Después de las
divertidas aunque francamente mejorables películas interpretadas por Clavier y Depardieu,
parecía que Astérix ya había dado todo de sí. Sus otras películas, de animación, eran
correctas, pero no aportaban nada que no tuviéramos ya en los tebeos. Sin
embargo, el éxito de Tintín abrió la puerta a una manera diferente de reflejar los cómics que dio
esperanzas a aquellos que querían ver una buena película de Astérix en
animación. En España ya tuvimos a Mortadelo, Lucky Lucke está en preparación,
Superlópez caerá tarde o temprano… Y desde Francia, Astérix era obligatorio.
Astérix, Obélix y
compañía están plenamente integrados dentro de nuestra cultura y no necesitan
ninguna presentación. Por ello, en vez de optar por hacer de nuevo algunas de
las mejores obras de Goscinny-Uderzo, los estudios SND (Gru) han optado por
acercarse a una entrega menor: La residencia de los dioses. En vez de hablar de
conquistas y batallas, César decide conquistar a los galos mediante el dinero.
Convirtiendo la zona en una lujosa residencia de veraneo, la codicia surgirá y los valerosos guerreros sucumbirán al “Roman way of life”. No todos
los galos estarán de acuerdo, claro, pero nunca rendirse había sido tan
tentador…
El argumento, que en sí
no da para mucho, es trasladado con mucho ritmo y fluidez a la gran pantalla,
respetando con agrado la idiosincrasia de los particulares galos y los
desdichados romanos. Todos los dejes y sus manías están bien representadas,
repartiendo con acierto el protagonismo entre todos, lo que le da frescura y
dinamismo. Los diálogos están bien imbrincados y transmiten mala leche e
ingenio en una aparente ingenuidad. No destaca por su profundidad, pero tampoco
es algo que se pida, ya que se lanza rápidamente a un tono ligero y
autoparódico que realza su aura de estilo bondadoso y amable. Goscinny estaría
la mar de orgulloso del trabajo realizado.
La animación no destaca
por su virtuosismo técnico pero funciona con corrección para trasladar a la
gran pantalla el universo creado por Goscinny y el estilo plasmado por Uderzo.
Como ya ocurriera en Tintín, el 3D con cell shading de captura de movimiento se
convierte en el mejor vehículo para convertir las viñetas en movimiento
cinematográfico. Se aleja suficiente del cómic como para tener personalidad
propia, pero sigue estando suficientemente cerca como para ser perfectamente
reconocible por el fan. Todo reluce con agrado, con las complicaciones justas
para dar un resultado notable y funcional.
Entre Gru, el monstruo
del bosque y Astérix, la animación francesa está viviendo una buena época.
El tema recurrente al
adaptar nuestros amados libros es contemplar aterrado la salvajada en que han
convertido tu objeto de deseo. Sin embargo, los estudios se están esforzando
por hacer la traslación con cierto respeto en los últimos tiempos, pudiendo
entrever la obra original en el producto final. Pero en esta no es que haya
respeto, aquí lo que hay es cariño. Se nota que hay mimo y ganas de hacerlo
bien. Los primeros que quieren un Astérix con el que disfrutar son los propios
creadores y esto se nota.
La película dura lo que
tiene que durar, capta adecuadamente el espíritu de los cómics y está repleto
de gags que funcionan en su mayor parte. Es capaz de divertir sin cansar y,
realmente, es Astérix. Y con eso no hace falta disir nada más.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.4
Un par de frases para la
posteridad:
“¿Me puedes decir para
qué sirven los romanos si no podemos atizarlos?”
Obélix
“Yo salí de Roma dejando a una mujer embarazada, y ahora soy abuelo…”
“Yo salí de Roma dejando a una mujer embarazada, y ahora soy abuelo…”
Romano anónimo
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