la investigación, vamos conociendo que la jovencita no es tan dulce y angelical como pareciera ser en un principio…

En efecto, tal tremebundo argumento casa sin problemas con la típica película de domingo tarde de Antena3. En este caso, proveniente de Canadá, imagino que en uno de estos packs que se compran al peso a cambio de tener los derechos de poner alguna que otra película importante.

En este tipo de películas siempre encontraremos una muerte brutal, unos malos malisisimos muy pasados de rosca, buenas dosis de carnaza repartidilla por ahí y un buen montón de morbo embutido para captar nuestra atención. Poco importa que el argumento falle a la hora de tener un mínimo de lógica o que el ritmo brille por su ausencia, pues los hechos están pensados para revolver tus entrañas con saña.

Con un guión tan poco trabajado, encontramos que los diálogos son entre pueriles y risibles, bordeando peligrosamente la vergüenza ajena de forma involuntaria. Dirigido sin ningún tipo de personalidad por Jem Garrard, un veterano en estas propuestas digestivas, se contenta con tener unas cuantas caras bonitas recitando sus frases con mayor o peor fortuna, sin siquiera dedicar un leve esfuerzo a que las actrices interpreten con un mínimo de verosimilitud, pues son capaces de decir “te quiero”, “qué buen día hace” y “vas a morir” con la misma expresión imperturbable.

A ello se suma una puesta en escena pobre, con encuadres realizados con el piloto automático y un despliegue de medios más reducido incluso que las opera prima de fin de carrera del ESCAC.

Obviamente, se trata de una película perfectamente convencional, con una personalidad cercana a cero y predecible desde el segundo 1. No obstante, no se trata de una película que desborde cutrez ni se regodea en su falta de cualidades. Se trata de un simple film anodino destinado a rellenar las parrillas televisivas sin ningún aspecto destacable. Sin embargo, no resulta ofensivamente vergonzosa. Es mala, y ya.

Nota: 2
Nota filmaffinity: 3.3

martes, 9 de abril de 2019

Expediente Barcelona (Francisco González Ledesma)


Me ha llegado un cargamento de libros al e-book compuesto principalmente por sagas de novela negra, a veces con veinte libros o más. Como soy así, iré leyendo con él en vez de con libro físico de vez en cuando (con muucha calma), con el compromiso de ir acabando saga por saga. Por la sencilla razón de que es el que estaba primero, empiezo con este autor del que tengo 7 libros en el disco duro. Investigando un poco, he alucinado al ver que ¡escribió más de mil libros!

Título: El expediente Barcelona
Autor: Francisco González Ledesma
“Al despacho de un abogado de cuarta acuden a solicitar unas comprometedoras pruebas de paternidad, que implican a Ramón Masnou, hombre influyente de la burguesía catalana conectado con peligrosos revolucionarios. Abierto el tarro de las esencias, pasearemos por la Barcelona de los meublés, los antros, los cines de sesión doble, y por las cárceles... Todo ello para destapar una trama con la que recorreremos la historia de la Ciudad Condal desde la sufrida posguerra hasta una Transición que quizás ha sido asumida con cierta ingenuidad. Aquí podremos saborear el sexismo de Henry Miller, un cierto humor grotesco y, ante todo, una precisa recreación del ambiente de los barrios.”

No conozco apenas la vida y obra de este autor, pero este libro me ha descolocado por completo. Es un libro raro con ganas que abraza el género de la novela negra más clásica pero no parece ir de un caso que resolver. Coge las características noir de mostrar un ambiente corrupto y degradado, en los que todo tiene un precio, la vida apenas vale nada y las mujeres son fatales de necesidad. Lo que inicialmente empieza siendo un asunto de faldas se va complicando en corruptelas varias que sumergen al protagonista en un lodazal de rencores y trapicheos del que no puede salir nada bueno.

