Desde que apareció con su carismática Transporter, Statham se ha erigido como
uno de los estandartes de la acción pura. Y vaya si se queda a gusto en este
“engendro”
La premisa
es simple: Chev Chellos ha sido envenenado. Como casualmente la adrenalina actúa
retardando los efectos del veneno, Chev tiene que mantenerse literalmente “a
tope” para seguir vivo y así poder vengarse. Anfetas, efedrina, sexo salvaje, disparos
por todos lados… Todo sirve para estar puestísimo y seguir vivo.
Y esto es
casi un fotograma de la película.
Grand Theft Auto. Si, es una imagen del GTA, no me he equivocado…
Es que eso es lo que es Crank: Veneno en la sangre.
Desde la industria del videojuego
estamos asistiendo, asombrados, a propuestas con un lenguaje cada vez más
cinematográfico, acercándonos en mucho a películas interactivas dónde podemos
decidir el futuro de los protagonistas (Shenmue,
Hotel
Dusk, Beyond
two souls). Pero también desde la industria del cine asistimos
a propuestas que se parecen cada vez más a videojuegos, ya sea mediante
importaciones directas del lenguaje videojueguil (Scott Pilgrim) o copiando el
esquema de juego (The Raid,
La
historia de Ricky). Éste es uno de estos casos, pues Crank
puede ser, simplemente, una misión del inmersivo juego de los bastardos de
Rockstar.
A partir de aquí, el desmadre es
brutal. Tal y como ocurre en GTA, la moral y las vidas humanas son algo
prescindible. Hay que cumplir la misión y hay que pasar por encima de todo y de
todos en una espiral de violencia cada vez más salvaje. Puedes atravesar un
centro comercial con tu coche a toda velocidad, echar un casquete en pleno
Chinatown, asaltar las urgencias de un hospital, robar la moto a un policía en
pleno atasco…Casi como si de fases se tratara, Chev va zumbando en un coche, llega a
dónde tiene que llegar, arrasa con todo y sale disparado con otro coche hacia
el siguiente destino.
La estética videojueguil aparece
desde un inicio. Escenas a modo de “Shoot’em up” en primera persona, para
convertirse en un GTA durante el resto de la historia, con los latidos del
corazón a modo de barra de vida, zooms sacados de Google Earth y un puñado de
referencias que todo vicioso reconocerá rápidamente. Desde el principio al
final la película es un cúmulo de ángulos complicados, velocidad trepidante,
colores saturados, una locura completa.
La premisa argumental es totalmente NULA, no hay nada más que la línea
del planteameninto. Los personajes son estúpidamente planos y hay diálogos que
dan verdadera vergüenza ajena. Aquí los tópicos se juntan de forma que casi nos dan igual:
machismo, homofobia, racismo...Pero… ¿y qué? También es frenética, ruidosa… Una
mera excusa para ver a un pétreo e implacable Statham haciendo de las suyas
durante ochenta minutos, incluyendo sus dosis de desnudos
(masculinos) y uno de los polvos más grotescos del cine yanqui de los últimos
años.
Así que, si
lo único que quieres ver es acción sin complejos, prepara las palomitas y
disfruta con la mamarrachada que te prepara un Statham pre-Mercenarios. Sin
apenas sentido y muy pasada de vueltas, un engendro de violencia bastante
divertido. Sin descansos, acción, acción, acción... y puntos de humor y
picanteo.
Nota: 4
Nota filmaffinity: 6.2
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