Soy de los que defienden que se puede hacer humor de
todo, aunque reconozco que a veces, según que planteamientos pueden ser un poco
cafres. Netflix se está esforzando por ser provocativa (ya desde el propio
cartel publicitario, más abajo) y a veces se mete en lodazales sin mirar mucho
la profundidad, pero bueno, entiendo que la primera escena de la película haya
levantado MUCHAS ampollas. La parodia bastarda que sigue a continuación es más
inofensiva, pero claro, siempre hay gente de piel delicadita.
A ver, situémonos. Estamos en una indeterminada ciudad
pequeña de España, en algún punto –probablemente- de Castilla. Allí conocemos a
un comando de ETA que se esconde en un piso franco a la espera de recibir una
llamada con la que desean actuar y cumplir sus papeles dentro de la
organización. A medida que pasan las horas, los cuatro etarras se impacientan,
se escala la tensión y vamos conociendo las motivaciones que ha llevado a cada
uno de ellos hasta este lugar: El veterano Martín se halla deseoso de demostrar
su implicación y romper con su fama de cobardica reincidente; Álex y Ainara son una pareja algo perdida con una
relación acorde a su compromiso con la organización; y el manchego que completa
el grupo es un fanboy obsesionado con incorporarse a la banda y convertirse en
alguien invencible. Esta panda de incompetentes no tardará en perder los
nervios a medida que pasen los días y tengan que interaccionar con el resto de
vecinos, que arden en fervor patriótico, pues el Mundial de Sudáfrica está en
marcha y todos sabemos cómo acabó….
Hay que ser un loco o un inconsciente para realizar una spoof movie protagonizada por un puñado
de etarras. Si es que solo el concepto ya es algo que provoca urticaria, casi.
El revuelo y la polvareda se levantaron ya desde el mismo momento en que se
anunció el film. Era demasiado fácil auto convencerse de que se iba a
frivolizar con atentados terroristas, defender la posición de los criminales o,
simplemente, faltar al respeto a todas las víctimas. A fin de cuentas, no deja
de ser algo que la “malota” y “malhablada” Netflix gusta de hacer,
cachondeándose del respetable de la manera más burda. Sin embargo, una vez se ve el film, si
alguien tuviera motivos para sentirse enfadados por la película (ejem ejem),
serían los propios etarras, de los que deja bien clarito que son o malvados o
idiotas (o ambas cosas).
El humor que se despliega es algo irregular, con gags que
funcionan mezclados con auténticas memeces. Los chistes son especialmente
hilarantes cuando se dedican a reírse de nacionalismos y “cosas de vascos”, no
en vano a cargo del guión se encuentra Borja Cobeaga y su equipo, veteranos de Vaya Semanita y Ocho apellidos vascos. A lo largo de su carrera se ha dedicado a
criticar el terrorismo a través de un humor políticamente incorrecto que a
veces se la jugaba incluso demasiado. Si casas con su humor, las risas están
aseguradas. Además, consigue hacer
chistas sobre bombas sin frivolizar con las víctimas, centrándose en las
incongruencias que traen consigo las premisas del nacionalismo radical y el
fervor del nacionaldeportivismo, además de los problemas de convivencia que
genera la incapacidad de aceptar que alguien pueda tener una opinión diferente
a la nuestra (memorable todo el gag del Trivial).
Por otro lado, también se debe destacar que no todos los
chistes funcionan, especialmente durante el profundo valle que se produce al
intentar desarrollar la trama más allá de su genial planteamiento inicial. Se
añade drama, se busca que los personajes tengan algo de trascendencia en una
película que no lo demanda y, además, no se hace del todo correctamente. Sin
esos treinta minutos intermedios que se arrastran más que transcurrir (o con un
desarrollo más ingenioso), la película ganaría varios enteros.
Este punto se ve agravado por la limitada capacidad
actoral de gran parte del elenco. Si bien todos funcionan a la hora de
comportarse como unos simpáticos atontados, fuera de Javier Cámara, el resto
(Julián López, Miren Ibarguren, Gorka Otxoa) se ven algo lastrados cuando
tienen que interpretar y llevar a sus personajes más allá del chascarrillo
fácil.
En fin, se trata de una película con un plantemiento
peligroso pero bien solventado, con gags capaces de sacarte de la silla, que
padece de unos actores limitados y ciertos baches algo mejorables en su
desarrollo. Admiro la valentía de plantear siquiera el proyecto, especialmente
cuando veo que acierta a dar en según qué cabecitas, pero bueno, al final no
deja de ser una comedieta entretenida y ya.
Nota: 5
Nota filmaffinity: 5.3
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