Al final, es que apenas importa la resolución del caso o quién es el culpable. ¿realmente lo encuentra al final del libro? No acabo de estar seguro… Eso sí, he conocido a fondo todos los prostíbulos y todos los barrios chungos de la Barcelona de finales de los 70.

El autor juega con una estructura narrativa a tres voces con las que va retratando cada aspecto de la sociedad barcelonesa.

El personaje más canónico es el de nuestro anónimo abogado al que le encargan que investigue la posible existencia de una hija ilegítima en una de las familias de más rancio abolengo de Barcelona. Representa a ese apocado perdedor ya pasado de vueltas que ve en el caso una última oportunidad para obtener una redención imposible y, quizás, hacer por una vez algo decente en su vida. Es a través de él que conocemos la vida de los puteados por la sociedad, que han acabado, por necesidad o estupidez, en el lado sombrío de la fortuna. Aun así, mantiene un cierto tono de honor que solo vale para los tunantes que malviven entre puteros, rufianes y gentes de mal vivir.

El segundo actor que da vida a esta novela es Juan Pardo, un antiguo activista del comunismo que, al caer el régimen, ha perdido su objetivo en la vida, sin nadie contra quién luchar. Los años pesan y los desengaños se acumulan, forzando a Pardo a renunciar cada vez más a sus ideales, adentrándose cada vez más en el mundo del crimen y la corrupción. Me agrada el realismo con el que se refleja la incoherencia entre sus ideales y sus actos, junto con los remordimientos y los arranques de honestidad que padece el protagonista por ello.



Detrás de todo el follón está Ramón Masnou, un niño de buena familia que ha vivido siempre con todos los lujos que da el dinero sin medida. Aunque de joven coqueteó con ideas izquierdistas, con los años se ha convertido en todo un empresaurio que hace y deshace a su voluntad, lubricando cualquier actividad económica con trapicheos y otros chanchullos. Lo más curioso es que el personaje no es especialmente malvado, simplemente, da tan por supuesto que es el amo del cotarro que se permite cualquier exceso sin una especial consciencia del daño que causa a su alrededor.

Se tienen los mimbres para una buena investigación criminal. Sin embargo, la importancia del caso pronto se diluye, pues González Ledesma no parece sino querer divagar sobre los años de la transición, mostrando como la democracia cambia la vida de la sociedad y reflexionando sobre las mentiras y verdades que quedaron en el camino. Además, se permite meter baza (con algo de mala leche) sobre las incongruencias que arrastran todas las vertientes políticas de la época.

- Los nostálgicos del régimen
- Los que quieren democracia a cualquier precio
- Los revolucionarios
- Los mimados por la vida
- Las que les da igual todo
- Los comunistoides acomodados (de dos tipos).

A pesar de que pronto en la novela se diluye la importancia del caso y el autor se pierde en devaneos y otras disgresiones, El Expediente Barcelona se lee con mucha facilidad. El libro está escrito con un estilo directo, rápido, en el que los diálogos lapidarios se juntan con ambientes decadentes y la eterna sensación de decadencia propia de la novela negra más clásica. Puede que no te interese nada de lo que estás leyendo, pero las páginas pasan a mucha velocidad. Además, pasa en Barcelona, con lo que todo me suena, así que me hace mucha gracia pasear literariamente por los bajos fondos de la ciudad. Siempre es un extra muy gracioso.

La principal gracia es que se trata de una novela muy inusual. Manteniéndose dentro de los tropos del género noir, se aleja bastante de los cánones habituales. Si bien es fácil de leer y a la que te despistas te ventilas el libro, se trata de una novela en la que NO PASA NADA durante casi toda su longitud. Vamos saltando por tres personajes que te van contando, con mayor o menos tino, lo que ha sido su vida pasada hasta el momento de la acción, que luego se resuelve en un pim pam. A mí me ha entretenido, pero puede hacerse aburrido con demasiada facilidad para una gran cantidad de lectores.

