Mi encuentro con esta saga no deja de tener una historia curiosa.
Encontramos El Imperio final en una
estantería de una librería en fechas cercanas a Sant Jordi y se me ocurrió
comentar que Brandon Sanderson era un escritor que me gustaba. No le di más
importancia, pero alguien si lo hizo y el 24 de abril apareció entre mis manos.
Como uno acumula cantidades ingentes de libros pendientes, le llegó el turno en
noviembre o así y acabé el año exageradamente entusiasmado por lo mucho que me
había gustado el libro. Evidentemente, alguien se apuntó mi alegría y me endosó
El pozo de la ascensión el siguiente
24 de abril. Esta vez no quise esperar y en septiembre ya me estaba comprando El Héroe de las Eras. Había muchas ganas
de ver cómo acababa la historia.
La acción se sitúa en un reino de fantasía donde las cosas están muy mal.
El Lord Legislador es un ser omnipotente e inmortal que ha gobernado el Imperio
con mano de hierro durante mil años. La ceniza llueve de los cielos y dificulta
cualquier tipo de cultivo y la sociedad se divide entre los nobles, que
disfrutan de privilegios miles, los libertos, que sobreviven como pueden y los
skaa, esclavos explotados hasta la extenuación.
Una de las gracias de la saga estriba en el inusual tratamiento que se da a
la Magia en este universo. La Alomancia (su nombre) es muy simple y rara. El
concepto de dualidad, de acción/reacción en que se basa denota un esfuerzo
consciente muy cuidado en su pulcro diseño. Da a sus poseedores unos cuantos
poderes muy útiles y a la vez muy limitados. Dependiente de unos ingredientes
que no siempre son fáciles de conseguir, otorga siempre un beneficio que viene
acompañado de un peligro o un severo inconveniente cuando se usa
imprudentemente. Es fácil de comprender y gestionar, convirtiéndose en una
cualidad más de los personajes que complementa, sin llegar a definir, el
carácter del mismo.
El imperio final empieza cuando Kelsier, un legendario ladrón, empieza a
reunir un grupo de asaltantes de élite con el objetivo de robar el tesoro
personal del Lord Legislador. La tarea parece suicida, pero el grupo está lleno
de recursos y toneladas de carisma. Tras un intenso periodo de preparación,
cuando se llega a la ejecución del plan, las cosas se irán complicando y las
apuestas subirán rápidamente hasta un crescendo magnífico.
Este libro es toda una sorpresa: el concepto de una novela de robos en un
mundo de fantasía es prácticamente inédito y original. Desde un primer momento
se masca la tensión, desarrollando la historia con un ritmo y un sentido del
espectáculo magnífico. Es un libro candidato a acabar entre lo mejor leído del
año para cualquier lector, incluso para los profanos del género. Es realmente
sorprendente. Además, está concebido como un stand alone, con lo que no es necesario seguir con el resto de la
historia para disfrutar plenamente de él (lo que podría asustar a algunos).
Brandon Sanderson no tenía previsto continuar El Imperio Final, pero sabía que tenía más historia que contar y,
años después decidió explicar qué había pasado después de que el grupo de
Kelsier intentara el robo más ambicioso de la historia del Imperio. Los
supervivientes se han dispersado y cada uno vive su vida. En El pozo de la ascensión el imperio vive
su época de mayor convulsión en mil años, acercándose peligrosamente a una
guerra civil. Un grupo de ladrones no es el mayor ejemplo de ética y entrega
por el prójimo, pero no podrán evitar inmiscuirse, llevando sus recursos hasta
el límite para conseguir sus fines. Es una secuela con todas las de la ley,
pero Sanderson cambia de registro y lo que era un thriller de robos con extras
se convierte en una novela de intrigas políticas narrada con más calma, que da
tiempo a reflexionar sobre la legitimidad del poder, el origen de las
religiones y el papel del individuo frente a la inmensidad del mundo.
