jueves, 28 de septiembre de 2023

El último boy scout

Un día de estos tontos y se me pone a tiro una de mis películas favoritas de cuando era un zagal, que hacía más de veinte años que no veía. Mis recuerdos eran los de ver un sucedáneo de la Jungla de Cristal todavía más ido de olla, con un Bruce Willis que no podía ser más chulo.

Ya no estamos en los 80, es 1991, pero eso no impide que tengamos una película de acción tal como se hacían "antes". Aqui, un grupo de mafiosos ha creado un plan maestro para legalizar el juego en el Estado de California, garantizando que todas las casas de apuestas serán de su propiedad. Pero, ¡ay!, han tocado las narices al detective equivocado, y si encima secuestras a su hija, peor me lo pone usted.

Este es el punto de partida de una película que tiene como protagonista a Bruce Willis, dirigida por Tony Scott, con un guión de Shane Black. Encima tiene a Damon Wayans como el secundario cómico de rigor. En principio, no puede estar mal la cosa, ¿no? Por si fuera poco, la película apuesta por ser un clon de combate de La Jungla de Cristal, por lo que a la mínima que el conjunto esté ensamblado, por lo menos será entretenida. Pues bueno, qué mal sienta la nostalgia a veces. A medida que pasaban los minutos me preguntaba si estaba viendo una parodia cómica, un borrador de Superdetective en Hollywood 3 o un quiero y no puedo de manual de las películas de John McTiernan.

Una de las principales razones de que la película no funcione es el flojo desempeño de la mayoría de su elenco actoral. Puedo entender que Bruce Willis venga ya pasado de vueltas con John McClane y tenga el automático puesto, buscando frase lapidaria tras frase lapidaria, aunque su "esfuerzo" le acerque más a Axel Foley que a Dutch (oju). Sin embargo, Wayans y Berry (y la mayoría de secundarios) parecen estar en otra película y no contribuyen a que el esperpéntico guión tenga la más mínima entereza. La única persona que parece tener interés en que la película funcione es la jovencísima Danielle Harris, cuyo personaje tiene más vida que el resto del elenco junto.

Lo que podría haber sido un estupendo trabajo de oficio (hay mimbres para ello), se transforma, quizás por influencia de Scott, en una propuesta digestiva en la que nadie pone un gran interés. Sí, las escenas de acción son individualmente sólidas, pero no hay nada que las una que tenga algo de interés. Ni se busca verosimilitud ni se acerca a la autoparodia. Por no tener, no tiene ni escenas de humor involuntario que funcionen. En su esfuerzo por soltar chascarrillo tras chascarrillo, consigue que algunos hagan diana, qué menos. Además, el desarrollo es extraño, mezclando una puesta en escena ochentera con un tratamiento más propio de los noventa, generando un conjunto irregular. Pareciera como si el guionista quisiera molar por su lado, mientras que el director quisiese hacer una de buddy-movie a la antigua usanza. Todo ello, con el pasotismo de los actores, claro. Por lo menos avanza a buen ritmo, con lo que no es aburrida, a pesar de sus fallos.

Como nota curiosa, durante un tiempo, se trató del guión con más insultos por minuto de la industria Holywoodiense.

A veces uno debe conformarse con sus recuerdos y no intentar volver a las películas que le hicieron gracia de chaval. No llega a niveles bochornosos de otras propuestas recordadas, pero sí que se me ha caído en gran parte. Más allá de sus momentos bocachancla, no era tan buena como recordaba ni yo soy el mismo imberbe impresionable de otra época (ahora ya tengo muchos kilómetros recorridos en propuestas similares mejor rematadas). No sé cuál será la siguiente vez que intente acercarme a mis películas de otra época, pero he salido escaldado ya demasiadas veces.

El último boy scout es un clon de combate de Jungla de Cristal que apuesta por ser más gamberra y más chula que un ocho. Su espíritu trasgresor ha quedado muy superado, por lo que se queda en una pseudocomedieta de acción en la que casi nadie parece estar haciendo su trabajo, cuyo director ha filmado algo que tiene poco que ver con lo que buscaba el guionista. Por lo menos la acción funciona y el ritmo es vivo, por lo que la película pasa rápido sin hacerse (muy) pesada.

 

Nota: 3

Nota filmaffinity: 6.2 

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Dinero Sangriento (C. L. Werner)

Ya hacía tiempo que esta trilogía me estaba mirando desde la estantería y algún día tocaba ponerse con ella. Aquí viene el primero de los libros de Brunner, y espero que el resto no tarden mucho en pasarse por aquí.

