Yo soy bastante aficionado al cine de animación –especialmente por ordenador- y es extraño que me pierda alguna de las propuestas que llegan a la gran pantalla, incluso cuando se trata de historias infantiles. No hay más que ver la cantidad de reseñas al género que he hecho para comprobar que me trago bastantes más de las que serían recomendables. Sin embargo, cuando vi el cartel de esta película, me leí su argumento… me pareció una propuesta tan estúpida que decidí pasar de ir al cine. Finalmente, un buen puñado de años después, aquí la tenemos.
Lluvia de albóndigas nos presenta a Flint, un inventor chiflado ya casi desde la cuna que ha vivido con el sueño de cambiar el mundo con sus aparatos. No ceja en su empeño a pesar de ser considerado el tonto del pueblo de la pequeña isla en la que vive. Un día, crea por fin algo que funciona, una máquina capaz de convertir las nubes en comida, permitiendo así acabar con el hambre del mundo. Como el chaval es así de desastroso, la presentación del invento acabará mal, con la máquina surcando los cielos buscando crear la tormenta de albóndigas definitiva.
Viendo
el tráiler y el argumento, uno puede esperar la típica película de luchar por
tus sueños, con un desarrollo amable, esos amorcitos que salen bien tras un par
de vicisitudes que sólo interesará a los más pequeños.
Sin embargo, lo que me he encontrado es una loquísima parodia del cine de catástrofes que no deja títere con cabeza (Armageddon, Twister…) que se permite, incluso, generar personajes coherentes y una galería de secundarios de lo más tronchante. El desarrollo argumental es el que es y el tono se pasa de estúpido a veces, pero aún sin ser gran cosa, la película es perfectamente consciente de ser una tontería, buscando hacerte disfrutar a lo grande sin complejos. Se agradece encontrar propuestas sinceras, con tres ideas bien hilvanadas y realizadas, sobretodo, con mucho cariño.
Sus exiguos 85 minutos se hacen adecuados para no cansar, especialmente cuando te das cuenta de lo poco que tiene que contar. Así, se las arregla para que todo transcurra a buen ritmo y, a la que te des cuenta, se ha acabado. No se abona a esa moda de que las películas deban durar dos horas añadiendo escenas de relleno sólo para acumular minutos. Entre risas y chorradas, la película entra muy fina. El público sigue siendo infantil, no abandonando en ningún momento un tono blanco, predecible y agradable, sin complicarse más de lo necesario y proporcionando un final complaciente (y coherente).
Lo que más llama la atención es la desbordante imaginación de su puesta en escena, con hallazgos verdaderamente ingeniosos. Cada tormenta de comida o la absurda recua de inventos de Flint esconden grandes ejercicios de diseño, llenos de detalles absurdos y mezclas inesperadas muy bien encontradas. Más que la historia, acabas intrigado por ver cuál es la siguiente locura que te van a arrojar a los morros, todo ello mientras te descojonas por el último chiste que ha dado en la diana.
Sentido,
no tendrá mucho, pero la puesta en escena es fresca y sorprendente, avanza a un
ritmo endiablado y despliega un alarde de originalidad que quita el hambre. A
pesar de sus defectos, divierte con ganas, que es lo que interesa.
Nota:
6
Nota filmaffinity: 6.1
Esta me pareció muy graciosa. Como dices, no es pretenciosa ni alarga el metraje, quizás por eso me lo pasé tan bien con ella... varias veces. :D
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Varias veces? ¡Viciosa!
Eliminarjeje
Mt