martes, 23 de junio de 2020

Spiderman


Hace nada que vi la de Spiderman: Lejos de casa y mi memoria se puso a juguetear con lo que habían sido las películas de Raimi, ésas que demostraron que dentro de los Súpers se podían hacer cosas entretenidas sin tener los esperpentos de Batman. Sin embargo, me encontraba que no había revisitado ninguna de sus películas desde casi la salida de Iron Man (y de eso hace mucho tiempo). Me había picado el gusanillo, curioso por saber si resistirían el paso del tiempo y la comparación con lo que ha llego a haber dentro del género. Así pues, nos enfundamos las mallas y volvemos con Tobey Maguire y el Peter Parker pringado.

A ver, a estas alturas, el argumento está más que trillado, especialmente si contamos con el Spiderman más canónico en su película de presentación: chaval algo marginado, cerebrito en ciencias, pica la araña radioactiva, primeros pinitos, un gran poder conlleva una gran responsabilidad y un Duende Verde muy malo y muy loco como antagonista.

Acostumbrado al Spiderman de Holland y otras reencarnaciones todavía más chorras (Mike Morales, estoy hablando de ti), se hace raro un Spiderman tan cotidiano. Mantiene sus cosas de tebeos (¿quién no tiene un amigo multimillonario y una novia actriz de Broadway?) pero se aprecian los problemas del día a día de un universitario-proletario de EEUU, en los que las relaciones entre personajes son más maduras. Especialmente con una Tía May vieja (mucho más acorde con lo que hemos visto tradicionalmente), que echa de menos a Tío Ben y pasa sus apurillos económicos. El tono de Peter Parker es el de la serie Ultimate, un pringadete con sus cosas, pero sin ser tan seriote y traumado como había llegado el personaje antes de la Saga de los Clones ni tan mamarracho como hemos tenido en otras versiones posteriores.



También la película se mueve en un género diferente. No estamos ante una comedieta de acción (como sí son Homecoming y Lejos de Casa), pues este Spiderman es menos slapstick. Sí, suelta sus chascarrillos, tiene sus cosas y, qué demonios, te ríes, pero no es el leit-motiv de la película. Esta propuesta se acerca más al canon de película de presentación de súpers previo al MCU: Más acción, toques de trascendencia, guiños al cómic y un poquito de tragedia griega. Hasta cierto punto se vuelve verosímil, jugando a las fábulas ante el poder y la responsabilidad y el amor platónico al que debemos renunciar.

En muchos casos está sentando cátedra dentro del género, pues para muchos es la primera gran película de súper-héroes. Sólo hay que ver la cantidad de veces que se ha imitado la presentación de los poderes especiales de Peter Parker y la generación del personaje. El esquema de la mordedura lo hemos visto repetido en (obviamente) las otras versiones de Spidey (Multiverse y Garfield), en los Cuatro Fantásticos (todas) o Green Lantern, por poner unos ejemplos rápidos. Asimismo, el desarrollo de la trama, la generación del malvado, la inefable fatalidad que acompaña al héroe… Son aspectos tratados en los cómics que se aprecian por primera vez en esta película.



Esta representación se produce por la inesperada libertad con la que Sam Raimi contó al hacer la película. Ya había demostrado ser un director que manejaba bien el ritmo y la puesta en escena grandilocuente, pero además se nota que conoce el material con el que trabaja. Caracteriza con habilidad a los personajes, encarnaciones casi literales de las páginas del cómic con el que crecimos (los que lo hicimos) en los ochenta y noventa, además de aprovechar para homenajear un puñado de escenas icónicas sin que por ello la historia se resienta en lo más mínimo. Aunque el malo es malo porque quiere serlo, en general los personajes tienen significado por sí mismos, hay una historia que contar, ésta se desarrolla con acierto y los diálogos refuerzan el avance de los acontecimientos.

Otro de los aciertos de la película está en el estupendo casting. Tobey Maguire encarna a la perfección ese Peter Parker tímido y atontado al que se le descubre un mundo nuevo sin por ello dejar de ser un pringaíllo. James Franco y Kristen Dunst son unos estupendos Harry Osborn y MJ, que gozan de una inesperada profundidad para ser unos secundarios dentro del guión. Kevin Bacon clava el histrionismo del Duende Verde, pero a fin de cuentas, tiene que trabajar con lo que le toca. Y bueno, luego está J Jameson. Simmons hace un JJ PERFECTO. El putoamo vamos. Por cierto, en aquel momento corrieron ríos de tinta porque Tobey Maguire no tenía los ojos del mismo color que el Peter Parker canónico. Lo que ha variado la aceptación de los cambios en el casting de este tipo de adaptaciones ^^.

La película tiene la suerte de contar con una banda sonora espectacular y reconocible (el mayor mal del MCU, probablemente) que, como en otros aspectos, ha servido de ejemplo durante años de lo que debe ser una banda sonora dentro del género. En ese aspecto, un gran trabajo de Danny Elfmann, contribuyendo a aumentar la espectacularidad y la épica de cada escena en que tienen influencia.

Uno de los aspectos que más miedo me daba a la hora de revisionar esta película era el de los efectos especiales, en los que imaginaba que el paso del tiempo habría tenido un efecto nefasto. Sin embargo, no cantan apenas, dando el toque cartoon exacto para que los compremos sin que se le vean (mucho) las costuras al ordenador. Uno de los principales motivos es la fisicidad de muchas escenas, con peleas y acrobacias que se pueden seguir, sin mil cambios de pantalla por segundo ni un exceso de personajes virtuales. La pinta del Duende Verde tiene un poco de Adam West, pero el tratamiento del personaje ya lo pide, con lo que no se hace inquietante. Se nota que la película tiene veinte años (¡), especialmente si lo comparamos con Lejos de casa que reseñé el otro día, pero me he quedado sorprendido por lo bien que aguantan los efectos especiales.