Título: Dinero Sangriento

Autor: C. L. Werner

Título original: Blood money

Traducción: Diana Falcón

“En el inhóspito Viejo Mundo, pocos son tan temidos y odiados como los cazadores de recompensas. El suyo es un mundo de engaño, traición y violencia indiscriminada, donde las palabras y las vidas se venden a bajo precio. La supervivencia depende de una mezcla única de inteligencia, astucia animal y fuerza bruta, mientras la promesa de dolor mantiene vivo el miedo. Brunner es uno de ellos, un hombre despiadado que no se detendrá ante nada con tal de atrapar a su presa y reclamar la recompensa.”

Esta trilogía de libros, de la que hoy traigo la primera entrega, es una de las primeras que tuvimos de la Black Library en castellano que tuvimos sobre Warhammer Fantasy. Para los profanos que no lo conozcan, se trata de un juego de miniaturas de Games Workshop que se centraba en batallas en un mundo de fantasía épica muy loco donde había de todo, siempre muy chungo y muy ido de olla. Algún libro de la franquicia ya se ha pasado por aquí, así que no os pillará tan de sorpresa.

En este caso, Diario Sangriento, es un compendio de relatos de unas 30-40 páginas cada uno, culminado en otro más largo que rondará las 90. Se iban publicando mensualmente en diversas entregas  en la publicación de la editorial, siendo este compendio el resultado de un par de años de publicaciones.

Se trata de un libro publicado en la mejor época de Warhammer Fantasy, y contiene todas sus características en su máximo esplendor: Es oscuro, desagradable y tiene un protagonista de lo más molón. Todos los relatos se presentan de la misma manera. Lo que leemos no es un “libro”, sino la traducción de una publicación acaecida en el Viejo Mundo (el equivalente a la Europa Central en el juego) en la que un escritor llamado Streacker noveliza las aventuras de Brunner, un legendario cazador de recompensas de implacable reputación.

El esquema es siempre el mismo. Streacker nos introduce la historia de qué estaba haciendo cuando se encuentra a Brunner (un viejo “amigo”). Éste, tras unas cuantas bebidas, empieza a contar sus últimas aventuras para que Streacker las convierta en novela. Así, nos enteramos de cómo es contratado, en qué consiste el trato, un par de rondas de tortas hasta su resolución y despedida. Dinero Sangriento comprende 7 relatos de este estilo. Es verdad que puede hacerse repetitivo, pues no están pensados para leerse de corrido, sino a lo largo de varios meses. No obstante, entre ellos son muy diferentes, tocando todas las temáticas para que los seguidores de todas las facciones puedan verse reflejados.

Veremos a Brunner luchar contra todos los malos (Orkos, Skavens, Chaos, etc) y algunos buenos (Bretonia, Imperio). Es algo que hemos visto mil veces posteriormente, pero en aquellos momentos (que el libro tiene más de veinte años) era algo bastante nuevo. Además, cada relato tiene la enjundia suficiente para ser interesante por sí mismo, sin que parezca que están reciclando un argumento una y otra vez. Me encanta la retranca del escriba que hace de conexión entre un relato y otro, añadiendo un poco de contexto que le añade salseo a toda la historia. Me recuerda mucho a la primera novela de The Witcher, que también es un compendio de historias contadas por Jaskier de un modo muy similar (Brunner es muy anterior, que conste).

Lo que no vamos a encontrar es desarrollo de personajes. Streacker es Streacker y Brunner es Brunner. Monolíticos y estables, sin asomo de arco de progresión. Y como cada historia es de su padre y de su madre, los personajes secundarios no repiten (en su mayoría). Pero bueno, da igual, mola. Tienes a Brunner (del que poco a poco vamos sabiendo más historias de su pasado), un cazarrecompensas duro e implacable. Un ser tallado en piedra, con destellos de humor negro, poca paciencia y bastante mala leche. Contrasta su poco sentido de lo honorable con su necesidad de mantener la palabra dada (lo único de decencia que dice conservar). Malhablado, desagradable, capaz de vender a su madre por dinero, además de persona de recursos y un espadachín consumado que le convierte es una figura letal para sus enemigos. Capaz de cualquier treta con la que salir airoso de los más difíciles entuertos por rastrera que sea, pero al mismo tiempo con un extraño sentido de la lealtad que le hace muy carismático (a su modo). Por su parte, Streacker es una sabandija cobarde, con mucha labia y buen desempeño con el arco, pero también con gran aprecio a su vida. Así, siempre buscará la manera de no meterse en líos y, si estos vienen a él, la de asegurarse que Brunner está en medio. A lo largo del libro, la evolución de estos dos personajes es nula. No es algo que interese al autor y, la verdad, al libro tampoco especialmente. Lo que busca son toñas molonas y eso es lo que da.

