Por
si no lo sabéis, hace poco me he mudado a un nuevo piso (vale, no es nuevo,
pero ya me entendéis), con lo que tengo una nueva televisión (ésta si es nueva
nueva), así que para estrenarla, decidimos re-visionar la saga que más nos ha
hecho disfrutar en nuestra adolescencia (seamos sinceros, todavía no teníamos
Internet en el piso y los canales de televisión son los que son, así que sólo
nos quedaba atacar los DVDs que tenemos acumulados y El señor de los anillos da para muchas horas de entretenimiento).
Empezamos
pues por La Comunidad de Anillo. Imagino
que a estas alturas no hace falta que nos paremos a explicar mucho el
argumento: El Anillo Único, el más poderoso del Señor del Mal, aparece en un
inesperado lugar de la Tierra Media, por lo que una Alianza de las razas de la
luz deberá establecer un plan para destruir el Anillo antes de que su legítimo
dueño lo recupere y tal y tal. Basado en los libros de J. R. R. Tolkien, por sí
mismos constituyen una de las más influyentes novelas de fantasía épica de la
historia (y de mis favoritas).
Como
sabréis, cada una de las películas ronda las tres buenas horas de duración. En
el cine, la inmersión es espectacular, pero para el hogar puede ser excesivo
(como he tenido la ocasión de comprobar en más de un maratón de
películas). Recuerdo que cuando se la
puse a mis padres la dividimos en sesiones de 90minutos (cada uno de los DVDs)
que la hacían más soportable para el espectador no devoto. Sin embargo, de
acuerdo a nuestra disponibilidad diaria, no podíamos ni dedicar 1h a cada
sesión nocturna, apenas 45minutos. No era algo que nos atrajera en un primer
momento, porque imaginábamos que se nos haría muy larga, perdiendo la capacidad
de meternos en la historia. Sin embargo, nos sorprendimos al comprobar lo bien
que entraba la película. Convertir cada una de las partes en una miniserie de
4-5 capítulos permitía que la trama dejara poso sin volverse pesada,
especialmente por lo bien clavados que están los “cortes” para dejar un subidón
cada “final de capítulo” que te dejaba con ganas para el día siguiente. Nunca
lo hubiera esperado, pero os lo recomiendo para una degustación con calma de la
saga.
No
obstante, no puedo alejarme de mis recuerdos de adolescencia al rememorar la
expectación cuando fui al cine con Adriana (lo siento, debí comportarme mucho
mejor de lo que lo hice) a ver por primera vez La Comunidad del Anillo. El libro que tantas veces había leído y
releído (10-15 veces, quizás) se iba a convertir en película (¡y tenía toda la
pinta de estar bien hecha!). Un servidor estaba encantadísimo. A medida que la
película avanzaba, mi espíritu friki no podía quedar más saciado: la fiesta en
el Pony pisador, la emboscada de la Cima de los Vientos, la sensación de
maravilla al entrar por primera vez en Moria (Ruido de tambores…) y el final,
aunque conocido, no por ello menos desgarrador. ¡Ay que experiencia más
espectacular!
¡Qué
voy a decir que no se haya dicho sobre la recreación de la Tierra Media que se
hace en esta película! Peter Jackson coge el texto original y lo adapta a la
gran pantalla de manera asombrosa. Primero, se carga a Tom Bombadil -lo que
menos me gusta de las 3000 páginas del libro-. Segundo, nos trasladan a la
Tierra Media con una puesta en escena simplemente brutal. Tanto el vestuario
como la imaginería generada a partir de las bellísimas ilustraciones de John Howe
se conjugan con un relato épico y emotivo con el que no podemos sino disfrutar.
Su descomunal duración puede hacerse pesada para los espectadores menos
aguerridos, pero su espectacularidad y la gran banda sonora de Howard Shore
hacen que un servidor se sumerja ávido en este Universo tan fascinante. No hay
más que ver el formidable uso de los efectos especiales (no como en El Hobbit) con el que se crean ciudades
increíbles, ejércitos aterradores y todo tipo de seres míticos.
Creo
que todos estaremos de acuerdo de que la película es impresionante en sus
aspectos técnicos. Sin embargo, LOTR
tiene la suerte de que el extenso reparto de actores está a la altura del gran
tesoro épico que tenemos entre manos. Puede que no coincidieran con la imagen
mental que tuviera de los personajes, pero una vez en la gran pantalla, hay que
reconocer que todos hacen un trabajo genial. Por poner un ejemplo, temblé
cuando un desconocido argentino-danés de nombre extravagante fue anunciado para
ser Aragorn, pero cuando vi el carisma que despertaba Viggo Mortensen, mi
sensación fue muy diferente. Por su parte, adoraba a Ian McKellen por su
Magneto mutante, regocijándome cuando fue anunciado para ser Gandalf, al que
había acompañado durante tantas y tantas páginas. Pocos mejores me habría
imaginado para el personaje y menos lo hubieran hecho mejor que el actor
inglés.
Como
anécdota curiosa, la banda sonora corre a cargo de Howard Shore, desbordando un
lirismo hipnótico deudor de los sonidos de Enya.
Aunque ahora no podemos imaginar la película sin el misticismo épico que nos
acompaña a lo largo de todo el metraje, inicialmente iba a ser muy diferente.
La propuesta inicial tenía a Blind Guardian (grupo de power-metal que ha
demostrado un ferviente amor por la obra tolkeniana) con la idea de tener una
banda sonora más cañera. Existen algunas pruebas que se realizaron para la
película, con resultados más que satisfactorios, por si queréis molestaros a
buscarlo. La saga también habría molado mil con los suecos al aparato, pero
estaríamos hablando de una experiencia completamente diferente.
En
fin, La comunidad del anillo es una
obra de orfebrería de tamaño mastodóntico que da vida a la fantasía épica de la
mejor manera posible. Ya sólo por no haber destrozado el trabajo de Tolkien,
Peter Jackson ya se merecía todos los honores, pero es que le queda una
preciosidad en todos los sentidos, una película monumental, por su duración y
por su calidad. Y quizás lo mejor de todo: es el inicio de un cuento
fantástico. Salí embriagado del cine en su momento: todavía quedaban dos
películas más en las que no deseaba sino sumergirme con todas mis fuerzas.
Nota:
10
Nota
filmaffinity: 8.0
Si
la película me dejó extasiado, más sorprendido me quedé al ver que había
conseguido la impresionante cantidad de 13 nominaciones a los Oscars. Todo lo
gordo: Película, director, actor de reparto (Ian McKellan), guión adaptado,
montaje, canción, diseño de producción, vestuario, sonido, fotografía, banda
sonora, maquillaje y efectos visuales. Al final “sólo” se llevó los cuatro
últimos, pero …wow.
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