Reconozco que esta película empieza descolocándome un
poquito… Está dirigida por un “monstruo” como es Coppola, sale la Verdú, está
rodada en Argentina y en castellano. La mezcla es… rara.
Bennie es un joven camarero que vuelve a su hogar tras unos
años de ausencia con la intención de reencontrarse con Angelo, su hermano
mayor. Al llegar, encuentra que Angelo ha cambiado su nombre a Tetro y vive en
una espiral de decadencia autocomplaciente y destructiva. Intentando entender
porqué Angelo se alejó de su familia y de su famoso padre, Bennie deberá
introducirse en el decadente mundo de los teatros de Buenos Aires. Sin poder
evitar sentir la influencia del ambiente, intentará desentrañar los misterios y
los secretos familiares que han llevado a Tetro a la locura.
Quizás lo más importante es el hecho de que no es una
propuesta comercial. La película no está hecha con la intención de entretener
al público. Es extraña y personal. Coppola se dedica a “jugar” mezclando géneros,
tergiversando los diálogos y enredando con el modo en qué se cuenta una historia.
Es trabajo del espectador estar atento a todos las sutiles variaciones y las
indicaciones que marcan los “cambios” de momento.
ACTORES: Vincent Gallo se enfrenta a un personaje
arriesgado y extraño, difícil de realizar de una manera verosímil y sale airoso del
lance. Su actuación puede no ser memorable, pero salir vivo del brete es digno
de mérito. La Verdú hace lo que puede por mantener el tipo y consigue salir decorosamente.
Ehrenreich compone acertadamente un papel inocente, de un joven que aterriza en
medio de la tempestad de una familia en crisis e intenta llegar vivo a puerto,
entendiendo qué ha desencadenado la tormenta, mientras intenta mantener la cordura.
DIRECTOR: El
director de dos o tres de las mejores películas de la historia del séptimo arte
se enfrenta en Tetro a una historia de rencillas familiares, encuentros y
desencuentros sin gángsters ni mafiosos de por medio y elige,
sorprendentemente, la forma más enrevesada, teatral y folletinesca que podía
haber escogido. Desde la fotografía en blanco y negro (acorde con la fisonomía
porteña, cambiando su textura en función de los sucesos de la obra) hasta la
música (onírica y autóctona), cada encuadre está pensado al milímetro y obedece a una cuidada y meticulosa lógica interna. Una vez
estás en la película, encuentras que de pronto el ritmo, las emociones en los personajes, la
luz… cambian de una manera notable, como si de repente, se estuviera viendo otra película.
Esta sensación sucede más de una vez. Coppola nos deleita con escenas hipnóticas e impactantes, que se quedan grabadas en el alma mientras juega con los colores y los géneros; pero lo une a algunas escenas que no provocan otra cosa que ganas de atizarle para que se centre, cuente algo y se deje de sombras, espejos, flashbacks y secuencias oníricas.
GUIÓN: La historia está desarrollada en una mezcla de
extraños flashbacks en color mientras la historia principal es contada en
blanco y negro, mostrándonos una radiografía perfecta de la desintegración
familiar, el egoísmo y la frustración de los sueños personales. La acrobacia
narrativa que propone Coppola es ardua y francamente notable, pero exige al
espectador un esfuerzo excesivo y en ningún momento consigue (o intenta)
provocar al espectador para que lo realice. El juego de diálogos y las
variaciones que se van produciendo en los tonos están formidablemente
conseguidos. No obstante, si no se consigue atractivo, por muy bien que te cuenten las cosas, rápidamente se provocará hastío y aburrimiento. El personaje de Vincent Gallo merece capítulo aparte; Tetro es él. Él es quién ha decidido ser. Desconocemos su pasado, pero la niebla se va disipando mientras se va desarrollando la cinta. Hacía tiempo que no veía una caracterización de un personaje tan trabajada, aunque no provoque otra cosa que indiferencia.
Lo que más destacaría:
-
La
soberbia fotografía
-
La
atrayente BSO
-
El
giro final
-
Escenas
magníficas como el diálogo entre Tetro y su hermano, reflejando un espejo a
éste, y viéndose la sombra de Tetro por otra parte o la de Tetro presentando en
sociedad a su pareja, asistiendo impotente a la lascivia que ella despierta en
su padre. Es pura magia.
Es un ejercicio artístico que no puede dejar indiferente. Lástima
que tanta exhuberancia y virtuosidad técnica resulta en una farragosidad
agotante que provoca fácilmente tedio y desapego. El carácter intimista de la
obra se mezcla con un tono operístico que pone la guinda final a un precioso
pastel, pero que resta credibilidad a unos personajes en una extraña jugada que
puede resultar desagradable para el espectador medio. Magistralmente realizada,
pero irregular en el resultado debido a su exagerada complejidad.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 5.8
La cara de Maribel Verdú cuando le avisaron de que Coppola
quería rodar una película con ella de protagonista tuvo que ser espectacular.
Estoy seguro de que algo tan inverosímil la debió de dejar alucinando.
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