Todos los relatos tienen su punto de interés, siendo suficientemente distintivos unos de otros sin especial problema. De todos ellos destaco el relato que justo pone título al compendio, Dinero Sangriento, en el que Brunner llega a una ciudad a hacer sus cositas y, como su presencia no pasa inadvertida, el cacique local se convence de que ha sido contratado para conseguir su cabeza. Así, empieza a buscar maneras cada vez más estrambóticas de acabar con Brunner, sólo consiguiendo que éste vaya ganando más y más recompensas sin entender qué ocurre. Tronchante.

Cuando un libro consigue ser tan bien lo que quiere ser, hay que respetárselo. Dinero Sangriento promete fantasía épica, gaznates rebanados y mucha acción y es lo que aporta.  Sí, la calidad literaria del libro es la que es, pero se ha gozado cosa mala. A veces sienta bien apagar el cerebro un rato y sentarse a disfrutar.

 

Nota: 7

Nota goodreads: 3.93/5 

martes, 19 de septiembre de 2023

Encanto

Ya tocaba que habláramos de Bruno, aunque no se hable de Bruno. Estoy hablando, obviamente, de la película que más ha machacado los oídos de muchos padres en los últimos años.

Encanto nos sitúa en algún lugar de las montañas colombianas, siguiendo a una familia mágica, en la que cada miembro de la misma tiene algún tipo de poder. Son tratados con deferencia y respeto por el resto de habitantes  del pueblo en el que viven, sabedores de que cuentan con su “protección”. La historia empieza con el hecho de que Maribel, una de las más jóvenes del clan, no parece tener ningún tipo de poder, lo que pone en duda la infalibilidad de la familia. Aunque ella no parece llevarlo mal, no dejará de ser fuente de tensión, especialmente cuando empiezan a pasar más “cosas raras” que no tienen explicación.

Pero no olvidemos, Encanto es un musical. Cada tres minutos de “película” tenemos un número musical con el que se nos describe el carácter de los personajes y se hace avanzar la historia. El creador de la partitura es el reputado Lin-Manuel Miranda, experto en numerosos musicales de Broadway y otras creaciones de Disney, por lo que podemos estar bien seguros de que tenemos un buen puñado de canciones pegadizas. No se habla de Bruno o En lo profundo (me encanta la reflexión sobre la responsabilidad) son piezas con potencial más que suficiente para convertirse en verdaderos himnos generacionales como fue Let it Go.

Tal como ocurría en Zootrópolis (por ejemplo) la animación de la película luce chulísima. Con las obvias influencias de Coco (aunque ahora estemos en Colombia y no México), todo en Encanto es de postal. El diseño de personajes es distintivo, exuberante y colorido en gran manera. La animación es  gloriosamente fluida, cambiando en función del ritmo de las canciones y complementándose brillantemente con el bellísimo despliegue de colores que encontramos a cada segundo del metraje. Lo dicho, un esfuerzo enorme para que luzca gloriosa, especialmente en una pantalla gigante. Miles de detalles en los que fijarse, además de muchas cositas que pasan “de fondo” que le añaden mucha gracia a posibles revisionados en el futuro.

Este descomunal esfuerzo para hacer que Encanto sea una de las películas más bonitas que ha hecho Disney contrasta con la nulidad argumental de la trama, con una trascendencia prácticamente nula. No tiene nada que no hayamos visto mil veces y, en ocasiones, no parece más que una excusa para unir un número musical con el siguiente. Dejando de lado la extraña confusión entre buenos y malos que puede sacarse de la historia, si le quitas las canciones, diría que ventilas la trama en menos de 15 minutos. Ni cuando Blancanieves teníamos una trama tan exigua, diría yo.

Lo que me parece más curioso es que la película ponga a los Madrigal como los buenos cuando es obvio que son unos malvados Mutantes que tienen tiranizado el pueblo. Entre una con súper-fuerza, otra con oído agudo, un metamorfo, videntes y encima el nuevo que te tira tigres encima si quiere… A ver quién se atreve a llevarles la contraria. Encima, casan a la hija (en contra de su voluntad) con el rico del pueblo, para evitar cualquier otra discrepancia. Normal que Abuela entrara en cólera cuando Meribel no tuviera poderes, no sea que les acabara el chollo y tuvieran que usar métodos más contundentes. Son ellos mismos los que te cuentan su historia, con lo que se ven como los benefatores, pero a la que piensas un poco, verás que Abuela es peor que Magneto y Xavier juntos, tiranizando a una familia que vive aterrada a cualquier reacción de la matriarca, que no dudó en desterrar de la existencia a Bruno (del que no se habla). No voy a hablar de los traumas que arrastran unos y otros y del poco arrepentimiento del desenlace, que con un “lo siento mucho, no volverá a ocurrir” arreglan todo.

