sábado, 3 de octubre de 2015

Los Soprano (HBO)



A estas alturas se convierte en una temeridad, es difícil afrontar esta reseña. ¿Qué no se ha dicho sobre esta serie que no se haya dicho ya? Es una tarea harto complicada acercarse siquiera a poner por escrito la profundidad y la multitud de análisis y meta-análisis que permite. Existiendo ejemplos como el de JotDown, ¿cómo acercarse a esa trascendencia?
No fue su primer gran éxito ni constituyó su época de mayor esplendor, pero sí que es la mejor serie que ha parido la HBO (que ya es decir) y, sin duda, de las producciones que todos tienen en cuenta al hablar de mejor serie hecha en EEUU.
Supongo que no hace falta que diga que estoy hablando de Los Soprano, ¿no?



Reúne lo mejor de todo lo que sabe hacer la HBO sin ninguno de sus defectos. Simplemente, tiene todo lo que una serie debe tener.

Una trama densa e intrincada, pero perfectamente entendible: Ser un jefe mafioso no es tarea fácil, pues cuando no hay problemas con los proveedores, tienes empleados que se le van las cosas de las manos, clientes que no se dejan extorsionar tan fácilmente, soplones que amenazan tu modelo de negocio, familiares que amenazan cada dos por tres con avanzar en la línea dinástica de la empresa, una policía y un FBI que impiden a los “honestos” chantajistas trabajar tranquilamente… Las diversas tramas se entremezclan, van y vienen, apareciendo y desapareciendo según avanza cada una de las cinco temporadas. Muchos detalles a tener en cuenta, pero impecablemente introducidos aquí y allá en los capítulos, unidos a los problemas personajes de cada uno de sus personajes.

El glamour de la mafia se mezcla con la cotidianeidad del día a día: Sí, Tony Soprano es –y quiere ser- un jefe mafioso, pero también quiere ser un buen cabeza de familia, pues tiene una mujer y unos hijos que reclaman su atención. Y no es el único, Montisanti, Bobby, Artie, Paulie, Pussy… Todos tienen sus problemas para vivir consigo mismos, nadie se salva. Ser un mafioso es un trabajo que ocupa las 24h del día, pero ellos sus miembros siguien siendo personas, falibles y miedosas, con traumas, manías y sueños. Conciliar ambos mundos no es nada fácil, pero permite identificarse demasiado fácilmente con los problemas de unos y de otros, que también sufrimos a nuestra manera.

Los problemas y el stress de un simple empresario: A fin de cuentas el sindicato del Crimen funciona como una empresa normal. Tienes unos competidores que te quieren pisar, unos proveedores que no siempre están muy contentos con tus necesidades y una serie de gente a la que prestar servicios para obtener beneficios. Se parten las piernas ajenas y se tiran cuerpos al río con más asiduidad de lo habitual, pero en el fondo, un negocio normal con situaciones que todo empresario (o empleado) reconocerá fácilmente.

Personajes impagables, construidos con mimo, que pasas de odiar a adorar (y viceversa) en plazos de cinco minutos: Todos los participantes de este teatro de Nueva Jersey destilan vida. Son contradictorios, fallones, chapuceros, leales y cobardicas, odiosos e infames, pero tiernos y atentos con sus seres queridos. Personas prácticamente reales, con sus bondades y defectos, aprovechados y mostrados con maestría en unas tramas que exploran (y explotan) las diferentes aristas de todos ellos. Te identificas con ellos, les deseas internamente la mejor de las suertes para odiarlos con toda tu alma cinco minutos después. Cada capítulo.

Las dificultades de conciliar el trabajo y la familia: Como cualquier trabajador que se precie, es difícil separar ambos mundos, especialmente cuando ser mafioso requiere una dedicación a jornada completa. ¿Cómo evitar llevarse trabajo a casa? ¿Qué deben saber tus allegados de tu situación laboral y de las tareas que desempeñas? ¿Cómo equilibrar el éxito en el trabajo con ver crecer a tus hijos? Cuestiones totalmente cotidianas que nos encontramos cada día, problemas intrínsecos de nuestra sociedad que todos soportamos que se imbuyen disimuladamente en el pasar de los capítulos.

Los problemas de las aventuras extramatrimoniales, los vicios incontrolados y la inevitable molestia que supone tener la policía detrás: Ay, los fallos de los seres humanos. Esas pequeñas menudencias que provocan falta de rendimiento laboral, esas distracciones que te impiden rendir como desearías. Los buenos propósitos a veces sirven de poco en un mundo lleno de vicio y perversión. Las debilidades (como ir al psiquiatra) se pueden volver letales en un mundo brutal donde el macho alfa gobierna a sus vasallos. Todos nos queremos escaquear y trabajar menos de lo que debemos, pero la policía está siempre atenta para impedir que los trabajadores puedan trabajar “honradamente”, ya sea para sacarte de circulación o convertirte en un soplón.

La lucha por tus sueños y los obstáculos que la vida te pone delante, las cargas familiares, la fuerza del entorno: Otra vez, asuntos totalmente mundanos en un contexto inusual. ¿Cuánto debes dar de ti para que tus allegados sean felices? ¿Cómo conciliar lo que eres con lo que se espera de ti? ¿Dónde está el límite entre el deber y el placer? Todos los personajes se enfrentan a diario a estos dilemas, que resuelven como “personas” que son. Es decir, como pueden, a veces mejor, a veces peor… 

Los traumas que vienen del pasado, las intrigas intrafamiliares y la influencia de las personas tóxicas a nuestro alrededor: Todos nosotros tenemos cargas, problemas que arrastramos y nos afectan en mayor o menor medida. El paso del tiempo, esos familiares que sólo disfrutan asegurándose que nadie sea feliz a su alrededor, un allegado enfermo o deprimido, alguien encerrado en el armario… Sí, son unos mafiosos desalmados, pero ante todo, son personas que itnentan sobrevivir.

En efecto, la mafia está presente, pero no la serie no es “de Mafia”, es una serie de ética, filosofía y realidad, es una serie sobre la vida. La mía, la tuya, la nuestra. Tal como se dice con la otra gran familia de América (Los Simpson), cualquier problema que podamos afrontar en nuestras vidas ha sido tratado y considerado en los Soprano.
Son 5 temporadas que dan para todo: Grandezas y miserias, expectativas y desilusiones, nacimiento y muerte, Prozac y Peyote, auges y caídas, amores y rupturas, lealtad y desconfianza, fe y desesperación... 86 capítulos de primerísima calidad y un final de bandera que te obliga a reflexionar sobre todo lo que has visto.

Ver Los Soprano supone gastar tres días de tu vida. No obstante, son tres días que valen la pena gastar, para conocerse a uno mismo y para apreciar la vida de otro modo.

Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.5

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