Un pequeño aparte que debo destacar es lo identificado que me sentí en aquella época con la historia de amor entre Peter y MJ. Suspiraba entonces yo (un pringaíllo más) por una dama de la que no me creía merecedor, a la que me declaré poco después de ver la película, culminando en aquel beso boca abajo que ya forma parte de la historia del cine. Fueron un par de años muy felices por cierto (espero que te vaya todo muy bien, aunque no vayas a leer esto :p).

Este Spiderman no sabe al tono del MCU. Realmente, ni se acerca (ni falta que hace), pero sigue sabiendo a lo que debe saber: a Peter Parker, a aventuras y esperanza. Es una gran traslación del cómic de los diez años anteriores, sosteniéndose estupendamente como película de súpers. He decidido repasar el resto de la trilogía (a ver si tengo un ritmo más alto que con las de Harry Potter) para recordar el subidón de la segunda y el bajón de la tercera, que también tuvieron su qué.

Una de las anécdotas que más se recuerdan de la película es que su escena culminante tenía que pasar en las Torres Gemelas. Se había rodado y muchas de las imágenes de los teasers previos contaban con su presencia, incluso el primer tráiler jugaba con ello. Los incidentes del 11S obligaron (obviamente) a regrabar todo el desenlace y cambiar gran parte de la imaginería a toda velocidad. A día de hoy me gustaría poder ver el material descartado, pero no creo que sea posible (nunca ha aparecido dentro de los contenidos adicionales de ningún producto, ni lo hará, probablemente). Igualmente, el clímax final en el puente de Brooklyn es de lo más rebonico.

Por cierto, que jovencito que estaba por aquí Stan Lee (snif, snif).

A día de hoy, un espectador actual se sorprenderá con la diferencia que hay con lo que estamos acostumbrados del MCU, pero esto no impide su disfrute en absoluto. Mas seriote y trascendente, el Spiderman de Raimi es una sólida película de presentación de súper-héroes, sentando las bases de los tópicos que deben desarrollar este tipo de películas. Maguire fue un estupendo Peter Parker y la mayor pega es que todos recordamos la tercera película (eso hace mucho daño). Los efectos especiales aguantan el tipo y se complementan con la acción para dar buen espectáculo.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 6.4

Como muestra de la calidad técnica de la película, se llevó sendas nominaciones a los Oscars a Mejor Sonido y Efectos Especiales. (perdió contra Chicago y La comunidad del anillo, respectivamente).

domingo, 21 de junio de 2020

El asedio de Deliverance (Gav Thorpe)


Del chillón de libros de la Herejía de Horus quedan un buen puñado por acabarse. Entre el libro XVIII y no sé ya si los leo en orden o no. Sólo sé que entran con muchas ganas.

Título: El asedio de Deliverance
Autor: Gav Thorpe
Título original: Deliverance Lost (La pérdida de Deliverance)
Traducción: Juan Pascual Martínez

“Corax y los pocos guerreros supervivientes de la Guardia del Cuervo escapan de la matanza de Isstvan V mientras la Herejía de Horus divide al Imperio. Los castigados Marines Espaciales se recuperan de sus heridas y se esfuerzan por volver al combate cuanto antes. Corax regresa destrozado a Terra en busca de la ayuda de su padre, el Emperador de la Humanidad. Éste le revela un antiguo secreto, y así Corax comienza la reconstrucción de la Guardia del Cuervo y planea la venganza contra sus traicioneros hermanos primarcas. Pero la misteriosa Legión Alfa ha conseguido infiltrarse entre los supervivientes y pretende destruir la Guardia del Cuervo antes de que pueda recuperarse y amenazar los planes de Horus.”

A ver, esta vez nos vamos a centrar en la Guardia del Cuervo. Una legión especializada en incursiones destinadas a acabar con los líderes enemigos mientras someten a sus soldados al terror de lo que se esconde entre las sombras. Después de la masacre de Isstvan V, la Legión ha sufrido unas bajas inimaginables, lo que pone en cuestión su futuro. Corax, su primarca, se debate entre sí rendirse ante Horus, lanzar lo poco que queda de sus hombres hacia las Legiones Traidoras para matar todos los que pasen por delante o simplemente dejar que pasen los días lamiéndose las heridas. Consigue ponerse en contacto con el Emperador de la Humanidad, lo que le ofrece una nueva oportunidad.



Ha ganado acceso a los laboratorios genéticos del Proyecto Primarca, lo que le dota la capacidad de crear Marines Espaciales en apenas unas semanas (en vez de los años habituales). Por ello, puede reconstruir la Legión en un tiempo récord y volver a golpear a los enemigos del Emperador.

El planteamiento es ciertamente sugerente. Un poder capaz de crear nuevas Legiones casi de la nada, la capacidad de tener ejércitos casi infinitos, aderezado con los remordimientos de no haber podido hacer lo que se debía hacer en su momento. Sin embargo, la novela padece de un mal inesperado: Es ABURRIDA. Se le ha dado a la Guardia del Cuervo de un poder para cambiar el rumbo de la guerra, pero en todo momento tenemos la sensación de que les va a salir todo mal, sin espacio para la emoción. Desde un primer momento está por ahí la Legión Alfa haciendo sus puñeterías, pero es que casi que no habría hecho falta, ya se bastaban los Cuervos para cagarla sin ayuda.

El libro está dividido en tres partes bien diferencias.

