viernes, 28 de junio de 2019

Fargo


Sangre sobre nieve, violencia asesina y náuseas matinales se mezclan en un inteligente relato que confirma el modo singular y único con el que estos hermanos filman el thriller americano. Puede que El gran Lebowski sea la comedia loca más conocida de los Coen), pero Fargo es una experiencia maravillosa que es capaz de no dejar a nadie indiferente. Recientemente resucitada (más o menos) como serie, es un retrato tan cruel como lleno de amor del interior de unos EEUU. La historia real más falsa de la historia. La historia falsa más real de la historia. O algo así. 


Pero vamos al lío. Fargo nos presenta el encargo de un secuestro a un par de matones un tanto atontados. A continuación nos enteramos de que el instigador está pagando para que secuestren a su mujer (a la que no quiere especialmente), para así sangrar a su cuñado (al que odia) y así saldar sus deudas (inmensas). Como no puede ser de otra manera, las cosas se tuercen a lo bestia, la sangre salpica la nieve y una policía embarazada debe investigar todas las cosas raras que suceden en el pueblo. 

Bajo el armazón de un thriller, los hermanos Coen son fieles a su gusto por la extravagancia y perqueñan una película bastante inclasificable, fresca y, sobretodo, alejada de los estereotipos de Hollywood, en la que se hace difícil predecir qué va a suceder a continuación. Al mismo tiempo, realizan una deliciosa oda al patetismo y la incompetencia que retrata los EEUU más profundos y “paletos”. El secuestro es el punto de apoyo sobre el que se desarrolla una trama repleta de decisiones erróneas, chapuzas continuas, planes continuos y codicia desmedida, a cargo de un puñado de perdedores tan odiables como entrañables.


Este compendio de perdedores viene encarnado por un puñado de actores que no destacan por su belleza (ejem), alejados del glamour de las estrellas hollywoodienses. El irresponsable vendedor de coches es un William H. Macy en estado de gracia, tan achuchable como odiable, es sorprendente como se combina tanta maldad con un patán de este calibre. El duo de locos y estúpidos secuestradores están encarnados por Steve Buscemi y Peter Stormare, tan simpáticos como peligrosos. Por su parte, la siempre espectacular Frances McDormand (como quiero a esta mujer) compone al único personaje que parece pensar en la película (sin por ello dejar de ser una pueblerina ^^), la improbable policía embarazada de ocho meses que aporta un poco de sensatez en este caos. Impagables las escenas de ligoteo en el bar o las entrañables escenas de cotidianeidad con su marido que son pura entrega amorosa.

Y es que en el fondo, ¿qué pasa durante la película? Apenas nada. Pero ocurre de todo, con las deudas de Macy como McGuffin sobre el que orbita todo el embrollo pero que, al final, no importa de ninguna de las maneras (no hay más que ver dónde acaba el dinero). Este despliegue de tonterías viene aderezado por diálogos de besugos de primera calidad, muertes en OFF y tal cantidad de chorradas absurdas que no puedes sino reírte. Quizás la mayor de las sorpresas es darse cuenta de la verosimilitud de los hechos. Los personajes son, a cada cual más patéticos, pero estoy seguro que todos conocemos a gente así (bueno, asesinos no, pero sí unos auténticos patanes). Cada una de las esperpénticas situaciones acaba siendo… ¡plausible!


En resumen, un descojone en el que cualquier cosa es posible, la incompetencia desborda por todos lados y cada uno de los patanes codiciosos es tan adorable que la sonrisita de condescendencia que te sale te impide odiarles. Como casi todo el cine de los Coen, es ideal para buscar una película sorprendente, de las que no dejan indiferente. Si Fargo aparece en tu pantalla, aprovecha la oportunidad, despierta tus sentidos, abre bien los ojos y disfruta.

Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.4

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