En aquel momento no sabía si hacía bien, pero mira, casi invierno,
diluviaba en la ciudad y tampoco había mucho más que hacer, así que nos metimos
en el cine (esto de tener tarifa plana…) para ponernos con la última de Bond,
que igual no era muy buena, pero seguro que entretenía lo suyo, que las de Bond
van de eso.
Pero resulta que según la película, Bond se nos está haciendo viejo y debe
dejar paso a una nueva generación de espías. Como se ha excedido en su última
misión en México, sus superiores tienen la excusa perfecta para sacarlo de en
medio. La aparición de un malo maloso que era el jefe de los malos de todas las
películas anteriores obligará a Bond a romper todas las normas e investigar por
su cuenta, liándola parda como sólo él sabe hacer.
A ver, por partes: Me lo he pasado teta. Eso es lo que hay que decir en un
primer momento. Bond hace un despliegue de músculo descomunal. Con el objetivo
de dejar en ridículo a Michael Bay, Mendes ha preparado una ensalada de
chorradas, toñas, tiros, explosiones y animaladas varias de primera división.
El presupuesto es descomunal y se ha usado para hacer explotar todo de la
manera más salvaje y desenfrenada posible. El día de los muertos de México, la
carrera de coches en Roma o la destrucción de la central en el desierto son
escenas realmente espectaculares. O la pelea en el tren, con una planificación
y un rodaje resueltos con una firmeza brillante.
Mendes demuestra un gran pulso al hacer saltar cosas por los aires, pero
luego pasa de prestar atención a una trama estúpida, que sigue un desarrollo
cuestionable (siendo amables). Se olvida de la complejidad narrativa o de la
enjundia de sus propios personajes para rodar un espectacular conjunto de
clichés con todo lo que esperaríamos de James Bond, acumulado sin ningún
criterio. Se aleja del personaje creado en las tres películas anteriores,
acercándolo mucho al autoparódico Brosnan o al ridículo Moore. Esto es quizás
lo peor, ya que lo que debía ser la continuación de Skyfall se transforma en una
artificiosidad vacía sin nada que aportar.
Es decir, han cogido todos los tópicos habidos y por haber de Bond y han
buscado activar la nostalgia remember
para así atraer espectadores. De ahí la idea de resucitar a Blofeld, el primer
malvado de la saga. Sorprende que con casi 250M€ gastados no se hayan esforzado
un poco más para salvar un guión desastroso que convierte a Blofeld en un Hans
Landa caricaturesco venido a menos.
Los fuegos artificiales molan un puñado, pero la ausencia de argumento lo
convierte en una película de Austin Powers supervitaminada y supermineralizada.
Y encima sin Flo haciendo las voces. ¡Es que se olvida a los treinta segundos
de salir del cine!
Además, después de unas cuantas chicas Bond con enjundia, volvemos a tener
a las acompañantes convertidas en meros trofeos que no tienen personalidad y
caen a sus pies sin remedio. Puras lámparas sexys. Igual no hemos cambiado
tanto como creía cuando escribí Desde
Rusia con amor…
Lamento despedirme de un Bond tan diferente y particular como éste con una
película tan mala, pero quizás es la mejor prueba de que se necesitan unos
nuevos hombros para llevar el smoking y una nueva mano para empuñar la pistola
con más clase del espionaje internacional.
¿Quién será el afortunado para sustituirle? A la que nos despistemos se lo
dan a Jaden Smith, ¡ojo!
De las cuatro de Craig es la peor, sin duda. Sin ningún rastro de
complejidad, sólo queda un simple entretenimiento hipermusculado con el extra
de caché que le da la presencia de Bond. Para entretenerse va finísima, pero no
hay tampoco mucho más que comentar.
¡Viva Myke Myers!
¡Viva Austin Powers!
Nota: 3
Nota filmaffinity: 6.2
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