La primera (y casi que mejor) es la que narra los hechos que suceden a la derrota de Istvaan, en la que la Guardia del Cuervo debe digerir algo tan improbable como la traición de sus hermanos, mientras se lamen las heridas y planean cuál es su futuro. Ahí entra lo único interesante del libro, planteándose si hubiera sido mejor aceptar la oferta de Horus o no, con ciertos remordimientos ante las decisiones que traen desgracias, mientras se analizan los siguientes pasos a dar. 


En la segunda parte se nos cuenta el Regalo del Emperador, haciéndonos partícipes de las opciones que ofrece y la decisión de Corax de tener un ejército en condiciones cuanto antes. Ésta es la parte más aburrida, con descripciones muy genéricas de lugares y sucesos, sólo aderezadas por los intentos de sabotaje a cargo de la Legión Alfa.

Finalmente, tenemos una tercera parte en que la Guardia del Cuervo vuelve a estar operativa, lanzando un ataque precipitado y casi suicida contra Deliverance, protegida por los Hijos del Emperador. Estos últimos se ven primero abrumados por el efecto sorpresa, pero luego los Marines leales sufrirán las consecuencias de hacer las cosas con prisas. El lector avezado comprobará rápidamente que es un ataque condenado al fracaso que atraviesa todos los detalles comunes de este tipo de batallas. A pesar de los grandes nombres que se mueven, completamente anodina e indistinguible de las muchas batallas que ya hemos leído.

Los personajes en su mayoría son bastante olvidables fuera de los Primarcas, los únicos con algo de personalidad. El único bien desarrollado es el Primarca Corax. Éste se nos presenta como un ser de gran inteligencia, pero moralmente inestable hasta que se le enseña la ética necesaria para hacer de este mundo un lugar mejor. El asesino intensito está siempre depre, pero transita de ser un animal sediento de venganza a sopesar cuidadosamente sus acciones. En ese sentido, es un contraste con Konrad Curze, de los Amos de la Noche, criado en unas circunstancias semejantes, pero que nunca se vio en la necesidad de reflexionar sobre la idioneidad de sus impulsos. Corax teme y odia al Cazador Nocturno, reconociendo que podría haber tenido un destino similar si las circunstancias hubieran sido algo diferentes: un terrorista sanguinario en vez de un líder revolucionario.

El otro personaje con desarrollo es Omegon, al que ya conocíamos del intenso libro de Dan Abnett Legión. Allí se nos mostraba a un ser brillante, lleno de soluciones y mucha inventiva para desarrollar líneas de pensamiento inesperadas. Realmente se hacía interesante. Sin embargo, aquí se rebaja simplemente a ser el espía perfecto, siempre sobrado y un paso por delante incluso de sí mismo. A mi parecer una oportunidad perdida de explorar lo que es capaz de sí la Legión Alfa.

Me resulta curioso comprobar que se trata de un libro de Gav Thorpe, el gestor oficial del trasfondo dentro de la franquicia. No solo se trata del mayor conocedor de todo lo que ocurre, sino que sus libros estaban plagados de revelaciones inesperadas, toneladas de emoción y ritmo, junto con unas escenas de acción que te impedían dejar de leer. Algo que aquí no ocurre. El libro no cuenta nada especialmente interesante ni tiene un ritmo demasiado vivo. Tampoco se hace desagradable, ojo. Simplemente… insulso.

Grita a los cuatro vientos lo molón que es sin que realmente llegue a molar. Además, cualquiera versado en el trasfondo sabrá que su misión está condenada al fracaso, con lo que se ve en cada línea la futilidad de los esfuerzos realizados. Se puede discutir que este conocimiento de los grandes hechos es algo de lo que sufren casi todos los libros de la franquicia, sin embargo, ésta es la primera vez que ha supuesto un problema. Más aprovechable como una manera de conocer el trasfondo de la Guardia del Cuervo que como una experiencia emocionante, constituye uno de los libros más mediocres de la franquicia.

Sin llegar a ser un libro flojo como El descenso de los ángeles o Los muertos exiliados, se empieza a notar que llevamos un buen puñado de libros de la Herejía y hay que rellenar el cupo aunque no haya muchas cosas que contar. Suerte que la franquicia nos sigue brindando otros ejemplares de primera, porque si las propuestas como ésta van a empezar a abundar, va a costar acabar con la colección.

Nota: 2
Nota goodreads: 3.84/5

jueves, 18 de junio de 2020

Planet 51


Ésta la vi hace un porrón de años durante un viaje de tren, consiguiendo que no tuviera muchas ganas de echarme una siesta. Estaba convencido de que la tenía reseñada, pero ha resultado que no (esto me está pasando más a menudo de lo que me gustaría). Apareció mientras buscaba una película amena para ver mientras se plancha, por lo que decidí echarle un repasito.

Planet 51 nos sitúa en lo que nosotros llamaríamos un planeta alienígena, pero sospechosamente parecido a la sociedad yanqui de los años 50. A pesar de estar poblado por hombrecillos verdes, pocas diferencias encontramos con una época que vivía en constante terror ante la amenaza de un enemigo exterior (comunista o del espacio) que atente contra el status quo del momento. Un buen día, llega un terrícola con su nave espacial para ser recogido por un adolescente lleno de imaginación y ganas de descubrir el Universo. Como sabe que las autoridades acabarán con el astronauta, deberá protegerlo y ayudarlo para que pueda regresar a casa.

