Como casi cualquier
película que supone un taquillazo inesperado en los cines, se impone buscar y
conseguir una continuación, aunque ésta no acabe de tener sentido. Rocky lo
petó de todas las maneras posibles, así que la secuela se hacía obligatoria.
Sin embargo, la historia era tan autoconclusiva, que, ¿cómo hacerla? Pues
bueno, no tardó mucho.
Rocky II empieza
recordándonos el final de la primera parte. No es que haga un “cómo decíamos
ayer”, es que te enchufa los últimos 3 minutos del combate contra Apollo Creed.
Un final feliz. Pero nadie se molesta en saber qué ocurre después de los
finales felices. Todo se pierde en fanfarrias triunfales, destinos alcanzados y
metas superadas. Hemos establecido desde siempre que si luchas y ganas una vez,
ya has triunfado, pero la vida sigue. Es lo que nos muestra Rocky II. Después
del subidón de epicidad inicial, tenemos un pequeño salto adelante,
mostrándonos los siguientes meses tras su triunfo. Rocky se ha convertido en
una celebridad que ha disfrutado de sus quince minutos de fama, ganado un buen
puñado de dinero y ha pasado a ser conocido por todos. Pero el dinero se
malgasta y se acaba, el boxeo da para lo que da y Rocky se vuelve incapaz de
gestionar el no ser un personaje anónimo. Para colmo, aparece Apollo Creed
exigiendo una revancha que Rocky no se ve capaz de afrontar dignamente.
Rocky no quiere
volver a enfrentarse a Apollo, pero al final, se impone la necesidad y toca
volver a ponerse los calzones y subir al ring para recibir la paliza de su
vida. Obviamente, él no sabe hacer otra cosa que esforzarse al máximo con todo
lo que hace, por lo que decidirá dar todo de sí para hacer lo único que sabe
hacer (y él mismo es tristemente consciente de ello) ante la batalla final:
pegar tortas.
Muchas veces se dice
que las segundas partes cogen lo mejor de la primera y lo potencian. Sin
embargo, éste no es el caso de Rocky II. Igual que ocurría con Solo en casa 2, más que una
continuación, es una repetición, un remake no confeso de la primera película.
La gracia es que hay más dineros y más consciencia de que se tiene un
blockbuster entre manos.
Se deja un poco de
lado el retrato social que caracterizó Rocky y se potencia la vertiente
deportiva, pero es una decisión plenamente consciente de Stallone, que ahora sí
tiene plenos poderes para dirigir, escribir y actuar en SU película sin que
nadie le diga nada. El boxeo cobra importancia, pero esto no impide que
encontremos una estupenda construcción de personajes, con un Rocky que siente
el resquemor de haberse convertido en el campeón del pueblo, pero no en el
campeón del mundo, incapaz de gestionar el cambio que el combate ha supuesto en
su vida, deseoso de permanecer allí, pero consciente de que esta ha sido la
oportunidad de su vida y que no volverá a pasar.
Stallone hace aquí
el papel que ha nacido para ser. A pesar de su apariencia simplona, el actor es
plenamente consciente de sus características, tanto para bien y para mal. Sin
meterse en camisa de once varas, retrata con realismo las pocas luces de su
personaje, junto con su incapacidad de ser una persona normal. Además, destaca
la naturalidad que desprende su relación con Adrien, el personaje notablemente
interpretado por Thalia Shire, con una química de lo más entrañable.
También sorprende la
acertada construcción del personaje de Apollo Creed. Un campeón herido en su
orgullo que ha comprendido la necesidad de no subestimar nunca más a su rival.
Su tiempo en el Nº1 le había acomodado, olvidando la capacidad de sufrimiento
necesaria para triunfar contra un Rocky que no sabe de rendirse. Ahora sí es
consciente de ello y piensa darlo todo en un combate en el que pone toda la
carne en el asador. Igual que ocurre con Stallone, Carl Weathers es un actor
limitado que también parece haber nacido para ser Apollo. Se hace difícil
distinguir dónde empieza el personaje y donde acaba el actor.
Lamentablemente, el
resto de secundarios no es que destaque por su calidad, limitándose a aparecer
por pantalla y circular sin tampoco desentonar demasiado.
Un espectador que
intente afrontar hoy la película se enfrentará primero al extraño inicio, pues
no es normal poner para empezar los últimos cinco minutos de la anterior
película. Posteriormente, el ritmo es extraño, con unos picos de emoción que
dejan huella en medio de escenas contemplativas para que te puedas recuperar.
Puede que no te guste el boxeo, pero hay que reconocer que sus momentos álgidos
están tan logrados que acaban captando tu atención y te hacen vibrar a tope con
el desarrollo del entrenamiento y las peleas. El guión ahonda inesperadamente
bien en la construcción de los personajes principales y la preparación mental
hacia el desafío que deben afrontar, con la introducción de frases y diálogos
para la posteridad, ideal para cualquier momento en que uno necesite algo de
motivación.
Caso aparte estriba
en el retrato de los combates. Es obvio que se trata de una película de pura
fantasía, pues el boxeo que se enseña y las tortas que se arrean no se parecen
en casi nada con la realidad. No obstante, la pelea está rodada con un estilo
que pocas veces se ha logrado. Es capaz de mostrar que Creed tiene una técnica
mucho más depurada que Rocky, que es mucho mejor boxeador, mientras que éste
trabaja mejor toda la parte mental del combate. Todo ello sin restar un ápice
de dramatismo, emoción, esfuerzo, superación y catarsis final capaz de atrapar
incluso a los menos ávidos de los puños. Incluso ellos saltarán de emoción
cuando ¡¡¡ROCKY ES CAMPEÓN DEL MUNDO!!!
En resumen, Rocky II
no evita dejar la sensación de ser una película de propósitos digestivos, pero
contiene las mimbres para seruna estupenda película deportiva, con una
carismática interpretación principal y un clímax de bandera. Tiene el grave
problema de ser la segunda parte de un proyecto genial del que no está a la
altura, abandona el tono de drama social que tenía la uno y despide aroma a
secuela innecesaria por todos lados. Tenía todo para estamparse, pero a pesar
de sus defectos, triunfó a su modo, siendo una película perfectamente disfrutable
de la que uno sale a tope, con ganas de comerse el mundo. El personaje de Rocky
es casi la imagen de la película: sangrante, macerada, tambaleándose...pero
manteniéndose en pie de algún modo, heroico a su manera.
¿Y tú, te estás
empleando a fondo en lo que haces?
Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.4
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