Al comentar por casa mis reacciones a la lectura del libro de Böll, mi padre recordó que teníamos por casa un ejemplar de la misma colección que dijo que le había gustado más, arrancándole alguna que otra risa. Me lo recomendó y, como uno es buen hijo, se puso con el libro.
Título:
El hombre que fue Jueves
Autor: G. K. Chesterton
Título original: The man who was Thursday
Traducción:
Alfonso Reyes
“En el Londres nebuloso de
principios del siglo XX los policías son poetas; los anarquistas también,
aunque ejerzan de anarquistas. El flemático detective Syme se introduce en una
sociedad secreta que pretende la revolución y el caos. Adopta el nombre de
Jueves antes de embarcarse en una aventura donde el engaño es arte.”
No
negaremos que la historia atrapa casi desde la primera página, cuando dos
apasionados poetas discuten sobre las bondades y los horrores de la sociedad.
¿Debemos abolirla y dejar que el caos reine en el mundo? ¿Es el orden la
verdadera gloria de la humanidad, su joya de la corona? ¿Deberíamos adorar o
destruir el paradigma de la sociedad actual? ¿Cuál es el verdadero camino que
seguir hacia la anarquía?
Tras
esta confrontación entre los poetas-filósofos, somos arrastrados al oscuro
corazón de la berdaderah anarquía, donde no se puede confiar en que nadie sea
quién aparenta ser. Y ni siquiera el mismo protagonista acaba por estar seguro
de quién es…
Cuando
Pratchett hablaba de los escritores que le gustaban, siempre destacaba a G. K.
Chesterton como alguien que “sabía lo que hacía”. No puedo estar más de acuerdo
y entiendo por qué. Como si se tratara de un precursor del estilo
Pratchettiano, Chesterton utiliza el armazón de una novela de conspiraciones
para dar lugar a un despliegue lisérgico de primer nivel en el que nada (y
todo) es lo que parece, adornado con una retórica brillante y talento para las
paradojas ingeniosas y reveladoras. Por medio de este club de anarquistas de
principios de siglo XX, Chesterton nos arroja a un cuento hilarante que transcurre
a un ritmo brutal, mientras nos marea con toques de thriller político, horror,
comedia, romance e incluso alegorías cristianas mientras, en el fondo, no deja
de ser una historia de detectives en ningún momento.
No
puedo sino destacar la profusa imaginación del autor, convirtiendo el descenso
a la oscuridad de los conspiradores contra la sociedad en un ascenso hacia la
locura con el que ha conseguido sorprenderme un buen puñado de veces. Incluso
cuando ya ves venir el truco y esperas el girito, se las arregla para darle una
vuelta de tuerca adicional y dejarte el culo bien torcido.
Se
hace difícil hablar de cómo son los personajes sin destripar parte de la trama,
pero baste decir que Chesterton hace un gran trabajo de orfebrería al otorgar
un momento de gloria a TODOS los personajes de manera que sean importantes para
la historia. Cualquier secundario cobra importancia en el momento adecuado para
generar una nueva revelación. No es tarea fácil, especialmente en un thriller
donde las acciones de unos pocos tienen consecuencias para los demás. Tenemos al
menos siete personajes en danza y mi lealtad y cariño cambiaban cada dos por
tres de bando.
Al
principio sorprende la facilidad con la que el protagonista (por llamarlo de
alguna manera) se infiltra en la organización anarquista, pero es sólo el punto
de partida para una delirante historia de conspiradores, policías infiltrados,
persecuciones y otros atentados varios aderezados con un humor absurdo de
primer nivel. Lo más curioso es que lo que ocurre sigue manteniendo “sentido”
durante casi toda su longitud. Los dos tercios iniciales es un precioso gira
páginas en el que cuesta dejar de leer mientras piensas en la siguiente locura
que ha preparado el autor. Sorprende que la facilidad con la que se lee esté trufada
de grandilocuencia gratuita y una inesperada profundidad filosófica para aquel
que quiere entretenerse en ello. Sólo es al final que se le va un poco la cosa
de las manos. Bueno, mucho, pero me asombro cuando veo que no ha ocurrido
antes, ante tanta locura. Lo dicho, un maestro.
Sabiendo
que Chesterton era un hombretón de cerca de dos metros y 130 kg de peso, se me
hace fácil reconocer al propio Domingo
como
una auto inclusión del propio autor. Ésta no es más que una gracia más del
montón de chistes que hay en sus páginas, más las que me habré perdido al no
conocer bien el trasfondo de la sociedad del momento. Para todos aquellos que
estén intrigados ante el autor pero quieran leer algo con más sentido,
Chesterton creó la prolija saga de casos del Padre Brown, dónde un inusual
sacerdote investigaba asesinatos con una retranca muy bien encontrada. Mantiene
las paradojas y los giros imposibles, pero todo bajo control, sin tanta lisergia.
Chesterton
aprovecha para cargar contra todo lo que se mueve, pero su caballo de batalla
principal es el anarquismo (de principios de siglo XX), remarcando lo dañino
que es para la sociedad, como también lo estúpido de sus defensores. Esto no le
impide lanzar piedras hacia los defensores de la ley per se, hacia los descerebrados que viven bajo el dogma religioso
borreguil y de paso hacia cualquier tipo de fanatismo. A fin de cuentas,
defiende la importancia de vivir con cierta tolerancia hacia las opiniones
díscolas, manteniendo siempre cierta intención de llevarnos bien entre todos.
Ojo, y todo ello mientras se desarrolla una conspiración ultrasecreta y la
trama realiza un cuádruple mortal carpado hacia atrás con cimbreo cimerio de
propina.
A
modo de ejemplo, podemos poner la evolución del propio Syme
(el jueves del título). Aprende que hay dos caras para todo, que lo que tememos
no siempre es real o responde a aquello que pensamos y, todavía más importante,
la capacidad de reconocer el origen de nuestros miedos. Además, aprende a que
las cuestiones a veces quedan sin resolverse, dándose cuenta también de que
todos sufren, de un modo y otro y que, en el fondo, la clave de la alegría es
lidiar con este sufrimiento para disfrutar de la vida, después de todo.
Realmente,
uno se podría tirar un buen puñado de páginas desentrañando todas las ideas que
hay imbuidas dentro de las páginas (demasiadas), o también podría quedarse con
una divertidísima historia de detectives (que lo es, sin duda), todo ello con una
prosa certera (mis felicitaciones para el traductor), que además te deja una
sensación cálida en el alma de lo más rebonica.
Puedo
entender que se trata de un libro que no es para todo el mundo, pues su
excéntrica propuesta llevará a muchos a tirar el libro por la ventana cuando se
le empieza a ir la castaña. Pero también hay un público que disfruta con estas
cosas y, si estás entre ellos, te lo pasarás como un niño con zapatos nuevos.
Si empiezas con el libro, aguanta hasta coger el barco. Si te lo estás pasando
bien, tírate a fondo. Si para entonces no estás convencido, igual es mejor que
te pongas con otro libro más centrado. Por mi parte, su lectura ha sido un
festival de la jarana y el desparrame. Pura diversión.
Nota:
9
Nota goodreads: 3.84/5
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