Como siempre cada cinco o seis meses (el tiempo que sea), viene una nueva entrega de ROCKY. Como ya reseñamos AQUÍ y AQUÍ, ahora viene su tercera parte (repasaré todas menos la V, que es tan mala que paso de molestarme).
Han pasado unos años después de su victoria en Rocky II, y nuestro querido boxeador ha probado tanto las mieles del triunfo que ha perdido el ansia de ganar. Apenas quedan rivales con gracia y no necesita esforzarse para ser el número uno. Los entrenamientos casi no son necesarios, con más esfuerzos dedicados al espectáculo que a las peleas de verdad. ¡Ay, la falta de motivación! Cuando Rocky se aburre tanto que se plantea la retirada, un nuevo rival aparece. Mr T llega con ganas de reventar cabezas, lo que provocará que Rocky se deje de tonterías y se ponga los guantes para demostrar que sigue siendo el número uno por “última vez”.
Realizada
para mayor gloria de Stallone (por él mismo), destinada a reventar taquillas y
llenar los bolsillos de los productores, Rocky III peca de tener muy poco que
contar. Dividida en tres episodios no especialmente bien unidos, empieza con
una parte esperpéntica que sirve para ilustrar los efectos de la fama
(especialmente la que crees inmerecida) y de olvidar de dónde vienes. Sin
embargo, intenta ser graciosa, con momentos verdaderamente esperpénticos que no
pasan de chorra. Este inicio puede echar para atrás a muchos, porque se hace
patente que Balboa ya no es el que era y, más allá de las ganas de traiga uno
de casa, no hace mucho por captar la atención del espectador.
Luego aparece Mr. T. Un personaje creado para caer mal. Y punto. Y es lo que consigue. Dan ganas de ver cómo le parten la cara desde el segundo uno. Además, parece que Rocky le haya matado a su hermana o quemado la casa, porque le tiene una inquina sin apenas sentido. En pocos minutos, se propasa con Marian, chulea a Apollo y casi se carga a Mickey, apenas porque sí. A pesar de ello, o quizás por ello, proporciona el tortazo en los morros que Rocky necesita para salir adelante para volver a entrenar. Como siempre, se dedican un buen puñado de minutos a ello, constituyendo casi los mejores momentos, en los que la música se conjunga con las motivantes imágenes para ponerte a tope y hacerte sentir capaz de (casi) cualquier cosa. Además de la deliciosa escena involuntariamente gay entre Apollo Creed y Rocky, claro, ¡cómo no quererla!
Y finalmente, el combate. Una conclusión de quince minutos con grandes coreografías que emociona al más pintado. Con todo lo que llevas, te mueres de ganas de ver como destrozan a Mr. T y eso es lo que ocurre (no creo que a nadie le pille de sorpresa, así que no os quejéis de spoliers). Emoción marca de la casa y tortas como panes, que es lo que hemos venido a ver.
Hasta
ahora, es la película que menos ha exigido a Stallone. Si bien antes tenía que
actuar, aquí le basta con estar muy cachas y soltar sus frases. Y es que aquí
Sly es ya una de las grandes estrellas del cine de acción y puede permitirse
hacer y deshacer casi a su antojo. La calidad general en la dirección se
pierde, olvidándose de hacer de Rocky “una persona del pueblo”, por lo que es
más difícil querer que gane. Por otro, lado, la longitud de la película es
acorde con la complejidad del argumento, explicando todo lo que debe sin
entretenerse en sutilezas, con cierta cadencia que avanza la trama sin aburrir.
Se limita a ser una película deportiva, que no cuenta nada nuevo, todo ello de un nivel muy inferior a sus predecesoras. Pero tiene el Eye of the Tiger TAN bien usado que se perdonan muchas cosas, consiguiendo un efecto motivacional brutal. Cada vez que oigo esta música parece que alguien te motiva para que empieces a hacer flexiones, a correr o a darte de puñetazos contra un saco de boxeo. Durante la película, además, tienes unas ganas enormes de que le partan la cara a Mr. T, con lo que entras en el combate final a tope.
En conjunto, una propuesta más facilona, con menos punch y menos cosas que contar. Olvidamos el drama sobre el boxeador del pueblo y las oportunidades perdidas para transformarse en una mera película deportiva que cumplo a la hora de proporcionar 90 minutos de descanso al cerebro. Se desmarca de la vulgaridad gracias a su mítica canción, que ha trascendido por toda la sociedad, pero no tiene mucho más que ofrecer.
Nota:
4
Nota
filmaffinty: 5.9
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