martes, 23 de febrero de 2021

Tú no eres como otras madres (Angelika Schrobsdorff)

La CLO me ha permitido leer muchos libros a los que normalmente no me habría acercado. En sus propuestas me he acercado a propuestas alejadas de los géneros que frecuento y disfruto, permitiéndome descubrir obras interesantes que disfrutar (o no) en mayor o menor medida. Pero ya se acabó y ésta es la última ronda que vamos a tener dentro de Bookcrossing (seguro que acaba volviendo un año de estos). Como siempre, se trata de un libro que no conozco, que en este caso tiene un especial aroma a despedida.

Título: Tú no eres como otras madres

Autor: Angelika Schrobsdorff

Título original: Du bist nicht wie andere Mütter

Traducción : Richard Gross

“La narración de Angelika Schrobsdorff reconstruye la vida real e inconformista de su madre, una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el «excelente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro). Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de joven: vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amara. Ésta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer al principio: el presente. Sin embargo, en la dura prueba del exilio, Else encontrará una realidad nueva y reveladora tras una vida que hasta entonces ha estado enteramente dedicada a las fiestas, los viajes y el amor.

Tú no eres como otras madres es un «relato real», como la Suite francesa de Irène Némirovsky, que nos sumerge por completo en una vida extraordinaria y nos hace partícipes de toda su riqueza y exaltación, revelándonos a través de esa existencia toda una época: los conciertos de música clásica y las novelas de Stefan Zweig, los cabarets y la pintura moderna, el nazismo y sus terribles leyes raciales… Así como tantos y tantos personajes que existieron durante ese tiempo de irrepetible pasión y energía, y que pasan por estas páginas fascinantes: soñadores, artistas, agitadores, conspiradores, campesi­nos, espías, criados, intelectuales, falsificadores…”

Otra vez en un tiempo no demasiado largo –estoy pensando en Fugitiva y Reina- tenemos una pseudoautobiografía de la propia autor que, en realidad, va de la vida de su madre. Angelika Schobsdorff fue una artista polifacética: actriz, cantante, guionista y escritoria, siendo conocida principalmente por esto último. Tú no eres como otras madres es quizás su libro más famoso, aprovechando la biografía ¿ficticia? ¿real? de su madre para plasmarnos en negro sobre blanco la vida de una familia judía desde 1920 hasta bien entrados los sesenta.


El libro orbita en torno a la vida de su familia, a modo de una reconstrucción a partir de conversaciones con parientes y conocidos más mayores realizada por una Angelika ya adulta. Así, nos explica con sus retazos de información como fue la vida de su madre, introduciéndose a sí misma como personaje una vez aparece en escena. Funcionando a ratos como crónica de una época, a ratos como reflejo de una vida llena de fuerza y otras veces como una especie de ¿queja? Hacia su madre sobre las razones que han provocado que “Angelika” fuera así y tuviera la vida que tuvo, dejando claro que “tú” no fuiste como las otras madres.

Todo gira, obviamente, en torno a Else, un terremoto de mujer con una fuerza de carácter inusual. Nacida en el seno de una familia judía, ni lo parece ni se comporta como tal, lo que le permite vivir con mayor libertad en una época en que estos lo tenían bastante difícil. Pero aunque la cuestión judía tiene su importancia, el libro trata principalmente sobre la propia Else, describiéndonos a una mujer con una imperiosa necesidad de libertad, de vivir todo lo que la vida le ofrece, dispuesta en todo momento a empezar mil cosas para no acabar ninguna, como un torbellino que revoluciona todo lo que hay a su alrededor, en una muestra de una personalidad tan arrolladora como inconstante. Esto provocará una buena dosis de escándalos, rompiendo tabús por doquier, que se irán volviendo cada vez más incómodos de soportar a medida que los nazis van consiguiendo poder.

Evidentemente, sus tres amores con los que tiene hijos (uno con cada uno) son de vital importancia en la historia. Por un lado, el intelectual Fritz, del que se enamora abrumada por su profunda inteligencia y su capacidad para asombrarla con nuevos aspectos de la vida, disfrutando con él de interminables debates culturales sobre las novelas, películas y las obras de teatro de la época.

Posteriormente, harta de la incapacidad de Fritz de seguir su ritmo de fiestas y desmadres (y porque Fritz es también un sosainas), acaba enamorada de Hans, un hombre más simple, sin otros objetivos en la vida que adorar a Elsa y hacer su vida más agradable. Terriblemente bien plantado, lleno de afable amabilidad y un punto hedonístico muy bien encontrado, llena a Elsa de emoción y placer en una tumultuosa relación llena de pasión.

Con el tiempo, Elsa conoce a Erich, cayendo también enamorada de él. Éste es un adinerado industrial que disfruta de su trabajo, no desando otra cosa que tardes apacibles y una vida relajada, pero fascina a Elsa por su enorme fortuna y la revelación de los privilegios que un bolsillo abultado puede dar. Podría parecer un aprovechado, pero encontramos en él la bonhomía de aquellos que han tenido una vida fácil, incapaz de sentir rencores, aporta a Elsa la tranquilidad que a veces necesita en su vida, ese lugar agradable al que regresar de vez en cuando.

Lo más destacable de esta tumultuosa relación es que los tres están plenamente enamorados de ella y ella adora a los tres, esforzándose todos por tener una relación más o menos cordial entre discusiones, celos y todos los devaneos obvios de una relación tan atípica, que hacen la lectura más interesante. Porque realmente, el libro no va de los amoríos de Elsa, sino de su vida, de sus esfuerzos por ser feliz y vivir, encontrando el consuelo en unos y otros en función de las necesidades del momento. Ella quiere lo mejor para los tres y los tres quieren lo mejor para ella, algo de especial importancia cuando la guerra estalla y las lealtades de todos se ponen en juego.



