Los mutantes han vuelto. No es que se
hubieran ido realmente, pero cuando uno se enfrenta a la adaptación de un
cómic, siempre existe la duda: ¿Veré un Green Lantern o un Ironman? Por suerte
para los fans, las adaptaciones de Brian Singer siempre han venido acompañadas
de un respeto y un oficio que las convierten en plenamente disfrutables. Y
ahora vienen con el presupuesto más abultado de su historia y adaptando una de
las sagas más famosas. ¿Qué mejor?
La película empieza con mucha fuerza. Los
primeros cinco minutos ya se habían filtrado y ya mostraban que se iba a lo
grande. Buenos efectos especiales y una coreografía muy cuidada avisa de lo que
está por venir: una excusa para mandar a Lobezno al pasado y conozca a los
Xavier y Magneto de la primera generación para evitar un futuro apocalíptico. Desde
la llegada a los bien ambientados años 70, un Lobezno aún sin adamantium tendrá
que encontrar a los poderosos mutantes y
detener a Mística, impidiendo así la creación de unas criaturas aterradoras:
los centinelas.
Si por algo destaca es por su equilibrio.
Todo está bien orquestado para así ofrecer un gran espectáculo. Es imposible no
destacar unos trabajados efectos especiales que Singer consigue poner al
servicio de la historia, cosa inusual en una propuesta de estas
características. Su historia, bien hilvanada, tiene la capacidad de satisfacer
a todos los fans, dando a cada mutante su minuto de gloria.
Los protagonistas, entre los que sobresale un
certero Michael Fassbender como joven
Magneto, hacen un buen papel. Ya no nos podemos separar con la idea de que Hugh
Jackman ES Lobezno, Halle Berry ES Tormenta o Ian McKellan ES Magneto. Su
actuaciones vienen ayudadas con un guión que les da cancha y nos ofrece los
habituales chascarrillos de la saga y que contribuyen a relajar la tensión
acumulada (casi todos en torno al hecho de que en los setenta, Lobezno no es
metálico). Y siempre me ha caído bien Mercurio (que cabroncete).
No deja de manejarse en la eterna dicotomía
entre la aceptación de los mutantes, sus diferencias y su papel en la sociedad,
aderezado esta vez con la situación de la Primera Generación (un Magneto más
brutal y un Xavier menos seguro de sí mismo), una promesa de un futuro
apocalíptico y las reverberaciones de los viajes en el tiempo (que siempre
mola). Entretenimiento es lo que se busca, y entretenimiento lo que encontramos. Podemos discutir que
quizás el malvado de la historia no es más que una excusa para juntar a Lobezno
con la primera generación, pero el espectáculo mola con ganas. Da para dos
horas que pasan en un suspiro y permite gozar con más aventuras de los
carismáticos mutantes.
Acción bien llevada, toques de comedia y de
intriga, buenos personajes y un par de paradojas temporales de las que sale
bien librado. Es lo que tiene que tener un buen blockbuster y es lo que tiene
esta película. X-men: Días del futuro pasado es todo lo que tiene que ser un
film de superhéroes, que asume su condición de entretenimiento puro, pero
atendiendo al desarrollo de sus personajes. Se agradece que desde todos los
estamentos se intente más allá de ofrecer un engendro enlatado con etiquetas y
entreguen productos concebidos para disfrutar dos horas sin menospreciar su
propio material o a los espectadores que invertirán su dinero en ella.
Disfrutable, como debe ser.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 7.2
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