No estoy seguro de porqué empecé a ver esta película. No es un tema que me interese ni había nada en ella que me atrajera pero mira, uno estaba aburrido delante de Netflix y le acabé dando al play.
Los
dos papas nos cuenta los años de pontificado de estos dos
últimos papas vivos. Empieza con la polémica elección de Benedicto XVI (Joseph
Ratzinger) y Francisco I (Jorge Bergoglio). Se adentra en su psique y se nos
muestran las dudas y ambiciones de ambos. La Iglesia se debate en crisis y
ambos aportan puntos de vista diferentes –encontrados a veces- sobre su
relación con la sociedad y el futuro que la organización debe tomar.
A primera vista, parece una película algo plomiza, especialmente cuando rápidamente se comprueba que es un panegírico de nuestro nuevo papa argentino. Sin embargo, Meirelles es un gran director y ha realizado una propuesta tan bien construida que le compro todos los números de la función. Humaniza a dos personajes con los que es muy difícil empatizar, los hace volubles y tridimensionales con acierto. Reconocemos en los actores a las personas públicas reales que hemos visto en todos los medios de comunicación y, al mismo tiempo, les da una personalidad privada, diferente y verosímil que no se muestra incoherente con lo que sabemos de ellos. Joé, es que consigue que Ratzinger nos parezca un ancianito venerable al que abrazar y todo.
La gracia de la película estriba en el enfrentamiento dialéctico entre ambos, contemplando los diferentes puntos de vista que tienen sobre miles de temas, brotando de las imágenes del pasado de ambos, útil para entender cómo han llegado a ser cómo son. A raíz de la crisis de la fe en la sociedad y los problemas que esto genera para la iglesia, veremos como ambos papas defienden una misma fe desde puntos opuestos. Aquí Meirelles realiza un gran trabajo para mantener el ritmo de una película consistente simplemente en dos hombres hablando, provocando que temas tan áridos como los tratados se hagan interesantes.
Pero bueno, la película no se sostendría sin el trabajazo de sus dos actores principales. Por un lado Hopkins da vida al borde y amargado Ratzinger, siempre presto a una contestación abrupta e incapaz de comprender como la gente escapa a la racionalidad. Por otro lado tenemos una nueva actuación estelar de Jonathan Pryce (y van), que realiza una estupenda reconstrucción de un personaje tan polémico como atado a la vida. Ellos complementan un estupendo diálogo que aprovecha la sabiduría de la madurez –senectud- de los personajes, como si estuviéramos viendo a Adriano dar consejos a su sucesor. Los personajes se saben sabios y arrogantes, pero disfrutan bajándose del pedestal mutuamente, con argucias dialécticas, ironías y contra argumentaciones deliciosamente hilvanadas.
El problema, obvio, es que trama como tal, pues va a ser que no tiene. Lo que vemos es un retablo de la vida que estos hombres “ilustres” tienen, repleta de ostentación y lujo mientras presumen de modestia. Muy buenos tienen que ser los diálogos para que las películas de gente hablando me interesen, pero ésta lo consigue, realmente ha entrado finísima y sus dos horas pasan en un suspiro.
No dudo que se trata
de una película que aburra a muchos, por temática y desarrollo, o por lo mal
que te caen los personajes. Además de la poca profundidad que se da a los temas
polémicos (relación de Bergoglio con la dictadura argentina, ocultación de
abusos a menores…). Aparecen, más que nada para decir que se han nombrado y que
quede claro que “uf, esto está mal”, pero luego no se entra al trapo o se
buscan ciertas acrobacias exculpatorias. Evidentemente, esta película está
hecha para reconciliarnos con la Iglesia y no va a meterse en follones.
Por último, no puedo sino disfrutar con toda la secuencia del partido de futbol. Es tan surrealista que uno no puede sino reírse con ello, resultando en una parte humanizadora con ambos personajes. Dos papas criticando un partido de fútbol con unas cervezas y unas pizzas. Pocas cosas más absurdamente cotidianas vais a ver durante este mes.
A la que consigas
apagar los prejuicios, tengas puro interés teológico o aceptes su sesgado punto
de vista, se trata de una película muy aprovechable. Diálogos de los que sacar
mucho jugo, cientos de puntos de partida para debatir y un par de actores en
estado de gracia.
Nota: 8
Nota filmaffinity: 6.8
Nominaciones a los Oscar a los dos actores (Pryce y Hopkins) y al mejor guión original. Lo dicho, que a pesar de su propuesta tan difícil, los puntos fuertes del film son muy destacables.
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