Ya que parece que no me quedé a gusto con los libros de los mosqueteros, hoy traigo otro libro de novela “histórica” de Alejandro Dumas, que parece que le he cogido gusto a los tocharros. Se trata del libro Nº43 de la Cesta’13. Parece que ya van quedando menos.
Título:
La reina Margarita
Autor:
Alejandro Dumas
Título
original: La reine Margot
“En el París Refinado y culto,
cruel, cínico y supersticioso, se desarrollan las escenas sangrientas, trágicas
y macabras con su gota de miel y hiel: el amor.
En una época siempre en cita con la muerte, la tortura, la hoguera y la espada como telón de fondo de una amistad fraterna de dos gentileshombres, de la ambición desenfrenada de una intrigadora y del amor turbulento, imposible y nefando de una mujer: la reina Margarita.”
Lo
que se debe notar desde las primeras páginas es el cambio de ambiente respecto
al Vizconde
de Bragelonne o Los
tres Mosqueteros. Aquí estamos un par de siglos antes, cuando Francia
todavía no se había unido y el poder del monarca no era tan absoluto como en la
época del Rey Sol. Reconozco que durante muchas páginas estaba esperando que
aparecieran Artagnan y sus compinches, llevándome ligeras decepciones cuando no
intervenían.
La
principal diferencia es que el rey no tiene un poder TAN absoluto, dependiendo
más de sus nobles y los demás dimes y diretes. Las intrigas políticas tienen
mucho más juego, con equilibrios extraños, inusuales compañeros de cama, cuyas
relaciones entre personajes están menos encorsetadas por los estándares de la época.
Esto se nota también en el lenguaje, que huye de los quiebros y requiebros que
tanto irritaban en los otros libros, permitiendo unos diálogos más directos,
especialmente hilarantes cuando deben dedicarse a utilizar eufemismos para
asesinatos, conspiraciones y entretenimientos de alcoba.
La trama nos sitúa a la Reina Margarita de Navarra (personaje importante dentro de la historia francesa) que acaba de llevar a la corte francesa debido a un matrimonio de conveniencia. Debe sobrevivir en ella medio invitada, medio rehén de las circunstancias, pues está casada con un rey de un país aliado al que algunos tienen ganas de invadir, otros heredar y el resto desvalijar. La posición del rey francés -su protector- es débil y fácilmente podría caer por las escaleras para dar lugar a una sucesión más satisfactoria. Y es en estas derivas en que el libro se mueve: hay espacio para amoríos románticos, escenas a espada y, sobretodo, intrigas palaciegas muy divertidas.
Aunque
el lenguaje es menos dado a floripondios que la corte del Rey Sol, se puede
hacer extraño de seguir, especialmente en las primeras páginas. Sin embargo, no
resulta difícil acostumbrarse, leyéndose con facilidad. El mayor problema a la
hora de saber quién es quién es que a veces un personaje es designado por el
nombre, a veces por el apellido, otras por su cargo, algunas por su título
nobiliario y también puede usarse su apodo. Por ello, sí que se hace difícil
seguir quién es quién, obligándote a entender muchas relaciones entre
personajes por el contexto (y el árbol genealógico que viene a final del
libro).
Me
hace especial gracia lo asumido que tienen algunos personajes el concepto de
matrimonio de conveniencia o político. Por poner un ejemplo, los protagonistas,
Enrique de Navarra y
Margarita
se
casan por obligación y, conscientes de que se hayan en una corte que les es
hostil, se ponen de acuerdo en ser aliados en todos sus tejemanejes, mientras
mantienen todas las amantes que sean de corresponder, con la única salvedad de
mantener el decoro y la discreción en sus actos. Ambos actúan con cierta
nobleza y sinceridad (dadas las circunstancias) siendo los que más valoran (a
su modo) el honor y la palabra dada.
Sin
embargo, en las primeras páginas el protagonismo recae más en el caballero de la Mole y
en Anibal de Conconnas.
Unos simples caballeros cuyo carácter nos sonará más al que conocemos de los
mosqueteros. Hombres de honor, diestros con la espada y las conspiraciones y,
también, más calientes que el palo de un churrero. Alternan protagonismo con
los anteriores, en función de los intereses de la trama, si toca hablar de la
plebe o de la nobleza.
Con
cierta importancia tenemos a Carlos,
Rey de Francia, y sus hermanos Enrique de Anjou y
Francisco d’Alençon. Su
Majestad mantiene una posición algo precaria, con lo que deberá manejar entre
bambalinas para mantener el poder. Mientras tanto, los demás mantienen su
agenda propia. Los tres tienen un carácter similar, con la superioridad propia
de los que han nacido para mandar, toques caprichosos de quién sabe salirse con
la suya, toneladas de cinismo mezclados con arrebatos de decencia. Quizás lo
que más gracia me ha hecho es la ligereza con la que mandan a la gente a morir
mientras mantienen una total falta de maldad, como esos niños que se dedican a jugar con sus cositas, sin
importarles que se trate de vidas huamanas.