Pero Angelika no sólo habla de su madre, sus hermanos también son parte de la familia. El mayor de todos es Peter que, a pesar de su aspecto ario, es judío a ojos del Reich, lo que le ocasionará una serie de problemas. Testarudo como su madre, hará todo lo  posible por vivir su vida sin ayuda de su familia, en un desesperado afán por demostrar que es capaz de valerse por sí mismo en un entorno tan hostil. Para dolor de su madre, pronto abrazará la causa judía, sufriendo también cierto rechazo de su gente al no parecer “suficientemente judío”.

Después viene Bettina, la hermana mediana. Como su madre, tiene amor de sobra para dar y, como su madre, desea la felicidad. De mentalidad más práctica y no especialmente brillante, afronta los problemas como vienen, siempre atenta para proteger a una hermana pequeña a la que adora, intentando complicarse la vida lo menos posible.

Finalmente, llega la propia Angelika, que tiene papel dentro de su propia obra. Como su madre, se trata de una niña/joven caprichosa, con un deje de puñetería y cierta bondad intrínseca que los demás no parecen apreciar. Quizás es la que tiene menos personalidad, pues muchas veces se basa en los recuerdos que tiene la Angelika adulta respecto a lo que fue su juventud.



Como buena biografía, el libro se centra en los diversos estadios de la vida de Else. Cada vez que vamos a dar un pequeño salto temporal, Angelika detiene un momento la narración y nos explica cómo ha conseguido la información: a través de cartas conservadas a través de los años, hablando con uno u otro personaje relevante (relatándonos como es su vida “actual”) o a veces se tiene que conformar con recuerdos de terceras personas que narran aquello que le contaron. Y cuando ella es un personaje más, estos interludios se entremezclan con sus recuerdos de infancia, siempre confusos e idealizados. Esto le da un aroma de verosimilitud tan innecesario como interesante, captando nuestra interés para poner atención en aquello que se nos cuenta. Un efecto no tan usual que funciona perfectamente.

Otro truquito literario que realiza la autora es que cuando la propia “Angelika” aparece en la historia, se juega mucho a cambiar de narrador. Schrobsdorff utiliza un narrador omnisciente en tercera persona cuando Angelika es un mero testigo de lo que ocurre (o no estaba allí), pasando a la primera persona cuando ella experimenta o toma parte activa de los hechos. Además, se entremezclan estilos diferentes muy reconocibles cuando Angelika está explicandónos la historia que ha compuesto a base de retazos y cuando se está sumergiendo en sus recuerdos.

Con todos estos truquitos, el estilo del libro se hace raro, pudiendo descolocar a más de uno. A ratos parece un ensayo biográfico, pero en otros momentos se sumerge en las historias “más grandes que la vida”. Además, la explicación no es siempre lineal, dando saltitos adelante y atrás según le interesa, como si hubiera una voluntad de no dejarse nada que le obliga a “repasar apuntes” y dar vueltas y revueltas continuamente.



El libro, con sus abultadas más de 600 páginas, se me ha hecho bastante largo. Hay momentos en que no hay nada más que contar, pero aun así no se avanza en la historia, añadiendo anécdotas intrascendentes y, además, tiene un desenlace agotador. La narración da un último giro inesperado cuando Angelika se hace adulta y sale del nido familiar (quedan unas 100 páginas). Como ella sale de la historia de su madre, deja de conocer qué ocurre, pero eso no impide que la vida siga. Entonces, la única información que se nos suministra proviene de la multitud de epístolas familiares que los miembros de la familia se han ido enviando con los años, narrando a su modo los últimos días de Elsa. Nuestra tarea pasa a ser rellenar los huecos que no se ven entre las cartas para entender qué ocurre o deja de ocurrir. Se trata de un artificio arriesgado y curioso, que seguro puede deleitar a más de uno, pero a mí me pilló ya agotado, con más ganas de acabar el libro que otra cosa y no acabé de disfrutarlo.

Tú no eres como otras madres se presenta novedoso en varios aspectos. Además de todas las acrobacias narrativas para explicar la historia, retrata con acierto el día a día de una familia bajo la atmósfera opresiva del nazismo. Pero esta vez, no son un objetivo claro. Simplemente, son una familia con dinero –sí, orígenes judíos, pero…- que no está alineada con los intereses del Reich. Así que no les revientan la vida, sólo les tocan las narices, quizás no mucho, pero sí lo suficiente para que quede claro que no son bienvenidos y no van a estar cómodos si se quedan.

Realmente, se trata de un libro con ingredientes de sobra para que me gustara. Sin embargo, se me ha hecho bastante pesado, con cierto aroma a ya visto que no he podido evitar en ningún momento. Ahí está quizás mi problema: He leído un par de libros similares recientemente, con una presentación original de una madre inusual, que encima otros han hecho mejor (Fugitiva y Reina, por ejemplo). Por ello creo que se me ha hecho más pesado de lo que debería, con sus novedades menos interesantes.


Quizás si lo hubiera leído en otro momento, me hubiera gustado más. Al final, Tú no eres como otras madres acaba siendo un libro muy bien escrito, como si fuera una novela histórica inusual o una especie de biografía algo fantasiosa. Debería haber sido más interesante, pero acaba aburriendo en muchos momentos. Demasiado largo en su trama, con muchas anécdotas que acaban conduciendo a nada (como la vida misma, la verdad). Seguro que tendrá su público, pero yo no he acabado siéndolo.

Nota: 5

Nota goodreads: 4.00/5

 

  

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