Y no, no estamos en una versión de animación de ET, pero poco le falta. Planet 51 se sitúa a medio camino entre la mítica película y Shrek, de una manera similar a como le ocurría a Monstruos contra alienígenas, jugando con todos los tópicos de las películas de extraterrestres en un marco de película destinada a los más pequeños. A pesar del aspecto tan decididamente similar a las propuestas de la época (2005) de EEUU, se trata de una propuesta española, salida de los estudios Illion, herederos de los creadores del mítico Commandos. Ya sólo por el hecho de tratarse de una propuesta patria de animación que no de vergüenza ajena, tenemos mucho ganado.

Tiene la gracia de presentar el clásico esquema de invasión alienígena invertido, es decir que los aliens son la sociedad que vive tranquila y nosotros los que venimos a molestar. El guión, firmado por Joe Stillman (guionista de Shrek) da lugar a alguna que otra situación ingeniosa, en la que se pervierten los referentes con cierta gracia.

Sin embargo, el desarrollo de la trama sigue punto por punto el manual, convirtiéndose en poco más que un refrito de las películas estadounidenses adolescentes con unos toquecillos aquí y allá. Se exhiben todos los tópicos esperables: sus chicos simpáticos que saben más que el ejército, la futurible novia liberada pero sin personalidad que sólo sirve para que el prota meta la pata continuamente, el expertísimo que no tiene ni idea, etc. Una vez situadas las piezas en el tablero, el desarrollo es perfectamente predecible, sin nada que sorprenda, con el desenlace infantiloide y convencional que todos esperaríamos. Incluye además uno de los tropos rancios que más me irritan, el de consejos (sin sentido) para intentar ligar, que además se hace fatal.

En efecto, los diálogos no están especialmente inspirados y el tono está destinado para los más pequeños, lo que no impide que la película transcurra sin novedades por los carriles marcados. A ello ayuda su reducida longitud (ni 90min), su vivo ritmo y el enérgico bombardeo de chistes (de no excesiva calidad) al que se te somete. Sin llegar a ser gran cosa, deja la sensación de no ser tan mala como podría haber sido.

Por otro lado, hay que destacar que la animación es inesperadamente buena, lo mejor de toda la cinta. No llega al nivel de excelencia de los grandes estudios, pero sí se sitúa en la zona media de las propuestas de su época. Despliega una imaginería curiosa y trabajada, sus personajes se mueven con fluidez, con gestos reconocibles alejados del valle inquietante, los escenarios presentan numerosos detalles y las físicas están bien conseguidas. Por poner un ejemplo, en este sentido sobrepasa a la superior (en el resto de aspectos) Tadeo Jones.


Otro de los aspectos destacables es el chillón de referencias que esconde para cualquier aficionado a la ciencia-ficción de extraterrestres. Cualquier friki puede pasar completamente del argumento, diseccionando divertido todos los guiños a ET, Wall-E, Alien, Regreso al futuro y todo el cine de terror / fantasía alienígena de los años 60.

Planet 51 no tiene tampoco mucho más. Funcionará para los más pequeños (un límite sobre los 8-10 años), con una propuesta que permite salir de los estándares Disney (aunque tampoco se aleje mucho). Cualquier padre podrá soportarla sin demasiado esfuerzo pues, aunque nada es especialmente bueno y tenemos todo visto dentro del género, no hay ningún error de bulto ni nada que chirríe.

Dentro de nuestras películas de animación de esa época, me quedo con las dos películas de Tadeo Jones, pero tampoco es que me vaya a quejar mucho con Planet 51. Arrejunta todos los tópicos posibles, pero funciona. Más o menos.

Nota: 4
Nota filmaffinity: 5.8


martes, 16 de junio de 2020

Spiderman: Lejos de casa


Pues bueno, habíamos tenido el Endgame y X-Men: Fénix Oscura se había comido el marrón de ser la primera película de Súpers. Sin embargo, tocaba que llegara por fin una nueva película del MCU tras Thanos y a alguien le tenía que tocar. Así llegó Spiderman: Lejos de casa. Se suponía que ésta era la primera película que debía sentar las bases de lo que sería el nuevo macro-evento cinematográfico, enseñándonos cuales son las bases para el futuro.

Mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme una idea muy diferente. Esta película no era el prólogo de lo que estaba por venir sino un sentido epílogo de lo que ha sido la Guerra del infinito. Durante su primera hora encontramos lo que, con diferencia, es lo mejor de la película. En ella se nos cuentan, utilizando la excusa de Peter Parker, las consecuencias de los últimos chasquidos para todos aquellos que no estuvieron en el Avengers Assemble!. Luego, parece que la película se acuerda de que Spiderman está en el título y hay que darle una historia, por lo que aparecen unos monstruos elementales, un súper de otro Universo y empiezan las toñas, las acrobacias y salvar una vez más el mundo.

Pero bueno, centrémonos. Empezábamos con la reacción del mundo a las consecuencias del Lapso. Han retornado todos los que se fueron, que no saben qué ocurre. Mientras tanto, todos aquellos que quedaron han estado cinco años sin sus seres queridos. Hay quien ha guardado luto durante todo este tiempo y reciben con alegría a los desaparecidos. Otros han conseguido rehacer sus vidas y ahora tienen ciertos problemas logísticos. Hermanos pequeños se han transformado en hermanos mayores. Hubo quién fingió desaparecer y otros no estaban en el lugar indicado. Se muestran las consecuencias que todo el follón ha tenido para la plebe, lo que está espléndidamente aprovechado para aportar coherencia al Universo que se ha creado, unos cuantos chascarrillos y espacio para debate sobre qué deberíamos hacer en un caso similar cuando eso ocurra. No hacía ninguna falta meterse en este jardín, pero se sale del brete con alarde y buen tino. Mis dieces para el equipo de guionistas en esta parte.