Volviendo a cuestiones más terrenales, me encanta comprobar el extraño  uso del Spanglish que se hace en estas películas de Hollywood que pasan en algún lugar de Hispanoamérica (igual que ocurría en Coco) cuando se proyectan en zona anglosajona. Por lo menos, en este caso tuvieron la decencia de hacer que la VO fuera la castellana, que si no…


Encanto tiene sus cosas buenas (canciones con carisma y un diseño de producción bellísimo), pero tiene unos defectos tan grandes que se hace difícil comprender cómo se llevó el Oscar de animación frente a propuestas muy superiores (Luca o Los Mitchell, por ejemplo). Pero bueno, ya sabemos que la prioridad de Disney con sus proyectos es la que es. Me hubiera sorprendido menos que se llevara premio por alguna de sus nominaciones a canciones y banda sonora, pero supongo que Lin-Miranda todavía tiene que estar mosqueado porque se escogiera Dos Oruguitas en vez de Bruno

Encanto es un musical puro en que los diálogos parecen molestar. Encadena números musicales de bandera, con canciones pegadizas  y una puesta en escena sensacional. Sin embargo, luego parece olvidarse que debe contar una historia coherente, añadiendo algo de profundidad a las lucecitas de colores que se mueven por la pantalla.

 

Nota: 4

Nota filmaffinity: 6.3


domingo, 10 de septiembre de 2023

El dueño del secreto (Antonio Muñoz Molina)

Seguimos avanzando en la Cesta’13. Llegamos al Nº62, en este caso, una cosita delgada que promete emociones fuertes, a juzgar por su resumen de contraportada.

Título: El dueño del secreto

Autor: Antonio Muñoz Molina

“Es la primera novela corta de Muñoz Molina y se enmarca dentro de su segunda etapa literaria. En esta novela el autor cuenta la historia de un joven de provincias llegado a Madrid para estudiar Periodismo, que se ve involucrado en una conspiración que pretende acabar con el franquismo en pocas semanas. El autor nos refiere, diecinueve años después, en un emocionado relato, los sucesos acaecidos en esta importante etapa de la historia de España, los primeros meses del 74, en que se vivían, sin saberlo, los últimos meses del franquismo y el advenimiento de la democracia.”

El dueño del secreto es un libro MUY cortito. Apenas 140 paginitas que auguran que se acabará antes de darme cuenta que lo he empezado. Hacía mucho que no tenía entre manos una cosita tan pequeñita, que pudiera caer en una tarde. Y si encima tenemos en el argumento una posible conspiración para acabar con la vida de Franco, pues ya tiene algo más de interés para mí.


Sin embargo, no es que se haya leído con especial disfrute. Mi sensación es que tenemos un personaje que se ha equivocado de novela, con un tono que no acaba de saber si quiere ser una comedia, una historia de espías o novela negra. El protagonista parece salido de una novela de Eduardo Mendoza, el cual, como un loco sin nombre cualquiera, reacciona impasible ante cualquier burrada que ocurre ante sus ojos sin importarle lo disparatado que ésta pueda ser. Ese ambiente de comedia bufa no cuadra con las aventuras (pretendidamente) trascendentes que se ven a su alrededor, con personajes que se juegan la vida, que luchan contra la historia y se toman muy en serio lo que hacen. Este contraste destaca especialmente en las escenas que suceden en la  universidad, dónde se coge una ambientación cercana a la novela negra más clásica que capta muy bien el ambiente tardofranquista. Así, tenemos a un payaso suelto en una novela de Bogart, sin que el autor sepa equilibrar mucho (ni poco) dos elementos que casan tan poco como estos.

Este contraste se junta con la reducida caracterización de los personajes que pueblan la novela. Si bien en 140 paginitas no hay espacio para entretenerse, el único que es algo más que un nombre que hace cosas es el protagonista. Pero no se hace tampoco un esfuerzo por dotarle de carácter. Dice que va a estudiar pero sólo se lamenta de lo poco que estudia, se mete a comunista para mojar el churro, está de rebote en la manifestación, se encuentra “el secreto” en los morros y no deja de presumir su participación en una conspiración clandestina cada vez que se encuentra con alguien que no conoce. Como dicen algunos, no hace gracia ni cuando se mea encima.



