domingo, 27 de enero de 2019

La comunidad del anillo


Por si no lo sabéis, hace poco me he mudado a un nuevo piso (vale, no es nuevo, pero ya me entendéis), con lo que tengo una nueva televisión (ésta si es nueva nueva), así que para estrenarla, decidimos re-visionar la saga que más nos ha hecho disfrutar en nuestra adolescencia (seamos sinceros, todavía no teníamos Internet en el piso y los canales de televisión son los que son, así que sólo nos quedaba atacar los DVDs que tenemos acumulados y El señor de los anillos da para muchas horas de entretenimiento).

Empezamos pues por La Comunidad de Anillo. Imagino que a estas alturas no hace falta que nos paremos a explicar mucho el argumento: El Anillo Único, el más poderoso del Señor del Mal, aparece en un inesperado lugar de la Tierra Media, por lo que una Alianza de las razas de la luz deberá establecer un plan para destruir el Anillo antes de que su legítimo dueño lo recupere y tal y tal. Basado en los libros de J. R. R. Tolkien, por sí mismos constituyen una de las más influyentes novelas de fantasía épica de la historia (y de mis favoritas).

Como sabréis, cada una de las películas ronda las tres buenas horas de duración. En el cine, la inmersión es espectacular, pero para el hogar puede ser excesivo (como he tenido la ocasión de comprobar en más de un maratón de películas).  Recuerdo que cuando se la puse a mis padres la dividimos en sesiones de 90minutos (cada uno de los DVDs) que la hacían más soportable para el espectador no devoto. Sin embargo, de acuerdo a nuestra disponibilidad diaria, no podíamos ni dedicar 1h a cada sesión nocturna, apenas 45minutos. No era algo que nos atrajera en un primer momento, porque imaginábamos que se nos haría muy larga, perdiendo la capacidad de meternos en la historia. Sin embargo, nos sorprendimos al comprobar lo bien que entraba la película. Convertir cada una de las partes en una miniserie de 4-5 capítulos permitía que la trama dejara poso sin volverse pesada, especialmente por lo bien clavados que están los “cortes” para dejar un subidón cada “final de capítulo” que te dejaba con ganas para el día siguiente. Nunca lo hubiera esperado, pero os lo recomiendo para una degustación con calma de la saga. 


No obstante, no puedo alejarme de mis recuerdos de adolescencia al rememorar la expectación cuando fui al cine con Adriana (lo siento, debí comportarme mucho mejor de lo que lo hice) a ver por primera vez La Comunidad del Anillo. El libro que tantas veces había leído y releído (10-15 veces, quizás) se iba a convertir en película (¡y tenía toda la pinta de estar bien hecha!). Un servidor estaba encantadísimo. A medida que la película avanzaba, mi espíritu friki no podía quedar más saciado: la fiesta en el Pony pisador, la emboscada de la Cima de los Vientos, la sensación de maravilla al entrar por primera vez en Moria (Ruido de tambores…) y el final, aunque conocido, no por ello menos desgarrador. ¡Ay que experiencia más espectacular!

¡Qué voy a decir que no se haya dicho sobre la recreación de la Tierra Media que se hace en esta película! Peter Jackson coge el texto original y lo adapta a la gran pantalla de manera asombrosa. Primero, se carga a Tom Bombadil -lo que menos me gusta de las 3000 páginas del libro-. Segundo, nos trasladan a la Tierra Media con una puesta en escena simplemente brutal. Tanto el vestuario como la imaginería generada a partir de las bellísimas ilustraciones de John Howe se conjugan con un relato épico y emotivo con el que no podemos sino disfrutar. Su descomunal duración puede hacerse pesada para los espectadores menos aguerridos, pero su espectacularidad y la gran banda sonora de Howard Shore hacen que un servidor se sumerja ávido en este Universo tan fascinante. No hay más que ver el formidable uso de los efectos especiales (no como en El Hobbit) con el que se crean ciudades increíbles, ejércitos aterradores y todo tipo de seres míticos.


Creo que todos estaremos de acuerdo de que la película es impresionante en sus aspectos técnicos. Sin embargo, LOTR tiene la suerte de que el extenso reparto de actores está a la altura del gran tesoro épico que tenemos entre manos. Puede que no coincidieran con la imagen mental que tuviera de los personajes, pero una vez en la gran pantalla, hay que reconocer que todos hacen un trabajo genial. Por poner un ejemplo, temblé cuando un desconocido argentino-danés de nombre extravagante fue anunciado para ser Aragorn, pero cuando vi el carisma que despertaba Viggo Mortensen, mi sensación fue muy diferente. Por su parte, adoraba a Ian McKellen por su Magneto mutante, regocijándome cuando fue anunciado para ser Gandalf, al que había acompañado durante tantas y tantas páginas. Pocos mejores me habría imaginado para el personaje y menos lo hubieran hecho mejor que el actor inglés.

Como anécdota curiosa, la banda sonora corre a cargo de Howard Shore, desbordando un lirismo hipnótico deudor de los sonidos de Enya. Aunque ahora no podemos imaginar la película sin el misticismo épico que nos acompaña a lo largo de todo el metraje, inicialmente iba a ser muy diferente. La propuesta inicial tenía a Blind Guardian (grupo de power-metal que ha demostrado un ferviente amor por la obra tolkeniana) con la idea de tener una banda sonora más cañera. Existen algunas pruebas que se realizaron para la película, con resultados más que satisfactorios, por si queréis molestaros a buscarlo. La saga también habría molado mil con los suecos al aparato, pero estaríamos hablando de una experiencia completamente diferente.


En fin, La comunidad del anillo es una obra de orfebrería de tamaño mastodóntico que da vida a la fantasía épica de la mejor manera posible. Ya sólo por no haber destrozado el trabajo de Tolkien, Peter Jackson ya se merecía todos los honores, pero es que le queda una preciosidad en todos los sentidos, una película monumental, por su duración y por su calidad. Y quizás lo mejor de todo: es el inicio de un cuento fantástico. Salí embriagado del cine en su momento: todavía quedaban dos películas más en las que no deseaba sino sumergirme con todas mis fuerzas.


Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.0

Si la película me dejó extasiado, más sorprendido me quedé al ver que había conseguido la impresionante cantidad de 13 nominaciones a los Oscars. Todo lo gordo: Película, director, actor de reparto (Ian McKellan), guión adaptado, montaje, canción, diseño de producción, vestuario, sonido, fotografía, banda sonora, maquillaje y efectos visuales. Al final “sólo” se llevó los cuatro últimos, pero …wow.

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