Hace años apareció esta
película en la televisión justo cuando al inicio y me quedé totalmente pillado.
Su prólogo es poderoso y original, rompiéndote todos los esquemas que uno puede
esperar, descolocando con ganas. Me volvió a la mente una de esas tardes en que
lo que necesitas es una película sin cargas emocionales, de esas con las que
sólo debes sentarte y disfrutar, ¿y por qué no hacerlo con una de detectives
original y diferente?
Después de un par de
asesinatos que no vienen al caso, el protagonista aparece en escena. Guapetón,
sí. Pero rápidamente vemos que es un pobre diablo con mala suerte que ha vivido
el peor día de su vida: su novia le engaña, pierde el trabajo y su piso y,
cuando visita a un amigo en busca de apoyo, le atracan. ¿la cosa puede ir aún
peor? Pues sí, unos mafiosos le hacen un Lebowski y le obligan a realizar un
asesinato o se lo asesinan a él. Sin comerlo ni beberlo, se ha sumergido en una
absurda trama de guerra entre mafias, apuestas pendientes, vecinas demasiado
oportunas y un asesino a sueldo que juega en demasiadas mesas. La ida de olla
está servida.
El mejunje se basa en
trasladar la absurdez de las tramas de Lebowski a la gran ciudad y convertir sus
excéntricos grupúsculos violentos en estrafalarias mafias. Tiene mucha menos
gracia que los Coen, pero constituye un ejercicio de estilo la mar de
interesante, con una serie de personajes inencontrables en la mayoría de
propuestas, mantenidos por un elenco actoral que chorrean toneladas de carisma,
ya sea riéndose de sí mismos (Willis, Freeman, Kinglsey), convirtiéndose en
pura neurosis (Liu) o moviéndose entre la clase y la pateticidad como nadie
(Harnett). Es difícil decidir quién está más pasado de página, si el
protagonista “impreocupable”, el judío gay, la forense sabelotodo, el
mega-asesino o los dos capos mafiosos incapaces de equivocarse.
Durante ¾ partes de la
película, el desmadre está garantizado, llevando al límite la propia
incredulidad del espectador. Toda la película desborda un estilo innegable, con
una factura técnica impecable y un trabajo en la fotografía más que notable.
Contribuyendo ésta a generar un ambiente de artificialidad que convierte
espacios urbanos reconocibles en inhóspitos y desagradables.
El brutal ritmo se
acompaña de un guión lleno de trampas, exageradísimo y lleno de un humor negro
y gamberro la mar de disfrutable. La madeja de la trama se entrelaza, lía y
emborrulla continuamente, jugando con un espectador al que zarandea con
diálogos rapidísimos y afilados, llenos de mala leche y dardos punzantes que
harán disfrutar al espectador con esta gamberrada.
Los primeros 15 minutos
son fabulosos, demenciales. Sin duda lo mejor de la cinta y más que capaces de
dejar sin aliento. El vertiginoso desarrollo y la rapidísima sucesión de
escenas espantan al aburrimiento de manera contundente, creando un rompecabezas
deliberadamente confuso e intrigante. El laberinto que se nos presenta se halla
relleno de quiebros y requiebros gamberros y cachondos, pero peca de tornarse
visceralmente seria en su desenlace, simple y convencional, que no pega de
ninguna manera con la gamberrada bufona que venía siendo. Un final tan simple
no encaja de ninguna manera con el juego de trampas que te han hecho seguir.
Lástima…
Engancha y desestresa
con alegría, El caso Slevin es una película quizás un poco olvidada que pasó
sin pena ni gloria por los cines, pero que vista con perspectiva, tiene muchos
puntos donde agarrarse y con los que divertirse. Trampea y juega con el
espectador de mala manera –avisándote desde el primer momento que lo hace, ojo-
y su ritmo, su buena factura visual y sus pedazos de actores lo convierten en
un espectáculo la mar de aprovechable. Es un poco fastidioso que el final se
vuelva repentinamente demasiado serio, estropeando el conjunto. No es ni mucho
menos un must see, pero sí que es una
propuesta la mar de visionable y reseñable. Es de esas películas que se pueden
ver varias veces, disfrutándola cada vez de otro modo, una de esas que
recomiendas y quieres ver con alguien nuevo.
Nota: 7 hubiera sido un referente del género
gamberro cuidando más algunos detalles, como su final …
Nota filmaffinity: 7.4
Cuando la estrenaron leí unas cuantas críticas negativas que hicieron que la viera con un poco de recelo, a pesar de que trabajan dos actores que me encantan: Freeman y Harnett. Hace ya algún tiempo de eso y no la recuerdo tan bien como para analizarla al detalle, pero sí recuerdo que me lo pasé genial viéndola (y a veces sólo se trata de eso) y me dejó buen sabor de boca. Y sí, después la he recomendado :)
ResponderEliminarViendo los actores es muy fácil quedarse con la copla equivocada y esperar ver una película diferente a lo que te van a meter en los morros. Y claro, la gente gusta de ver aquello que espera ver...
EliminarEso sí, te lo pasas genial con ella, que es lo importante.
Mt