A estas alturas se
convierte en una temeridad, es difícil afrontar esta reseña. ¿Qué no se ha
dicho sobre esta serie que no se haya dicho ya? Es una tarea harto complicada
acercarse siquiera a poner por escrito la profundidad y la multitud de análisis
y meta-análisis que permite. Existiendo ejemplos como el de JotDown, ¿cómo
acercarse a esa trascendencia?
No fue su primer gran
éxito ni constituyó su época de mayor esplendor, pero sí que es la mejor serie
que ha parido la HBO (que ya es decir) y, sin duda, de las producciones que
todos tienen en cuenta al hablar de mejor serie hecha en EEUU.
Supongo que no hace
falta que diga que estoy hablando de Los
Soprano, ¿no?
Reúne lo mejor de todo
lo que sabe hacer la HBO sin ninguno de sus defectos. Simplemente, tiene todo
lo que una serie debe tener.
Una trama densa e intrincada, pero perfectamente entendible: Ser un jefe mafioso no es tarea fácil, pues cuando no hay problemas con los
proveedores, tienes empleados que se le van las cosas de las manos, clientes
que no se dejan extorsionar tan fácilmente, soplones que amenazan tu modelo de
negocio, familiares que amenazan cada dos por tres con avanzar en la línea
dinástica de la empresa, una policía y un FBI que impiden a los “honestos”
chantajistas trabajar tranquilamente… Las diversas tramas se entremezclan, van
y vienen, apareciendo y desapareciendo según avanza cada una de las cinco
temporadas. Muchos detalles a tener en cuenta, pero impecablemente introducidos
aquí y allá en los capítulos, unidos a los problemas personajes de cada uno de
sus personajes.
El glamour de la mafia se mezcla con la cotidianeidad del día a día: Sí, Tony Soprano es –y quiere ser- un jefe mafioso, pero también quiere ser
un buen cabeza de familia, pues tiene una mujer y unos hijos que reclaman su
atención. Y no es el único, Montisanti, Bobby, Artie, Paulie, Pussy… Todos
tienen sus problemas para vivir consigo mismos, nadie se salva. Ser un mafioso
es un trabajo que ocupa las 24h del día, pero ellos sus miembros siguien siendo
personas, falibles y miedosas, con traumas, manías y sueños. Conciliar ambos
mundos no es nada fácil, pero permite identificarse demasiado fácilmente con
los problemas de unos y de otros, que también sufrimos a nuestra manera.
Los problemas y el stress de un simple empresario: A fin de cuentas el sindicato del Crimen funciona como una empresa normal.
Tienes unos competidores que te quieren pisar, unos proveedores que no siempre
están muy contentos con tus necesidades y una serie de gente a la que prestar
servicios para obtener beneficios. Se parten las piernas ajenas y se tiran
cuerpos al río con más asiduidad de lo habitual, pero en el fondo, un negocio
normal con situaciones que todo empresario (o empleado) reconocerá fácilmente.
Personajes impagables, construidos con mimo, que pasas de odiar a adorar (y
viceversa) en plazos de cinco minutos: Todos los participantes
de este teatro de Nueva Jersey destilan vida. Son contradictorios, fallones,
chapuceros, leales y cobardicas, odiosos e infames, pero tiernos y atentos con
sus seres queridos. Personas prácticamente reales, con sus bondades y defectos,
aprovechados y mostrados con maestría en unas tramas que exploran (y explotan)
las diferentes aristas de todos ellos. Te identificas con ellos, les deseas
internamente la mejor de las suertes para odiarlos con toda tu alma cinco
minutos después. Cada capítulo.
Las dificultades de conciliar el trabajo y la familia: Como cualquier trabajador que se precie, es difícil separar ambos mundos,
especialmente cuando ser mafioso requiere una dedicación a jornada completa. ¿Cómo
evitar llevarse trabajo a casa? ¿Qué deben saber tus allegados de tu situación
laboral y de las tareas que desempeñas? ¿Cómo equilibrar el éxito en el trabajo
con ver crecer a tus hijos? Cuestiones totalmente cotidianas que nos
encontramos cada día, problemas intrínsecos de nuestra sociedad que todos
soportamos que se imbuyen disimuladamente en el pasar de los capítulos.
Los problemas de las aventuras extramatrimoniales, los vicios incontrolados
y la inevitable molestia que supone tener la policía detrás: Ay, los fallos de los seres humanos. Esas pequeñas menudencias que provocan
falta de rendimiento laboral, esas distracciones que te impiden rendir como
desearías. Los buenos propósitos a veces sirven de poco en un mundo lleno de
vicio y perversión. Las debilidades (como ir al psiquiatra) se pueden volver
letales en un mundo brutal donde el macho alfa gobierna a sus vasallos. Todos
nos queremos escaquear y trabajar menos de lo que debemos, pero la policía está
siempre atenta para impedir que los trabajadores puedan trabajar
“honradamente”, ya sea para sacarte de circulación o convertirte en un soplón.
La lucha por tus sueños y los obstáculos que la vida te pone delante, las
cargas familiares, la fuerza del entorno: Otra vez,
asuntos totalmente mundanos en un contexto inusual. ¿Cuánto debes dar de ti
para que tus allegados sean felices? ¿Cómo conciliar lo que eres con lo que se
espera de ti? ¿Dónde está el límite entre el deber y el placer? Todos los
personajes se enfrentan a diario a estos dilemas, que resuelven como “personas”
que son. Es decir, como pueden, a veces mejor, a veces peor…
Los traumas que vienen del pasado, las intrigas intrafamiliares y la
influencia de las personas tóxicas a nuestro alrededor: Todos nosotros tenemos cargas, problemas que arrastramos y nos afectan en
mayor o menor medida. El paso del tiempo, esos familiares que sólo disfrutan
asegurándose que nadie sea feliz a su alrededor, un allegado enfermo o
deprimido, alguien encerrado en el armario… Sí, son unos mafiosos desalmados,
pero ante todo, son personas que itnentan sobrevivir.
En efecto, la mafia está
presente, pero no la serie no es “de Mafia”, es una serie de ética, filosofía y
realidad, es una serie sobre la vida. La mía, la tuya, la nuestra. Tal como se
dice con la otra gran familia de América (Los Simpson), cualquier problema que
podamos afrontar en nuestras vidas ha sido tratado y considerado en los
Soprano.
Son 5 temporadas que dan
para todo: Grandezas y miserias, expectativas y desilusiones, nacimiento y
muerte, Prozac y Peyote, auges y caídas, amores y rupturas, lealtad y
desconfianza, fe y desesperación... 86 capítulos de primerísima calidad y un
final de bandera que te obliga a reflexionar sobre todo lo que has visto.
Ver Los Soprano supone gastar tres días de tu vida. No obstante, son
tres días que valen la pena gastar, para conocerse a uno mismo y para apreciar
la vida de otro modo.
Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.5
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