Bienvenidos a eXistenZ, el último grito de los videojuegos
génicos. Cuando juegas a eXistenZ, una nueva realidad se abre ante tus ojos,
una realidad en la que puedes ser quién quieres ser, en la que cada aventura es
diferente, creada especialmente para ti en cada momento. Esa es la promesa de
esta nueva plataforma de diversión. Conectada directamente a tu médula espinal,
toma posesión de todos tus sentidos una vez entras a su Universo, creando un
mundo para ti tan real como la realidad, pero en la que todos tus problemas
quedan atrás.
Pero el sistema todavía no está en el mercado, de hecho
el inicio de la película se sitúa en una de las pruebas beta del mismo, donde
la decena de jugadores se conecta para realizar una partida de testeo.
Evidentemente, nada es tan fácil como parece y las cosas se saldrán de madre,
lanzándote sin red por una montaña rusa donde la línea entre lo real y lo
virtual se marcha de vacaciones, jugando con los sentidos del espectador, que
busca desentrañar todos los puzles que Cronenberg ha puesto ante sus ojos.
eXistenZ podría ser considerado como una curiosa película
de ciencia-ficción ¿sobrenatural? más que aprovechable para pasar dos horas en
tensión, pero la fervorosa imaginación de su director convierte su visionado en
una auténtica experiencia. Las consolas de Cronenberg se alejan del aspecto
pulido y robótico de nuestro mundo, pues son auténticas bestias orgánicas de
pústulas borboteantes cuyos apéndices se conectan a nuestra médula espinal a
través de unos viscosos agujeros en la base de nuestra espalda (genial). El
mundo “virtual” tiene los dejes que podríamos encontrar en Azeroth, LibertyCity o New Vegas: el destino del Universo parece girar alrededor del
protagonista, los NPCs no destacan precisamente por su inteligencia ni su
iniciativa (especialmente cuando no se les mira) y se pueden pausar para
descansar. Sin embargo, despiden una malignidad inhumana, una visceralidad
incómoda y la sensación de que hay algo que no funciona tan propia del
director.
Visualmente, se trata de una película con la que
perderse, más que adecuada para fascinar por sus perversos detalles y su
poderosa imaginería: criaturas espantosas, armas biológicas (esa pistola viva
es…), personajes oscuros y cierta malignidad desatada con muy mala leche. Sin
embargo, el confuso guión acaba dañándose a sí mismo, tocando cientos de palos
sin llegar a profundizar en ninguno. El incauto espectador puede tanto
repugnarse por el viscoso universo que se pone ante sus ojos como por su
emburullada trama, que hace aguas a la que consigas coger aire para analizarla
mínimamente. De la misma manera, ni el confundido Jude Law ni la robótica
Jennifer Jason-Leigh contribuyen demasiado a hacer que eXistenZ sea más fácil
de digerir. Fácilmente nos acaba dando igual el futuro de los protagonistas,
con tantas pajas mentales y chistes perversos que uno acaba desentendiéndose
del argumento si no realiza un esfuerzo consciente por seguir en antena.
Es obvio, pues, que eXistenZ no es una película para todo
el mundo. Ni por asomo. Como ocurre con casi toda la filmografía de Cronenberg,
es un film para un espectador ávido de emociones fuertes, dispuesto a dejar que
el director canadiense le viole el cerebro y llene su mente de imágenes
inquietantes y perturbadoras. Puede que no llegue a los enfermizos e incómodos
niveles de Rabia o La mosca, pero no es (ni por asomo), una
película para todos los públicos.
En la misma línea que Cronenberg había explorado en Videodrome, eXistenZ se mueve entre la
realidad y la fantasía, o mejor dicho, entre el absurdo surrealismo de nuestro
mundo y las perversas fantasías que se encierran dentro de la mente humana. Juega
con acierto a desconcertar al espectador, con sus cambios continuos de
realidades, moviéndose en el resbaladizo terreno de las paradojas y los juegos
de manos.
Además de su farragoso guión, el mayor problema que se
encontró esta película fue estrenarse pocas semanas después de Matrix, una película que toca los mismos
palos, pero con dosis mucho mayores de presupuesto, molabilidad, estilo y
efectividad. Por ello, pasó desapercibida para el gran público, cayendo
rápidamente entre el olvido, presta a ser rescatada por cinéfagos valientes.
Tiene sus defectos, pero eXistenZ contiene elementos de
sobras para fascinar, constituyendo una de las películas más fáciles (ejem
ejem) de seguir de David Cronenberg. Si usted, querido lector, todavía no ha
visto ninguna película de este autor, tengo dos cosas que decirle: la primera,
enhorabuena, me da mucha envidia. Y la segunda, que no tiene que fiarse de mi
palabra. Sírvase usted mismo, que Cronenberg tiene material de sobras con el que
perderse, pero adentrarse en su mundo no es Jauja. En este sentido, eXistenZ es
uno de los mejores flancos para hacer brecha en el denso mundo del autor. Tocamos
a varios kilos de malignidad y demencia por cabeza, pero en eXistenZ hay algo
menos de lo habitual.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.2
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