Asimismo, también vemos reflejado el sentimiento de Peter Parker ante la desaparción de Tony Stark, que hasta entonces se había convertido en su referente como figura paterna. Cuando todos están radiantes de alegría, él vive un luto consciente. No sólo le echa en falta como mentor, sino que también siente la llamada del deber, al comprometerse a continuar su legado de la mejor manera posible (no tan sutil indicación de que quizás la idea de la MCU es construir unos Nuevos Vengadores a partir de Spidey). Son 30-40 minutos en los que la película transcurre a un nivel magnífico, funcionado a modo de perfecto epílogo a la Guerra del Infinito.

Posteriormente, el film abandona este tono solemne y se vuelve a arrojar sin complejos a la comedia mamarracha con adolescentes por medio que caracteriza al Spiderman del MCU. Con la excusa de un viaje por Europa, tendremos a toda la salidorra clase de Peter Parker yendo de aquí para allá. En medio de este EuroTrip tendremos chascarrillos a lo American Pie mezclados con las ansias de Peter Parker de declararse a MJ, que pasa de secundaria en la primera película a objetivo del noviazgo en la segunda (¡Ay, Spidey, que se te ve el fetichismo!). Por si fuera poco, tenemos la aparición estelar de Mysterio, uno de los malvados clásicos de Spiderman, convertido aquí en improbable aliado.



Una vez tenemos la situación montada, se establecen los primeros set-pieces de acción y destrucción, con los que la película se mueve a través de los cánones más estándar del MCU: comedia de acción con algunos chistes buenos (otros no especialmente), una trama más o menos simplona y mamarracha, concluyendo con unas cuantas escenas de acción resultonas. Nada nuevo bajo el sol, sin aportar nada especial, entreteniendo a su modo. Los amoríos de instituto son me chirrían más que en su predecesora, dónde se veían más naturales, pero bueno, este Spiderman es así.

Se nota mucho que Holland se lo pasa en grande siendo Peter Parker, quizás un sueño hecho realidad como le pasa a Henry Cavill. Le tiene cogida la medida a la encarnación que quieren del personaje, lo que se nota en el resultado final. Tanto que se permite también un par de momentos para mojar bragas enseñando musculitos con camisetas volando gratuitamente. Zendaya era la mejor actriz juvenil de la anterior película, motivo quizás por el que la han convertido en el nuevo objetivo amoroso del prota. Le sobra carisma para sacar adelante su trabajo, aunque me fastidia que hayan convertido un personaje cínico y tridimensional en una dama en apuros, el guión no le hace ningún favor. Por su parte Gyllenhaal demuestra su solvencia dando vida a Mysterio. Sin soltar el automático en ningún momento, se muestra como el actor más capaz de todo elenco. Finalmente, Jon Favreau y Marisa Tomei se convierten una improbable pareja con, probablemente, los mejores chistes de la película. Otros que se nota que se lo pasan en grande rondando la película. En resumen, un poco lo de siempre: no se pide nada en especial a los personajes más allá de cumplir y es lo que hacen. Ya tenemos interiorizados a los personajes, por lo que se hace muy fácil seguir sus andanzas.

Comparado con otras versiones de Spidey, la de Tom Holland se establece como la más petarda de todas. Renuncia casi por entero a la trascendencia de la responsabilidad y se dedica a soltar sus chascarrillos y llevarse a la chica. Va en consonancia con la edad del personaje, que todavía va al instituto en vez de a la Universidad (como el de Maguire), el de renunciar a meterle carga emocional a la trama, algo fuera de lugar en el esquema general del MCU, especialmente si como parece, está planeado que lidere a los Nuevos Vengadores.

La novedad más destacable de la película se halla en la imaginería que genera Mysterio, jugando con ilusiones, y proyecciones (casi) salidas de otro mundo. Cada pelea en la que vemos lo que es capaz de desatar mola, especialmente para ver en una pantalla gigante, tal como ocurría en las películas del Dr. Extraño. Es un gustazo contemplar lo bien que trabaja Marvel la parte visual cuando le apetece, no hay más que contemplar las dos peleas contra Spidey, en los que la línea que separa la fantasía y realidad se torna difusa con cierta maestría. Realmente, la vuelta de tuerca que se le pega este personaje secundario tiene su punto, con la posibilidad para usarlo en un buen puñado de cosas si les apeteciera. 


Spiderman: Lejos de casa es una propuesta irregular. Después de treinta minutos fabulosos dedicados al MCU, se pasa a unas dos horitas de acrobacias, chistecitos, amoríos y buenos efectos especiales. Mucho aroma mamarracho y petardeo vario que se hace entretenido, dando lugar a una de las películas más infantiles de toda la franquicia. Adolece de un antagonista algo desdibujado y hace muchas cosas que no esperaríamos ver en un cómic de Spiderman. Los chistes no aciertan tan bien como debieran, pero los que sí lo hacen son magníficos, con lo que todo pasa espectacularmente rápido a la que no te pongas muy tonto con el guión. Divierte sin alardes, que es un poco lo que busca.

Nota: los primeros 30min, de 8, luego 5.
Nota filmaffinity: 6.3

La escena final de JJ es grandiosa. Un descojone de bandera. Me reafirmo en que JK Simmons es el que mejor ha encarnado a un personaje Marvel en la gran pantalla. Se cambia de universo fílmico y sigue ahí siendo el mejor, como si tal cosa. Chupi.

domingo, 14 de junio de 2020

Sangre fácil


Ésta es la primera reseña que he escrito tras acabar el confinamiento, por lo que os podréis imaginar que tengo otras cosas que hacer, así que seguro que mi ritmo de publicaciones va a bajar a partir de ahora. Si es que no se puede tener todo ^^.