Me fastidia este pasotismo a la hora de caracterizar a sus personajes en comparación con el esfuerzo para dar vida a la sociedad de los últimos días del franquismo. Me hace especial gracia como se palpa que la bota aplastante está empezando a ser incapaz de contener todo lo que se cuece en la ciudad. Se notan ganas de vivir por fin en libertad pero el miedo a acabar en la cárcel a la que digas lo que no toca sigue en el ambiente. Con Madrid viviendo aromas de cambio en medio del terror, la posibilidad de una conspiración para acabar con la vida de Franco antes de hora es un tema que tiene su punto. Obviamente, la historia es la que es y sabemos como va a acabar, pero eso no impide que esta parte resulte bien entretenida.

Lo que tiene poca gracia es todo el follón sobre los misterios que guarda el protagonista (que te está contando desde la distancia, ya cerca de la vejez). Da vueltas y revueltas sobre el tema y su importancia para que SPOILER el primero sea una conspiración que el prota se encuentra, que contribuye a que fracase y que le viene grande desde el segundo uno, y el otro es un desnudo (que también se encuentra) que quizás a él le hizo mucha gracia, pero que al resto del mundo no le dice nada FIN DEL SPOILER.

De este autor he leído también Plenilunio (que nunca reseñé), un thriller de mayor madurez con más empaque y gracia. No me había fijado que eran del mismo autor hasta que he revisado mi base de datos de libros leídos. Es que quizás hace veinte años que la leí, normal que no recordara.


El dueño del secreto tiene un problema muy gordo con una mezcla de tonos que no le sienta nada bien. Se le añade un protagonista-espectador y una trama bastante escuálida. Por otro lado, el retrato del Madrid del momento está muy bien hecho y se lee fácilmente, por lo que te lo ventilas en una tarde y media bastante entretenidas a la que no te pongas a analizar mucho lo que lees. Después de todo, la posibilidad de matar a Franco siempre hace gracia.

 

Nota: 3

Nota filmaffinity: 3.28/5 

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Roma Criminale (Cattleya)

Hacía mucho que no me ponía a desglosar una serie, pero entre que se me acumula el trabajo y las reseñas de series requieren más tiempo de esfuerzo, siempre encuentro otra propuesta más interesante. Pero bueno, uno de vez en cuando acaba series que merecen ser recordadas (o no) y esta me ha encantado, ya os lo voy diciendo de partida.

Como siempre, uno está a la última y qué mejor ejemplo de ello que poner una serie italiana de 2008. La mayoría de veces que hablo de ella me toca hacer un poco de pedagogía y recordar que las series buenas no sólo vienen de EE. UU. En este caso, los italianos hablan de lo suyo, de la tercera cosa que más conocen (después de la comida y el calcio). Me refiero, obviamente, a la Mafia.

Nada más empezar, unos zagales intentan atracar a un abuelo de un barrio proletario de Roma. Cuando éste los hace huir violentamente, les increpa “¡¡Yo estuve en la banda del Libanés!!”. Damos entonces un salto atrás en el tiempo, situándonos a finales de los setenta, cuando una pequeña banda de ladrones cambia de líder. El Libanés, pues obviamente es el nuevo mandamás, tiene delirios de grandeza. Gracias a su implacable brutalidad, su carisma y su habilidad para evitar las intentonas de la policía, la banda prospera, convirtiéndose con el tiempo en los amos de Roma, con las zarpas metidas en cualquier negocio turbio que tuviera lugar en la Ciudad Eterna.


Lo que más se hace patente viendo Roma Criminal es la verosimilitud que desprende. Hecho por italianos para italianos, se nota que los creadores conocen de qué hablan y saben plasmarlo en pantalla. La recreación de la sociedad italiana es descomunal, mostrándose con habilidad los cambios que se producen en la misma a medida que pasa el tiempo, hilvanando las tramas con los grandes hechos de los setenta-ochenta y las cosas que “se saben” que fueron así. La trama de ascenso – caída es clásica, con sus inevitables dosis de violencia, sexo, drogas, traiciones y venganzas. En este sentido, no va a contarte que no hayas visto antes, pero lo que sí hace es contártelo con brillantez. Hay mimo y ganas de hacer las cosas bien en este proyecto.

