¡Y parece mentira, pero llegamos a la cuarta parte de esta
entrañable saga! En la reseña de la 3º parte comenté que me parecía difícil encontrar
la excusa argumental para realizar una cuarta película, pero parece que se han
inventado algo con suficiente consistencia.
Han pasado unos añitos desde la última película y Melocotón
ya se ha convertido en una jovencita mamut que trae de cabeza a Manfred. Las
perrerías de Scrat en el núcleo de la Tierra provocarán una serie de
terremotos, derivando en la formación de los continentes. Los consecuentes
desastres resultan en la separación de nuestro variopinto grupo de héroes, que
deberán colaborar para volver a reunirse y salir vivos del apuro.
Como ya hemos visto en sagas como Shrek o Piratas del Caribe, las sagas alargadas en demasía agonizan en una
serie de malas películas francamente decadentes. Sin embargo, como ya comenté en
su tercera parte (Ice Age 3), la falta de trascendencia de las historias, la sucesión de
gags de humor slapstick y la propia ligereza de las películas hacen que esta
decadencia sea menos palpable. La calidad de la franquicia se mantiene en una
especie de meseta, como si fueran capítulos de una serie de TV estrenados en
pantalla gigante. Siendo más de lo mismo, sigue siendo divertido y entretenido.
El film es bastante corto, pero no da la sensación de estar
alargado ni comprimido. La duración es la correcta para asegurar un
entretenimiento con un ritmo vivo y ágil, desarrollando la “historia” que sirve
de armazón para el montón de chistes con los que nos bombardean. La película
funciona a base de escenas con los protagonistas de siempre, con el añadido de
la abuela de Syd (impagable) y con cierta pérdida de importancia de los
secundarios (las zarigüeyas apenas salen, por ejemplo). Entre escena y escena
hay un pequeño interludio con las desventuras de Scrat y su bellota -más
salvajes que nunca- que ayuda a desconectar y dar agilidad a la película. Salvo
el pequeño hilo argumental amoroso de Melocotón -que no aporta nada y apenas
dura cinco minutos- y una canción que no viene a cuento, la película es una vertiginosa
sucesión de caídas, golpes, tortas y demás desventuras tan desternillantes como
siempre. Si el humor de la franquicia te gusta, el entretenimiento está
asegurado.
Resulta sorprendente ver como la calidad gráfica ha
mejorado con los años. Comparando con la primera parte, el incremento en el
detalle de los paisajes y la definición de las expresivas muecas de los
personajes es abrumador. No llega al nivel de los monstruos de Pixar, pero es
sobradamente efectivo.
No deja de ser lo que intenta ser: una película cortita
para reir a mandíbula batiente un rato, con un entretenimiento intrascendente.
La historia -como en anteriores partes- es casi inexistente y en muchas
ocasiones recurre a escenas de películas anteriores pero nos deja mucha
diversión, humor en la tradición de la Warner, muchas caídas y diálogos ágiles,
con un nivel técnico más que notable, eso sí, sin llegar a
sorprender. Pero bueno, Scratch sigue haciendo de las suyas, y eso puede
llegar a ser suficiente.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.2
Viendo como está funcionando en taquilla, la 5º parte está
asegurada, ¡esperemos que siga manteniendo el tipo!
Al menos en el cine donde estuve, la película viene precedida de un corto protagonizado por Maggie Simpson. Tan divertido como siempre.
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