Hoy nos centramos con el primer film de los hermanos Coen, que dejaron sorprendidos a todos los círculos del cine independiente con esta propuesta, hace ya más de treinta años. Para muchos se convirtió en un auténtico placer culpable, un regalo venenoso, un delicioso bocado de impertinencia cínica, de pérfida provocación, de ironía astuta…Una curiosa mezcla entre la cotidianeidad más banal y los horrores de los bajos fondos, ejecutada con el brío habitual de los dos hermanos, tan divertidos como malvados, tan fantasiosos como sarcásticos.

Se hace de noche, la tormenta descarga su furia. A través de unas escobillas de limpiaparabrisas que se afanan fútilmente por evacuar el agua que les viene encima, dos caras se dibujan entre sombras, iluminadas de tanto en tanto por las luces de los pocos coches que se encuentran de frente en una pequeña carretera de Texas. El deseo del hombre y la mujer es tangible, tiene el reconocible perfume del pecado, de lo prohibido. Las palabras se musitan, las voces se aturullan: apesta a adulterio.

El hombre es el empleado del marido, un repugnante celoso sin atisbo de dignidad que regenta un bar de mala muerte mientras rumia su venganza… El esposo burlado encarga a un infame detective privado que le haga el trabajo sucio. Entre este ambiente sórdido y enfermizo se despliegue una triste historia, recubierta de un humor inesperado y amargo. Como vemos, los personajes están preparados para dirigirse a las tumbas. Puede entonces comenzar el ballet fúnebre: los personajes se espían, se odian, preparados a destruirse por un estúpido lío de faldas que pronto se torna un drama sanguinario. Los sucesos se encadenan a través de las imprevisibles pulsiones primarias de individuos trastornados. La acción se vuelve peculiar, confusa, la emoción se mezcla con el horror y cuando la película acaba, uno no puede sino sorprenderse del viaje realizado.


Bajo el esquema de un thriller se esconde una película que retuerce con ahínco los tópicos del género. Los Coen, ahora famosos en el mundo entero, debutaban con esta barroca propuesta en la que se mezcla un cine negro muy particular con dosis de terror y comedia inesperada (con una amargura y una mala leche muy inesperada en unos realizadores tan jóvenes). Los momentos de tensión, realmente logrados, se mezclan con otros realmente estúpidos (muy propios de los Coen) sin ningún sentido del equilibrio, recordando quizás la poca experiencia de los creadores en el momento. Se podría decir que sus decisiones son a veces cuestionables, lo que puede sentar mal a muchos, pero se nota que hay alguien con buenas manos al aparato.

El resultado es una película confusa, de trama mínima, que destila amor por el género negro, con extraños juegos de cámara que tan pronto te pega al asiento como hace que te salgas de la película sin entender qué ocurre. Asimismo, la estupidez de los personajes no cuadra con la seriedad de la trama, sin haber cogido todavía el tono absurdo de sus comedias más desternillantes.



Tiene un exagerado problema de ritmo, pues el desarrollo de la trama no sigue mucho los cánones habituales (quizás en consonancia con la incompetencia de los protagonistas). Aunque los personajes están bien perfilados, adolecen de unas interpretaciones algo justitas (incluso McDormand abusa de la cara de palo) que no ayudan a captar la atención. Su final es un poco… bueno, había que acabar la película. Por otro lado, la puesta en escena denota talento a pesar de su poco presupuesto y la tensión que se genera es de primera, eligiéndose alargar (a veces mucho) escenas en que sabes que los personajes la están cagando a base de bien (como el entierro en el pantano, por ejemplo), pero que en su incompetencia no pueden sino hundirse más y más en el fango, lo que hace que el espectador curtido salive ante un buen trabajo.

Entre que nadie les esperaba, que es una propuesta decididamente original y tiene un buen savoir-faire entre tanta cosa rara, Sangre fácil en el festival de cine independiente de Sundance, lo que lanzó a la fama a los Hermanos Coen y les proporcionó la promesa de un buen presupuesto para futuras películas (y ya sabemos qué vino luego).



Se trata de una propuesta MUY irregular. Busca una mezcla de géneros que no acaba de cuajar del todo, con una historia banal mezclada en un desarrollo ingenioso y trascendente. Guarda sus escenas llenas de inspiración, en las que rebosa talento, para luego ser utilizado al servicio de la nada. Falta medida y equilibrio quedándose a medio camino de muchas, pero se notan buenas manos detrás. Está muy lejos de lo que estos autores han sido capaces de aportar, pero como opera prima se trata de una película interesante, con detalles que apreciar, como si se tratara puzle gratuitamente complejo que desgranar.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 7.1

domingo, 7 de junio de 2020

El país de las mujeres (Gioconda Belli)


Sigo avanzando dentro de los libros de la Cesta’13, en este caso, el libro Nº39. Otro al que no creo que me hubiera acercado en condiciones normales.

Título: El país de las mujeres
Autor: Gioconda Belli

“El Partido de la Izquierda Erótica (PIE) ha ganado las elecciones en Faguas, una pequeña nación latinoamericana: es hora de que ellas gobiernen para que haya un verdadero y perdurable cambio. Viviana Sansón y sus ministras tendrán que emplearse a fondo para expulsar de la administración a todos los hombres.

Pronto llegan los enemigos – y acérrimas enemigas- y en una de sus presentaciones públicas, la presidenta Sansón es víctima de un atentado. ¿Quién dispara y qué intereses esconde? ¿Logrará el PIE sobrellevar los ataques de sus adversarios? ¿Será Faguas, después de su administración, un país mejor?