Roma Criminal se aleja del glamour de las películas de mafiosos que uno tiende a tener en mente. No hay nada de El Padrino aquí. Estamos en los bajos fondos de Roma y esto significa cutrerío, gente acostumbrada a pasarlo MUY mal y el horterismo típico de los nuevos ricos que no saben qué hacer con su dinero. Es que incluso gente tan paleta como la que encontramos en Los Soprano tiene más clase que aquí. Además, tiene la gracia de que la sociedad retratada no es tan diferente de la que teníamos por aquí en Barcelona o Madrid (por decir algo), con lo que es muy fácil sentirla cercana, palpable. Me encanta la recreación del vestuario, las cases, la forma de ser de la gente…Una pasada.

Y no sólo es Roma. Cada vez que los personajes se mueven a otras regiones de mayor tradición (Nápoles, Calabria, Sicilia), se aprecia el cambio de ambiente. La ciudad se mueve diferente, las tradiciones (a veces centenarias) son otras y no se respira esa enérgica inspiración que mueve a estos jóvenes recién llegados. Me encanta la actitud de “estáis locos” que parecen gritar los mafiosos tradicionales con cada gesto que realizan.

Como en una buena serie de este estilo, lo más importante son los personajes. Y joé, qué buenos todos. Se hacen querer. Se hacen odiar. De una escena a otra quieres que los maten a todos o deseas darles un abrazo.

El mayor protagonista es El Libanés, encarnado por Francesco Montanari, es una fuerza de la naturaleza. Humillado por unos y otros en su adolescencia, ha llegado a la veintena con un cuerpo de atleta, un carisma arrollador y muchas deudas que cobrarse. Tiene muy claro desde un primer momento que no va a dejarse pisar por nada ni por nadie y va con todas a arrasar con lo que se ponga por delante. Se mueve por impulsos, con instinto animal, alejado del melindroso “honor” del que hacen gala los clanes más tradicionales.

Como contrapunto más reposado, tenemos al impacable Frío (Vinicio Marchioni). Alejado de la banda en un primer momento, es reclutado por su inusitada capacidad para moverse en los bajos fondos, sin perder los nervios ni un segundo. Uniéndose inicialmente por simple conveniencia, pronto entablará una férrea amistad con el Libanés, del que actúa de conciencia, como una especie de correa que sujeta a la fiera, sabiendo cuándo debe contenerle y cuando soltarle para desatar el caos y la destrucción. Su gran capacidad organizativa le permite ascender rápidamente en la banda, lo que causará tensiones frente a los miembros más veteranos.

Estos celos vienen principalmente de El Dandy (Alessandro Rosa), el mejor amigo de siempre del Libanés y, quizás, el que viene de familia más acomodada (o la menos pobre). Hace honor a su nombre, moviéndose con clase, con los mejores trajes que puede permitirse, evitando mancharse las manos y gozando de cada lira que es capaz de conseguir. Envidioso, retorcido, capaz de las mayores crueldades, es el mejor a la hora de “hacer que pasen cosas” sin cuestionarse conceptos como la moralidad o la decencia. Realmente, uno de los malos más odiosos que recuerdo. Mira que le coges manía a lo largo de los capítulos.

El elenco de secundarios se complementa con el resto de miembros de la banda, todos ellos con una personalidad propia, que los hace cercanos y reconocibles. Tenemos al pobre Fideo, un pusilánime que está en el berenjenal porque antaño era el compañero de pupitre del Libanés y por ello son amigos hasta la muerte. Éste sólo quiere vivir tranquilo sin meterse en líos, pero con estos amigos es imposible. También está Búfalo, un hombre simple, de férrea lealtad animal. Consciente de sus limitaciones, sabe que es ignorante de las complicaciones de la política, pero está siempre dispuesto a hacer lo que sea necesario por el bien de sus compañeros (se hace entrañable, a su modo).

Fuera de la banda, tenemos dos personajes que debemos destacar. Por un lado tenemos a Patrizia (Daniela Virgilio). Prostituta de profesión, retirada al convertirse en la “novia” del Dandy. Es un personaje muy difícil de escribir y peor de interpretar, pues está enamorada de un indeseable al que odia, pero por el que no puede evitar sentirse atraída. Desearía alejarse de todo y vivir más anónimamente, pero no quiere renunciar a los lujos que el Dandy le provee. Es bien consciente de su trabajo, pero al mismo tiempo desborda clase y la fuerza volcánica de las divas italianas. Personajazo.