Si ya la primera me encantó, la segunda me sorprendió a lo grande. Sitúa a
casi los mismos personajes en una situación completamente diferente -e inusual
dentro de la fantasía clásica- y los deja reaccionar ante los hechos. La
maestría con que se refleja el asedio que sufre la ciudad, la tensión que
genera la presencia de un espía traidor y la cantidad de momentazos que guarda
el libro son algo fuera de serie. Por si fuera poco, los carismáticos
personajes están llenos de vida y fuerza, especialmente su protagonista, que,
sin saber hacer otra cosa que asesinar (y muy bien), busca dar algo de sentido
a su vida cuando aparece en escena un nuevo asesino que parece su gemelo tenebroso.
Mención aparte para el tratamiento de la magia que hace Sanderson. Basándose en
los mismos límites de El Imperio final,
aumenta su eficiencia, llevándola hacia usos y límites que no habríamos
esperado encontrar. El desarrollo es una muestra de virtuosismo fuera de lo
común.
En resumen, una secuela espectacular y plenamente recomendable, con un
desenlace alucinante que te abruma y te deja con unas ganas horribles de atacar
el último libro de la saga a toda velocidad.
Todas las pequeñas piezas que Sanderson ha ido dejando caer a lo largo de
los dos libros vuelven con toda su fuerza en la conclusión. En El héroe de las eras la acción se
dispara, la magia se desmadra y el final se acerca. Básicamente: El mundo se
acaba. Todas las luchas e intrigas por el poder de El pozo de la ascensión pierden toda su importancia cuando el
apocalipsis se acerca y fuerzas insondables atacan el Imperio Final. Los
nacidos de la Bruma supervivientes deberán encontrar cual es el límite de la
alomancia y, por todos los medios, sobrepasarlo, con la aparición de la
Ferroquimia y la Hemalurgia (dos ejercicios de delicada orfebrería por parte
del autor). A pesar de algunos baches de ritmo, el libro se desarrolla mediante
un continuo crescendo que, ahora sí,
culmina con un desenlace perfectamente trazado que te deja con una trista
sonrisa en los labios. Es muy curioso el papel de la religión, el juego que
maneja en la frontera dónde se mezclan la historia y la mitología, en el que
los personajes históricos se confunden con los dioses.
No sólo son tres monstruos de libros de 800 páginas que se devoran en nada
(bueno, el último tiene un par de bajonazos), no sólo tiene a unos personajes
llenos de carisma que adoras a cada momento, no sólo te presenta un mundo de
fantasía perfectamente descrito y realista, no sólo genera un sistema de magias
muy restrictivo, original y alejado de los todopoderosos magos de la
Dragonlance, no sólo lleva esa magia hacia límites que nunca hubieras podido
esperar, no sólo son tres libros de géneros completamente diferentes que
conforman una saga, no sólo se permite un final inesperado pero obvio… Si no
que además lo hace derrochando estilo. Sanderson inmiscuye todos estos detalles
con los cómics de superhéroes y te genera continuamente momentos llenos de
epicidad que te llenan por dentro a lo bestia. La muerte de la ZORRA, el primer
combate contra un inquisidor (y el segundo), los problemas al querer gobernar
con una ética implacable, el robo del tesoro del Lord Legislador, la dualidad Vin/Zane, el ascenso a la divinidad por
parte del Nacido de la bruma más poderoso de la historia y, sobretodo, las
decisiones finales que toma el Héroe de las Eras para salvar el mundo (o no).
En resumen, son tres libros realmente grandiosos. El primero más que
recomendable para todos y los dos siguientes para aquellos que quieran
profundizar en un Universo fresco y carismático. La sensación de instantánea
nostalgia que me invadió al acabarlo, al notar que debía despedirme del
caradura Kelsier, de la implacable y
confundida Vin, del bienintencionado Sazed, del manipulador Brisa
o incluso del despiadado y todopoderoso Lord Legislador me hacen ver que seguro que volveré a estos libros
en algún momento. Quiero volver a perderme entre estas páginas otra vez. Y os
recomiendo encarnecidamente que hagáis lo mismo. Lo disfrutaréis
La mejor forma de entrar en el universo Sanderson, imprescindibles.
ResponderEliminarAh, y para mí serían 10,9,10 con el primero como mejor.
El primero es el mejor. Es un soplo de aire fresco dentro de la fantasía y entra como nada. Una pasada ^^
EliminarMt