Los
(sufridos) lectores de este blog conocerán mi amor por los Coen. Tiendo a
disfrutar enormemente con sus obras, especialmente cuando se olvidan de la
trascendencia y se vuelven deliciosamente estúpidos (si sólo se vuelven
estúpidos, no me gusta tanto).
Arizona
Baby fue la primera de sus películas que vi, provocando un descojone sin igual
ante tamaño compendio de personajes delirantemente ilógicos.
La
premisa de la película se desarrolla en los primeros diez minutos con una
eficiencia narrativa llena de ingenio. El reincidente ladronzuelo H.I. (Nicolas
Cage) conoce a la oficial de policía Ed (Holly Hunter), pues es ella quién le
hace las fotos cada vez que la detiene. Después de un puñado de visitas al
cuartelillo, ambos se enamoran. Con H. I. abandonando la vida criminal, se
instalan felizmente en una caravana en el desierto. Desafortunadamente, su
felicidad se trunca por la incapacidad de Ed de tener hijos, mientras que la
adopción no es una opción debido al historial criminal de H. I. Es entonces cuando
se enteran de que un empleado local, Nathan Arizona Sr. (Trey Wilson), es el
orgulloso padre de cinco bebés, los llamados “Quintillizos de Arizona”. H. I. y
Ed llegan a la conclusión de que los Arizona podrán desprenderse de uno de los
bebés, por lo que deciden arramblar con uno de ellos, Nathan Jr. Este acto tan
temerario supone el punto de partida para una cascada de eventos que nadie
puede prever, poniendo en peligro el matrimonio de nuestros entrañables
malandrines.
Es
fácil comprender que el argumento constituye una gran chorrada, pero es una
chorrada descojonante. Quizás no tiene el sutil control que sí despliegan en Fargo o en El gran
Lebowski, pero las risas son continuas con Arizona Baby. Tenemos a personajes idiotas tomando decisiones
coherentemente idiotas, manteniendo en todo momento una extraña verosimilitud
dentro de una trama increíble, lo que te lleva siempre muy cerca de la
vergüenza ajena. Exagerado como es el film, tiene sin embargo un centro moral,
pues ninguno de los personajes se mueve con ánimo malvado. Se trata de un
puñado de idiotas sobrepasados por las circunstancias que intentan mantener la
cabeza sobre el agua sin darse cuenta de que la están liando cada vez más. Sólo
quieren hacer lo que creen que es correcto en medio del maremágnum de
desgracias, aunque parezca mentira.
Para
ello se valen de un par de actores en estado de gracia. Nicholas Cage nunca ha
estado tan sembrado haciendo el imbécil y Holly Hunter es implemente adorable.
El resto pasan más desapercibidos pero no hay ninguno que desentone lo más
mismos.
Puesta
en perspectiva, sorprende que ésta, su segunda película, sea tan diferente de
la exitosa Sangre fácil. Se
olvida la trascendencia del género negro y se lanzan a una comedia disparatada
con una ingeniosa sucesión de gags de todo tipo (visuales, dialogados, de
slapstick…). Locura desatada con toneladas de retranca a partir de una historia
de lo más simple, con escenas inolvidables como la persecución tras el fallido
asalto al supermercado, el desternillante robo del banco de John Goodman o el
inesperado e impecable monólogo final de H. I.
Quizás
lo que más sorprende es cómo se mantiene con coherencia la desarrollada
personalidad de unos personajes tan excéntricos en medio de toda la vorágine de
disparates con que nos asalta. Prueba de un guión muy bien pensado, a cargo
como siempre de los propios hermanos Coen, que ya dan muestra del absurdo gusto
por los personajes incompetentes. Ojo, sin acercarse a la estupidez de las
películas ZAZ. Aquí hay una personalidad definida, con decisiones trabajadas y
coherentes (y equivocadas).
Arizona Baby es
un descojone que te hace pasar en grande los exiguos 85 minutos que dura. Se
trata de una comedia divertidísima que seguro no te deja indiferente. Cada
memez se las arregla para sorprender con su ingenio y su puntería en una
película que no se parece a (casi) ninguna otra. Una chorrada gigantesca, pero
una chorrada muy bien parida.
Nota:
8
Nota
filmaffinity: 6.6
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