Finalmente, tenemos al Comisario Scialoja (Marco Bocci), uno de los pocos policías íntegros del cuerpo que, como si de un Gordon se tratara, se embarca en la fútil lucha de intentar capturar a la banda con un reducido grupo de ayudantes. Sus superiores le indican que es mejor centrarse en otros temas, sus compañeros no quieren jugarse la vida y de vez en cuando los servicios secretos le ponen palos en las ruedas, pero él, desesperado e incansable, sigue luchando ante unos molinos indestructibles. Como si esto fuera poco, pronto se enamora de Patrizia, consciente de que nunca podrá ser correspondido, pero incapaz de platonizar una mujer que considera inalcanzable.

A lo largo de sus capítulos veremos como las tramas avanzan con un buen pulso narrativo. No se toma especial prisa, pero en ningún momento vemos como se arrastra el desarrollo. Aporta trasfondo continuamente, con un puñado de escenas que quitan el hipo a cada capítulo.

A grandes rasgos, cada una de las dos temporadas sigue una trama concreta. En la primera, veremos cómo se forja el ascenso de esta banda de supernovas que, desde la nada, toman el poder de los bajos fondos de la ciudad a base de decisión, sangre y mala leche. Escenas como la de la primera novia del Libanés, o la Boda de El Terrible dan buena muestra de que no estamos ante una serie cualquiera. Pero es que no es sólo eso: la llegada de Frío y cómo cambian los roles, las malas reacciones a las primeras entradas gordas de dinero, el trato con los camellos y, sobretodo, la primera visita a los “hermanos mayores del Sur” son pura gloria. Y no me olvido – ni mucho menos – del desenlace de la temporada. Bajo una tormenta huracanada, un cliffhanger de la mejor clase, que ni se ve venir ni te deja tiempo a reaccionar.

La segunda temporada se centra en la inevitable caída. Esa banda que, en algunos momentos, era el chivo expiatorio perfecto para los Servicios Secretos italianos, está empezando a molestar más de lo debido, así que es hora de hacerla desaparecer. La persecución policial se junta con malas decisiones, ratas traidoras y compañeros que ya no tienen los mismos intereses. A medida que avanzan los capítulos, los síntomas de un enfermo terminal empiezan a aflorar en la banda, concluyendo en un juicio guionizado con mimo que sirve como estupendo colofón a una espiral de acontecimientos en muchos casos inesperados.

Así, tenemos una de las mejores series de Mafias que te puedes echar en cara. Espléndidamente rodada, fantásticamente actuada y con un guión que está a la altura. Y encima, con una duración más que ajustada. No os la podéis perder, sacad tiempo para ella. Pero ¿dónde verla? Pues se hace difícil, ya que no pertenece a ninguna de las grandes productoras y no es un producto novedoso. Apenas han pasado unos años (es de 2008) y ha desaparecido de todos los catálogos. No es ni mucho menos la primera gran serie en paradero desconocido. Pero bueno, tirad de bibliotecas, de colecciones de DVDs, animales híbridos o ríos estacionales, pero conseguidla. Vale la pena.

Como ya he comentado, Roma criminal es una serie de 2 temporadas, de 12 y 10 capítulos de 55 minutos, respectivamente. Evidentemente, no es para darse un atracón sino para ver con calma y deleitarse con todos los giros que sus creadores han preparado para nosotros.

Aunque es difícil de encontrar, vale la pena esforzarse para encontrar la mejor serie italana que he visto. Roma criminal es una avalancha de 22 capítulos que compone una estupendísima serie de mafias que se hace muy cercana e impactante. Un thriller en el que da gusto sumergirse.

Que la veáis, jroñe.


Nota: 9

Nota filmaffinity: 8.2

“Yo también estuve en la banda del Libanés”. Una vez la acabas, vuelves a ver la primera escena y, ¡buf!, qué fuerza tiene ahora. 

sábado, 2 de septiembre de 2023

Matrix Resurrections

En esta fiebre de resucitar sagas ya enterradas, nos llegó una nueva entrega de un Universo que revolucionó el cine en 1999 para luego darnos dos secuelas “un poco” olvidables. Ahora que Matrix “resucita”, ¿Qué tenía para contarnos Lana Wachowski?

Hete aquí que la trilogía Matrix no es una saga de películas, no. Es una saga de videojuegos creada por el Sr. Anderson que lo petó a lo grande hace ya un puñado de años. Esto le convirtió en una persona ultra-rica que ya no tendría que trabajar nunca más. Esto le sume en el más grande hastío, mientras que el público y la industria le piden una y otra vez una cuarta entrega. Para él, no hay nada más que contar. No tiene la más mínima intención de añadir más minutos a una historia que ya quedó perfectamente cerrada en su momento. Sin embargo, llegará el momento en que las malvadas compañías de las telecomunicaciones forzarán su aparición, sin importar que esté implicado o no. Esto hace salir de su letargo al Sr. Anderson, sorprendido cuando partes de su videojuego parecen estar filtrándose en la realidad. Obviamente, seguimos en Matrix.

