Después de triunfar en los Oscar como lo hizo el año pasado, igual le tocaba pasarse por aquí, ¿no?
Parásitos nos presenta a una familia pobre de Corea del Sur, que malvive haciendo lo que puede. Debido a un golpe de suerte, uno de los miembros se coloca como servidumbre de una familia acomodada, tras lo cual va enchufando a todos sus parientes. Como si fueran unos parásitos, una familia empieza a vivir a costa de la otra. Sin embargo, a medida que avanzan los minutos, vamos viendo que quizás la identidad de los parásitos no acaba de quedar clara, pero de repente el tinglado se derrumba y todo se empieza a ir de madre.
Se hace difícil meter a esta película dentro de un género. Mezcla cosas de comedia negra, sátira social, toquecitos de thriller y otras bastardadas varias. A primera vista, tiene todos los elementos para que te explote en la cara y quede un pastiche infumable, pero Bong Joon-ho se las arregla para equilibrar toda la salsa con maestría. Lo que podría ser una ensalada indigesta, se transforma en un ejercicio de virtuosismo deliciosamente impredecible. Cada giro de guión o cambio de tercio parece conducir hacia un lugar determinado con decisión hasta que, bueno, se dispara hacia otro en un continuo alarde de brillantez.
Su estupendo guión permite varios revisionados en los que sacar jugo a sus numerosos subtextos. El concepto de ver a la prole protagonista como chinches a los que fumigar, la diferencia de alturas en las que viven unos u otros personajes, el juego de roles dentro de la sociedad, el papel del azar en el destino… Basándose principalmente en la crítica social subyacente a la lucha de clases, la película incide con ansia en los problemas de la sociedad y cómo podemos (o no) mejorar las cosas, reflexionando en torno al parasitismo y quién merece vivir de quién.
Si bien la mezcla de géneros puede confundir, Bong Joon-ho ha demostrado a lo largo de toda su filmografía que conoce con precisión qué resortes tocar, como vimos en Okja y en The host. En este caso, destila toneladas de mala leche para generar una vía de reflexión envuelta en un espectáculo gozoso del que disfrutar mientras admiras su delirante savoir-faire.
Por si fuera poco, Parasitos se las arregla para tener una docena de personajes perfectamente esculpidos y diferenciados. Entre todo el meollo, se las arregla para darles caracterización y retratar hábilmente las miserias de unos y otros. Que sí, que los ricos son más atontados y los pobres más aprovechados, pero a la hora de la verdad, todos son reconocibles y, sobretodo, prestos a sacar los ojos al que tiene alrededor para prosperar en la vida.
La puesta en escena es, quizás, el aspecto que más puede descolocar, con un puñado de decisiones inusuales, incómodas para muchos espectadores. Sin embargo, analizar la composición de cada plano y los motivos por los que cada objeto aparece en ese lugar preciso y no otro deja claro el talento del director a la hora de explotar las herramientas visuales que el medio le ofrece. La tensión y la absurdez se ven reforzadas con los planos que reflejan la sensación de incomodidad de cada personaje a la hora de moverse por las diversas habitaciones que conforman la residencia. Este efecto se refuerza especialmente cuando se descubren los secretos del edificio, incluyendo todo el juego en torno a la piedra, un McGuffin perfectamente usado capaz de poner al espectador de los nervios en los últimos minutos previos a su desenlace.
Y bueno, qué final. Podríamos quedarnos horas debatiendo esa boda tan salvaje, pero yo me quedo con el deliberadamente confuso epílogo. ¿Qué ocurre exactamente? ¿Sale todo tal como el hijo dice que ocurre, o estamos ante una trampita realizada por un narrador poco fiable? Yo lo que creo (LEED A VUESTRO PROPIO RIESGO) es que el hijo ha salido adelante con su vida con mayor o menor fortuna cuenta (a nosotros) a su padre un cuento idealizado para consolarlo y que éste pueda sentir que su vida ha tenido un mínimo de sentido.
El triunfo de esta película en los Oscars fue bastante sorprendente: Película, director, guión original y película de habla no inglesa. Un servidor imaginaba que Parásitos iba a ser la típica película exótica que se nomina, pero que ese era todo su premio, siendo 1917 la ganadora del premio gordo. Pero mira, a medida que avanzaba la noche (y el sueño), mi asombro no dejaba de agrandarse a medida que iba arramblando los premios gordotes. A la Academia le gustan estas cositas, de una manera muy clara.
Parásitos se sabe distinta, capaz de sorprender y presta a entretener en cuanto pillas su juego. Te fascina y atrapa desde el principio, con el detalle adicional de estar realizada con elegancia y estilo. Además, se permite reflexionar sobre el capitalismo, las clases sociales y la familia, dando pie a animados debates para quién se anime. Los disparatados diálogos llenos de chispa complementan esta crítica social disfrazada de thriller, prestos a embarcarte en una montaña rusa de las que hacen época.
Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.0
Me gustó muchísimo y también creo que es indispensable, sin embargo salí del cine pensando que me había gustado pero no tanto como me la habían vendido. Y ese final... el final sí es brutal.
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