Pero,
ay, sí tenemos un antagonista, y de bandera. La Reina Madre Catalina de Medicis
es uno de los seres más gratuitamente retorcidos que te puedes encontrar. Tiene
mucho mérito crear a un personaje tan pasado de vueltas sin caer en ningún
momento en la opereta. Os lo aseguro, dedica cada página en que aparece a
intentar envenenar a todo el que pasa
por delante. Mata a alguien con guantes envenenados, va repartiendo pastelitos
con aditivos, libros rebozados de cianuro (100 años antes que Umberto Eco) y
hasta envenena el aceite de una lámpara para que al quemar, la gente de la
habitación se asfixie. Es tan maravillosa como maligna, de las que se recuerdan
con cariño (ejem).
Como (casi) siempre ocurre en Dumas, se trata de un libro que se publicó a entregas, capítulo a capítulo. Más allá del planteamiento inicial, el libro no tiene una planificación previa ni una dirección concreta. Se escribe del tirón, haciendo avanzar una historia algo dispersa que se dirige hacia una dirección u otra según lleva el viento. A veces una trama se abandona porque sí, la importancia de los personajes sube y baja sin un especial motivo… Evidentmente, el final no estaba pensado al comenzar, igual que ninguno de los giros argumentales, que probablemente vienen provocados por la mera expectación del público. Esta dispersión no impide que el libro se siga devorando. No sé qué tiene este hombre que me vicia.
Debido
a esta dispersión, se hace difícil hablar de un argumento concreto. Intrigas de
alcoba, conspiraciones cortesanas y amoríos varios son las principales
temáticas. Se me hace curioso comprobar el contraste de este libro con la
mojigatería de los mosqueteros (siempre tan castos y románticos). El libro es
puro desenfreno sexual, eso sí, con discreción. Podemos ponernos los cuernos
siempre y cuando nadie se entere. Y si nos pillan, disimulamos y nos mostramos
los ofendidos, claro. Encontramos un buen montón de escenas de cama, aunque
disimuladas para que no nos acusen de procaces. Por poner un ejemplo, hay un
momento en que dos personajes se ponen a comer pasteles en la intimidad de la
habitación; él come bizcochos de pescado mientras ella degusta cañas de crema
con fruición (ejem ejem). El libro está plagadito de estas situaciones ^^.
Esta
cantidad de eufemismos para las cuestiones sexuales contrasta con la crudeza de
la violencia retratada. No siempre se nos cuenta lo que ocurre, pero cuando el
libro se pone, las tripas se desparraman, las cabezas vuelan y la sangre sale a
borbotones.
Debido a su naturaleza episódica, no es un libro para empachos ni maratones. Está pensado para leer capítulo a capítulo, con sus giritos finales y sus cliffhangers “para la semana que viene”. Con este ritmo parsimonioso puede hacerse eterno a más de uno. Sorprende en un desenlace tremebundo con poca misericordia para con sus personajes, dejándote con el culo bien torcidito. No sé si es que tocaba acabar antes de hora (cancelación de la temporada :p) y es necesario cerrar de un plumazo, pero descoloca.
A fin de cuentas, se trata de un libro con todo lo bueno y lo malo de Dumas. La Reina Margarita desborda conspiraciones, intrigas, escelaras escondidas, pazadisos secretos, venenos, complots asesinos, heroes gallardos y, lo major de todo, Catalina de Medicis como una de las villanas más pasadas de página que he llegado a encontrar en un buen tiempo. Si te gustan los libros del estilo de Los tres Mosqueteros, no dudo que disfrutarás con este libro. Simplemente, no lo acometas con más expectativas de las que se merece: es un libro divertido, algo rídiculo, con una historia repleta de aventuras que no llega a tomarse a sí mismo demasiado en serio.
La Reina Margarita es un culebrón de época con ratos tan pasados
de página que no puedes sino troncharte. Otras veces es tan crudo que espanta y
a veces tiene veinte páginas de amoríos sin sentido. Quizás si hubera pasado
más tiempo entre libros de Dumas (tengo El
vizconde de Bragelonne todavía fresco), lo hubiera digerido mejor, que se
me ha hecho algo pesado. Se trata de una obra menor comparada con los
monumentos que tiene el autor, pero no por ello mala o poco disfrutable.
Nota:
6
Nota goodreads: 4.14/5
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