Lo mejor de la película, con MUCHA diferencia, reside en los primeros 45 minutos, que principalmente nos explican el porqué de su rodaje. Con una casi total ausencia de acción se nos explica la obligatoriedad de las grandes compañías por explotar IPs y su necesidad de generar secuelas a las mismas en tanto en cuanto sigan siendo rentables. Se hace un especial hincapié en que, al final, el creador original es una figura prescindible, ya que alguien continuará la historia quiera éste o no. En este caso, parece mejor que si deben hacer un mojón sobre tu obra, mejor hacérselo uno mismo que no uno externo. Además, la atonía de Keanu refleja fielmente la actitud frente a un bloqueo creativo eterno, en el que ya se ha abandonado la esperanza (y la voluntad) de generar contenido nuevo. Todas estas reflexiones, junto con el juego de realidad dentro de la realidad (una vez más, aquí con un giro diferente) es lo mejor del film, rodado con mimo e interés.

Luego, empiezan las tortas y el argumento se convierte en una excusa no muy bien hilvanada para que tengamos noventa minutos más de acción: tortas tiros y acrobacias como esta saga nos sabe dar. Es en este punto donde debemos apagar el cerebro para dedicarnos a disfrutar con los fuegos artificiales. La parafernalia es de altura, pero el desbarre lógico es de bandera. Si ya normalmente me importaba poco lo que ocurría fuera de Matrix, aquí se lo podrían haber ahorrado. Igualmente, los motivos por los que se estozan son los más espurios de toda la saga.

Se agradece, no obstante, que se haya podido contar con los actores originales para los dos papeles protagonistas (Keanu Reeves y Carrie Ann-Fisher). Parecen haber nacido para el papel, se nota que tienen cariño a la saga y, a su extraña manera, tienen una química fabulosa que mantiene en pie un nudo y un desenlace que no hay por dónde cogerlo. Se echa en falta a Hugo Weaving, que no repite como Agente(s) Smith (dijo no estar capacitado para ponerse en forma a tiempo para el rodaje) y Laurence Fishburne como Morfeo (su personaje muere en The Matrix OnLine, creándose un clon cibernético diferente). El resto de secundarios, entre los que podemos destacar a Neil Patrick Harris y Jada Pinkett Smith, no desentonan, sin que por ello los podamos encontrar especialmente inspirados.



Evidentemente, toda esta sección se sostiene por unos efectos especiales de primera. Las patadas a la física y las leyes de la termodinámica se mantienen en el mismo tono de siempre, por lo que todo el mundo sabe a qué atenerse. Si bien las toñas no tienen motivo, se agradece que sean variadas, apuesten por enfoques donde se pueden apreciar las acrobacias y no valoren especialmente las vidas ¿humanas? que hay por ahí. Que sí, que el sentido ni está ni se le espera, pero el conjunto está divertido. Ya pensarás cuando salgas del cine.

Lo que más me molesta (tampoco mucho) es que, se supone que la historia quedaba cerrada al final de Matrix Revolutions. Así que, ¿qué ha ocurrido entre una película y otra? Ni nos lo dicen ni se molestan a hacer referencia a ello hasta casi el final de la película. Evidentemente, la coherencia interna ni está ni se le espera. Que el poder del AMOR sea lo que – ahora – mueva el universo es un poco meh tal como lo meten, pero bueno, por lo menos no lo justifican a partir de cochinaditas multiversales, que ya hemos tenido demasiadas de estas últimamente.

¿Se mantiene Matrix Resurections respecto a su primera entrega? En absoluto. ¿Es mejor que las secuelas de la trilogía original? Diría que sí, aunque no por mucho. Al final, si ordenamos las propuestas audiovisuales de la saga, mi orden quedaría así:

1)    The Matrix

2)    Animatrix

3)    Matrix Resurections

4)    Matrix Revolutions

5)    Matrix Reloaded

Matrix Resurections tiene unas características muy marcadas: una premisa de partida estupenda, que se complementa con un gran inicio. Un final espectacular pero con muy poco (pero MUY poco) sentido, que se complementa con tortas gratuitas al por mayor. Me gusta la reflexión que realiza sobre la necesidad intrínseca de las secuelas mientras la rentabilidad de la IP mande (casi sic). Que sí, que no es tan buena como la primera entrega, pero ni tan mal. Ya cada uno que la vea a su riesgo, claro.

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.0