La primera franquicia comiquera en tener buenas adaptaciones al cine fue la franquicia mutante, con dos entregas bastante dignas. Sin embargo, llegó X-Men3 y se acabó la cosa. Hubo sus intentos de alargar la franquicia con las dos películas de Lobezno, pero aunque su acción funcionaba, no tenían nada que contar. La saga desapareció y yo ya esperaba no volver a ver a los mutantes en el cine. Un buen tiempo después, apareció la noticia de este reboot, al que, asustado por las últimas películas mutantes, no presté mucha atención. Gozó de un gran éxito, lo que permitió la aparición de tres películas más que ya reseñé aquí, aquí y aquí, en una saga a la que se ha dado carpetazo tras la absorción de la marca por el MCU.
¿Y
dónde nos sitúa la Primera Generación? Pues cuando los primeros mutantes eran
jóvenes, allá por los años 60, muy alejados de la figura de sabios mentores que
conocemos. El Doctor Xavier viaja por todo EEUU acogiendo a los incipientes
mutantes bajo su ala para ayudarles a vivir en sociedad, mientras busca la
aceptación social del resto de la sociedad. Todo parece ir bien, contando
incluso con apoyo gubernamental, pero la aparición de Shaw, un mutante que
quiere comandar la humanidad, provocará el cambio de bando del siempre
impulsivo Magneto y pondrá en peligro la existencia del resto de mutantes.
¿Qué tenemos aquí? Una sólida propuesta de acción, con cierto regusto a las películas de Bond de la primera época. Matthew Vaughn dirige con buen gusto y, sobretodo, ganas de hacer las cosas bien. Conoce el material del que dispone, proponiendo un guión con sentido, que se toma su tiempo en desarrollar a los personajes, sin por ello despistarse de proporcionar escenas espectaculares bien imbricadas dentro de la historia.
Es
un placer comprobar que no se han limitado a soltar la chequera y hacer un
pimpampum de efectos especiales. Se han molestado en relacionar el trasfondo de
la película con la trilogía previamente realizada, incluyendo referencias,
guiños y explicaciones sobre porqué el X-Men de Bryan Singer empieza como
empieza. La historia guarda coherencia con la imaginería, con un desarrollo
lógico que va mucho más allá de una excusa para meter tortas.
El
cásting es inesperadamente acertado, con unos McAvoy y Fassbender a los que yo
no habría visto nunca en estos papeles, pero que luego convencen a la
perfección desde el minuto uno de metraje. Realmente nos creemos que éstos acaben
siendo los mismos personajes de Ian McKellan y Patrick Stewart. Por su parte, Kevin Bacon vuelve a encarnar a
un malvado de cómic, pasándoselo en grande en cada escena que aparece.
Sin
llegar a contar con un presupuesto abultado (especialmente si lo comparamos con
las propuestas del MCU), se las arregla para dar la espectacularidad que
necesita cada escena sin por ello caer ante los fuegos artificiales gratuitos.
Sabe ser grandilocuente cuando toca y sutil cuando se demanda, utilizando el
presupuesto disponible con acierto… excepto en el caso de Bestia, que no sé por
qué es tan ridículo (por suerte, no aparece “mucho”).
En
resumen, un resurgimiento que nadie esperaba, que funciona como una estupenda
película de súpers con un poco más de enjundia de lo que uno espera en estas
propuestas. Revitalizó una franquicia que parecía extinta con una acertada
mezcla de cine de espías con superpoderes, un dúo protagonista lleno de carisma
y entretenimiento de primera.
Posteriormente,
la franquicia se fue hacia donde se fue, pero yo soy de los que hubiera
disfrutado de un X-Men Origenes: Magneto
que nunca llegó a realizarse.
Nota:
7
Nota
filmaffinity: 6.8
PD: Grande el cameo de Hugh Jackman, es gracioso verlo aunque sea unos segundos en pantalla.
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