Los
lectores fieles a este sitio conocerán sobradamente el amor que le profeso al
Estudio Ghibli. Autores de bellísimas obras de animación, no dejo de visitar
sus películas desbordantes de imaginación, grandes historias y amor por el
séptimo arte.
Hoy
voy a hablar de una de las películas que más disfrute en mi adolescencia, que
además fue (casi) la primera película que fui a ver con mis amigos, fuera del
alcance de mis padres, saliendo excitadísimo del cine y comentando la película
durante horas y horas.
La princesa Mononoke es
un gran, es un soberbio film que tiene la particularidad de ser de dibujos
animados. Firmado por uno de los grandes maestros del género: Hayao Miyazaki.
Después de dos inconmensurables éxitos infantiles (Porco Rosso y Mi vecino Totoro), La princesa Mononoke se
dirige esta vez a un público más crecido, aunque los pequeños todavía lo pueden
ver y disfrutar. Es una grandiosa epopeya que nos transporta, durante dos horas
y cuarto en un recital fantástico, que nos sumerge en el Japón del siglo XV,
mezclando referencias históricas, leyendas ancestrales, un recorrido iniciático
y un mensaje ecologista. Contiene la especia lírica, el toque de belleza
exultante de los grandes films de aventuras de una receta que parece ya perdida.
Siendo de otro estilo y otra cultura, movió tantos referentes como el Excalibur de John Boorman, constituyendo
el segundo bombazo desde el país nipón, demostrando otra vez que los dibujos no
son sólo para niños. Un servidor se quita el sombrero, admirando el despliegue
de inventiva, poesía, la atención al detalle y la maestría en la puesta en
escena.
La
acción se desarrolla, entonces, en el Japón de la era Muromachi (1333-1568),
que marca la transición entra la Edad Media y la Moderna en el país (Miyazaki y
sus colaboradores han investigado profusamente la época en que recrean la
historia, lo que se puede ver sobre la pantalla en las construcciones, las
costumbres, la imaginaría, los vestidos… impresiona). En esta época el país es
prácticamente virgen, cubierto de profundos bosques casi impenetrables. Sin
embargo, el progreso tecnológico está empezando a dejar su huella en la
ecología y el orden milenario que ha regido la vida de los seres vivos empieza
a romperse.
En
el norte del archipiélago vive una tribu pacífica, los Emishi, de los cuales el
futuro jefe es el joven príncipe Ashitaka. Su destino se trunca cuando un día,
un jabalí salvaje, poseído por una deidad maligna ataca el pueblo. Obligado a
abatir a la bestia enloquecida por los demonios, Ashitaka es herido en el
brazo, cayendo bajo una maldición que conllevará una muerte inevitable y
horrible. Siguiendo los consejos de la gran sacerdotisa, deja a los suyos y
parte a Oriente, a la búsqueda del Dios-Ciervo del Bosque, el único con poder
para eliminar el sortilegio que amenaza su vida.
De
los numerosos niveles de lectura de la historia, no puedo sino destacar el
delicado tratamiento que se realiza del ecologismo, sin caer en maniqueísmos ni
tópicos fáciles.
Lady
Eboshi podría considerarse la mala de la historia, pues destruye el bosque sin
miramientos. Sin embargo, no desea otra cosa que proteger a los suyos:
leprosos, prostitutas forzadas y demás desheredados de la tierra. No hay odio
en ella, ni maldad, pues ayuda a los suyos a progresar y no deja de ganarse la
admiración de sus súbditos.
Por
su parte, Mononoke defiende la naturaleza salvaje y primigenia, la defensa a
ultranza de la vida fuera de la influencia humana y el respeto de la vida
natural que ha regido el planeta durante milenios. Heridos y esquilmados, es
fácil comprender la venganza ciega que mueve sus actos. Por un lado, queremos
que ganen, pero también su actitud fanática impide cualquier tipo de resolución
pacífica, de acuerdo que pudiera satisfacer a todos.
Esto
se ve perfectamente reflejado en la actitud de Ashitaka, atrapado entre dos
fuegos a los que trata, desesperadamente de guiar hacia la reconciliación y la
convivencia antes de que la tensión desemboque en una guerra abierta. Pareciera
por momentos que Miyazaki refleja en él a la voz de la verdad, el desarrollo
sostenible que satisface a todos. Sin embargo, se guarda también la aparición
de matices y fallas que muestran que su posición también tiene defectos, pues
el desarrollo sostenible quizás no satisface a nadie…
Y
yo me callo ya, pues los personajes están presentados, la trama situada y me
están entrando unas ganas de volver a ver la película que no os lo podéis ni
imaginar. Acompañadme, por favor.
Nota:
10
Nota
filmaffinity: 8.0
"La última vez que estuve
aquí esto era un aldea preciosa, quizás hubo un incendio o una inundación, el
caso es que todos murieron. Hay muchos fantasmas hambrientos a nuestro
alrededor; muertos por la guerra, la enfermedad o el hambre, y a nadie le
importa. ¿Qué sufres una maldición dices? El mundo está maldito.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario