sábado, 2 de septiembre de 2023

Matrix Resurrections

En esta fiebre de resucitar sagas ya enterradas, nos llegó una nueva entrega de un Universo que revolucionó el cine en 1999 para luego darnos dos secuelas “un poco” olvidables. Ahora que Matrix “resucita”, ¿Qué tenía para contarnos Lana Wachowski?

Hete aquí que la trilogía Matrix no es una saga de películas, no. Es una saga de videojuegos creada por el Sr. Anderson que lo petó a lo grande hace ya un puñado de años. Esto le convirtió en una persona ultra-rica que ya no tendría que trabajar nunca más. Esto le sume en el más grande hastío, mientras que el público y la industria le piden una y otra vez una cuarta entrega. Para él, no hay nada más que contar. No tiene la más mínima intención de añadir más minutos a una historia que ya quedó perfectamente cerrada en su momento. Sin embargo, llegará el momento en que las malvadas compañías de las telecomunicaciones forzarán su aparición, sin importar que esté implicado o no. Esto hace salir de su letargo al Sr. Anderson, sorprendido cuando partes de su videojuego parecen estar filtrándose en la realidad. Obviamente, seguimos en Matrix.

Lo mejor de la película, con MUCHA diferencia, reside en los primeros 45 minutos, que principalmente nos explican el porqué de su rodaje. Con una casi total ausencia de acción se nos explica la obligatoriedad de las grandes compañías por explotar IPs y su necesidad de generar secuelas a las mismas en tanto en cuanto sigan siendo rentables. Se hace un especial hincapié en que, al final, el creador original es una figura prescindible, ya que alguien continuará la historia quiera éste o no. En este caso, parece mejor que si deben hacer un mojón sobre tu obra, mejor hacérselo uno mismo que no uno externo. Además, la atonía de Keanu refleja fielmente la actitud frente a un bloqueo creativo eterno, en el que ya se ha abandonado la esperanza (y la voluntad) de generar contenido nuevo. Todas estas reflexiones, junto con el juego de realidad dentro de la realidad (una vez más, aquí con un giro diferente) es lo mejor del film, rodado con mimo e interés.

Luego, empiezan las tortas y el argumento se convierte en una excusa no muy bien hilvanada para que tengamos noventa minutos más de acción: tortas tiros y acrobacias como esta saga nos sabe dar. Es en este punto donde debemos apagar el cerebro para dedicarnos a disfrutar con los fuegos artificiales. La parafernalia es de altura, pero el desbarre lógico es de bandera. Si ya normalmente me importaba poco lo que ocurría fuera de Matrix, aquí se lo podrían haber ahorrado. Igualmente, los motivos por los que se estozan son los más espurios de toda la saga.

Se agradece, no obstante, que se haya podido contar con los actores originales para los dos papeles protagonistas (Keanu Reeves y Carrie Ann-Fisher). Parecen haber nacido para el papel, se nota que tienen cariño a la saga y, a su extraña manera, tienen una química fabulosa que mantiene en pie un nudo y un desenlace que no hay por dónde cogerlo. Se echa en falta a Hugo Weaving, que no repite como Agente(s) Smith (dijo no estar capacitado para ponerse en forma a tiempo para el rodaje) y Laurence Fishburne como Morfeo (su personaje muere en The Matrix OnLine, creándose un clon cibernético diferente). El resto de secundarios, entre los que podemos destacar a Neil Patrick Harris y Jada Pinkett Smith, no desentonan, sin que por ello los podamos encontrar especialmente inspirados.



Evidentemente, toda esta sección se sostiene por unos efectos especiales de primera. Las patadas a la física y las leyes de la termodinámica se mantienen en el mismo tono de siempre, por lo que todo el mundo sabe a qué atenerse. Si bien las toñas no tienen motivo, se agradece que sean variadas, apuesten por enfoques donde se pueden apreciar las acrobacias y no valoren especialmente las vidas ¿humanas? que hay por ahí. Que sí, que el sentido ni está ni se le espera, pero el conjunto está divertido. Ya pensarás cuando salgas del cine.

Lo que más me molesta (tampoco mucho) es que, se supone que la historia quedaba cerrada al final de Matrix Revolutions. Así que, ¿qué ha ocurrido entre una película y otra? Ni nos lo dicen ni se molestan a hacer referencia a ello hasta casi el final de la película. Evidentemente, la coherencia interna ni está ni se le espera. Que el poder del AMOR sea lo que – ahora – mueva el universo es un poco meh tal como lo meten, pero bueno, por lo menos no lo justifican a partir de cochinaditas multiversales, que ya hemos tenido demasiadas de estas últimamente.

¿Se mantiene Matrix Resurections respecto a su primera entrega? En absoluto. ¿Es mejor que las secuelas de la trilogía original? Diría que sí, aunque no por mucho. Al final, si ordenamos las propuestas audiovisuales de la saga, mi orden quedaría así:

1)    The Matrix

2)    Animatrix

3)    Matrix Resurections

4)    Matrix Revolutions

5)    Matrix Reloaded

Matrix Resurections tiene unas características muy marcadas: una premisa de partida estupenda, que se complementa con un gran inicio. Un final espectacular pero con muy poco (pero MUY poco) sentido, que se complementa con tortas gratuitas al por mayor. Me gusta la reflexión que realiza sobre la necesidad intrínseca de las secuelas mientras la rentabilidad de la IP mande (casi sic). Que sí, que no es tan buena como la primera entrega, pero ni tan mal. Ya cada uno que la vea a su riesgo, claro.

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.0 

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