1814, Hokusai es el
pintor más famoso de Japón. Vive con su hija O-Ei en la ciudad de Edo (la
actual Tokyo). El “loco de la pintura”, como se llama a sí mismo, y su hija
trabajan día y noche encerrados en su taller, componiendo obras que luego se
harán famosas en el mundo entero.
Igual su nombre no os
suena, pero estáis hartos de ver sus obras. Si pensáis en cualquier pintura
« clásica » japonesa, estaréis pensando en alguna de sus obras: la
ola gigante, el vicio de los tentáculos nipones, las dos prostitutas, el red fuji…Sí.
Todas son suyas. ¿Pero cuanto sabéis de su historia? ¿Cómo era el artista
detrás de ella? Aprovechando que la pasarán en el festival de Sitges que apenas
empieza…si queréis saber lo que fue, no dejéis de verla.
Hokusai, inspiración de
numerosos artistas, es continuamente cortejado por los notables de la sociedad,
que están dispuestos a pagar enormes sumas por adquirir sus pinturas. A pesar
de ello, el rechaza casi siempre los encargos, siempre dispuesto a pintar lo
que sus “manos endemoniadas” desean. Su hija O-Ei lo ayuda a completar sus
obras, confundiéndose a menudo quién pinta qué.
Tras los pasos de las estrellas de la animación japonesa Hayao Miyasaki e
Isao Takahata –que dicen haberse retirado- una nueva generación de artistas ha
tomado el relevo : desde Mamoru Osaa a Mizuho Nishikubo,
los miembros del estudio I.G. nos ofrecen películas dignas de los años de
gloria pasados. Esta nueva obra de
Keiichi Hara (autor de las interesantes Un verano con Coo y Colorful) se nos
ofrece un nuevo aporte de inteligencia, ternura y poesía.
El film cuestiona el acto de crear: ¿De dónde viene la
inspiración? ¿Todo lo que sale de un artista es una obra de arte? ¿En qué
momento se puede considerar que una obra está realmente acabada? Hara combina la animación más moderna con el
característico estilo pictórico de Hokusai, lo que da lugar a secuencias
plásticamente magníficas, llenas de lirismo, con las que intenta que el
espectador comprenda como respondía el artista a estas cuestiones. Escenas muy
bien paridas, con una fuerza visual innegable que son capaces de fascinar tanto
al capturar un dragón y encerrarlo en una superficie plana como al presentarnos
Edo con una viveza que desborda mimo y gusto por el detalle. Cada templo, cada
puente, el abigarrado mercado, las gélidas estampas invernales, los barrios de
geishas…La misma Edo toma vida en la
película. Todo el que disfrute de la imaginería de la época se lo pasará como
un niño pequeño, pues los autores han introducido multitud de detalles
costumbristas sobre la vida en el Japón del XIX. Costumbres, vestuarios,
entretenimientos, relación entre aprendices y maestros, la vida de las geishas,
borracheras continuas, los actos religiosos y la vida en los templos, las
diferentes maneras de organizar un hogar, artistas de todo tipo y pelaje, el
papel de la mujer, la alegre vida del mercado y otros puntos de reunión social,
en fin la vida. Retratada, remasterizada y mostrada en pantalla.
El film se acaba
articulando a través de la vida de O-Ei para explicar la cotidianeidad de los
dos artistas. Es de destacar como se
construye a un personaje femenino muy singular, de carácter fuerte,
decididamente independiente que asume unos conceptos morales mucho más
liberales de los usuales de la época y que contribuye plenamente –aunque
sin poder salir de su sombra- al extraordinario legado artístico de su padre,
del que ella está determinada a seguir sus pasos
Tu retina se ve
desbordada de imágenes de onírica belleza, la mente de un artista se abre ante
ti y Edo cobra vida ante tus ojos. No obstante, el cine no es sólo belleza poética (o sí), también debe tener algo que
contar y eso es lo que encuentro que falta en la película. Contemplamos
extasiado el día a día de los Hokusai, su proceso creativo y sus pesadillas
interiores. No es poco, pero no hay más que ello. Su lento ritmo permite
la recreación extasiada ante la sobredosis de belleza y también un aburrimiento
considerable para aquel que desee que el film le cuente algo.
No es un biopic al uso,
pues no hace otra cosa que relatar la
cotidianeidad de la vida, sin buscar en ningún momento captar el interés del
espectador. Es éste quien debe esforzarse por apreciar los considerables
puntos fuertes de la película y obviar sus también importantes carencias. Puede
fascinar ( y mucho) a unos pero seguro repudiará a otro buen puñado. Quizás no sea una de las grandes películas
del año, pero sí que es de las que tiene suficientes puntos interesantes como
para merecer un visionado con cariño. Si os gusta Japón o disfrutáis con un
apartado visual lleno de virtuosismo, no lo dudéis.
Nota: 6
Nota filmaffinity: (no tiene), IMDB: 6.5
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