Nota: 5
Nota goodreads: 3.15/5


miércoles, 3 de abril de 2019

Madagascar 3: De marcha por Europa


Y saltamos a otra película de animación de Movistar+. Hay veces que no te apetece pensar mucho que ver y su aplicación de cine saca de apurillos. Madagascar 3 fue de estas películas que me dio un señor perezote ir a ver en el cine. Ya la segunda entrega me pareció bastante floja, dándome la sensación de que estiraban el cicle de una primera parte fresca y divertida. Cuando se presentó esta tercera entrega y vi el planteamiento y el tráiler… Como que se pasaba bastante de rosca y no me molesté mucho en su existencia. Cosas tontas que hace el aburrimiento.

Así pues tenemos a Alex el león, Marty la cebra, Melman el jirafa y Gloria la hipopótamo que habían decidido quedarse a vivir en África al final de Madagascar 2. Después de unos años de inmenso aburrimiento, deciden que ya es hora de volver a Nueva York, por lo que emprenden un accidentado viaje que les lleva por media Europa. La aparición de una implacable policía francesa que busca cazar a Álex para ponerlo en su pared les obligará a enrolarse en un circo de animales. Entremedias, aprenderán sobre el poder de la amistad, la necesidad de divertirse en la vida y el esfuerzo necesario para cumplir con los sueños de cada uno.

A primera vista, puede parecer incluso un planteamiento convencional para una película destinada a los más pequeños. A la que le echéis un vistazo al tráiler comprobaréis que la cosa parece más bien urdida con una buena dosis de estupefacientes. Es una película que se pasa (y mucho) por el absurdo, perdiéndose cualquier tipo de sentido o lógica y desdibujando a unos personajes que no se parecen en nada a cualquier cosa que fueron previamente. Sin embargo, este mismo ambiente chorra le permite gozar de una insolencia gratuita que no tenía previamente, con lo que los chistes se deslizan sin complejos y ningún tipo de vergüenza. Se ríe, por tanto, gozosamente de sí misma tanto como de los tópicos de estas películas (que igualmente usa).

El detalle más valorable de Madagascar 3 estriba en su inesperada belleza. A diferencia de los agrestes (y desnudos) paisajes de la sabana, aquí tenemos paseos por Mónaco, Roma, Londres o los Alpes Suizos, retratados con mimo destacable. El diseño de todos los paisajes y los diferentes escenarios es realmente bonito, permitiendo disfrutar la vista incluso cuando la lógica o la gracia no nos llamen especialmente. A destacar las actuaciones del circo, puro descontrol lisérgico que vale la pena por sí mismas y constituyen lo mejor de la película con diferencia.

Y es que este estilo se hace necesario para soportar una historia que no guarda apenas sentido y unos irregulares chistes que no funcionan todo lo que deberían. El caso más flagrante es el de los pingüinos, que pasan de ser los secundarios que salvan la película a dar verdadera vergüenza ajena. Se agradece cuando los gags tiran hacia el slapstick facilón con la implacable policía, pues funcionan bastante mejor que cuando la película juega a ponerse ingeniosa o trascendente.


Esto se traduce también en una película que avanza a trompicones. Parece más bien que se tenían unos set-pieces pensados (y muy bonicos) y luego se ha buscado la manera de enlazarnos sin que explote un poco el engendro. Queda un poco así asá, con unos baches bien profundos que amenazan con echarte de la película. Por otro lado, hay que reconocer que tanta ida de olla le permite ser impredecible, ganando una frescura necesaria para que los mayores de 10 años puedan pasar la película.

Hay que reconocer que al final entretiene, que ya es. Puede que no valga gran cosa en su conjunto, pero algún que otro chiste funciona y luce realmente espectacular (lo mejor con diferencia). Permitirá a los más pequeños pasar 90 minutos bien entretenidos sin ser pesada para el adulto que deba supervisar la jornada.

Un último apunte, con tanta fumada, la única manera de superarlo es mandar al grupo al espacio o así…


Nota: 4
Nota filmaffinity: 5.9