El país de las mujeres se enmarca dentro del género del realismo mágico, al que le pasa un filtro feminista muy bien llevado, con más ganas de chascarrillo que de escandalizar al bien pensante. A raíz de una serie de casualidades, el irreverente y minoritario partido del PIE ganó las elecciones, lo que puso en alerta máxima a los poderes fácticos que velan por “la decencia” y “las buenas costumbres”. ¿Cómo unas mujerzuelas advenedizas se atrevían a tomar el mando del país? El libro empieza un año después del triunfo electoral durante el cual parece que las cosas han “ido bien”. Sin embargo, se produce el intento de magnicidio, lo que da lugar a dos tramas que se van entrelazando. Por un lado tenemos la curiosa investigación policial para conocer quién se esconde detrás del atentado; por el otro, tenemos una serie de flashbacks en la que se nos explica cómo hemos llegado hasta aquí, el origen del PIE, su triunfo electoral y la gestión del primer año de gobierno. Belli equilibra con gracia ambas tramas para dotarles de la importancia que merecen, sin que en ningún momento ninguna pase por encima de la otra.

Aunque sus personajes son principalmente funcionales y no llegan a tener una personalidad claramente definida (el peor detalle del libro), su protagonista Viviana Sansón sí se siente real. Tiene una personalidad definida y conocemos sus razones para cuidar y querer a su país, no tanto para acabar con el patriarcado (que también) sino para cambiar una manera de gobernar que está claro que no funciona. Conoces sus miedos, sus ansias, sus inseguridades… Una presidenta como nos gustaría tener a todos.

El libro se lee con facilidad, como si una amiga te estuviera contando una historia interesante. Así pues, Gioconda Belli le aporta un tono curioso, con un deje irreverente muy gracioso, como si no te lo pudieras tomar del todo en serio, pero al mismo tiempo sin dejar de tener la sensación de que el tema tiene su importancia. Así el libro cae simpático, igual que sus protagonistas, a las que sigues con la intención de ver qué ingeniosa idea se les ocurre ahora. Además, la propia autora se autoincluye dentro de la misma novela, haciendo que a sus personajes les gusten sus pasadas novelas e incluyendo citas de las mismas dentro de este libro. Un guiñito que me ha resultado muy gracioso.

Como las ideas a presentar pasan por delante de la historia, El país de las mujeres adolece de poca enjundia argumental. Todo pasa demasiado convenientemente para dar lugar al desenlace deseado. Por lo menos, el método usado es el chascarrillo, por lo que no se vuelve ni sesudo ni aburrido.

Se le puede achacar que presenta (pese a estar escrito recientemente) una posición feminista típica de los ochenta, muy diferente a la que estoy acostumbrado a encontrar. Hay temas que a mi alrededor (y diría que en gran parte de la sociedad) parecen superados que aquí siguen bien presentes y otras veces ofrece soluciones tan ingeniosas como brutas a problemas que no me había planteado, con miga suficiente como para provocar un debate post-lectura. No obstante, se percibe desde un primer momento que su intención no es la de sentar cátedra, sino la de entretener mientras el lector (quizás) aprende algo.

Si eres susceptible a según qué planteamientos del feminismo, es posible que te piques “un poquito” cuando Belli exprese sus ideas. Puede volverse muy irritante cuando le da la vuelta a los tropos clásicos de los géneros, usándolos a su conveniencia como y cuando quiere. Mezcla así escenas desternillantes y ofensivas con otras en la que se echa de menos un poco más de mordiente, de mala idea, en las que a uno le gustaría que fuera mucho más a fondo (y nunca, nunca hace).

El país de las mujeres proporciona un entretenimiento ligero, puede percibirse como una novela fácilmente olvidable, pero si quieres rascar tiene más poso del que parece y, sobretodo, demuestra cierta gracia en su escritura, con una narración divertida y original. ¿Un libro feminista? Claro, ¿y muy latinoamericano? También. Un poco más de enjundia y de desarrollo de los personajes le hubiera venido bien, pero eso no la convierte en una mala lectura.

Nota: 6
Nota goodreads: 3.69/5

Me encanta el manifiesto del PIE:
Prometemos limpiar este país, barrerlo, trapearlo, sacudirlo y lavarle el lodo hasta que brille en todo su esplendor. Prometemos dejarlo reluciente y oloroso a ropa planchada.”
Y lo cumplen, a su modo ^^.

viernes, 5 de junio de 2020

Toy Story 4


¡Los juguetes volvieron a la pantalla grande para una nueva (¿la última?) aventura!

Woody, Buzz y toda la pandilla se encuentran otra vez lejos de su casa, descubriendo nuevos (y viejos) amigos, en un viaje lleno de revelaciones que les llevará por parajes inesperados. Durante toda su existencia, Woody ha sabido cuál era su lugar en el mundo, y su prioridad siempre ha sido la de cuidad a sus “niños”, ya sea Andy o Bonnie. Entonces, cuando Bonnie vuelve de su primer día de guardería con Forky, un remedo fabricado con un tenedor de plástico, dos ojos desparejados, pies de payaso y un alambre como sustituto de los brazos, los problemas comienzan. Forky se niega a reconocerse como un juguete, exigiendo ser tratado como una basura. Entonces Woody decide demostrarle todas las razones por las que debería estar feliz de ser el juguete favorito de la pequeña en vez de tirarse a la primera basura que encuentre.

Los problemas de Woody no acaban aquí, porque los padres de la niña deciden ir de caravana durante el fin de semana, con el fin de premiar la feliz adaptación de la pequeña a la guardería. Todos se encuentran en la carretera cuando el lío empieza de verdad. Pero no solo habrá problemas, también habrá reencuentros alegres y emocionantes, nuevas apariciones inquietantes en una tienda de antigüedades y otros verdaderamente desternillantes en una feria cercana.


A pesar de que se trata (otra vez) de una nueva película dentro de franquicia, no podemos sino reconocer el inmenso talento de la gente de Pixar. Toy Story se ha convertido en uno de los títulos de referencia para varias generaciones, por su reputación de excelencia en la animación, sus argumentos y los diálogos. Aquí tenemos también otra pequeña maravilla que compartir en familia, sin moderación.

La animación es la más fabulosa nunca vista, con unos diseños magníficos, con una vivacidad solo al alcance de este estudio. La atmósfera malsana de la tienda de antigüedades, la excéntrica vida de los juguetes de feria o la asombrosa cotidianeidad del día a día de Bonnie se ven reflejadas en pantalla con un realismo inaudito, creíble sin acercarse nunca al valle inquietante. Los juguetes se mueven de acuerdo con sus limitaciones articulares, pero con verosimilitud, expresivos en todo momento. Pixar está lleno de artistas, de virtuosos del ordenador, y se nota.

Sin embargo, me deja una sensación un pelín agridulce, tal como me ocurrió con Buscando a Dory. La película está bien, pero las cosas no fluyen como debieran, con una excusa argumental muy forzada para volver a sacar a los juguetes a danzar, especialmente tal como había acabado Toy Story 3. Por una vez, los juguetes tienen que hacer cosas estúpidas para que la película avance en vez de fluir con naturalidad. Esto no provoca en absoluto que sea una mala. Es una notable película de aventuras, pero tampoco es más que eso, y viniendo de quién viene…


Me fastidia especialmente que Buzz (el mejor personaje de la saga) y Jessie se hayan convertido apenas en dos personajes que pasaban por ahí, con todo el protagonismo dedicado a Forky y Woody. Además, fuerza a nuestro vaquero más dicharachero a tomar decisiones extrañas, contradictorias con lo que habíamos visto en las dos películas anteriores. Esto lleva al personaje a un brete muy difícil para los guionistas. Por suerte, salen muy bien de él.

Cada uno de los cuatro personajes principales tiene su propia historia, para Woody se trata de la necesidad de evolucionar, de dejar ir, de saber encontrar tu lugar en el mundo cuando éste ha cambiado tanto que se hace imposible de reconocer. Después de todo, Woody se supone que ya era un juguete caduco en 1990, ahora en 2020 ni te cuento cómo se debe de sentir un niño con él.

Por su parte, Forky es un puntazo de personaje que me hace especial gracia. Aquí se juntan la idea de buscar su lugar en el mundo con las vueltas alrededor del concepto del ser, de cómo se percibe uno mismo. ¿Cuándo algo deja de ser basura para ser un juguete? Si Forky se siente basura, ¿qué derecho tienen el resto a recordarle que es y será un juguete? ¿Qué cariño debe sentir él por Bonnie, a pesar de ser su hacedora?


A Bo la perdimos de vista hace unas películas, ¿qué fue de su vida? Aquí tenemos este reencuentro no tan sorpresivo que nos muestra cómo se ha curtido esta estatua decorativa (¿esto es un juguete?). Después de tantos años sin necesidad de un niño, divirtiéndose y sufriendo por su cuenta, se ve tentada ante la posibilidad de tener un hogar, un lugar en el que quedarse. Se sopesan los diferentes aspectos de la necesidad de que cada juguete deba tener un niño, en contraposición a la postura de Woody, lo que lleva a algunas decisiones algo extrañas que podrían haberse cargado la película, pero que luego solventan bien (cómo he comentado antes).

Finalmente, tenemos Gabby, tan sola y abandonada que ha acabado por odiar al mundo. No llega al nivel de Lotso, pero la convierten en un antagonista con muy mala idea, de las que se recuerdan (aunque su desenlace sea un poco meh). Haciendo casi un pequeño cameo, tenemos a los delirantes Ducky y Bunny, que pasan de regalo de tómbola a ser juguetes de humor absurdo y a una sorpresa inesperada en forma de Motorista Canadiense, cuya voz pone Keanu Reeves, cuyo carisma creció hasta las nubes con el John Wick que rodó después de ésta película.

La película acaba (por segunda vez) con un final que hace difícil una continuación. Más teniendo en cuenta cómo han forzado la trama para volver a abrir todo después de la conclusión tan estupenda que tenía la 3. No veo porqué complicar las cosas, pero imagino que el dinero manda (y el taquillazo está asegurado). Si hubiera una quinta (ejem ejem), no veo muy bien por dónde podrían tirar, a menos que Buzz fuera el amo y señor del cotarro, pero sin Woody no sería lo mismo (y no veo cómo meter a Woody en el lío sin formar un buen berenjenal de coherencia).
NO era necesaria pero (si la comparamos con los MIB del otro día) no da la sensación de que la han liado.

Tal como comentamos el otro día con MiB, Toy Story 4 es una película completamente innecesaria, realizada con propósitos digestivos. Es de calidad inferior a su predecesora y tiene algunos detalles cuestionables. Sin embargo, no deja la indignada sensación de “¿por qué?” que sí tenía la MiB: International. Sin ser fabulosa, sin ser magnífica, es una película notable, de la parte media de lo que sabe dar Pixar.  Goza de una animación espectacular marca de la casa, entretiene con notable eficacia sin llegar a fluir a la perfección y supone un agradable reencuentro con unos personajes que adoramos. El mayor problema que tiene es que no es Toy Story 3, quedándose en una buena pero no excelsa película.


Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.1